Vamos a celebrar el 50 aniversario de una
de las películas más importantes del cine, así sin rodeos. La película que
inventó el blockbuster veraniego, y provocó que aquel verano del 75 nadie
pasara de mojarse las rodillas, sin dudar de lo que había bajo el agua.
Una de las mejores películas de terror de
la historia, y una de las mejores películas de su director Steven Spielberg,
que decir eso es decir mucho de un realizador con diez
nominaciones al Óscar a mejor dirección, ganando dos de ellas, que tiene entre sus obras hitos como E.T. El extraterrestre (1982), En busca del arca perdida (1981), Jurassic Park (Parque Jurásico) (1993), La lista de Schindler (1993), Salvar al soldado Ryan (1998), La guerra de los mundos (2005) o Minority Report (2002), así que sin más
entremos a contar cómo se gestó esta joya, cómo fue el rodaje, la trama del
film, los roles principales y que provocó después, seguro que os gustará.
Episodio
1: El guion. Hay algo bajo el agua.
Steven Spielberg rodó su primera película
en 1971, un telefilme de suspense llamado El
diablo sobre ruedas, una estupenda obra de suspense en una dinámica
persecutoria digna del maestro Hitchcock. Cuando los productores Richard Zanuck
y David Brown de Universal compraron los derechos de la novela de Peter Benchley
y vieron el filme del joven Spielberg, pensaron que ese mismo suspense podrían
trasladarlo del asfalto al océano, así que decidieron contratar al joven
novato. Spielberg trabajaba ya en Universal pero no tenía un gran proyecto
entre manos, estaba en postproducción de su segundo film, Loca evasión (1974), hasta que vio un primer boceto de guion en las
oficinas donde asomaba el título de 4 letras: Jaws, leído el guion, que no
convenció a Spielberg; leyó la novela de Peter Benchley, un libro de ficción
inspirado en una serie de ataques de tiburones que tuvieron lugar en la costa
de New Jersey en 1916, pero el joven Steven pensaba que los personajes no eran
agradables, no hacían al público sentirse atraídos por ellos, aunque veía que
la historia tenía mucho potencial, así que tuvo que trabajar a fondo el primer
guion de Benchley y cambiar varias cosas. Por ejemplo, en el libro la
mujer de Brody mantiene un romance con el biólogo Hooper, eso hacía ver al
espectador que el matrimonio no era idílico, no se identificaba con el ideal
americano, por lo que prefirió obviarlo; otro cambio es que Spielberg se centra
más en la crítica al capitalismo y corrupción del alcalde de Amity, queriendo
abrir a toda costa la playa, para agradar a los avariciosos empresarios
hoteleros del pueblo, algo que no es tan evidente en la novela. Y el mayor
cambio sin duda radica en la ansiedad y el miedo que provoca el tiburón sin ser
mostrado; algo que leyendo el libro te imaginas al momento, pero que en la
película apenas vemos.
Spielberg era consciente de que necesitaba
un gran éxito, pues se sentía acomplejado frente a los logros de sus colegas De
Palma, Scorsese, Coppola y Lucas, todos ya con algún triunfo en su filmografía,
así que rogó para que le dieran la dirección a él. Cuando Zanuck y Brown le
compraron los derechos a Benchley le garantizaron que se haría cargo del guion,
pero al final acabó abandonando el proyecto por desavenencias con Spielberg. Eso
sí, tuvo un cameo como reportero de televisión para hacer las paces con el
director de Cincinnati. Año y medio antes de empezar a rodar Zanuck y Brown
encargan a Josep Alves (diseñador de producción) la construcción del
animatronic mecánico del gran blanco, (del cual se hicieron 3 unidades, al cual
pusieron de nombre Bruce en honor al abogado picapleitos de Spielberg). Pero
cuando la novela se puso a la venta en febrero de 1974 fue un éxito inmediato,
los productores empezaron a meter prisa para empezar a rodar en mayo. Así que
el rodaje comienza sin tener a la bestia mecánica probada en el mar.
Con el libreto de Benchley, Spielberg le
pidió a Carl Gottlieb que le diera una vuelta al guion, y después de muchas
discusiones, consiguieron construir un relato perfecto. Se dice que el monólogo
de Quint sobre el Indianapolis, y el humor negro que recorre el film es
adjudicable a Gottlieb, aunque la escena del sheriff Brody cuando se ve frente
a frente al tiburón, da unos pasos atrás y dice, "va a necesitar un barco
más grande" fue improvisada por el actor. Estos momentos son clave en el
éxito del film, pues son monólogos que se quedan grabados para siempre en la
memoria del espectador, y eso habla del buen trabajo en el pulido final del guion.
Episodio
2: El rodaje. Con el agua a los tobillos.
El rodaje se inicia el dos de mayo de 1974,
con un calendario inicial de 55 días de trabajo, pero nada surgió según lo
planeado y se estiró hasta los 159 días, cinco meses y medio.
Se pensó erróneamente que la parte actoral
y la parte de efectos especiales del tiburón se podrían rodar al mismo tiempo,
y esta decisión afectó gravemente al desarrollo del rodaje. En este sentido Tiburón supuso un antes y un después
para la industria, algo a lo que todas las películas con efectos visuales se
tendrían que enfrentar en adelante; y de un primer presupuesto previsto de 3'5
millones de dólares finalmente alcanzó los 12 millones, cuatro veces más que
una producción de la época. Para Spielberg, director y el más joven de todos
los empleados del proyecto, aquello supuso un auténtico quebradero de cabeza
diario, confesando en una entrevista "al principio uno espera un viaje
idílico en tren, al cabo de un mes solo rezas para llegar a destino como sea...
eso fue Tiburón".
Spielberg quería verosimilitud y
decidió rodar en escenario real, a pesar de que la Universal le sugirió un gran
tanque de agua que tenían a su disposición en los estudios. Finalmente, aquél
se salió con la suya y el escenario escogido fue la Isla de Martha's Vineyard,
en Massachussets, cuyas playas se escogieron porque se podía hacer pie a 20 km
mar adentro, lo que permitía que se pudiera trabajar con el tiburón mecánico
con cierta agilidad. Pero el rodar en exteriores trajo muchos problemas:
"gente con sus barquitas colándose en plano", "lentitud en
preparar las secuencias", "el agua del mar estaba helada y todo se
movía con el oleaje", "hubo una gran tormenta que paró la
producción", y lo peor de todo fue el agua salada. Se habían hecho pruebas
con el tiburón en tanques de agua dulce y claro, cuando el agua salada entró en
contacto con los mecanismos de hierro del tiburón éste dejaba de funcionar e
incluso se hundió más de una vez.
Pero los retrasos y problemas de
rodaje sirvieron para afinar el guion. John Milius, amigo de Steven se pasó por
allí y aportó su granito de arena. Y lo mejor de todo fue el cambio de género
que dio la película; pasó de ser una monster
movie estilo Godzilla a una
película de suspense a lo Alfred Hitchcock, donde el terror es sugerido y
mostrado solo a cuentagotas, lo que genera una gran inquietud en el espectador.
Spielberg se vio obligado, debido a las averías del monstruo mecánico, a
sacarlo menos en pantalla, dosificarlo a lo largo del metraje y apenas dar
información visual del monstruo, lo que creaba un Terror hacia lo desconocido
que genera un nivel de suspense y realismo muy potente para el público. De
hecho, a partir de aquí, este estilo de sugerir más que mostrar será imitado
hasta la saciedad en el género de terror. La maestría, el talento, y el ingenio
con el que supo manejarse el joven Spielberg lo convirtió en un referente, y al
film en una obra histórica.
Para el reparto principal la
productora sugirió a Charlton Heston en el papel protagonista, pero el
realizador no quería a una gran estrella. Pensaba, con razón, que ésta le
quitaría peso a la gran estrella, el tiburón, así que se decidieron por Roy Scheider,
que venía de un papel secundario en French
Connection (Contra el imperio de la droga) (The French Connection, William Friedkin, 1971) y que bordaría el
sobrio papel de sheriff. Para el biólogo marino, Spielberg quiso a Richard Dreyfuss,
que ya trabajó con Lucas en American Graffiti
(American Graffiti, 1973), y para el
viejo pescador Quint pensó que era un papel idóneo para Sterlyn Hayden o Lee
Marvin, pero no pudo llegarse a un acuerdo económico con ninguno de los dos. De
este modo fue Robert Shaw quien acabó haciendo el papel, ya que venía de hacer
de gánster en El golpe (The Sting, 1973) y gustaba a Spielberg
su estilo seco y rudo. Para la esposa y gran apoyo del jefe Brody contrataron a
la mujer del presidente de Universal, Lorraine Gary, actriz ocasional, lo que
ayudó sobremanera a que Spielberg pudiera terminar el film, ya que cuando peor
iba el rodaje, "digamos que nadie se atrevió a cancelar una película donde
aparecía la mujer del jefazo". Para el rol de alcalde de Amity, el joven
cineasta se lo pidió a Murray Hamilton, actor al que idolatraba por su papel en
el film FBI contra el imperio del crimen
(The FBI Story, Mervyn LeRoy, 1959).
Por último, mencionar también a Susan Backline, la primera víctima del escualo,
una especialista en escenas acuáticas que lo hizo espectacularmente.

Episodio 3: La BSO. La música del diablo.
Mención especial merece la banda
sonora que el maestro John Williams compuso para Spielberg en su primera
colaboración juntos. El compositor consiguió con la máxima sencillez crear
miedo en el espectador, a pesar de que el director cuando la oyó la primera vez
pensaba que era una broma. Más tarde reconoció que la música era la mitad del
éxito del film: una melodía grave de contrabajo y chelos, que consta de dos
simples notas de manera lenta y pausada, con el tempo acelerando a medida que
la cámara se acerca a la víctima, añadiendo una tuba que le da un toque de
aventura clásica. Así y sin necesidad de mostrar al monstruo transmitía al
oyente peligro y terror. Por este soniquete tan simple y especial, Williams
ganó su segundo Óscar y el Globo de oro, además está considerada la sexta mejor
BSO de la historia del cine, y lo más importante: está incrustada en la memoria
popular para toda la eternidad. A partir de aquí, siempre trabajarían juntos
Spielberg y Williams.

Episodio 4: Sinopsis. En las mandíbulas de la bestia. El argumento de la
película...
En la pacífica isla de Amity algo
oscuro y malvado subyace bajo el agua, amenazando a los bañistas. A los cuatro
minutos de cinta ya tenemos el primer asesinato, algo desgarra hasta la muerte
a una joven que se metió en el mar de noche, y al día siguiente aparece parte
de su cadáver en la playa. La primera intención del sheriff Martin Brody,
recién nombrado jefe de policía, es cerrar la playa y averiguar qué le ha
pasado a la chica. Pero aquí topa con el alcalde Larry Vaughn y los empresarios
del pueblo, y es que la isla vive del turismo y el cuatro de julio esperan
llenar las playas de turistas que vengan a gastar y llenar sus arcas, y nadie
podrá impedir que eso ocurra, ni siquiera el jefe de policía. Pero vuelve a
suceder, esta vez da muerte a un niño en el agua a pleno día y delante de todos
los bañistas, por lo que deciden dar una recompensa de 3000$ a quien capture al
tiburón. Todos quieren el botín y salen en sus barquitas a pescar al
devora-hombres, pero no están preparados y la escena es tragicómica. Aparece en
escena Hooper, el biólogo marino que Brody llamó por teléfono para pedir
asesoramiento y será de gran ayuda por sus conocimientos. También aparece
Quint, un pescador especialista en cazar tiburones que solicita 10000$, aunque
en principio no llegan a un acuerdo con él y de nuevo vuelve a suceder. Otra
víctima, esta vez en la laguna de poca profundidad y con el hijo mayor del
sheriff de testigo que queda traumatizado con la escena. Ahora sí hacen caso a
Brody y cierran la playa, y deciden darle a Quint lo que pide, dando comienzo
una película distinta, un film de aventuras en alta mar al más puro estilo Moby Dick (Moby Dick, John Huston, 1956) o 20.000
leguas de viaje submarino (20,000
Leagues Under the Sea, Richard Fleischer, 1953). Este tercer acto sirve
para tener un desarrollo más profundo de los personajes, en una escena donde
beben y charlan sobre las cicatrices que cada uno de los personajes tiene en su
cuerpo, momento donde se luce Robert Shaw en un monólogo sobre el barco
Indianapolis que estremece al espectador con su testimonio: justo a la hora y
18' minutos de cinta es cuando vemos por primera vez en todo su esplendor a la
bestia, un "carcarodom carcarias" de ocho metros, y ahí es cuando
Brody suelta su mítica frase entre el humor y el horror: "necesitará un
barco más grande".
La lucha entre el gran blanco y los tres
hombres se torna desigual, cuando vemos el pesquero "Orca" ya
inundado, entonces Hooper decide meterse en una jaula anti -tiburones y
hundirse en el agua para intentar, sin éxito, pinchar un veneno al escualo. La
jaula quedará destrozada y Hooper es desahuciado en el fondo del mar. La barca
yace medio hundida y es cuando Quint es tragado por el animal en una escena que
aún hoy pone los pelos de punta por su crudeza, ausencia de música, y los
gritos de dolor del pescador pescado. Ya solo queda Brody, que en un intento
desesperado de salvarse golpea a la bestia con una botella de oxígeno, y ésta
queda atrapada en la afilada y mortal dentadura del animal. Así, Brody se sube
al mástil del pesquero, y con varios disparos de escopeta consigue darle a la
botella, para explotar y hacer pedazo al devora-hombres. Increíblemente, el
tipo que odia el agua, el marino novato, es el que consigue vencer al rey del
mar, y en un epílogo feliz vemos a Hooper salir a la superficie y juntos
emprenden el camino a la playa a nado, flotando entre bidones.
Un dato importante a recordar es que
para la escena de la jaula en el mar se usaron tiburones reales. Me explico: se
contrató a Ron y Valerie Taylor, documentalistas, para rodar imágenes de
tiburones reales e incluirlas en la película, pero ellos aclararon que los
tiburones del mar de Australia miden cuatro metros y no los ocho que mide en la
película. Entonces Spielberg tuvo la idea de contratar a un actor de tamaño
pequeño, Carl Rizzo, y meterlo en una jaula pequeña, eso haría que los
tiburones parecieran el doble de grandes, así que toda esa escena está rodada
realmente con un hombre entre tiburones, excepto el momento en que rompe la
jaula, ya que ahí pusieron a un maniquí, pero sí, todo está rodado con
tiburones reales.
A Destacar tres escenas, tres
momentos del film que me gustan especialmente, que elevan el nivel de la cinta
subiendo a la categoría de genio a Spielberg, y que es todo un heredero de los
clásicos, a los que rinde homenaje, imita, e intenta superar:
1 -el jumpscare de la cabeza del pescador: para ser Spielberg es muy
gore, pero claro, eran sus inicios y todavía no estaba tan atado a la taquilla
y al gran público, y si es una película de terror tiene que tener un susto
tramposo, y aquí aparece ¿Quién no ha pegado un respingo cuando el buzo mueve
el bote y aparece una cabeza?
2- el asesinato del pequeño Kitner,
una escena que vemos en plano-contraplano la perspectiva del jefe Brody y
mientras muere el niño. Destaca el padecimiento del sheriff, su miedo al agua,
su responsabilidad con sus paisanos y su temor a la bestia, y vemos como
continuamente es tapado por los bañistas, creando un desasosiego e incomodidad
en el espectador, para acabar con un zoom y un primer plano de Brody donde
apreciamos el horror por lo ocurrido.
3- el momento de despedida justo
cuando van a zarpar de Brody con su esposa. Recuerda enormemente al momento
despedida de Centauros del desierto (The Searchers, John Huston, 1956) entre
Ethan y su cuñada; y mientras Ellen le está diciendo que le ha puesto las gafas
junto a los calcetines, Quint está insultándola de manera disimulada, en un
primer plano está la pareja despidiéndose y de fondo Quint; dejando claro que
uno es un lobo solitario y el otro un hombre de familia que no se parecen en
nada. Sin embargo, el tipo duro acabará muerto y el débil será quien triunfe,
terminando el plano con el "Orca" saliendo de puerto, entre unas
mandíbulas de escualo. Ya te digo, tres escenas inolvidables.
Episodio 5: Una pesadilla eterna.
Tras un primer preestreno en Dallas,
los gritos de los espectadores y la emoción en la sala ya anticipan el éxito
que va a ser el film. Los productores Zanuck y Brown se abrazan porque saben
que será un gran taquillazo, y vaya si lo es, la película más taquillera de la
historia (en su momento), superando a todas las anteriores, (El exorcista, Lo que el viento se llevó, Sonrisas
y lágrimas, ...), siendo superada dos años después por La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977) de su amigo George
Lucas. Así que con un presupuesto de doce millones consiguió la escalofriante
cifra de cuatrocientos setenta y cinco millones, una cifra impensable y todo un
hito que catapultó a su director, y lo elevó a referente para unos años ochenta
simplemente perfectos para Spielberg, y una década de los noventa no menos
gloriosa. En cuanto a premios la película logró tres premios Óscar (mejor
montaje, mejor sonido y mejor BSO), aunque perdió el más importante, el Óscar a
mejor película que se lo llevó quizás merecidamente Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over the Cuckoo’s Nest, Milos Forman, 1975). La BSO
consiguió además un Grammy, un Globo de oro, y un Bafta. Y Berna Fields, la
montadora de la cinta, consiguió el reconocimiento de los editores
estadounidense por mejor montaje. Está incluida en muchas listas de las mejores
película de la historia (puesto 56), mejor película de suspense de la historia,
mejores BSO de la historia, mejores villanos del cine, mejores frases de la
historia del cine "necesitará un barco más grande", o los cien
momentos más terroríficos del cine. En 2006 la Biblioteca del Congreso la
seleccionó para ser preservada como una película culturalmente importante.
Pero quizás su legado más importante
para el cine es que cambió la forma de trabajar de los grandes estudios. Estos
solían estrenar de manera lenta y escalonada, por lo que las películas llegaban
a cada país con demasiado tiempo de diferencia. Para ver la película que te
interesaba, realmente tenías que buscarla, era una locura pensar que en un
multicines se estrenara en varias salas el mismo film. Tiburón cambió eso, se estrenó de manera
simultánea en muchas salas y con una gran campaña de marketing y spots en
televisión, algo inusual hasta entonces. Además, toda una mercadotecnia que
hacía imposible no enterarte que la película había llegado a las salas, con
camisetas, tazas y todo tipo de merchandising
que llegaban a los supermercados y centros comerciales, que serían base de las
nuevas salas multicine. Tiburón dejó
patente además que, en la nueva era de los blockbusters,
la fecha idónea de estrenos era el inicio del verano, y comenzó una nueva era
en Hollywood donde el cine de autor quedó desplazado por el cine de los
productores, con historias más sencillas, más fáciles de vender, alta
tecnología y un montaje frenético, que generen beneficios rápidamente. La era
de los productores había llegado y los estudios comenzaron a reafirmar su
poder.
El film generó tres secuelas
directas, que siendo filmes entretenidos y rentables no le llegan ni a los
tobillos a la original. Sólo la primera secuela, con la mayoría de actores
repitiendo su rol, se le acerca en calidad. Además, generó todo un subgénero de
monstruo marinos con películas que pretendían llegar a su nivel. La misma Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979) fue vendida
al estudio como "tiburón en el espacio". Y poco después llegaron Orca: La ballena asesina (Orca, Michael Anderson, 1977), Grizzly (Grizzly, William Girdler, 1976), Piraña (Piranha, Joe
Dante, 1978), La bestia bajo el asfalto
(Alligator, Lewis Teague, 1980), ¡Tintorera! (René Cardona Jr, 1977), Deep Blue Sea (Deep Blue Sea, Renny Harlin, 1999), Open Water (Open Water,
Chris Kentis, 2003), "El Arrecife" o"Infierno azul "
claramente hijas todas de Tiburón. Mención aparte merecen las películas de la
saga Sharknado de la productora
Asylum que se han pasado al juego de la sharksplotation
con tiburones de tres cabezas, Sharktopus
[tv: Sharktopus, Declan O’Brien,
2010], Ghost Shark [tv: Tiburón fantasma, Griff Furst, 2013], o Roboshark [tv: Robotiburones, Jeffery Scott Lando, 2016].
También ha generado dos atracciones
en los parques temáticos de Universal Studios, un par de musicales, Jaws
el musical, y varios videojuegos. Pero también provocó un problema, el llamado
"efecto tiburón": ese año 1975 hubo numerosas personas que cambiaron
sus vacaciones de verano, pues realmente cogieron miedo al agua, además hubo
más avistamientos de tiburón que ningún otro año anterior, y una caza cruel e
indiscriminada de escualos, que llegaron a poner en peligro de extinción a la
especie que desde entonces no se ha recuperado de esa mala fama por culpa de la
película. Y es que es un hecho que los perros matan más personas anualmente que
los tiburones, pero eso es algo que a nadie le interesa ni le gusta leer, una
verdad incómoda. Como otra gran verdad es que el cine es una mentira, un truco,
un engaño, es ficción que se nos muestra en una sala oscura y ahí debe quedar,
para alimentar nuestros sueños... y nuestras peores pesadillas.
Emilio Cortijo
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