
Clint Eastwood
comenzó su carrera en las pantallas a mediados de los años cincuenta (del
pasado siglo), dándose a conocer entre el gran público gracias a la televisión
con la serie de la CBS Rawhide (1959-1965). Pese a la oposición y
desconfianza de Hollywood, se haría una estrella de la gran pantalla tras venir
a Europa y rodar con Sergio Leone la denominada “trilogía del dólar”,
interpretando al lacónico “hombre sin nombre”. De vuelta a los USA seguiría
forjando su imagen/mitología con una serie de títulos que, de una u otra manera,
miraban hacia sus trabajos en el spaghetti-wéstern, encontrando un muy buen
aliado en el veterano director Don Siegel. Hombre de cine y excelente
empresario, Eastwood fundaría su propia productora, la Malpaso, para poder
controlar mejor su carrera y gestionar sus trabajos con las majors. Y a
comienzos de los setenta da el salto a la dirección con el psycho-thriller Escalofrío
en la noche (Play Misty For Me, 1971), cuya trama sería copiada en
la década siguiente en la exitosa (e intrascendente) Atracción fatal (Fatal
Attraction, Adrian Lyne, 1987). Los setenta empezaron fuertes, tras
destacar en el cine del Oeste (aunque a John Wayne no le gustara un ápice su
visión del mismo y así se lo hiciera saber) triunfaría también en el policiaco
al aceptar el papel de Harry Callahan en Harry el sucio (Dirty Harry,
1971). Adaptado el guion a la imagen y modos que el público esperaba de
Eastwood y con dirección nuevamente de Siegel, la cinta, distribuida por Waner
Bros, fue todo un bombazo, alzándose junto a French Connection. Contra el
imperio de la droga (The French Connection, William Friedkin, 1971)
como el film policial más importante, influyente y copiado de la década (y no
sólo en suelo usamericano). El público acudió en tropel a las salas mientras
que la crítica (junto a algunos pensadores e intelectuales de distinta
ideología) continuaba rasgándose las vestiduras y alarmándose por la violencia
que se había apoderado del cine en aquellos años (tras la caída del viejo y
caduco Código Hays y la instauración de un nuevo código por edades). Fue sonado
el escrito de Pauline Kael desde las páginas del New Yorker publicado el 15 de
enero de 1971 donde atacaba a la película tachándola de simplista, fascista y de
arremeter contra los valores democráticos. Nuestro protagonista seguiría
cimentando su fama a lo largo de aquellos años con una serie de trabajos en los
que ejercía de actor, productor y/o realizador, probando distintos registros,
dejando ver sus gustos y personalidad, volviendo al personaje de Harry de vez
en cuando (para conseguir dinero tras algún título más personal y que no había
cuajado en la taquilla), apoyado las más de las veces por el público, y siendo
observado con desdén en no pocas ocasiones por los críticos (a veces más por
cuestiones políticas e ideológicas que estrictamente cinematográficas).

Escalofrío en la noche (1971), el debut en la dirección de Clint Eastwood
Serían primero los
franceses, como pasara antes y después con muchos otros cineastas, quienes, en
los ochenta, le prestaran atención y dedicaran una retrospectiva a su obra, que
contaba ya en tareas de dirección con no pocos títulos de gran valor y que la
miopía de muchos críticos se negaba aún a ver. Desde Estados Unidos, y el resto
del mundo, el reconocimiento (y triunfo en los Oscar) le llegaría unos años
después, a comienzos de los noventa, gracias a un nuevo wéstern (género muerto
cinematográficamente en los ochenta), Sin perdón (Unforgiven,
1992), que él mismo dirigió y protagonizó, y que dedicaría a sus dos maestros:
Leone y Siegel. A lo largo de la década seguirían otros trabajos en la
dirección que continuaron fijando su buen nombre, caso de Un mundo perfecto
(A Perfect World, 1993), Los puentes de Madison (The Bridges
of Madison County, 1995) o Medianoche en el jardín del bien y del mal
(Midnight in the Garden of Good and Evil, 1997), a la par que se le
dedicaban docenas de libros y artículos (re)descubriendo viejos films que
pasaron desapercibidos en su estreno (para parte de la crítica). Reconociendo a
Eastwood como un cineasta completo, y el último clásico (no sólo por edad, sino
también por sus formas) de un Hollywood cambiante/mutante que cada vez más se
apartaba más y más de lo que un día fue y significó.

Sin perdón (1992), la consagración de Eastwood como cineasta
Pero además Clint
Eastwood siempre ha declarado/demostrado su amor por la música. Él mismo es
compositor, pianista y guitarrista, y se ha subido a los escenarios en no pocas
ocasiones para estas lides, solo o compartiendo tablas con múltiples y variadas
personalidades. La música ha sido una pieza muy importante en el puzle de sus
trabajos de ficción, y junto a estos el cineasta ha participado en distintas
labores en diversos documentales con la música y/o los músicos como
protagonistas. Ya en la arriba citada Escalofrío en la noche, la película
que supuso su debut en la dirección, la música estaba presente desde el mismo
título original, y Eastwood interpretaba a un disc jockey radiofónico. Y
a lo largo de su trayectoria frente o tras las cámaras ha seguido mostrando su
interés y gusto por lo musical. Pero de igual modo que antaño sus películas
eran ignoradas (para recuperarlas con los años observando una evolución y una
visión de conjunto), también en el terreno musical se está dando un enfoque
parcial e incompleto y demostrando la poca memoria que el personal tiene. O
mejor dicho, la memoria selectiva de aquéllos. Echando un ojo a los últimos
documentales sobre Clint Eastwood, siempre se resalta y alaba la importancia
que el jazz tiene para el cineasta. Algo totalmente cierto. Muchos de sus films
cuentan en su banda sonora con piezas de jazz, él ha señalado personalmente su
amor por este género en numerosas ocasiones, llevó a imágenes la vida de
Charlie Parker en el biopic Bird (Bird, 1988), contando con
Forest Whitaker para encarnar al mítico saxofonista, y produjo los documentales
Thelonious Monk: Straight, No Chaser (Charlotte Zwerin, 1988) sobre el
aclamado pianista de jazz, y Monterey Jazz Festival: 40 Legendary Years
(Will Harper, 1998) en homenaje a tan insigne evento. Pero de igual modo, nuestro
hombre ha citado y demostrado en no pocos momentos su amor por otros estilos
que conforman el Americana, como el blues y el country. No está de más
recordar/recomendar la serie documental The Blues (The Blues, 2003),
producida por Martin Scorsese, y donde Clint Eastwood ejerció como productor y
director de alguno de los episodios. ¿Y qué decir de la importancia del country
en tantos y tantos títulos de su filmografía? Con la inclusión de un buen
ramillete de canciones en sus bandas sonoras y con la participación/aparición
de algunos de sus intérpretes en sus películas, pongamos por caso Charlie Rich
en Duro de pelar (Every Wich Way But Loose, James Fargo, 1978), o
Merle Haggard en Bronco Billy (Bronco Billy, Clint Eastwood,
1980). Es más, una de las primeras obras maestras como director de Eastwood fue
El aventurero de medianoche (Honkytonk Man, 1982). Ambientada en
los años de la Gran Depresión, Clint interpreta a Red Stovall, un cantante de
country enfermo de tisis y alcohólico empeñado en llegar al Grand Ole Opry en
Nashville para hacerse un nombre en la industria. Le acompañará en el trayecto
su sobrino Whit, interpretado por su hijo en la vida real Kyle Eastwood quien,
lo que son las cosas, dejaría la actuación para convertirse en un destacado y
reconocido músico. La sombra de muchas estrellas del country, principalmente la
de Hank Williams, sobrevuela por esta historia de perdedores, donde además se
dejan ver algunas famosas personalidades de esta música de raíces, como Porter
Wagoner en un cameo, o Marty Robbins en un pequeño pero determinante papel.
Robbins, por cierto, no llegó a ver la película estrenada, pues falleció poco
antes de que llegara a los cines. No terminó de cuajar, ni la crítica la encajó
en su momento, -fue mejor recibida por ésta en Europa que en los Estados Unidos
[1]-, ni era lo que quería el público [2]. Los años setenta fueron ideales para
las country movies, pero los ochenta no eran ya el mejor escenario para
este tipo de películas [3]. El aventurero de medianoche continúa entre
los trabajos más olvidados de Clint Eastwood, al igual que su excelente banda
sonora publicada por Warner (en la que también participó), y es que mientras
para la crítica presumiblemente progresista y/o elitista de las dos grandes
costas y para la intelligentsia gabacha el jazz es cool y culto, el blues ha pasado a un segundo y poco importante
plano y el country no deja de ser la música de los conservadores rednecks
del Sur y el Medio Oeste americano.

Clint Eastwood y Marty Robbins en El aventurero de medianoche (1982)
Play Misty For
Me… Music From the Films of Clint Eastwood, LP editado por New Continent [4], reincide en esto que
estamos hablando. En su contraportada dedica unas líneas a la afición y (buen)
gusto de Clint Eastwood por el jazz y el blues, aunque a lo largo de sus surcos
la música negra rural no tenga ninguna presencia y predomine, por supuesto, el
jazz. Acertadamente, el título de reminiscencias musicales de la opera prima
como director del homenajeado protagonista de este disco, da nombre al álbum, y
es precisamente “Misty” del pianista Erroll Garner, que tan insistentemente
pedía en la película la desequilibrada Evelyn Draper (Jessica Walter), la
canción con la que arranca el presente vinilo (de precioso color azul). Para
continuar con una selección de quince cortes (siete en la cara A y ocho en la
B) volcada en destacar la dedicación jazzística de Eastwood en las bandas
sonoras de sus films. A tal modo que se incluye el “All the Things You Are” de
Stan Getz Quartet, procedente de la película (a todas luces menor/alimenticia) El
principiante (The Rookie, Clint Eastwood, 1990), o la pieza “Round
Midnight” de Thelonious Monk del (no muy conocido) citado documental sobre este
músico, en lugar de canciones procedentes de trabajos más aplaudidos y/o
exitosos de nuestro hombre. No puede faltar algún tema de Charlie Parker por Bird,
y el seleccionado es “Laura”. El jazz vocal de Dinah Washinigton aparece por
partida doble con “I’ll Close My Eyes” y “Blue Gardenia”, ambas de Los
puentes de Madison (la película con más presencia en el LP), de donde
también se extrae el “I See Your Face Before Me” de Johnny Hartman, y el
“Poinciana” de Ahmad Jamal; mientras que Billie Holiday se integra con “I’ll Be
Seeing You” procedente de J. Edgar (J. Edgar, Clint Eastwood,
2011).

Eastwood como Dave, el dj de Escalofrío en la noche (1971)
Mas no todo el
disco es jazz, los crooners (habituales en el cine de Eastwood al igual
que en el de Scorsese) también tienen su hueco, y podemos escuchar a Perry Como
con “Catch a Falling Star”, de Un mundo perfecto, Tony Bennett con “I
Wanna Be Around”, de Medianoche en el jardín del bien y del mal, y Dean Martin con “Ain’t
That a Kick in the Head”, de Cazador blanco, corazón negro (White
Hunter Black Heart, Clint Eastwood, 1990), estupenda película esta última
en la que el de San Francisco encarnaba al director John Huston durante el
rodaje de La reina de África (The African Queen, 1951). El doo
wop está presente con el “Sherry” de The Four Seasons, por Jersey Boys (Jersey
Boys, Clint Eastwood, 2014), la cinta que el cineasta le dedicara a dicho
conjunto vocal, en especial a su líder y voz principal, Frankie Valli. E
incluso finalmente el country tiene su representación en dos cortes, el eterno
“Folsom Prison Blues” de Johnny Cash, por Fuga de Alcatraz (Escape
from Alcatraz, Don Siegel, 1979), y “Don’t Worry” de Marty Robbins, por Un
mundo perfecto.
Obviamente, quince
temas son muy pocos para recorrer/representar la extensa y longeva filmografía
del homenajeado. Se echa en falta, además de lo señalado más atrás, la música
de Morricone para la “trilogía del dólar” o la sintonía que Lalo Schifrin compuso
para Harry el sucio, tótems del cine
con mayúsculas que no han tenido aquí cabida, junto a otras tantas películas,
más o menos importantes, de Eastwood, también con destacadas y destacables
bandas sonoras, como podríamos citar la música tradicional de El seductor (The Beguiled, Don Siegel, 1971). Con todo, una atractiva selección
de temas que agradará no sólo a coleccionistas y fans de Eastwood (que son
legión), sino a todo aquel que se presuma con algo de sensibilidad y gusto
musical.
Alfonso & Miguel Romero
[1] En los USA
recibiría los elogios del escritor y dramaturgo Norman Mailer, quien la
consideraba la mejor producción americana de ambiente rural desde La última película (The Last Picture Show, Peter Bogdanovich, 1971).
[2] Para salir del
bache, a continuación Eastwood dirigiría y protagonizaría la cuarta entrega de
la saga de Harry Callahan, Impacto súbito
(Sudden Impact, 1983).
[3] No obstante al
año siguiente llegaba a las carteleras Gracias y favores (Tender
Mercies, Bruce Beresford, 1983), contando con un libreto de (nada menos
que) Horton Foote, y con Robert Duvall dando vida a Mac Sledge, una vieja
estrella del country caída en el alcohol a quien se le presenta una nueva
oportunidad en la vida. Una historia que parece inspirar la muy posterior Corazón
rebelde (Crazy Heart, Scott Cooper, 2009), que le valió un Oscar a
su actor principal, Jeff Bridges.
[4] Dentro de su
colección dedicada a la música de películas de destacados realizadores y de la
que en estas páginas hablamos hace un tiempo del LP sobre Quentin Tarantino: https://lesdansesmacabres.blogspot.com/2025/06/vaaa-once-upon-time-tarantino-sound.html