Malina
Murnau
Esta vez me parece casi imposible quedarte con tres. Me gusta muchos
demasiados carteles de cine. Pero venga vamos allá, ahí van...
Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982).
Tengo que ponerlo en primer lugar sí o sí, es una de mis películas
favoritas, criada de pequeña entre cómics del bárbaro. Esa banda sonora genial.
Y qué decir de su cartel para el cine, una obra maestra.
La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968).
Este cartel me encantaba de pequeña y aún hoy en día es de mis
favoritos. El título en la lápida, ese
brazo saliendo de la tumba, y esa pareja de zombis con sombras rodeada de
cruces, y esos cipreses movidos por el viento. Una gozada quedarte viendo este cartel.
Demons (Demoni, Lamberto Bava, 1985).
Y queda el tercero después de darle al coco. Me encanta la película y el
cartel se queda también entre mis favoritos. Es una pasada de póster, simple
pero directo y da miedito.
Dejo atrás muchos, como me ponga con los clásicos no paro, otros como Tiburón (1975), Posesión infernal (1981), los del expresionismo alemán que adoro, y
otros tantos.... que sería imposible ponerlos todos. Hala, feliz sábado :)
Carlos Enríquez
Le he dado unas cuantas vueltas, y si he de quedarme con tres
pósteres míticos de la historia del cine, elijo:
Primero, el de Platoon (Platoon, Oliver Stone, 1986). Esa imagen del sargento Elías (Willem Dafoe) con los brazos al cielo es puro drama y tensión, y lo cierto es que la secuencia en concreto es una de mis favoritas del cine de todos los tiempos. El diseño del cartel se convirtió en símbolo universal del horror de la guerra, y fue reutilizado en USA en carteles antibelicistas, manifestaciones en contra de la guerra y demás. Platoon es una de mis películas favoritas de siempre, y la que más me gusta de Oliver Stone.
Luego, creo que me quedo con el póster de La invasión de los ultracuerpos versión de los setenta (Invasion of the Body Snatchers, Philiph Kaufman, 1978). Aparte de gustarme la película, el poster me parece muy chulo. Circulan varias versiones, pienso que esta es la más suave, aunque no sé si será la original. Ocurrió igual con la versión de la película de 1956, que hubo que rediseñar los carteles porque eran muy siniestros para la época.
Y, por último, el inquietante póster de El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973), con esa figura bajo la farola que sigue dando muy mal rollo. El póster principal es una imagen tomada directamente de la escena en la que el padre Merrin llega a la casa, envuelto en niebla. El artista Bill Gold, responsable del diseño, dijo que su intención era generar inquietud sin mostrar el horror directamente, algo que el propio Friedkin apoyó. Este cartel es, con toda probabilidad, uno de los más icónicos de la historia del cine.
Por cierto, iba a elegir también el cartel de El planeta de los simios, pero resulta que la imagen que me gustaba no era la original. Así que, al final, se quedan estos tres.Alfonso
Romero
El cartel de cine fue durante décadas un reclamo para el
público, además de (muchos de ellos) auténticas obras de arte. Formando parte
de la iconografía y de la mitología que pudiera adquirir la propia película.
Productores y directores, tanto de los grandes estudios como desde la serie B o
la explotación más descarada, sabían que un buen poster puede atraer a mucho
público a las salas, aunque luego el film en cuestión no cumpliera las
expectativas formadas por aquél. Lamentablemente, conforme avanzaba la década
de los noventa del pasado siglo XX el arte del cartel de cine se fue
extinguiendo en favor de portadas formularias, miméticas, que terminarían por
irse al garete en el presente siglo y más aún, aunque pareciera difícil, en los
tiempos de imposición de las plataformas digitales.
Hay cientos si no miles de carteles maravillosos a lo largo de
la historia del séptimo arte. Quedarte con sólo tres es muy difícil, pero
escojo un trío que al menos para mí representa lo que fue este arte perdido.
La parada
de los monstruos (Freaks,
Tod Browning, 1932).
A comienzos de los años treinta, cuando el cine aún era un
medio joven y el sonoro no hacía mucho que había hecho su aparición (e
imposición), los carteles de cine, eran coloristas (cuando las películas eran
en blanco y negro) y llamativos. El film que hundió la carrera de Tod Browning
(aunque con el tiempo lo consagraría entre los grandes), apropiadamente
circense, tiene junto a la pareja protagonista a “los otros” protagonistas, los
que le daban su título original.
Grupo salvaje (The Wild Bunch, Sam Peckinpah, 1969).
Minimalista, con las sombras proyectadas de los protagonistas,
a los que apenas se distingue a ver dada la luz que les da, estaba muy alejada
de las portadas de los wésterns clásicos (como la misma película), pero muy
acorde con la enorme calidad artística de la cartelería de su época.
Dragstrip Riot (David Bradley, 1958).
Las películas de serie B adquirieron independencia respecto de
la A y un cambio sustancial en su concepción industrial tras el término de la
Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, con la llegada de los cincuenta y la
caída del Sistema de Estudios del Hollywood clásico. Los carteles de estas
películas del cinema bis tenían que enganchar al público para arrastrarlos a
las salas de cine (o a los drive ins en tantas ocasiones) e insistían (dentro
de lo que podían) en la violencia y el sexo.
Hay centenares de posters increíbles de B-movies. He escogido
el de Dragstrip Riot porque, además
de por su visible calidad y que contiene todos los ingredientes esenciales en
su iconografía, por la importancia que ha tenido en el rockabilly, usado en
múltiples ocasiones en portadas de discos, fanzines, etc.
Miguel Romero
En el siglo XXI, que todo se hace ya con ordenadores, las
portadas de las películas parecen no tener mucha importancia. Todo lo contrario
que antaño, cuando Roger Corman y cualquier productor con dos dedos de frente
sabían que las carátulas eran esenciales para vender entradas, y se llegaban a
hacer hasta antes que la película misma. Incluso cintas de presupuesto mínimo
como las que facturaba Al Adamson tenían unas portadas increíbles.
Recuerdo de niño cuando iba por la calle y quedaba alucinado
con los carteles de El hombre elefante,
Dónde te escondes hermano, Viernes 13 o Los chicos del maíz.
Es imposible quedarse con tres, y seguro que alguna se olvida,
pero entre mis favoritas desde luego que están:
Jaula sin techo (The Baby, Ted
Post, 1973).
El todoterreno de la televisión Ted Post trató en el cine
todos los géneros, la comedia, el western, la ci-fi, bélica… incluso el terror
en este malsano thriller que acaba como una auténtica película de miedo.
Afortunadamente recuperada con la llegada del DVD y las plataformas.
Ríe, payaso, ríe (Laugh, Clown, Laugh, Herbert Breson, 1928).
Elijo ésta por el impresionante maquillaje de Lon Channey,
pero igual podría haber nombrado cualquiera de las que éste hizo con su amigo
Tod Browning.
La semilla del diablo (Rosemary’s Baby, Roman Polanski, 1968).
Lo mismo que antes, la podría cambiar por las otras que
protagonizó en aquellos años Mia Farrow, Ceremonia
secreta (1968), Terror ciego
(1971), Escalofrío (1977), …
Emilio
Malet
El
exorcista (The Exorcist,
William Friedkin, 1973).
Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975).
Cobra, el brazo fuerte de la ley (Cobra, George P. Cosmatos, 1986).
Eduardo Álvarez Cónsul
La mujer
del juez (Francisco Lara Polop, 1983).
Esta película se hizo claramente para el lucimiento de la hermosa vedette Norma Duval, que estaba triunfando en el Folies Bergére de París. En la portada aparece un dibujo de Norma Duval desnuda con zapatos de tacón alto rojos y la "L" inicial del título de tapando el trasero.
Foxy
Brown (Foxy Brown, Jack Hill, 1974).
En esta
blaxploitation protagonizada por la gran Pam Grier aparece un dibujo de ella y
todo lo que puede pasar en la película.
Santo y Blue Demon contra Drácula y el Hombre Lobo (Miguel M. Delgado, 1973).
Hace 50
años eso de ver superhéroes latinoamericanos llamaba la atención, y ver a los
luchadores enmascarados Santo el enmascarado de plata y Blue Demon en la
portada y luego en celuloide luchando contra vampiros y hombres lobos y en un
ring en la Arena México era y es una maravilla.
Manuel Jesús Pérez Molina
Siempre he pensado que el
material gráfico, ya fuese cartelería, guías, fotocromos y demás artículos de
promoción forman parte del atractivo de una película, sobretodo a edades
tempranas donde mirar un cartel o una carátula hacía que tu mente fabricase de
antemano la película antes de sentarte a verla. El cartel invitaba a soñar y a
hacer funcionar una imaginación creativa. Aquí van tres carteles que me
impresionaron mucho y consiguieron que me inventase otra película extra por el
precio de una:
Tiburon 3 (L'ultimo
squalo, Enzo G. Castellari, 1981).
Un fondo totalmente negro
donde se aprecia la figura de un tiburón gigante emergiendo del fondo del mar
tras una muchacha empequeñecida en una tabla de surf, me causó una impresión
muy grande cuando me tropecé con ella siendo un niño que aún no conocía ni de oídas
la peli original de Steven Spielberg. Parte de esa impresión tenía un fondo
personal porque desde niño, año tras año, veraneando en Chipiona tenía la
costumbre de bajar a la playa de noche y acercarme a la orilla del mar. El ver
ese cartel con el fondo totalmente negro y la cabeza del tiburón asomando me
hizo coger miedo seguir bajando a la playa de noche.
Guerrero ninja americano (Vampire raiders, ninja queen, Bruce Lambert, 1988).
Una película de ninjas,
zombies, vampiros chinos y comedia de la Filmark de Tomas Tang cuyo cartel está
inspirado en Golpe en la pequeña China
de John Carpenter. Los carteles de esta productora eran impresionantes, llenos
de figuras e ilustraciones que mezclaban éxitos del momento de Hollywood con
los elementos propios de la productora: ninjas, vampiros, guerrilleros,
explosiones, cyborgs etc. La mayoría de las veces uno se imaginaba la película
con solo mirar el cartel, pero luego nada de lo visto aparecía en pantalla y la
decepción era mayúscula, pero en el caso de Guerrero
ninja americano todo lo que aparecía en el cartel luego se veía en pantalla
por lo que esta película se convirtió en una de mis favoritas.
Masacre en Texas 2 (The Texas Chainsaw Massacre 2, Tobe Hopper, 1986).
Uno de los carteles más
gamberros que recuerdo con la familia asesina y caníbal imitando la pose de los
niñatos de El club de los cinco. Un
chiste y toda una declaración de intenciones de lo que la película nos iba a
ofrecer. Los puristas y fans acérrimos de la película original o no pillaron el
chiste o se lo tomaron a mal porque Masacre
en Texas 2 es casi un remake de la original pasada por el filtro de la
ironía y el humor negro, como aquellas primeras películas de horror y gore de
Peter Jackson.
Joanna Jones
Hoy día los carteles, las
portadas, son lo peor de las películas. Y si aún se hacen películas
interesantes -por más que muchos aseguren que el cine ha muerto-, el arte de
los posters, el de Jano, Sanjulián y tantos otros, hace mucho que desapareció.
Se me hace raro mirar
atrás y recordar que, en muchas ocasiones, cuando apenas tenías información de
una película, te decidías por esa y no por otra por lo atractivo de su
carátula. Como las portadas de los cómics de terror la Warren, o de los fumetti
neri italianos, los carteles de las películas eran un componente esencial del
producto, en este caso de la película en cuestión.
Curso 1984 (Class of 1984,
Mark L. Lester, 1982).
Recuerdo cuando se
estrenó la película, las inmensas ganas de visionarla nada más ver aquella
magnífica portada con un grupo de punks malcarados y con mirada desafiante. Y
lo mejor es que eran los malos.
Pulp Fiction (Pulp Fiction, Quentin Tarantino, 1994).
De las pocas, poquísimas,
carátulas realmente buenas de su década. Un icono pop de los noventa.
Maniac (Maniac, William Lustig, 1980).
Otra carátula
impresionante con la mitad baja del cuerpo de un asesino, al que evidentemente
no podemos ver la cara, luciendo un machete ensangrentado en una mano y la
cabellera de su última víctima (mujer, claro) en la otra. Políticamente
incorrecta no sólo en los tiempos corrientes, pues en su momento levantó
también mucha polémica, sería impensable que luciera actualmente en los cines. Su
frase publicitaría también tenía su aquél acompañando la portada: “Te dije que
no salieras esta noche”.
Alfonso Carlos López
Esta
iniciativa de escoger entre los pósters preferidos de películas además de ser
muy interesante me parece un acierto. Si bien es cierto que quedarse con tres
es muy complicado.
El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973).
Film mítico de
terror estadounidense de 1973, dirigido por William Friedkin. Inmejorable
e inquietante cartel que nos define prácticamente lo que va a ser la película.
Quadrophenia (Quadrophenia, Frank Roddam, 1979).
Obra británica
de 1979 de Fran Roddam excepcional con una ambientación en la época (1964)
increíble. Todo un icono pop. Me encanta como hicieron el póster y la fuerza
que tiene.
Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, F.W. Murnau, 1922).
Cinta de
culto, terror e impresionismo alemán de 1922 de F. W. Murnau. Una joya en la
historia del cine que siendo muda refleja todo el horror del vampiro. Impresionante
el diseñado que imprime una fuerza enorme.
Ya decía que es dificilísimo quedarse con una terna, así que os nombro otros trabajos fabulosos: Plan Nine Fron Outer Space, Psicosis, Pulp Fiction, la de la saga del El Señor de los Anillos, Amarcord, The Warriors, Drácula, Cabaret, El padrino, Apocalypse Now, Metrópolis, Abierto hasta el amanecer, Noche de miedo, Vértigo, Vacaciones en Roma, Pesadilla antes de navidad, Holocausto caníbal, Nosferatu, vampiro de la noche, El jovencito Drácula, Belcebú (por cierto, tuve el honor de participar en la BSO con mi banda Iberia Trash), The Wanderers, La novia de Frankestein, Cannabis, Suspiria, Faster, Pussycat! Kill! Kill!, Quién Puede Matar a un niño, Creepshow, La matanza de Texas, El gabinete del Dr. Caligary, Elvira Mistress of The Dark, Los santos inocentes, American Beauty, Torremolinos 73, Los Ángeles del Infierno, La gran comilona, y miles más.
Jorge Arincón
Hubo un tiempo en el que las películas se hacían con dedicación y se
cuidaba hasta el mínimo detalle. Junto a una ilustración magnífica te ponía
muchas veces alguna frase impactante que despertara tú curiosidad.
En el caso de los carteles, el sólo verlos muchas veces te inclinaba a
querer ver una película. Este arte desgraciadamente se ha perdido.
Las películas actuales se hacen cómo churros para el consumo inmediato,
no cuidan el detalle. La mayor parte de las veces se limitan a poner una foto
en primer plano de los protagonistas.
Se me hace muy difícil escoger sólo tres cárteles porque cada instante
pienso en uno que podría ser mi favorito.
En el cine mudo, con el expresionismo alemán sobre todo, ya hay
auténticas maravillas: Metrópolis, Nosferatu, ... También me encantan los de
terror de la Universal, guapísimos los de La
momia, El hombre invisible, ...
El cine negro también da muestras de obras de arte cómo El demonio de las armas, Gilda, ...
Las películas de Ciencia ficción de los 50 son otro momentazo: Tarántula, La humanidad en peligro, ...
De las pelis de Hitchcock inolvidable el de Vértigo.
En los setenta me quedo con esa icónica imagen de De Niro caminando por
las calles en Taxi Driver.
En cine por entonces clasificado "S", merece mención especial
la cartelería de la trilogía de Ilsa interpretada por Dyanne Thorne.
Brutales también los carteles de algunas blaxploitation cómo Coffy o Foxy
Brown.
En los ochenta sigue cuidándose este arte con auténticas maravillas, ahí
está por ejemplo Tiburón, El imperio contrataca, ...
Si me tengo que quedar sólo con tres, diría;
Posesion Infernal (Evil Dead, 1981).
Originalmente tenían previsto otro cártel y afortunadamente a última hora se decidieron por esta joya.
El demonio de las armas (Gun Crazy, Joseph H. Lewis,
1950).
Un peliculón imprescindible y viendo a la protagonista en el cártel con la boina y las dos pistolas me imagino que entrarían muchas ganas de verla.
Tigra hielo y fuego (Fire and Ice, Ralph Bakshi,
1983).
Tenía que escoger este dibujazo de uno de mis artistas favoritos que es Frank Frazetta. También me encanta otra maravilla de cartel que hizo para la película Ruta Suicida.
Ángel MarreroTres carátulas que me fascinaron desde la primera vez que entré en un videoclub:
El despertar de la momia (Dawn of the Mummy, Frank Agrama, 1981).
Creepshow (Creepshow, George A. Romero, 1982).
Link (Link, Richard Franklin, 1986).
Fue en el Videoclub Shewak, uno se los primeros (si no el primero) que
aparecieron en Santa Cruz de Tenerife en los años 80. Qué recuerdos paseando
por las estanterías de crío para volver a verlas, entre muchas otras, en aquel
videoclub que recuerdo poco iluminado, con mobiliario desportillado, moquetas
roñosas y un fuerte tufo a humo de cigarro. Y qué decir de aquellas carátulas
resobadas y vapuleadas... Pero entrar en el Shewak era como entrar en el
Paraíso!!
Una de mis pasiones de niña era pillar los pósteres de aquellas películas que me gustaban, que eran bien pocas, porque eran aquellos que colocaban en las paredes, para publicitar la película en el cine, seguramente sería hasta ilegal, así que guardarme el secreto. Luego fui yendo a los videoclubs y les preguntaba que pósteres de película tenían que no quisieran, y muchas veces me decía busca ahí y a veces, ¡premio! Había alguna película chula que me gustaba. En mi cuarto tuve por mucho tiempo a Drácula, La casa de los mil cadáveres, El exorcista... Me hacía mis propios pósteres haciendo collages de trozos de imágenes de películas que encontraba.
Ahora es mucho más fácil, encuentras por internet, puedes
solicitarlos, encargarlos. O si eres muy cinéfilo disfrutar buscando
fotografías o pósteres de películas en algunos puestos. Lo hacía en Sevilla y
ahora por Barcelona.
Sobre los carteles, me fascinaban los pintados. Ahora ya
son diseños más digitales, pero me gustaban mucho los antiguos y clásicos
realizados a mano, valoro mucho el arte que había y que sigue habiendo. La
variedad de versiones que sacan según el país a dónde va destinado, creo que es
una labor muy fascinante y muy importante también, como todo trabajo en el
cine. Hay que valorar todas y cada una de las personas que trabajan para
promocionar, montar, realizar, el cine que nos gusta.
He tenido que pensar mucho qué póster de película me gusta como primero, aparte de que muchos de ellos me encantan, aunque no me guste la película. Primero voy a hablar del primer póster que vi, del que tengo recuerdo y que me impresionó. Aparte de la película, y cómo ahora ha hecho su 50 aniversario, pues se lo dedico. Sería la película Tiburón, 1975. Realizado por Roger Kastell. Es un póster muy sencillo, hay muchos que imitan este estilo. Veo que se divide en dos zonas, dos realidades, pienso yo. La realidad tranquila, y la realidad terrorífica en un segundo nivel. Y remarcar las mandíbulas del tiburón, en un principio fue realizado de otra manera para la novela y definido el tiburón, como un pene. Con toda la razón, porque la verdad viendo el diseño parece eso, un gran pene que emerge de las profundidades para darle lo suyo a la nadadora. Entonces Kastell fue haciendo bocetos y mostrando las enormes mandíbulas que dan título a la película (no tiburón como llamamos). Recuerdo que la primera vez que vi el póster fue en un cine de verano cuando fuimos a verla, que me causó tal terror. Tanto tiburón como pirañas para mí son los dos terrores más verdaderos que puedan existir, junto con la orca después.
Como segundo, me gusta mucho el póster de la película El exorcista, de 1973. Fue realizado por Bill Gold. Y me atrae muchísimo, porque dentro de la simplicidad de la fotografía, enmarca el eje central de quien es el protagonista realmente. Se ve la silueta de él, iluminado no sólo por la farola sino por esa ventana, cómo si lo atrajera. La farola parece como un gran ojo blanco sin pupila que está observando la situación. No vemos su rostro, no sabemos quién es él, no sabemos qué va a hacer ahí. En la película se verán varios sacerdotes, se verá varios personajes que parecen importantes y principales. Pero realmente, quién es importante en la trama es el verdadero exorcista. Bill Gold también realizó el póster de La naranja mecánica y Casablanca.
Luego me gustan mucho los pósteres muy visuales y
coloridos que se utilizan para el cine de Almodóvar. Son distintos artistas
como: Oscar Marine, Ceesepe, Javier Jaen, etc. Cuando ves esos pósteres ya
sabes que son películas de Almodóvar, son rasgos reconocibles, al igual ocurre
con otros directores como Woody Allen, o incluso con Hitchcock, o Tim Burton.
Con Almodóvar me encanta el rojo predominante y los azules eléctricos. De todos sus pósteres me fascina el utilizado en la película Carne trémula (1997), realizado por Juan Gatti. Porque muestra totalmente la sensualidad, la intensidad de una de las escenas de la película, pero con libertad de pensamiento puede ser hombre - mujer, mujer-mujer, hombre-hombre. No hay una muestra explícita de quiénes son, pero sí la pasión de esos dos cuerpos. El juego de ambos cuerpos unidos, con brazos y manos tocándose, el color, la luz. Creo que transmite perfectamente esos sentimientos del momento que luego se entenderá viendo la película.
Otro póster sería de As bestas, de 2022. Es uno en particular que no llega a mostrar el rostro de todos, pero sí muestra la lucha, los dientes y las bocas de ellos como si fueran bestias, animales salvajes en plena batalla. Peleando entre sí, defendiéndose y luchando, tal cual la imagen sería: con dientes. Me gustó mucho ese póster y esa imagen, fue realizado por el estudio Partizan, hay muchos otros pósteres de esta película, pero creo que esa imagen remarca, resalta realmente lo que mostrará la película. El colorido y las ropas, parece un cuadro. Una imagen muy impactante.
El póster de la película Noche de miedo, de 1985. Hay muchas más versiones parecidas de esta imagen. La división que se hace en la imagen, la casa con la silueta en la ventana, esa nube en el cielo iluminada por la Luna, que nos muestra lo oculto y terrorífico. Es el rostro del amor, con esos ojos poseídos y esa gran mandíbula que luego veremos en la película, Los cabellos formados con bestias que se pierden en la noche. Peter Mueller es el autor del cartel.
El cartel de Big Fish, de 2003. Fue realizado por el equipo de diseño de la productora de Tim Burton, junto a él. Y creo que es una obra preciosa, de nuevo la silueta recortada ahora en un amanecer o un atardecer, las grandes letras que enmarcan a esa silueta y que se ramifican con distintos detalles en sus ramas. Las letras del estilo de Burton. El color de ese campo, el camino, mostrando el mundo imaginario que veremos en la película. Invitando a realizar esa gran aventura que nos comenta, sigue el camino y sabrás la historia de Big Fish.
Y un póster que utilizo muchas veces como mi foto, es THX 1138, de 1971. Diseñado por Rick
Tetzloff. Me siento muy identificada con ese póster, no sé por qué, además con
el número 11 que me persigue siempre. Creo que es una gran obra, y la
simplicidad de esa imagen, la curiosidad de quién es. La técnica fue de Rick,
pero se basa en las ideas de Lucas, de su visión futurista, con esa atmosfera
opresiva. Muestra el marcaje en la oreja, sin cabellos. Creo que es una imagen
con mucho simbolismo.
Arte de Renato Casaro.
Tiburón 2 (Jaws
2, Jeannot Szwarc, 1978).
Arte de Lou Feck
El más allá (...E
tu vivrai nel terrore! L'aldilà, Lucio Fulci, 1981).
Arte de Enzo Sciotti
Oscar “Woody” Correa
Me uno a este reto de elegir 3 carteles de cine,
carteles que es verdad que no solo anuncian películas, sino que a veces se
convierten en arte por derecho propio, generando gran impacto adicional a la
propia peli (ejemplo el cartel de V de Vendetta que lo ha acogido como
imagen el grupo de hackers Anonymous, o Tiburón que ha sido
referenciado/parodiado/meme miles de veces). La elección se basa en el sencillo
criterio de los me gustaría poner/tener en casa, si se pudiera (que no se
puede), también por los que han creado una imagen que va más allá de las
películas:
La naranja mecánica (A Clockwork Orange, Stanley Kubrick, 1971).
Evoca de un solo vistazo el choque que será luego
la experiencia visual, con una composición muy sencilla realmente. La imagen
además hace un juego con un gran triángulo negro invertido (en un gran fondo
blanco) en el centro, que realmente es la A del título de A Clockwork Orange
dejando abajo en estilo psicodélico de los 70 el “Clockwork Orange”… Dentro del
triángulo, aparece Malcolm McDowell, saliendo visualmente del marco, y
generando una profundidad y sensación de que va salir del cartel a por ti… a
correr!!!
Metropolis (Metropolis, Fritz Lang, 1927).
Diseño art déco futurista que se ha convertido en
uno de los carteles más coleccionados del mundo, sobre todo si te gusta la
ciencia ficción. Ha llegado ser ícono de muchos elementos como del
expresionismo alemán, del art déco y del propio cine de ciencia ficción. La
figura de robot femenino en primer plano con ciudad “futurista” con
rascacielos, puede ser ahora perfectamente una realidad en muchas de las nuevas
ciudades de China (100 años después). Si tuviera que elegir una portada para
todo el género de ciencia ficción, me quedo con esta!
El discreto encanto de la burguesía (Le charme discret de la bourgeoisie, 1972) y El fantasma de la libertad (Le fantôme de la liberté, 1974).
Son 2 carteles, pero realmente siguen el mismo
esquema surrealista, minimalista y provocador (y también la misma paleta de
colores rosas y misma fisionomía). Aunque realmente los hicieron dos artistas
diferentes el sentido y la forma están totalmente en línea (seguro que guiados
hasta el último detalle por Buñuel). Las imágenes son absurdas en el sentido de
humor visual y con mucha crítica social, es decir, fiel reflejo de la idea de
cine Buñuel.
David Suárez
El regreso de los muertos vivientes (The Return of the Living Dead, Dan O’Bannon,
1985).
Una auténtica maravilla de cártel. Ha envejecido de maravilla y a pesar de los años que han pasado desde el estreno sigue siendo de los mejores carteles de la historia del cine, muy completo y espectacular.
Demons (Demoni, Lamberto Bava, 1985).
Para mí de los más espectaculares carteles que se han hecho jamás, y es que el cine italiano está lleno de grandes carteles, pero el de Demons supera cualquiera de ellos. Para mí es muy impactante y sobre todo la frase de cabecera es bestial.
Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975).
De los más grandes carteles, con una simplicidad
que enamora. La imagen, un tiburón y una chica en una tabla de surf, con solo
eso se ha conseguido uno de los mejores carteles de la historia que todo
cinéfilo tiene en su pared, la imagen a pesar de la sencillez es muy impactante
y una auténtica joya.
David Cortabarria
Mis tres
favoritas de… carteles de cine
La
propuesta es muy complicada, ya que resulta complicado quedarse con sólo tres
carteles favoritos. Así que es más bien un fotograma extraído de la larga
película sobre carteles de cine que me gustan, una muestra (forzosamente) muy
pequeña.
Proyecto
Brainstorm (Brainstorm, Douglas Trumbull, 1983).
En
aquellos años donde la cartelería en mi ciudad (San Sebastián) se regía por una
anarquía vírica de máxima difusión posible sin regulación legal existente o
respetada (que se exacerbaba en época electoral), jamás olvidaré el impacto de
ver decenas de carteles de Proyecto Brainstorm a lo largo de varias
calles consecutivas del centro. A mis 9 años, prehumanoïde (con diéresis, sí)
asociado a todo lo que oliera a ci-fi, fue el primer cartel con el que me di
cuenta del poder que tiene una buena ilustración. En este caso el diseño que se
empleó en España supera el original, mucho más funcional y olvidable.
Es una
ilustración con un diagrama de flujo que muestra lo esencial del contenido de
tan apasionante película sin incurrir en destripe alguno. Y a esa fidelidad
argumental añade una capa de libertad artística con ese arcoíris, y un aroma
irremediablemente ochentero con el empleo de aerógrafo, tan coyuntural como
atinado.
La
película sigue siendo el gozadón de siempre, adelantado a su tiempo (algo
típico en Trumbull), y con uno de los finales más alucinantes y resonantes que
se puedan tener. Nunca me canso de reivindicar este título.
El nombre de la rosa (The Name of the Rose, Jean-Jacques Annaud, 1986).
En este
caso el cartel representa a un cartelista fuera de serie, el estadounidense
Drew Struzan (1947). Todos, absolutamente todos sus carteles tienen un poderío
visual que hace que tengas que mirarlos y observarlos, en lugar de rematarlos
con un simple vistazo. El arte de Struzan no se agota jamás. Atraviesa en
diagonal un conjunto de películas míticas y esenciales en la historia del cine.
Escojo la
del nombre de la rosa porque es muy representativa del autor. Con ese William
of Baskerville, un Sean Connery impecable, como motivo principal de una
ilustración que sintetiza muy bien el resto de personajes de la película.
Funciona tan bien que es también una excelente portada para el libro de Umberto
Eco.
La
película sigue siendo una joyita, Annaud la ambientó de perlas, pese a los
notables cambios que llevó a cabo respecto al libro. La película es notable, y
el libro apasionante. Ambos artefactos dialogan de perlas pese a sus diferentes
enfoques, y los recomiendo encarecidamente.
Así en la tierra como en el infierno (As Above, So Below, John Erick Dowdle, 2014)
Un cartel
sencillo, con un tratamiento estilístico breve pero muy conciso, y que
literalmente le da la vuelta a la icónica Torre Eiffel para expresar con total
acierto el concepto mismo de la película, mostrado pero no desvelado. En primer
lugar, el cartel llama mucho la atención. Y en segundo, se completa del todo al
término del visionado de la película.
Un film
sobre los cataphiles, los valientes practicantes del urbex (exploración urbana)
de las catacumbas de París, que se ven embarcados en un descenso (¿Ascenso?) a
los infiernos filmado con buen pulso narrativo, lo cual hace que el visionado
no decaiga nunca. De esas películas que fluyen sin problemas y que se
convierten en pequeños clásicos en la vida de un cinéfilo. No hacen ruido, ni
han tenido una promoción agobiante, y nunca ganarán ningún premio, pero da
igual, porque terminas teniendo una relación muy personal con ellas que te
seduce y enriquece. Y eso es mucho más de lo que puedo afirmar sobre otros
títulos que se llevan todo el bombo publicitario y que caen en la irrelevancia.
En esta
película, que por supuesto recomiendo, el cartel es la preciosa portada de un
libro muy entretenido que no quiere inventar la rueda, pero sí que te
transportes deliciosamente sobre ella.
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