domingo, 29 de septiembre de 2024

Doomsday: El día del juicio

 

Título original: Doomsday

Año: (2007, Estados Unidos/Reino Unido)

Director: Neil Marshall

Productores: Benedict Carver, Steven Paul

Guionista: Neil Marshall

Fotografía: Sam McCurdy

Música: Tyler Bates

Intérpretes: Caryn Peterson (chica vagabunda), Adeola Ariyo (enfermera), Emma Cleasby (Katherine Sinclair), Christine Tomlinson (joven Eden Sinclair), Vernon Willemse (David), Daniel Read (sargento), Karl Thaning (piloto), Stephen Hughes (soldado), Jason Cope (guardia del muro), Ryan Kruger (soldado), Nathan Wheatley (paciente “X”), Cecil Carter (patrullero de as alto), Jeremy Crutchley (Richter), Rhona Mitra (Eden Sinclair), Tom Fairfoot (John Michaelson), Eloise Cupido (chica afro), Lily Anderson (rubia en la bañera), Bob Hoskins (Bill Nelson), Alexander Siddig (John Hatcher), David O’Hara (Michael Canaris), Cokey Falkow (capitán Hendrix), John Carson (George Dutton), Nathalie Bolt (Jane Harris), Susan Danford (official centro), Adrian Lester (Norton), Rick Warden (Chandler), Nora-Jane Noone (Read) …

Sinopsis: Escocia, Gran Bretaña, 2007. El virus "reaper" se ha cobrado la vida de miles de personas. El gobierno británico decide evacuar a los supervivientes sanos y rodear con una muralla el área afectada para evitar la huida y el contacto con los infectados. Más de dos décadas después, el virus reaparece en las Islas, y como medida para una posible salvación el gobierno envía a la zona en cuarentena a un equipo de soldados de élite, dirigido por la mayor Eden Sinclair. La misión de este comando es obtener una vacuna. Atravesada la muralla, el equipo deberá operar en medio de un paisaje desolador.

Sangre nueva para el nuevo siglo.

Comenzando los 2000 una nueva generación de realizadores apostó por el cine de terror desde distintos puntos del globo. Rob Zombie, Alexandre Aja, Adam Green, Darren Lynn Bousman, Greg McLean, Leigh Wannell, Eli Roth, James Wan o Neil Marshall retomaban el relevo de los maestros del terror que habían revolucionado el género en los setenta y ochenta, y lo hacían con una serie de propuestas donde no faltaba la sangre, la violencia y la cinefilia bien entendida. Trabajos que ganaron premios por los distintos festivales por donde pasaban y que contaron con el beneplácito del público. Una serie de nuevos talentos que el crítico Alan Jones denominó "Splat Pack". Y a los que se sumarían otros más, caso de Marcus Nispel o Xavier Gens.

Arrancaba el nuevo siglo, el DVD iba avanzando, ganando terreno poco a poco al viejo VHS, que aún se mantendría en pie unos años más hasta que la misma industria lo consideró obsoleto e inviable y se deshizo de él. Los canales temáticos llevaban unos años haciéndose un hueco en el panorama audiovisual, pero aún eran los cines y los videoclubs los que gobernaban en el consumo de películas. Las descargas (piratas) de títulos todavía no se habían implantado ni generalizado (ni tenía suficiente calidad), por lo que en aquellos momentos no había tantos "cinéfilos" ni “críticos” como hoy. Aún había que pagar para ver las películas. Tampoco las redes sociales tenían el alcance ni la fuerza que ostentan desde unos años a esta parte, ni los youtubers, tiktokers, y demás influencers (de postín) habían impuesto su mediocridad en el día a día. En 2001 aún el panorama era muy similar al de finales del recién por entonces extinto siglo XX.

Es en esta tesitura cuando Neil Marshall, oriundo de Newcastle, presenta desde el Reino Unido su primer largometraje: Dog Soldiers (Dog Soldiers, 2001). Film de hombres lobo donde tenía cabida el gore (el director siempre ha confesado su gusto por la sangre en las películas), la acción y mucho humor negro, junto a una cinefilia que rendía homenaje a cintas de licántropos tan reverenciadas como Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in London, 1981), de John Landis, o Aullidos (The Howling, 1981), de Joe Dante. El debut del británico fue aplaudido por el respetable y no tardaría en convertirse en un título de culto. La crítica también se puso (mayormente) de su parte y se la consideró la película que recuperaba el cine fantástico en las Islas. En su país fue un éxito en cines y en el mercado internacional funcionó estupendamente en los videoclubs. Precisamente fue la mencionada cinta de hombres lobo de John Landis la que motivó a Neil Marshall a hacer sus propias películas junto a sus amigos. Después, tras pasar por la escuela de cinematografía, que terminó en 1992, pasó ocho años trabajando como montador. Dog Soldiers fue el primer guion que escribió, cuyo más temprano tratamiento data de 1996 y le costaría cinco años en poder materializarlo. Estaba ideado como el inicio de una trilogía, pero para conseguir el dinero con el que poder llevar a cabo esta su primera película, Marshall tuvo que vender los derechos de la misma, y el propietario de éstos no ha querido saber nada de una secuela. El cineasta hace años que tiene una historia para la continuación, pero al no ser viable piensa, junto al productor de Dog Soldiers, sacar adelante en un futuro otra película (diferente) de licántropos.


En 2005 el inglés tendría listo su segundo largo, The Descent (The Descent). Una historia aún más claustrofóbica que la anterior. Si la primera estaba conformada por un elenco mayormente masculino, The Descent está protagonizada por un conjunto de chicas (no adolescentes, apostillaba su responsable), que se ven atrapadas en el interior de unas grutas que, para colmo, están habitadas por unos seres que parecen primos hermanos de los mutantes de Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 1977), de Wes Craven [1], pero aún más involucionados. Marshall presentaba aquí un grupo de féminas que tendrán que demostrar ser fuertes y decididas si quieren (o pueden) sobrevivir al terror que les aguarda en esas cavernas. En ningún momento Marshall sexualiza ni resulta explotativo con las muchachas. Y a partir de este trabajo, los personajes femeninos en las películas del director resultan siempre fuertes, inteligentes e independientes. La cinta funcionó de maravilla, costó unos cinco millones de euros y recaudó casi diez veces lo invertido, afianzando el puesto de Marshall en la industria. Era lógico que se animaran los productores en hacer una secuela, que llegaría en 2009, con realización de John Harris y con Neil Marshall ejerciendo de productor ejecutivo. Pese a la calidad y cuidado de esta continuación, a día de hoy aún no se ha podido ver en nuestro país, ni en cines, ni editada en formatos físicos, ni emitida por ningún canal o en la parrilla de alguna plataforma.


Doomsday. Días de futuro pasado.

Con la buena recaudación y crítica de The Descent, era también de esperar que los productores se fijaran en nuestro protagonista. El siguiente largometraje de Marshall sería más grande, más ambicioso. Avalado por Rogue Pictures y con un presupuesto de treinta millones de euros, en 2008 llegaba a las pantallas Doomsday: El día del juicio (Doomsday). Una cinta futurista, que combinaba la ciencia ficción post-apocalíptica con la acción. El film trata sobre un virus letal, denominado "the reaper", que ha diezmado la población de Escocia. El Estado construye un muro para separar a los infectados del resto de la población, pero tras unos veinticinco años el virus reaparece y un grupo de élite es enviado a la zona "infectada" para buscar una posible cura en un tiempo determinado. Las influencias más evidentes (buena parte del público no vio más allá) son 1997: Rescate en Nueva York (Escape from New York, 1981), de John Carpenter, y Mad Max 2, el guerrero de la carretera (Mad Max 2, 1981), de George Miller [2], y el director ha confesado también haberse inspirado en los films de fantasía heroica -tipo Excalibur (Excalibur, 1981), de John Boorman- y los de ciencia ficción post-apocalíptica de los ochenta. En sí, era un homenaje a aquella década, cuando el futuro realizador confiesa se enamoró del cine de género, adelantándose casi diez años a la reivindicación ochentera que se extiende hasta nuestros días (y ya cansa) [3]. Pero Doomsday: El día del juicio, además de ser una estupenda película de acción futurista, entronca perfectamente con la filmografía de su realizador y con buena parte del cine (y la literatura) fantástica de Gran Bretaña e Irlanda. El muro que separa la Escocia infectada del resto del país (y del mundo) no deja de ser la "franja celta" que diría Ian Bradley. Los infectados en este trabajo de Marshall no tardan en regresar a un estado de barbarie, a una nueva edad oscura (medieval), compuesta por clanes salvajes con una estética claramente inspirada en la citada cinta de Miller. Sería esta Escocia la región indómita de bárbaros que viven en los márgenes de Gran Bretaña que escribiera Bradley. Una región dominada por el folclore y las supersticiones, enfrentada a la civilización. Donde se impone un primitivismo que se opone/contrapone con la modernidad. Los que quedaron en la zona infectada fueron abandonados a su suerte y, tras sobrevivir a la pandemia, regresaron a un pasado que nunca terminó de irse, que ha estado aguardando el momento para volver. Un retorno y continuidad de un tiempo previo a la civilización y sus leyes y normas (escritas o no), donde se repetirá todo lo que ha sido reprimido y rechazado por el progreso (incluso el canibalismo).


Rhona Mitra, en el papel de su vida, es Eden Sinclair. De niña pudo salvarse (aunque perdió un ojo) y consiguió pasar a la zona no contaminada justo antes de que el ejército cerrara el muro. Ahora trabaja como agente para el gobierno. Nuevamente un personaje femenino coge el protagonismo, una heroína de acción al estilo de la Alice que interpretaba Mila Jovovich por aquellos primeros 2000 en la saga de Resident Evil [4]. Bob Hoskins, en el rol del funcionario Bill Nelson, le encarga la tarea de buscar una posible cura contra el virus y la pone al mando de un grupo de soldados de élite. Una vez Eden y su equipo atraviesen el muro y entren en Escocia, la zona infectada, dejan la civilización atrás para adentrarse en un territorio donde reina la barbarie. Allí nuestra chica deberá tratar de entrar en contacto (si es que sigue con vida) con el doctor Kane (Malcolm McDowell), quien trabajaba para el gobierno, pero no pudo salir de la franja contaminada a tiempo. Lo encontrará, ahora convertido en el amo y señor de aquel territorio, que preside desde un castillo a modo de un señor feudal [5], volviendo a las prácticas medievales en cuanto a modo de regir y castigar. Un “rey” que gobierna con mano de hierro y entretiene a sus súbditos con sangrientas gestas donde sus hombres tienen ventaja sobre los intrusos. Opuesto a Kane está Sol (un excesivo pero adecuado Craig Conway), líder de un clan de salvajes (a lo Mad Max), entregados al hedonismo como forma de vida, en forma de rituales de violencia, sexo y canibalismo. Sol es el hijo rebelde de Kane. Ambos son la cara y la cruz de una misma moneda, la de la barbarie que se ha adueñado de aquellas tierras.

Conectando con el espíritu nihilista del film de Carpenter que le sirve de modelo, Marshall arroja con Doomsday: El día del juicio una ácida mirada a los burócratas y gobernantes, quienes sólo piensan en salvarse ellos mismos, mientras mantienen el estatus, sin importarles nada lo que le pueda ocurrir al pueblo. Ni siquiera les preocupa lo que pase con el equipo de soldados que han enviado a una misión suicida en busca de una posible solución para la pandemia. Como el Serpiente Plissken (Kurt Russell) de 1997: Rescate en Nueva York, nuestra también tuerta Eden realizará su misión, pero no cree ni confía en la sociedad ni en el Estado. Y si Plissken al final se la jugaba a los dirigentes, la también individualista señorita Sinclair renegará de la supuesta civilización en la que se crio y volverá a Escocia, a su tierra natal, abrazando la barbarie y dispuesta a liderar al grupo de salvajes. El director no se considera un cineasta político, aunque es de la opinión que a través del cine de género se pueden decir ciertas cosas sin caer en el panfleto, yo con este trabajo coincidía intencionadamente con la campaña por el referéndum de la independencia de Escocia. Marshall se extrañaba que mucha gente, tras su visionado, pensara que el cineasta se posicionaba en contra de Escocia.


De piratas, romanos, dragones y demonios sin cuernos.

En los momentos previos al estreno de Doomsday: El día del juicio, el nombre de Neil Marshall se barajó, junto al de Rob Zombie y otros, entre los candidatos para llevar al celuloide en el presente siglo las aventuras del personaje por excelencia creado por Robert E. Howard, Conan el barbaro. El inglés comentó que era una historia de Conan Rey y que participaba Arnold Schwarzenegger, pero finalmente cuajaría el proyecto que llevó a cabo el director de origen alemán Marcus Nispel, responsable de los remakes de La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 2003) y Viernes 13 (Friday the 13th, 2009), así como de una nueva versión de El guía del desfiladero (Pathfinder, 2007) [6]. El siguiente trabajo de Neil Marshall se estrenaría en 2010 y sería Centurión (Centurion), un péplum a la británica protagonizado por un acertado Michael Fassbender, un título con no pocas similitudes con la algo posterior La legión del águila (The Eagle, 2011), y donde al igual que en su trabajo previo volvíamos a encontrarnos con una frontera y un muro que separaba la civilización de la barbarie en las Islas, una vez más dos formas culturales distintas van a encontrarse y chocar. Y a continuación, el británico se enfrascaría en la pequeña pantalla, un campo bien fructífero desde los comienzos del nuevo siglo, y donde nuestro hombre trabajaría en algunas series de notable éxito, caso de Hannibal (Hannibal, 2013-2015), Constantine (Constantine, 2014-2015), Black Sails (Black Sails, 2014-2017), o la tan aplaudida Juego de tronos (Game of Thrones, 2011-2019), suyos son de esta última los celebrados episodios Aguasnegras (Blackwater) y Los vigilantes del muro (The Watchers on the Wall). Además, en 2015 se encargaría de uno de los capítulos que componen la antología de terror Cuentos de Halloween (Tales of Halloween). Volviendo a ponerse al frente de un largometraje para cines en 2019 con Hellboy (Hellboy), una nueva adaptación, tras las dos aportaciones del director mexicano Guillermo Del Toro, del personaje de cómic creado por el escritor y dibujante Mike Mignola en 1993. Una producción que trataba de ser el arranque para una nueva franquicia sobre este demonio de las viñetas. En esta ocasión, Marshall sólo se encargaría de la dirección, cuando en sus anteriores largos había también escrito el libreto y venía ocupándose de la producción y el montaje. No obstante, se palpan detalles propios de su tierra, como la presencia de duendes y otros seres habituales del folclore de Gran Bretaña e Irlanda. Pero la cosa no cuajó. Al público no le terminó de convencer un Hellboy más parecido al de las historietas que al de las cintas de Del Toro, con el que estaba más familiarizado, pese a que David Harbour consigue hacernos olvidar a Ron Perlman. A través de las redes, el público manifestó su desinterés en este nuevo título. Marshall no lo hace mal, aun sin desenvolverse como él acostumbra, y el film cuenta con un reparto muy convincente en sus respectivos papeles, pero supuso un gran batacazo en la taquilla. En un intento de ampliar el espectro de público y rebajar la calificación por edades, en algunos países (entre ellos España) se estrenó en salas (y en sus posteriores ediciones físicas) un montaje cortado en sus momentos más violentos y gore. Pero los tijeretazos castradores no consiguieron llevar más gente a los cines, más bien al contrario. Hellboy supondría una enorme piedra en la carrera del realizador, no volviendo desde entonces a recuperar el prestigio y seguimiento del respetable del que había venido gozando. Es más, durante el rodaje de esta Hellboy Marshall iniciaría una relación sentimental con la actriz Charlotte Kirk, y algunas voces acusan al realizador de descuidar sus funciones para con la película en aras de pasar más tiempo con su nueva compañera. El susodicho ha comentado en diversas entrevistas su repudio hacia este Hellboy por la poca libertad creativa que le dejaron los productores, y reconoce que fue la película más difícil de su carrera, para la que contó con el mayor presupuesto con el que ha trabajado hasta el momento. Tras la no muy gratificante empresa, el cineasta decidió centrarse en proyectos personales, prefiriendo sacrificar y prescindir de muchas cosas para poder levantar sus propios films. Más pequeños, pero donde dispone de un mayor control creativo respecto al resultado final.


Anatomía de una caída.

Para empeorar más las cosas, a comienzos de 2020 llega la pandemia del COVID-19 que afectará gravemente a la sociedad en todos sus ámbitos y hábitos. Entre los, digámoslo así, daños colaterales, la pandemia cambiará la manera del público de ver las películas. Éste, enclaustrado en sus hogares, se acostumbra a las plataformas digitales, que se instauran de manera bien fuerte durante los tiempos en que la gente no puede salir a la calle por temor a los posibles contagios. Los cines tardarán (y mucho) en poder ponerse en pie y recuperarse del duro golpe, y más aún sufrirán los formatos físicos, que van perdiendo el favor y el interés del personal a pasos agigantados. Muchos de los estrenos previstos para 2020 encontrarán salida, al estar cerradas las salas de cine primero y después con múltiples restricciones en su acceso, vía streaming. A partir de entonces las plataformas digitales se harán más fuertes y apostarán por conseguir el estreno y exhibición de títulos de envergadura y contar con trabajos de directores de prestigio. Pero la forma no sólo de acceso a las películas, sino de su disfrute, ha variado mucho desde entonces. La enorme oferta (no todo, evidentemente, con la calidad/diversidad deseada) de los distintos y variados servicios de streaming y la falta de tiempo factible conlleva a que la espera, el estreno y el olvido de un título (más o menos esperado) se hace en un tiempo récord. Estamos en los años de la inmediatez, el tiempo de vida de un producto es mínimo. Mucha gente confiesa que olvida hoy el título de la película que ha visto nada más termina.

En esta posición se las ve la siguiente propuesta firmada por Neil Marshall, The Reckoning [tv/dvd/br: The Reckoning, 2020], realizada al margen de los grandes estudios, con un libreto escrito por Marshall y la Kirk junto a Edward Evers Swindell, y donde ella se ocuparía además del papel principal y andaría metida en la producción ejecutiva. Cercano en intenciones al clásico del folk horror El inquisidor (Witchfinder General, 1968), de Michael Reeves, pero reforzando el elemento femenino (y feminista), que ya venía tratándose en títulos previos de su responsable. El rodaje tuvo lugar en Budapest, Hungría, y su estreno acaeció en el Festival Internacional de Cine Fantasia, en Montreal, Quebec, Canadá, el 20 de agosto de 2020, con una respuesta muy tibia por parte de la crítica y del público. Su distribución, a comienzos de 2021, se haría vía plataformas digitales en la mayoría de los países. Coincidiendo en ciertas similitudes (temáticas y formales) con la coetánea producción española-argentina Akelarre (2020), dirigida por Pablo Agüero, el film de Marshall se desarrolla en 1665 en la Inglaterra septentrional, en tiempos de la peste negra [7], y trata un tema de acusación de brujería a una mujer por parte de un terrateniente al rechazar ésta, viuda, contraer nupcias con aquél y en aras de hacerse con sus tierras. El film contiene algunas escenas de torturas (ya las había en Doomsday: El día del juicio), pero sin caer en la explotación pura y dura de, pongamos, Las torturas de la inquisición (Hexen bis aufs Blut gequäl, 1970), de Michael Armstrong. Pese a la buena voluntad de sus implicados, así como la estupenda fotografía de Luke Bryant, la película no terminó de convencer al personal. Se la acusó de tener un guion confuso, de excesivo metraje (mal que asola a gran parte del cine de unos años a esta parte), de un pésimo trabajo de edición, de un subrayado en sus pretensiones feministas, y de reposar toda la trama sobre los hombros de una intérprete sin el suficiente carisma. De carecer, en definitiva, de la profundidad y el acabado de los trabajos previos del cineasta. Y los seguidores del realizador comenzaron a cogerle ojeriza a la Kirk. El film perdió dinero, según el director, pero éste quedó bastante satisfecho del resultado y disfrutó mucho de todo el proceso, asumiendo que tanto los logros como los errores eran suyos. Considerándola parte de su proceso de aprendizaje.


El tándem Kirk/Marshall, a la sazón desde su productora en común, Scarlette Productions Ltd., tendría en 2022 lista otra cinta, la muy independiente The Lair [tv/dvd/br: The Lair]. Un intento de regresar a los primeros trabajos del director, con claros ecos a The Descent y, sobre todo, a Dog Soldiers, pues de nuevo hay un grupo de militares [8] que se enfrenta con una amenaza fuera de lo común en un espacio cerrado. En esta ocasión la acción se desarrolla en Afganistán y los chicos y chicas de camuflaje se las tienen que ver con unos experimentos hallados en un viejo bunker soviético. Nuevamente con la Kirk de protagonista (y metida en el guion y la producción ejecutiva) para desespero de sus detractores, en el rol de la capitana de las fuerzas especiales Kate Sinclair (mismo apellido que el personaje de Rhona Mitra en Doomsday. El día del juicio, como vimos más arriba). Un film que cuenta a su favor con ese (intencionado) aroma a serie B de toda la vida, sin hacerle ascos al gore, y algo de humor que ayuda a que pese al (notable) bajo presupuesto se mantenga bastante bien la trama durante (casi) todo el metraje. Marshall comentó que para los FX contrataron a un equipo local de Budapest, y que para las criaturas sólo disponían de un traje más otro de repuesto, por lo que tuvieron que jugar a que en pantalla pareciera que había más que lo que disponían, apostando en lo posible por los efectos prácticos sobre los digitales. La película se presentó en la sección Midnight X-Treme de la quincuagésimo quinta edición del Festival de Sitges, donde el director recibió el galardón honorífico Máquina del Tiempo, por su contribución al género, coincidiendo con el vigésimo aniversario de Dog Soldiers


¿Qué es lo próximo del binomio Marshall-Kirk? Pues contraatacan en estos momentos con The Duchess, retomando el primer libreto que la pareja escribió al alimón y donde dejan lo fantaterrorífico a un lado para apostar más por el thriller y la acción. Una cinta de gánsteres rodada en Tenerife en 2022 que ahora está empezando a distribuirse en algunos países vía plataformas y servicios de pago por visión. El visionado de su trailer no augura gran cosa. También tiene el de Newcastle lista Compulsion, filmada en 2023 en Malta, pero aún sin fecha de salida, un trabajo más en la línea del giallo y el slasher. Y cambiando de tercio anda liado con Mach One, una película basada en una historia real, sobre un grupo de científicos británicos que construyeron un coche con el que batieron el récord de velocidad en tierra en 1997, y que aún hoy no se ha superado. Y, entre otros proyectos, anuncia que prepara Invaders, una cinta de ciencia ficción familiar [9] sobre unos alienígenas que pretender invadir el Reino Unido durante la II Guerra Mundial. El tiempo nos dirá si con estos trabajos, Neil Marshall volverá a recuperar el aplauso y la confianza del público y/o la crítica, así como el prestigio de antaño.

Alfonso & Miguel Romero


[1] El arriba mencionado Alexandre Aja, tras darse a conocer desde su Francia natal con Alta tensión (Haute tension, 2003), sería requerido por Hollywood para llevar a cabo un remake de Las colinas tienen ojos que llegaría a las salas en 2006. Le seguiría una secuela al año siguiente que contó con la realización de Martin Weisz y con guion de Wes Craven y su hijo.

[2] Títulos que ya en su día fueron canibalizados por no pocas películas, algunas de ellas (entre las más conocidas) de nacionalidad italiana, como 1990: Los guerreros del Bronx (1990: I guerrieri del Bronx, 1982), de Enzo G. Castellari.

[3] Aunque hay, junto a Marshall, otros directores que rinden en los primeros años del presente siglo homenaje al cine de los ochenta, es a partir del éxito de la serie de Netflix Stranger Things, iniciada en 2016 por los hermanos Matt y Ross Duffer, cuando se desata una auténtica fiebre por las películas de aquella época. Pero no nos confundamos, la mayoría de los títulos reivindicados (muchos de ellos de aventuras, fantasía y/o terror) son blockbusters de aquellos años: como Cazafantasmas (Ghostbusters, 1984), de Ivan Reitman, o las distintas propuestas con dirección y/o producción de Steven Spielberg.

[4] Rhona Mitra, posteriormente a Doomsday: El día del juicio, se hizo con el rol protagonista de la también comercial y lucrativa saga de Underworld, sustituyendo a Kate Beckinsale al frente del reparto de Underworld: La rebelión de los licántropos (Underworld: Rise of the Lycans, 2009), con dirección de Patrick Tatopoulos.

[5] Estamos en Escocia, donde no faltan castillos. Divertido el detalle de la placa turística.

[6] Lamentablemente, el Conan el bárbaro (Conan the Barbarian, 2011) de Marcus Nispel, con Jason Momoa encarnando al cimerio más famoso de la literatura y de los cómics no convenció a nadie. Por cierto, un par de años antes otro personaje de Robert E. Howard había sido llevado a las pantallas con Solomon Kane (Solomon Kane, 2009), con dirección de J.M. Bassett y con James Purefoy en el rol principal. Otro intento fallido.

[7] Black Death (Garra negra) (Black Death, 2010), de Christopher Smith, también ambientó (diez años antes) su trama en una Gran Bretaña asolada por la peste, pero cuya acción transcurría a mediados del siglo XIV.

[8] La continua presencia de militares en el cine de Neil Marshall se debe, según él mismo, a una obsesión personal. Su abuelo fue soldado en la I Guerra Mundial y su padre también sirvió en el ejército, justo después de finalizar la II Guerra Mundial.

[9] La ciencia ficción para un público familiar no es nada nuevo para el realizador, quien se encargó de algunos episodios de la serie de Netflix Lost in Space (2018-2021), donde tuvo algunas discrepancias con el showrunner.

Lobos Negros “La ruta de la plata” CD (Rated X, 2024).

 

Nos comentaba Luis Martin hace unos meses en este mismo blog que el nuevo disco de su banda, los incombustibles Lobos Negros, saldría para después del verano y, efectivamente, en septiembre ya estaba en la calle La ruta de la plata, álbum titulado así porque se empezó a grabar en el Puerto de Santa María, Cádiz, aunque se completaría en la ciudad natal de Luis, Talavera de la Reina, en los estudios de Borja Muriel, quien también colabora en algunas canciones. El presente supone el primer trabajo en estudio de estos veteranos desde aquel Cuidado, el diablo ha bebido que vería la luz en 2015, ya que sus siguientes propuestas fueron Marte, el planeta que abre los miércoles, recopilatorio que sólo incluía un tema inédito (“Mi hotel privado”, un homenaje al músico Marshall Crenshaw), y Una noche en la movida, directo grabado en la sala Honky Tonk de la capital, con invitados de la movida madrileña como Víctor Coyote, Edi Clavo (Gabinete Caligari), Juan Luis Ambite (Pistones) o Javier Teixidor (Mermelada, J Teixi Band), entre otros.

La ruta de la plata es un disco autoeditado por el grupo (con alguna ayudita financiera) en su propio sello, Rated X. Y si el mencionado Cuidado, el diablo ha bebido, fue visto por el público como un regreso de estos lobos a sus inicios más garageros, este nuevo álbum es, como ya avanzara Luis en más de una ocasión, el más ecléctico y abierto musicalmente. Como es habitual en los trabajos del trío talaverano-madrileño, priman las composiciones propias. Junto a éstas sólo hallamos un par de versiones, adaptadas al castellano, bien escogidas y mejor interpretadas, el “Travelin’ Band” de la Creedence Clearwater Revival, y el “Watcha Gonna Do” de Vince Taylor, el legendario rocker británico (aunque nacido en Suiza) al que Luis lleva décadas reivindicando con su célebre “Brand New Cadillac”. También hay lugar para homenajear a otro pionero del Rock ‘n’ Roll en “Siempre Gene Vincent”, tema oscuro y de lo más original, con un ritmo a veces circense y con coros de sirena a lo Hillbilly Moon Explosion.

Empiezan fuerte con “Lo último no es siempre lo mejor” y “Maracas y pistolas”, esta segunda con un ritmo a lo “Con su dolor errante” pero más cañera. “El ataque del lobo” diríamos es una revisión de su ya clásico “Hombre de la noche” adaptada más al estilo actual de la banda, convirtiendo aquel neorockabilly en un rythm’n’blues. También de estos ritmos negros bebe “El hombre del bosque”, con letra autobiográfica ¿Quién es el hombre del bosque sino el lobo negro?. Recuperan la festiva “Había una vez un río Tajo” (violines incluidos) del recopilatorio de varios artistas Música por el Tajo (80 años sin nuestro río) y aquel “Rumba’n’blues de su ya lejano Instrumentales, al que añaden un órgano que le da aún más fuerza. Con igual soltura se mueven por el pop en cortes como “Tan sólo quiero una oportunidad” (primer single que cuenta con un videoclip que pronto veremos), “Necesito hacerte una canción para decirte que te quiero” (el cual arranca y termina con los primeros acordes del “Rock this Town” de Stray Cats), o las baladas “Dos horas de libertad” (que surge del trabajo del inquieto Luis junto a la SGAE de montar una banda con presos para la reinserción de estos), “Dime por qué” y “Eres tú”. De estas dos últimas se incluyen dos versiones, “Dime por qué” con y sin silbidos, y “Eres tú” en castellano cantada por Luis Martín y en inglés por Luis Ardemius, como ya hicieran hace años con “Mi corazón en tu café” con la intención de presentarla en el concurso de Nueva York Songwriter Compositer. Cierran el disco con “Perdidos en el dial”, donde junto a pequeños fragmentos de canciones del trío podemos escuchar a Luis diciendo frases como su ya bien conocida “El R’n’R cura la tontería”.

El punto flaco es la cubierta del CD, que desmerece de un trabajo tan elaborado como éste con el que además la banda celebra sus cuarenta años de carrera. Aunque como bien es sabido, lo que cuenta es el interior, y aquí eso está aprobado y con nota. Además, un motivo más para hacerse con el vinilo, de inminente salida en edición limitada.

Felicidades a Luis y su banda por esta larguísima trayectoria en el mundo de la música y por este nuevo trabajo que, por cierto, tendrá su presentación oficial en la madrileña Rockville el próximo 19 de octubre.

Alfonso & Miguel Romero.




viernes, 27 de septiembre de 2024

Mis tres favoritas de... Roman Polanski

 

Oscar "Woody" Correa

Roman Polanski es a la misma vez (como diría un famoso personaje de la ciudad de Sevilla) uno de los cineastas más influyentes y más controvertidos de la historia del cine. Sin entrar en la gran cantidad de polémicas personales que tiene a sus espaldas y la cantidad de circunstancias que le han rodeado en su aventura vital, olvidando todo eso, en su haber se encuentran varias películas icónicas que han dejado una huella duradera tanto en la crítica como en la cultura popular, y una maestría en trabajar de manera exitosa en diferentes géneros y estilos, desde el suspense psicológico hasta la comedia negra o el drama erótico. La complejidad de los personajes y las situaciones para explorar el comportamiento humano en situaciones extremas, son su seña principal y creo que le marcan como uno de los grandes.

En este caso es muy muy muy difícil seleccionar solo tres, pero eligiendo por impacto personal destacaría éstas:

"La semilla del diablo" ("Rosemary's Baby”, 1968).

Esta película es una obra maestra del terror psicológico, sin más, sin mostrar casi nada lo dice todo, no depende de efectos especiales o de un terror explícito, sino por el uso del suspense y la manipulación emocional, además de la ambigüedad narrativa por bandera en todo momento (terror cotidiano). Aunque todo el mundo la ha visto seguro y además estará en el 99% de los TOP3, pero se resume en que Mia Farrow comienza a sospechar que las personas a su alrededor, incluido su esposo, forman parte de un culto satánico que busca utilizar a su bebé para un ritual oscuro. La atmósfera de paranoia y la maestría con la que Polanski crea una sensación de amenaza constante la han convertido en un clásico del cine. También introduce otros elementos interesantes de análisis de fondo para la época como ha sido la maternidad, la religión, “el mal disimulado” (los vecinos) y la autonomía de las mujeres. Además, "La semilla del diablo" es también pionera en el subgénero del horror psicológico, influyendo en infinidad de películas sobre paranoia y conspiraciones ocultas, como "La profecía" (1976) o "Hereditary" (2018), etc… 

"Un Dios Salvaje" ("Carnage", 2011).

Aunque de pequeña producción y no tan conocida como otras películas de Polanski, es un apabullante drama psicológico que juega con la tensión entre personajes normales en situaciones cotidianas. Con solo cuatro actores (Elenco brillante compuesto por Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly) y filmada casi por completo en un solo espacio (el apartamento de uno de los matrimonio situado en Nueva York), Polanski logra transformarlo en un campo de batalla emocional, donde las conversaciones de las que todos tenemos en el día a día (en este caso sobre los hijos de dos parejas) se convierten en confrontaciones profundas y muy incómodas, ¿Minimalismo claustrofóbico?. Cada gesto, cada plano y cada diálogo está cuidadosamente dirigido por Polanski para aumentar la sensación de incomodidad y mantenerte en tu asiento, y levantar secuencia a secuencia las falsas apariencias de la cordialidad socialmente establecida que, cuando se tuercen un poco las cosas, pueden hacer aflorar los instintos básicos que a veces tienen que salir. Realmente lo que Polanski mete de trasfondo es un brutal sátira de la sociedad moderna y una crítica bestial de la aparente “civilización” de la sociedad burguesa moderna.

“Lunas de Hiel" ("Bitter Moon", 1992).

Tres películas, tres décadas y tres géneros totalmente diferentes elevados a muy buenos metrajes. En este caso un drama erótico que explora la obsesión, el deseo y la autodestrucción en una relación amorosa (más cosas cotidianas 😂…). Con otro elenco compuesto por Hugh Grant, Kristin Scott Thomas, Emmanuelle Seigner y Peter Coyote, la película ofrece una reflexión sobre el amor tóxico y las dinámicas de poder entre las parejas. Es una de las películas más provocadoras de Polanski, con una mezcla de romance y tragedia que lleva al espectador por un carretera emocional con curvas, que te deja muchas sensaciones en el visionado. MUY recomendable si alguien no la ha visto.


Pepe Torres

¿Es posible despreciar al artista y amar la obra? Evidentemente sí, en muchos casos, especialmente en el de Roman Polanski. Y aunque la mayoría de los títulos que prefiero de su amplia filmografía anteceden a su encontronazo con y fuga de la Justicia estadounidense, definitivamente le desprecio como ser humano, pero aprecio buena parte de su obra. Por ceñirme a solo tres películas:

“Repulsión” (“Repulsion”, 1965).

Represión, aislamiento físico y trauma psicológico (tres de las constantes de su cine) en su primer título en inglés, con una Catherine Deneuve soberbia en un magnífico thriller que deja poso en el espectador.

“La semilla del diablo” (“Rosemary's Baby”, 1968).

Una vez más el espacio físico, angustiante y opresivo, deja huella en el estado psicológico de la protagonista, y el mal aflora de maneras inesperadas (o no tanto gracias al estúpido título español).

“Chinatown” (“Chinatown”, 1974).

De entre la horda de cine neonoir que pobló las pantallas a comienzos de los setenta, pocos títulos más brillantes (por su propia subversión de las constantes del género) que la plasmación a cargo de Polanski del brillante guion de Robert Towne.


Malina Murnau

"El baile de los vampiros" (“The Fearless Vapire Killers”, 1967).

Tengo muchas favoritas de Polanski, pero no puedo dejar de poner ésta en primer lugar. Se podría decir que está entre mis películas favoritas. No sé las veces que he podido verla y no me canso nunca de hacerlo. Una comedia con una Sharon Tate divina y un Roman atontado a no poder más que hace una delicia este film.

"La semilla del diablo" ("Rosemary's Baby”, 1968).

Podría ponerla en primer lugar sin pensarlo, ya que es una jodida obra maestra de cine de brujería y satanismo. 

"El quimérico inquilino" (" Le locataire”, 1976).

Para mí otra de las buenas de Polanski. Una ida de cabeza desde principio hasta el final. Aquí repitiendo también de actor. Basada en la novela del rarito de turno Roland Topor. Una película que tienes que ver sí o sí.

Dejo atrás muchas de él que verdaderamente también me encanta, elegir sólo tres es bastante jodido. Me dejo por ejemplo Repulsión (1965). Otras que personalmente me gustaron mucho fueron “Lunas de hiel” (1992), “La novena puerta” (1999), y muchas más...

Alfonso Romero

“Chinatown” (“Chinatown”, 1974).

Con el imprescindible Robert Towne en el libreto, Polanski aportó uno de los (muchos) títulos esenciales del noir setentero, y lo hizo en su vertiente “nostálgica” o “retro” (ambientada en los años de la Depresión). La relación del director con Faye Dunnaway fue un horror, a decir de Peter Biskin, pero los resultados fueron sobresalientes. Hoy, se diría, es políticamente incorrecta. En su momento fue una (otra) de las grandes películas de su década.

“Repulsión” (“Repulsion”, 1965).

Después de llamar la atención con “El cuchillo en el agua” (1962) y de su aportación al film colectivo “Las más famosas estafas del mundo” (1963), Polanski daría el espaldarazo definitivo con “Repulsión”, rodado en tierras británicas para la Compton Films (productora que alternaba el arte y ensayo con los films de explotación) y la Tekli British Productions (otra compañía pequeña). Su recibimiento crítico a nivel internacional haría pasar al realizador de origen franco-polaco a ligas mayores.

“La semilla del diablo” (“Rosemary’s Baby”, 1968).

Una de las películas que hizo volver el cine de terror a los grandes estudios, en este caso la Paramount. Fue Robert Evans, el productor encargado de materializar este proyecto, quien recomendó a la compañía que Polanski era el realizador adecuado, y quien convenció a William Castle (que se había hecho con los derechos de adaptación) que cediera la silla del director. Una de las grandes películas americanas de 1968, un año lleno de obras maestras. Eran los tiempos del Nuevo Hollywood. Un momento irrepetible en la Historia.

Miguel Romero

“La semilla del diablo” (“Rosemary’s Baby”, 1968).

Quién le iba a decir a William Castle, el rey de los gimmicks, que acabaría produciendo una de las mejores películas de terror de la Historia del cine. Protagoniza Mia Farrow (ese mismo año en la oscura “Ceremonia secreta” de Joseph Losey), con John Cassavetes como su esposo (a quien Polanski no quería ni a tiros), y la playmate Victoria Vetri (“La invasión de las abejas reina”) es una de sus vecinas. El realizador sabe plasmar ese ambiente conspiratorio tan propio de Ira Levin, y nos mete la inquietud en el cuerpo desde el inicio del film con esa preciosa nana.

“El quimérico inquilino” (“Le locataire”, 1976).

Tras reservarse un papel en “Chinatown”, ahora Polanski se atrevía con el rol protagonista. Extraña mezcla de comedia y terror, posteriormente imitada por otras películas tan interesantes como la independiente USA “Buddy Boy” de Mark Hanlon, o la coproducción entre Noruega, Suecia y Dinamarca “Next Door” (2005), de Pal Sletaune y Tony Spataro.

“Repulsión” (“Repulsion”, 1965).

Rodada en blanco y negro y protagonizada por la estrella del cine galo Catherine Deneuve, un descenso a la locura para ver en programa doble con “Imágenes” (1972) de Robert Altman.


Alfonso Carlos López

“El Baile de los Vampiros” (“The Fearless Vapire Killers”, 1967).

Película de comedia y terror de 1967 en la que además de como director Polanski está maravilloso como actor en el papel de Alfred, ayudante del profesor Anbrosius (Jack MacGowran). Sharon Tate encarna a Sara, de la que se enamorará Alfred y que es la hija de Shagal (Alfie Bass) y (Rebeca (Jessie Robins), dueños de la posada en que se alojan y en la que comenzará la aventura. Tras la desaparición de Sara, sus huellas conducirán al profesor y su ayudante hasta un castillo donde habita el conde Von Krolock (Ferdy Mayne) y su hijo Herbert (Iain Quarrier), y donde Ambrosius y Alfred podrán comprobar que los vampiros existen. Una trama muy divertida, el baile de los vampiros en el castillo, de ahí viene el título de este increíble film.

“Oliver Twist” (“Oliver Twist”, 2005).

Dirigida Por Roman Polanski en 2005, con guión de Ronald Harwood y basada en la novela de 1838 de Charles Dickens, cuenta con actores de la talla de: Barney Clack, Jeremy Swift, Ian McNeice, Ben Kingsley, Richard Durden, Timothy Bateson, Andy De La Tour, etc... Una buenísima adaptación de Dickens con excelente ambientación que hacen que esta nueva versión que hizo Polanski mantenga todo el atractivo y el interés durante toda la película. Un huérfano en la Inglaterra del siglo XIX, después de una serie de peripecias al abandonar un atroz internado y servir a un hombre cruel. Además, Oliver tendrá que convivir con ataúdes, dada la actividad profesional de la casa a la que se le lleva por dicho internado. Huye de ese lugar y se involucra con una banda de niños carteristas, dirigida por Fagin en Londres. Al final la vida le sonríe después de incluso ser secuestrado por Sikes y encuentra a su familia real que, para suerte, era acaudalada y podrá dejar así esta vida de miseria.

“La Semilla del diablo” (“Rosemary’s Baby”, 1968).

En esta ocasión Polanski dirige una apasionante cinta de terror en 1968, con mucho dramatismo. Está protagonizada por Mia Farrow, John Cassavetes, Ruth Gordon, Sidney Blackmer, Maurice Evans y Ralph Bellamy, y gira en torno a una mujer embarazada que teme que su bebé sea raptado por una secta satánica para un oscuro ritual. El matrimonio Woodhouse se muda a un edificio situado frente a Central Park y en dicho lugar se hacen amigos de Minnie y Roman Castevet, vecinos que les brindan una gran amistad. Deciden tener un hijo, Rosemary se queda embarazada pero lo único que recuerda es haber hecho el amor con un inquietante ser. La angustia de la madre es total y los acontecimientos se precipitan. Una obra fundamental en el género de terror.

Eduardo Álvarez cónsul

"La semilla del diablo" (“Rosemary’s Baby”, 1968).

Todavía recuerdo cuando vi “La semilla del diablo” en "Mis terrores favoritos" y mi padre me explicó que en esta esta película que igual que Dios tuvo un hijo, que es Jesucristo, el diablo hizo lo mismo pero como lo haría un ser humano.

" Chinatown" (“Chinatown”, 1974).

Este gran thriller  en un principio iba a ser la primera película de una trilogía que no fue y que años después tuvo su secuela, " Los dos Jakes" (1990), de Jack Nicholson , dirigida por el protagonista de la anterior.

Siempre se decía que los enfrentamientos entre Jack Nicholson y John Huston eran reales, pues Nicholson era entonces compañero sentimental de Angélica Houston y eso no lo veía John Houston con buenos ojos.

"Repulsión" (“Repulsion”, 1965).

Para muchos siempre se ha considerado esta película como el mejor papel de la hermosa actriz francesa Catherine Denueve.


Joanna

“El quimérico inquilino” (“Le locataire”, 1976).

Un Roman Polanski trashumante, de manera forzosa, volvía a Europa con parada y fonda en Francia. Su situación anímica personal se trasladó a la pantalla en esta fascinante, bizarra y desconcertante película, con Topor al fondo, cuyas huellas siguen muy presentes en la actualidad cinematográfica. Supondría su tercera entrega de la (supuesta) “trilogía del apartamento”.

“Callejón sin salida” (“Cul-de-sac”, 1965).

Una de las películas de la etapa británica de Roman Polanski. Una muy sui géneris cinta de gánsteres rodada en el Reino Unido con un heterogéneo reparto que incluye al británico Donald Pleasence, a la francesa Françoise Dórleac, y al neoyorkino Lionel Stander. Precisa y concisa, una lección de cine donde menos es más.

“Lunas de hiel” (Bitter Moon”, 1992).

1992 fue un buen año para el erotismo en la gran pantalla. Junto a “Instinto básico”, “Lunas de hiel” arrasó en las taquillas y llenó de pasiones desatadas las salas de cine, tanto en la pantalla como en el patio de butacas. Un excelente trabajo de Roman Polanski, coproducción entre Francia y el Reino Unido, con un cuarteto protagonista de auténtico lujo.

Fernando Rodríguez Tapia

Una filmografía como la de Roman Polanski permite selecciones variadas dada la calidad, dispersión y cantidad de títulos que se mueven entre lo magistral, lo clásico e incluso lo bizarro. En esta ocasión nos decantamos por tres obras muy diferentes.

“Repulsión” (“Repulsion”, 1965).

Perfecto retrato de una mente desquiciada o de la caída alucinatoria de una joven reprimida en el momento en que su entorno se vuelve una amenaza contra ella sin que en realidad haya cambios palpables. La primera de las películas que Polanski situó en el espacio cerrado de un apartamento, magistral propuesta que vira del drama al suspense pasando por el terror psicológico y cierto toque surrealista.  Cuenta además con uno de los mejores trabajos interpretativos de Catherine Deneuve y supuso la primera colaboración en formato largo con el guionista Gerard Brach. 

“El Pianista” (“The Pianist”, 2002).

La respuesta del cineasta polaco a “La lista de Schindler” (1993), al menos yo siempre lo he visto así, a partir del libro del músico Wladyslaw Szpilman donde relataba su dolorosa supervivencia durante los años de la invasión nazi, concretamente en el gueto de Varsovia. Una obra magnífica, absurdamente tildada de academicista por determinada prole crítica que muestra, como pocas veces ha hecho el cine, la crudeza de uno de los episodios más oscuros del siglo XX. A modo de anécdota personal, comentaré que pude ver esta película en un pase de la Seminci pocos días después de haber leído la excelente novela gráfica Maus (1991), de Art Spiegelman, lo cual supuso un memorable a la par que vibrante complemento.

“La venus de las pieles” (“La venus à la fourrure”, 2013): ampliación de lo propuesto por el realizador en su anterior “Un Dios Salvaje” (2011), aquí virado en un maquiavélico juego sobre las relaciones hombre-mujer, tan inquietante como corrosivo, donde no faltan sus particulares obsesiones ni la guerra de sexos llevada hasta las últimas consecuencias. Probablemente una de las obras maestras de su autor, excelentemente defendida por su dos geniales protagonistas: Mathieu Amalric y Emmanuelle Seigner.

Se me queda corto este recorrido por la obra de uno de los grandes cineastas del cine europeo, pero me gustaría destacar también alguna de sus obras más repudiadas especialmente sus no-comedias. Me refiero concretamente a “¿Qué?” (1972), enloquecida propuesta cercana al posterior universo erótico de Milo Manara; la muy disfrutable “Piratas” (1986), olvidada, como no, por los ochentistas de pro; y su esquinada “The Palace” (2023), un apreciable delirio que parece haber sido construido para ofender al establishment crítico. 

Y aún quedan “La semilla del diablo” (1967), “El baile de los vampiros” (1968), “Chinatown” (1974), “El quimérico inquilino” (1976)...


Jorge Arincón

Difícil quedarse con sólo tres películas de Polanski, ya que inevitablemente te dejas fuera alguna que te hubiese gustado incluir. Polanski tiene una amplia filmografía, para mí un tanto irregular ya que alterna auténticas obras maestras con algunas obras fácilmente olvidables.

Éstas son mis tres elegidas:

“Lunas de hiel” (Bitter Moon”, 1992).

No es de las más aclamadas del director ni tuvo demasiada buena acogida, pero siento debilidad por esta película.

Enrevesada historia sobre las relaciones personales, la sexualidad y la pareja. En la historia se hará coincidir durante un crucero a una pareja aburrida y convencional con otra en descomposición que ha vivido una relación tormentosa.

Enmanuelle Seigner, esposa del director, nunca ha estado tan espectacular, sensual y atractiva cómo en este film. Hugh Grant, también encaja perfectamente en el papel, nadie mejor que él para interpretar a un tipo soso y de conducta aparentemente intachable. Excelente también Peter Coyote, sirviendo de narrador de su propia historia en primera persona y la elegante Kristin Scott Thomas.

Buena historia, muy bien desarrollada y con un buen y sorprendente final.

“Repulsión” (“Repulsion”, 1965).

Me parece un peliculón en el que Catherine Deneuve borda el papel.

Esa atmósfera opresiva en la que se mueve la protagonista está magníficamente conseguida. Auténtica película de terror, del peor terror posible, el que no surge de lo sobrenatural ni de monstruos, sino de nuestras propias mentes.

“El Pianista” (“The Pianist”, 2002).

No soy muy fan por lo general de películas de esta temática y prefiero ver otro tipo de cine. Cuando estrenaron esta película no me despertaba demasiado interés, la buena acogida de la crítica, que fuese oscarizada... creí que iba a ser la historia lacrimógena y facilona que se lleva premios y gusta a todo el mundo.

Fue empezar a verla y disipar todas mis dudas y prejuicios. Es una auténtica obra maestra que te sobrecoge, con escenas memorables y una interpretación tremenda de Adrián Brody.

Sin duda, para mí, la mejor de las de su género. Durísima, sin esconder nada y con momentos inolvidables.


David Cortabarria Arregui

Es realmente complicado escoger tres películas entre la fantástica filmografía de Polanski, aunque tras pensármelo un poco afloran sin esfuerzo tres de sus obras que vi en el cine y que me dejaron muy buen sabor de boca. 

Frenético (Frantic, 1988).

Ambientada en el mismo París que visité durante un viaje de fin de curso del estirado y rancio liceo francés donde estudié, una película que me atrapó desde su primer visionado y que he vuelto a ver muchas veces. Primera vez que Emmanuelle Seigner aparece en la filmografía del director, dando la réplica a un impresionante Harrison Ford que busca, incansable, a su mujer secuestrada. Rodada con un envidiable sentido del ritmo, y una muy buena banda sonora de Ennio Morricone, es una película que se ha ido convirtiendo en imprescindible para mí. Por otra parte, su gigantesco cartel en el festival de cine de San Sebastián de la época fue mi primera fotografía en formato diapositiva. Aún la conservo. Indelebles recuerdos cinéfilos. 

"Lunas de hiel" ("Bitter Moon", 1992).

Fui a ver esta película porque quería escuchar su banda sonora creada por Vangelis, que ya el mismo año había compuesto el score para "1492 Conquest of Paradise", de Ridley Scott. No me decepcionó, aunque no era la mejor música que el genial griego compusiera para el cine, y en su lugar me encontré de bruces con una desoladora radiografía de las relaciones de pareja que me dejó consternado por sus enormes dosis de rabia y dolor. Las partes más o menos depravadas no eran, desde luego, el problema. De nuevo Emmanuelle Seigner, con un espléndido Peter Coyote de vuelta de todo. Él le destroza primero a ella, y ella después le oblitera a él. No pueden estar juntos, no saben estar el uno sin el otro. Quizás sea la película de Polanski más terrorífica de todas. La he revisitado varias veces y siempre me produce la misma sensación de atracción/repulsión. Un film aleccionador como pocos.  

"La venus de las pieles" ("La vénus à la fourrure", 2013).

Quizás un film menor en su filmografía, pero desde luego uno de los más entretenidos y fáciles de ver por su sencilla premisa. Thomas, Mathieu Amalric (o Roman Polanski en la película) es un director de teatro que atiende a Vanda (Emmanuelle Seigner) en su ruego para obtener un papel en su nueva obra. A partir de ahí Polanski entreteje un delicioso toma y daca entre ambos personajes que, poco a poco, va pisando el acelerador, desbocándose de manera muy efectiva y controlada, convergente a un final de lo más satisfactorio. Polanski nos brinda un teatro filmado de lo más sugerente y que le atrapa a uno sin remedio. Quien no conozca esta película ya está tardando en verla…


domingo, 22 de septiembre de 2024

Seis gores primitivos salpicados de rojo.

 

Herschell Gordon Lewis, curtido en la publicidad, y David F. Friedman, que se lo sabía todo en cuanto a la distribución de cine de explotación, unieron fuerzas a comienzos de los sesenta con el primero como director y el segundo en la producción y, después de estrenar algunos nudies, dieron con la gallina de los huevos de oro en 1963 con la película Blood Feast, dando comienzo el gore, el cine de sangre y tripas. Tras ellos, otros cineastas contemporáneos dedicados a los films de bajo presupuesto se subieron al carro dando lugar a una verdadera avalancha de títulos sanguinolentos. Junto a Lewis y Friedman han quedado entre los más recordados y dedicados Andy Milligan, Al Adamson, Ted V. Mikels, Ray Dennis Steckler o el matrimonio Michael y Roberta Findlay. Pero claro, fueron muchos más los que trataron de sacar tajada y dejaron cierta aportación, a veces tan solo con algún trabajo aislado, o conformando una excepción dentro de una filmografía ajena al cine de terror. Productos baratos, rodados muchas veces en 16mm, con fotografía psicodélica y colorista con un tono de rojo muy intenso para resaltar la sangre. Desde Les Danses Macabres os recomendamos estos seis títulos.

Night of the Bloody Horror [tv/vd/dvd: La noche del terror sangriento, 1969], de Joy N. Houch Jr.

El actor Joy N. Houch Jr. llevó a cabo una serie de cintas de terror entre 1969 a 1984, donde ejerció de guionista, realizador y productor. La primera de éstas y la que disfrutó de una mejor distribución en nuestro país fue Night of the Bloody Horror [tv/vd/dvd: La noche del terror sangriento, 1969], una de las muchas copias del Psicosis (1060) de Alfred Hitchcock que salpimentaron la década de los sesenta desde los bajos presupuestos. Houch intenta dar algo de suspense al producto, pero el film funciona mejor cuando se decanta por ofrecer una serie de carnicerías siguiendo la senda de Blood Feast.


Carnival of Blood [tv/dvd: Carnaval de sangre, 1970], de Leonard Kirtman.

Procedente del mundillo de la sexploitation llevando adelante precarias producciones en los años sesenta a través de su compañía, Kirt Films, el productor Leonard Kirtman nos dejó su aportación al cine gore con Carnival of Blood [tv/dvd: Carnaval de sangre, 1970], la primera cinta que también firmó como director. Deudora descaradamente de los trabajos perpetrados por Herschell Gordon Lewis y David Friedman, la de Kirtman es un (otro) barato film de asesinatos con psicópata de por medio con un guion escrito a toda prisa, con diálogos y situaciones de relleno, con personajes intrascendentes yendo de aquí para allá para ir rellenando metraje en una película cuyo mero objetivo (carnaza) era meter por medio unas cuantas escenas de asesinatos con mucha sangre. La ambientación en una feria tiene su aquél, y contó con Burt Young (aún firmando como John Harris) en un pequeño rol.

A partir de los setenta Kirkman se especializaría, tanto en tareas de productor como de director, en el entonces floreciente mercado del cine para adultos, donde se mantendría hasta su retirada del negocio al poco de comenzar los noventa.


Blood and Lace [tv/br: Sangre y encaje, 1971], de Philip Gilbert.

El único largometraje perpetrado por Philip Gilbert fue esta producción de Contemporary Film-Makers y Carlin Company Productions que distribuyó la American International Pictures y que contó en un papel destacado con la veterana Gloria Grahame. Una trama cogida por los pelos y unos diálogos poco trabajados no estropean una película que se beneficia del estilo sleazy propio de finales de los sesenta y primeros setenta. El arranque de la cinta ha hecho pensar a mucha gente que fue la inspiración para el inolvidable inicio de La noche de Halloween de John Carpenter, y aunque la de Gilbert no es tan sangrienta como las de Herschell Gordon Lewis y David Friedman sí está plagada de detalles sabrosamente bizarros.


Me bebo tu sangre (I Drink Your Blood, 1971), de David E. Durston.

Entre la escasa filmografía de David E. Durston como guionista y realizador, que oscila entre la sexploitation en los sesenta y el porno gay en los setenta, sobresalen dos títulos, la rareza Stigma (1972), protagonizada por Philip Michael Thomas (el Ricardo Tubbs de Corrupción en Miami), y sobre todo Me bebo tu sangre, su film por derecho propio más conocido y de mayor éxito. Una cinta que bascula entre las de sectas hippie-satánicas (que tanto proliferaron tras los asesinatos de Tate-LaBianca a manos de la familia Manson), las de “infectados” (mucho antes de los 2000) y la hicksploitation. Un carrusel de muertes bestias y sangrientas, violencia, desnudos y sexo, y que supuso el debut frente a las cámaras de la actriz Lynn Lowry.


Blood Freak [vd: Fenómenos sangrientos, 1972], de Brad F. grinter.

Más prodigado como intérprete, Brad F. Grinter realizó un quinteto de películas de explotación a cada cual más loca, de las que también escribió la mayoría. Blood Freak [vd: Fenómenos sangrientos, 1972] aglutina ingredientes de las biker movies, de las LSD movies, de las películas de asesinos psicópatas, y de todo aquello de donde pudo arramblar su responsable para facturar un film sin mucho sentido, con fallos de audio y de imagen, con largos periodos sin diálogos, y con ¡¡un asesino con cabeza de pavo!! No quedan claras muchas cosas, y tampoco importa. Aunque no haya fuentes fidedignas que lo confirmen, algunas voces claman que fue un grupo cristiano quien financió esta cinta, lo que justificaría el rollo moralista anti-drogas y anti-Vietnam que impregna el producto.


Scream Bloody Murder [tv/dvd: Asesino sangriento, 1973], de Marc B. Ray.

Pese a estar rodada en 1973, Scream Bloody Murder [tv/dvd: Asesino sangriento, 1973] parece más una película de los sesenta. Una (otra) cinta de explotación protagonizada por un psicópata. En esta ocasión remite tanto a Psicosis como, y sobre todo, a El coleccionista, la novela de John Fowles publicada en 1963 y que ya fuera adaptada oficialmente a la gran pantalla por William Wyler en 1965 (y de manera no oficial por Lee Frost ese mismo año con The Defilers).

Scream Bloody Murder fue la segunda (y última) película dirigida (torpemente) por Marc B. Ray, quien mayormente escribió libretos para producciones televisivas.



sábado, 21 de septiembre de 2024

Mis tres favoritas de...Corey Feldman

 


Oscar “Woody” Correa

Para hablar de Corey Feldman hay que partir de tres premisas iniciales: A) la más importante es que en los ochenra fue una de las principales estrellas infantiles de su tiempo, que además era mi tiempo también (casi la misma edad) por lo que para una generación ha sido nuestra referencia … B) No tiene ninguna relación con Marty Feldman… 😂… C) Sus colaboraciones con Corey Haim o las llamadas películas de "los dos Coreys", crearon una de las duplas más famosas de la década. 

Corey Feldman destacó sobre todo por su carisma (muy reconocible), humor y su capacidad para interpretar un tipo de personajes sarcásticos que conectaban bien con la chavalería de la época (nosotros). De las tres que me quedaría, sin arriesgar mucho y porque son las que se vienen directas al recuerdo son:

"Jovenes ocultos" ("The Lost Boys", 1987), de Joel Schumacher.

Feldman interpreta a un joven cazavampiros en esta icónica película de terror + comedia dirigida por Joel Schumacher. "The Lost Boys" es recordada por su estilo visual oscuro y su enfoque irreverente sobre los vampiros (no tan convencional en su momento, ahora todas las películas de vampiros son comedias). Todo esto la convirtió en una obra de culto en el género de terror adolescente, y que hacía que todos quisiéramos ser vampiros!!! De las secuelas prefiero no comentar. 

“Los Goonies" (“The Goonies”, 1985), de Richard Donner.

Esta película de aventuras dirigida por Richard Donner y producida por Steven Spielberg es otro clásico más de culto si cabe. Feldman interpretó a ese tipo de personaje sarcástico que se destaca por sus diálogos y contrapunto humorístico. "The Goonies" sigue siendo una de las películas favoritas para muchas generaciones debido a su mezcla de humor, aventura y “colegueo” juvenil que tanto nos enganchaba, y que hemos visto también con nuestros hijos como intentándoles trasladar nuestros buenos recuerdos también a su infancia (aunque ahora tienen otras referencias, pero esta sí les sigue gustando!).

"Cuenta conmigo" ("Stand by Me", 1986), de Rob Reiner.

Basada en una novela de Stephen King, esta película dirigida por Rob Reiner narra la historia de cuatro amigos que emprenden un viaje para encontrar el cuerpo de un chico desaparecido. Hasta ahí poca cosa, pero Feldman interpretó a un chico con una vida difícil y un carácter complicado, y la película es una joya que trasciende al tiempo y las generaciones por su retrato honesto de la amistad juvenil.


Pepe Torres

Entre los innumerables juguetes rotos de los 80, una década prolija en escándalos y marcada (como las precedentes y hasta nuestros días) por los escándalos sexuales tras puertas cerradas de estudios, un clima insufrible de pederastia en la industria, y el uso y descarte de los niños y niñas actores, cabe recordar que quizá las mayores estrellas, si bien muy fugazmente, fueron los Coreys, Haim y Feldman (hasta el Fotogramas, aún una revista de referencia pese a sus veleidades ya entonces con el Superpop, les dedicó uno de sus carnés de fans auspiciados por el sobrino de Mr. Belvedere). Corey Feldman se había convertido en una presencia constante en muchos títulos populares (inicialmente televisivos, como “Cheers” o la serie basada en “Los picarones”) antes de que los gremlins y Jason Vorhees le situasen en una posición privilegiada en Hollywood. Durante un lustro (poco más) se convirtió en el niño/adolescente rarito de referencia, pero el abuso de drogas precipitó su caída a papeles irrelevantes (aunque no ha dejado de trabajar, en muchas ocasiones solo con su voz, hasta hoy). Convertido casi en chiste cultural (por desgracia), nos quedan un puñado de muy buenas pelis.

“Gremlins” (“Gremlins”, 1984), de Joe Dante, 1984.

Haciendo exhibición de su portentosa condición de robaescenas nato (en un reparto plagado de robaescenas como Dick Miller o Keye Luke), Feldman se mete al público en el bolsillo como el compinche del protagonista, consiguiendo transmitir verdad (y humor, mucho humor) a esas criaturitas que conviene lavar en seco.

“Cuenta conmigo” (“Stand By Me”, 1986), de Rob Reiner.

Stephen King ha tenido tradicionalmente más suerte con las adaptaciones de sus libros más o menos alejados del terror, como es el caso del viaje iniciático de cuatro adolescentes y la búsqueda del cuerpo que daba título a la novela original (de tintes autobiográficos). Una vez más Feldman consigue que su personaje, marcado por los abusos, se lleve el gato al agua de nuestra atención como espectadores (y me gustan mucho sus gafas). Por cierto, ¿Goofy es un perro?

“Jóvenes ocultos” (“The Lost Boys”, 1987), de Joel Schumacher, 1987).

La otra gran película de vampiros de 1987 (más pop y estetizante que la de Bigelow) enfrenta a los Coreys (equipados con agua bendita, desatados y en estado de gracia) a una pandilla de ochenterísimos chupasangres encabezados por Kiefer Sutherland. People are strange...


Malina Murnau

"Viernes 13: Capítulo final" ("Friday the 13th: The Final Chapter", 1984) de Joseph Zito.

Aquí interpreta a Tommy, el hermano pequeño de la protagonista. Es una de las partes que más me gustan de la saga de “Viernes 13”, quitando la primera, que para mí es la mejor. Pero ésta tiene un punto gamberro que me encanta y aquí Corey lo hace estupendamente. El final es una pasada.

"Cuenta conmigo" ("Stand by Me", 1986), de Rob Reiner.

Una obra maestra desde principio a fin. Con unos Feldman, River Phoenix y Kiefer Sutherland tremendos. Una gozada visionarla cada x tiempo.

"Jovenes ocultos" ("The Lost Boys", 1987), de Joel Schumacher.

Y no la pongo la primera para no poner tantas portadas de la misma película, pero bien podría ir la primera. Maravillosa película que tuve la suerte de verla en cine y lo pasé de lo lindo. otra joyita para contemplar cada cierto tiempo, no ha envejecido para nada. Me encanta.

Y por supuesto no quiero dejar de nombrar, aunque aquí Feldman sale más bien poco, una película de Joe Dante que me encanta, “No matarás...al vecino” (1989). En “Gremlins” (1984), de nuevo con Joe Dante a la dirección, había un pequeño papel para Corey Feldman. Y es que cada vez que sale este niño la lía siempre en casi todas las películas, como su Bocazas en “Los Goonies” (1985) ... películas de nuestra infancia. Con “El club de los vampiros” (1996) también pasé un rato divertido. Y algunas más me dejo por ahí, pero que voy a pasar ya de mencionar.


Alfonso Romero

Corey Feldman empezó en la interpretación de muy niño, por 1978 ya andaba interviniendo en series y películas. Mimado por la industria (quienes trabajaron con él en “Viernes 13: Capítulo final” dieron fe de lo inaguantable que era) los ochenta fueron sus mejores años, participando en un puñado de títulos hoy elevados a los altares (la nostalgia manda en estos tiempos), algunos de los cuales protagonizó compartiendo créditos con Corey Haim. Se les conoció como “los dos Coreys” y llegaron a trabajar codo con codo hasta en nueve ocasiones juntos. Estaban en todas las fiestas y sus fotos decoraban las carpetas de las colegialas. Los excesos les pasaron factura (Haim fallecería en 2010) y Feldman lleva años batallando contra los abusos a los menores en la industria.

Revisando su filmografía me quedo con las siguientes tres entradas.

“Desmadre en la comisaría” (“Busted”, 1997), de Corey Feldman.

Corey Feldman no vivía a mediados de los noventa sus mejores momentos. PM Entertainment tenía por entonces bastante fuerza y sus productos llegaban a muchos países, pero no dejaba de ser una productora de direct to video. Feldman ya había trabajado con ellos en “Peligro en las aulas” (1994), uno de los muchos sucedáneos de “Karate Kid” que llegaron a los videoclubs, y en 1997 dirigió y protagonizó para la casa esta “Busted” que pudimos ver en nuestro país en alguna emisión nocturna por Tele 5 con el título de “Desmadre en la comisaría”, un intento de copiar el estilo de los ZAZ, sin la gracia de éstos, pero con muchas chicas ligeras de ropa (o directamente sin ella). Su versión doblada al castellano subía puntos en psicotronía porque todos los personajes hablaban como Chiquito de la Calzada.... bueno, más bien como los imitadores del cómico malagueño.

“Cuenta conmigo” (“Stand by Me”, 1986), de Rob Reiner.

Basada en el relato “El cuerpo”, de Stephen King, Rob Reiner dirigió a mitad de los ochenta la mejor película de lo que se denomina “coming of age” para quien esto suscribe. A finales de los cincuenta, cuatro chiquillos, apenas adolescentes, salen en busca del cadáver de un chaval desaparecido para tener sus 15 minutos de gloria. Wil Weathon, River Phoenix, Corey Feldman y Jerry O’Connell componen el impúber cuarteto protagonista, y Corey es Teddy Duchamp, el colgado del grupo, el personaje con las mejores frases. El jefe de los pandilleros (los chicos malos) era Kiefer Sutherland, con quien Feldman volvería a coincidir al año siguiente en “Jóvenes ocultos”.

“Los albóndigas 4: Al rescate” (“Meatballs 4”, 1992), de Bob Logan.

A comienzos de los noventa algunas productoras seguían emperradas en sacar tajada de (sub)géneros y franquicias que habían triunfado una década antes y que para entonces funcionaban mejor en los videoclubs que en las salas de cine. Bob Logan estuvo a los mandos de esta cuarta entrega (oficial) de la saga de “Los albóndigas”, con muchas chicas en bikini y un Corey Feldman que grita “¡Yo estuve en los Goonies!”. Nuestro protagonista intervendría en más producciones de este estilo, pero aún más desvergonzadas y mucho más baratas, caso de “La academia de la playa”.


Miguel Romero

De niño tocapelotas en los rodajes (que se lo pregunten a Joseph Zito) a jovencito muy dado a las juergas (como pudo comprobar Joel Schumacher), seducido desde muy joven (demasiado) por un mundo de sexo, alcohol y drogas, la carrera de Corey Feldman tenía las horas contadas. Al menos él pudo salir de aquel infierno en el que había caído, algo que no conseguiría su tocayo y compañero en películas y fiestas Corey Haim (irreconocible en “Crank 2”), que ya hace mucho que nos dejó. Pero aunque no le falta el trabajo, lejos está Feldman de volver a protagonizar películas importantes, por mucho que se haya esforzado en limpiar su imagen apareciendo en todo tipo de programas de televisión o produciendo documentales y algún telefilm sobre el tema, como fue “La historia de dos Coreys”.

“Cuenta conmigo” (“Stand by Me”, 1986), de Rob Reiner.

No cabe duda que fue por su eterno personaje en “Los Goonies” que consiguió este otro bocazas, el Teddy Duchamp en esta entrañable película de Reiner.

"Jóvenes ocultos" (“Lost Boys”, 1987), de Joel Schumacher.

Su primer trabajo junto a Corey Haim fue este icónico film de los ochenta. Feldman siempre pensó que una secuela de éste relanzaría las carreras de ambos. Pero no llegó hasta 2008 (se rodaron dos juntas) y directamente para el mercado del DVD, y ya para entonces no se podía contar con Haim...

“Mercancía peligrosa” (“Red Line”, 1995), de John M. Sjogren.

A sus simpáticas comedias para adolescentes junto a Corey Haim, como “Papá Cadillac” o “Una chica de ensueño”, le seguirían ya sus trabajos en la serie B. 1995 fue un año realmente prolífico para Feldman, así junto a la secuela de la segunda de éstas protagonizaría la comedia con chicas muy ligeras de ropa “La academia de la playa”, la cinta de terror “Voodoo”, y aún tendría un papel secundario en la cinta de acción “Mercancía peligrosa”, donde interpretaba al hermano del gánster, encarnado por Michael Madsen. Cito esta película de Sjogren por ser un cine que ya no volverá, máxime cuando la mayoría de sus intérpretes ya no están entre nosotros: Chad McQueen, Jan-Michael Vincent, Robert Z’Dar o la siempre escultural (y desnuda) Julie Strain.


Eduardo Álvarez Cónsul

"Jóvenes ocultos" (“The Lost Boys”, 1987), de Joel Schumacher.

En esta película de terror juvenil Corey Feldman descubre a unos vampiros de su edad liderados por Kiefer Sutherland, aunque no le hacen mucho caso.

" Una chica de ensueño" (“Dream a Little Dream”, 1984), de Marc Rocco.

En esta comedia de estudiantes Corey Feldman recibe la ayuda del gran Jason Robards para conquistar a la chica de la que está enamorado.

"Gremlins" (“Gremlins”, 1984), de Joe Dante 

Corey Feldman, Zach Galligan y Phoebe Bates no saben la que les espera con los dichosos gremlins.


Joanna

Otro juguete roto de un Hollywood depredador. De niño prodigio a transitar por todo tipo de subproductos, auténticas psicotronías, con alguna que otra salida en forma de “comeback” de lujo en calidad de “cult actor”. Zambullirnos en su trayectoria en las pantallas es bucear entre películas que hoy nadie querría hacer, o films que no te cabe en la cabeza que llegaran a tener salida. Bizarradas que alguna cadena despistada emitió en horarios noctámbulos o que cogían polvo en las estanterías de los videoclubs de los noventa aguardando que algún despistados o despistada la alquilara. Ah, claro, y también estuvo en un buen lote de trabajos de los ochenta que desde hace un tiempo se han convertido en títulos emblemáticos para más de una generación. Pero no me voy a decantar por estos últimos cuando puedo elegir:

“The Birthday” (2004), de Eugenio Mira.

El cine de género no tiene porqué ser repetitivo y avanzar a golpe de clichés, ni tampoco ser un alarde de pedantería, David Lynch sólo hay uno y parece que muchos hoy aún no se quieren dar cuenta. Eugenio Mira dirigió a comienzos de los 2000 esta pieza que se turna entre la comedia negra y el fantastique más absurdo, una delicia muy mimada y difícil de catalogar, donde una aburrida fiesta de cumpleaños de etiqueta deviene pesadilla kafkiana para culminar en locura lovecraftiana. Y contó con un Corey Feldman tan pasado como adecuado para el papel protagónico. De lo mejor del fantastique patrio de este siglo.

“El Vengador Tóxico IV” (“Citizen Toxie: The Toxic Avenger IV”, 2000), de Lloyd Kaufman.

Una de las mayores desvergüenzas paridas por la Troma. No hay en ella sentido del ridículo... ni tampoco de la narrativa ni del guion. A Kaufman eso le daba igual, lo importante era epatar a un respetable al que no se respeta con todo tipo de bromas soeces en un más difícil todavía. Desde luego Toxie no es un super héroe para la Disney, ¡¡Pero cómo me gustaría verle en un crossover con los Vengadores!!

“El club de los vampiros” (“Bordello of Blood”, 1996), de Gilbert Adler.

Aunque inferior a “Cuentos de la cripta: Caballero del diablo”, “El club de los vampiros” es otra divertida película epígono de la serie sobre los cómics EC y de nuevo cuenta una historia de sedientos no muertos, si bien en este caso más canónicos. Humor, sangre, rotundas féminas con curvas, Corey Feldman metiéndose en líos, y Chris Sarandon, para contrariar a “Noche de miedo”, como un sacerdote que ayudará a parar los avances de los chupasangre.


Alfonso Carlos López

"Jóvenes ocultos" (“The Lost Boys”, 1987), de Joel Schumacher.

Dirigida por Joel Schumacher en 1987, es una película de culto entre los amantes de la comedia de terror. Una familia se traslada de Arizona a Santa Carla, y acaba enfrentándose a una banda de vampiros jóvenes con una estética muy de la época y tiene una banda sonora muy interesante integrada por artistas de renombre como: Roger Daltrey, Echo and the Bunnymen, INXS, etc. Protagonizada por: Corey Feldmam, Jason Patric, Corey Haim, Kiefer Sutherlandd, Jami Gertz, etc. En Santa Carla corren rumores sobre vampiros y se producen extraños sucesos. La personalidad de Michael Emerson (Jason Patric) cambia cuando conoce a esta pandilla de vampiros, cuyo líder es David (Kiefer Sutherland) con la consiguiente preocupación de su madre. Esta cinta es todo un icono del género que incluso sigue inspirando a grupos de hoy en día, como a esa gran banda, referente del psychobilly, que son Ro & The Skull Boys y su temazo “Santa Carla”, inspirado en esta “Jóvenes Ocultos”.

 “Cuenta conmigo” (“Stand by Me”, 1986), de Rob Reiner.

Absolutamente maravillosa, basada en la novela “The Body” de Stephen King, con dirección de Rob Reiner en el año 1986 y ambientada en Castle Rock (Oregón) en 1959. Su título deriva de la canción homónima de Ben E. King (Stand by Me en inglés), una gran y excelente canción, por cierto. La banda sonora magnífica, también cuenta con: Buddy Holly, Del Vikings, The Chordettes, Jerry Lewis, etc... En su elenco de actores:  Corey Felmand, Wil Wheaton, River Phoenix,  Jerry O'Connell… Narra la aventura de 4 adolescentes que se lanzan a buscar a un chico desparecido. La verdad, que es uno de esos films que dejan huella. En todo momento es entrañable y hay situaciones tensas que dan agilidad a la trama.

“Viernes 13: Capítulo final” (“Friday the 13th: The Final Chapter”, 1984), de Joseph Zito.

Cuarta parte de la saga de “Viernes 13”. Jason vuelve a Cristal Lake para seguir asesinando y causando el terror, centrando su venganza en la familia Jarvis, sin tener en cuenta que el joven Jarvis es un aficionado al terror y con gran maestría para el maquillaje y las máscaras. El film mantiene el buen ritmo y la tensión propia de esta peculiar serie que tanto gusta a los amantes del cine de horror.  Dirigida por Joseph Zito en 1984 y con Corey Felmand, Ted White, Kimberly Beck, y Crispin Glover en su reparto.

Corey Felmand ha trabajado en importantísimas producciones, que han marcado época y que es obligado mencionar como “Los Goonies”, “Gremlins”  y tantas otras.


David Cortabarria Arregui

Corey Feldman (1971) en mi mente siempre inseparable de otro elemento con quien comparte mucho ADN, Charlie Sheen (1965). Ambos actores que merecieron correr mejor suerte y menos juergas. Que les quiten lo bailado (por emplear una expresión amable) y que ojalá sus vidas sean largas, y de paso renazcan de sus cenizas, como le sucedió a Robert Downey Jr., de la misma quinta que Charlie Sheen. 

Venga, tres favoritas de Corey Feldman:

“Gremlins” (“Gremlins”, 1984), de Joe Dante.

A Feldman la vida aún no le ha maleado, aquí es aún un niño, y una futura promesa del cine a quien supieron encargarle papeles en éxitos de los ochenta por los que siempre serán recordados. En “Gremlins” es Pete, quien la lía muy parda al mojar a Gizmo, dando lugar a la clase de biología reproductiva más inexacta y repelente de toda la década de los ochenta, pero inmune a la tijera de la censura. Veíamos esas macarradas. Las echo mucho de menos. 

“Cuenta conmigo” (“Stand by Me”, 1986), de Rob Reiner.

Quizás la película donde está mejor que nunca. Todos los chavales están impecables, pero siento mucha pena por Feldman, quien contó en su autobiografía que fue abusado por su madre. Ello fue determinante para el rodaje de varias escenas donde las reacciones que tiene en su papel como Teddy Duchamp en relación a su padre son del todo sinceras. La película, por otra parte, es altamente revisitable. “Gremlins” también, por supuesto. 

"Jóvenes ocultos" (“The Lost Boys”, 1987), de Joel Schumacher.

Corey se ha hecho un poco mayor e interpreta al malote Edgar Frog (todo un apellido), siendo sus intervenciones de lo poco que salvo de una película que, recuerdo, tuvo mucha más publicidad que la que se merecía. Todo el conjunto ha envejecido bastante mal, pero como foto de una época es un documento de lo más valioso. Al menos nos queda su banda sonora, y tenemos a un Corey Feldman que canta como puede “Cry Little Sister”, en directo (al menos no usa playback, algo es algo) en St. Louis, el 19 de septiembre de 2023. 

Una actuación inenarrable, hay que verla para creerla:

https://www.youtube.com/watch?v=cx9QliUW6Xs

Coda final: 

A ver si quien lee estas líneas es capaz de detectar a Corey Feldman en el videoclip “We Are All Made of Stars”, del siempre interesante Moby. Un festín de cameos de actores que, sinceramente, merecieron mejor suerte.

https://www.youtube.com/watch?v=x1rFAaAKpVc

Última propuesta solo para los más valientes y curtidos en esto del terror. El videoclip “Last Friday Night (T.G.I.F.)” de Katy Perry, con un delicioso cameo de Corey Feldman donde suelta una frase antológica: “We invented Fridays”. Y sabes perfectamente que ahí el tipo no actúa, es él mismo. Como propina hay un descacharrante cameo del otrora omnipresente Kenny G. ¿Aq que no os imaginabais ver algo así? Katy Perry, musa del megaterror.

https://www.youtube.com


Oscar Villalta

"Jóvenes ocultos" (“The Lost Boys”, 1987), de Joel Schumacher.

He aquí una perla vampírica donde las haya, degustada una y mil veces por un servidor. No sólo un clásico de los 80, sino a nivel cinematográfico general, por su estética rupturista y la renovación total y definitiva que supuso desde el día de su estreno, conservando mágicamente los parámetros clásicos del género, pero a la vez ofreciéndolos de una forma vanguardista y fresca, pero también aterradora al sugerir una cercanía feroz de estos seres de la noche entre la juventud, lugares de vacaciones, y la visión cotidiana de una sociedad standard modélica. Los dos Coreys sacan el contrapunto cómico de forma magistral, sin resultar sobrantes, como seguramente parecía sobre papel, logrando que su visión atolondrada de los cazavampiros modernos, sea además uno de los puntos más recordados del film.

“Cuenta conmigo” (“Stand by Me”, 1986), de Rob Reiner.

La brillante adaptación de la novela corta "The body", de Stephen King, publicada en 1982 como parte de la colección "Las cuatro estaciones", es una película muy especial, sobre todo por la increíble calidad de su reparto al completo, del que Rob Reiner supo sacar lo mejor, mostrando una obra inusualmente  madura, donde el énfasis recae sobre el componente más humano, en el retrato de un extracto de la vida durante una situación determinada, y sobre todo, en cómo nos afectan a posteriori algunas decisiones tomadas y la forma en que  el tiempo lo desvanece todo excepto la amistad verdadera. El personaje de Corey Feldman, Terry Duchamp, vendría a ser un cúmulo de todo ello, materializado de forma inolvidable. Y cuando digo que la película es mágica, no lo digo en broma: Probad a verla cada diez años, y veréis como cada vez duele más que la anterior.

“Los Goonies" (“The Goonies”, 1985), de Richard Donner.

La película de aventuras adolescentes por excelencia, vuelve a nutrirse de un reparto coral de primera línea para narrar una historia de amistad, piratas, persecuciones y primeros amores, donde el arte de Richard Donner convierte todo este batiburrillo de elementos spielgberianos en una verdadera obra maestra atemporal y sincera, donde se nota el cariño del artesano por encima del elevado presupuesto, hecho decisivo para que el film figure en el olimpo del culto. El personaje bocazas de Corey Feldman corresponde al retrato de ese sabelotodo presente en cada grupo de amigos que siempre habla a destiempo y con argumentos absurdos, lo que posiblemente lo convierte en el más identificativo o empatizable con la gran audiencia. 

Una gran producción que ha superado el paso del tiempo y cuya banda sonora sigue dando mucha guerra gracias a Cindy Lauper.


Fernando Rodríguez Tapia

Corey Feldman es un actor icónico por su participación en algún título clave de los ochenta que evitaremos en la selección (me refiero a “Los Goonies” y “Jóvenes ocultos”, donde su aparición es sin duda lo más rescatable de ambas), sus apariciones en un par de sangrientas secuelas de “Viernes 13” o su emparejamiento en varios títulos con el finado Corey Haim (Los Corey...). Incluso llegó a dirigir una película de vago recuerdo en mi memoria, pero vinculada a otras comedias desmadradas en las que apareció en los noventa. Esperemos que algún Quentin Tarantino le recupere con algún trabajo merezca la pena.

“The Birthday” (2004), de Eugenio Mira.

Rara avis tanto en la filmografía del actor como en la cinematografía española, la ópera prima de Eugenio Mira es una incatalogable comedia negra con derivaciones al terror pesadillesco, imprevisible, arriesgada y muy reivindicable. Ambientada en un escenario único durante una fiesta de cumpleaños, repleta de encuentros y desencuentros, situaciones embarazosas y algún oscuro enigma, una película que gana en visionados y se disfruta por ello en cada encuentro con ella.... y de propina el gran Jack Taylor.

“Gremlins” (“Gremlins”, 1984), de Joe Dante.

Feldman ha colaborado en tres ocasiones con Dante y cualquiera de ellas podría estar en esta selección. Nos decantamos por la primera al seguir manteniendo vigente el tono festivo y macabro con que la disfrutamos en su época, en mi caso en un cine de sesión continua. Un estupendo cuento navideño lleno de situaciones enloquecidas con unos encantadores monstruitos que animaron y pusieron de moda una vertiente dentro del fantástico de la época, seguida por criaturas similares si bien en títulos menos logrados que fueron adentrándose poco a poco en el lodazal de la serie Z. La participación de Feldman es secundaria, si bien aún le recordamos armado con tirachinas luchando contra los temibles invasores.

“Cuenta conmigo” (“Stand by Me”, 1986), de Rob Reiner.

admirable film generacional que adapta como bien es sabido un relato de Stephen King conformando una de las mejores películas que jalonan la filmografía vinculada al escritor de Maine. Una obra equilibrada, llena de sensaciones y emociones tan reconocibles como cercanas, que funciona como aventura iniciática sobre la amistad donde sus protagonistas se enfrentan a los primeros dramas vitales. Título clave en su época que por el momento no han querido rehacer en los tiempos actuales. Por algo será.

Post Data: Me anoto al revisar su filmografía la continuación de la genial “Rock 'n' Roll High School” (1979) para un futuro visionado.




Emilio Malet

"Gremlins" ("Gremlins, 1984), de Joe Dante.

Divertida película que forma parte de la cultura popular y que ya en su día fue una bomba. Recuerdo que mi padre y mi hermano fueron a verla al cine y repitieron conmigo para que no me la perdiera, y por supesto no me defraudó.

"Los Goonies" (“The Goonies”, 1985), de Richard Donner.

Aunque es cierto que tanto machaque le ha restado el encanto de pensar que lo de "Los Goonies" era algo especial de tu infancia y no otra moda mas con la odiosa palabra “vintage” detrás, no puedo evitar tenerle un cariño especial. Además de un buen hilo argumetal y un reparto muy bien elegido, resulta una película muy entretenida y divertida. Aunque mejor verla en VHS que no se notan tanto las cuevas de cartón piedra.

"Jóvenes ocultos" (“The Lost Boys”, 1987), de Joel Schumacher.

Película más recordada por el look pandillero y la música versionada de The Doors que por la película en si, que aunque no está mal, tampoco la recuerdo como nada especial.

Mención de honor a las películas de videoclub que hizo Corey Feldman en los ochenta, muchas junto al otro Corey tristemente fallecido, que aunque son todas parecidas y no sabría ahora mismo mencionar ninguna en especial, recuerdo que en su día me parecía siempre un acierto alquilarlas en el videoclub. Películas sin pretensiones mas allá del puro entretenimiento y con un look y un ambiente que al menos a mí de chaval me llamaba mucho la atención comparado con la España de entonces, la de los bocadillos (no bocatas) de  margarina Tulipán con Nesquik y vaso de leche fresca en bolsa…