jueves, 3 de octubre de 2024

Jones, Cleopatra Jones.

 

En 1953 se publicó la primera novela del super agente James Bond, Casino Royale (Casino Royale), un éxito de público que propició la continuación de más libros sobre el personaje. Pero éste adquirió toda su dimensión pop y su completa consagración al dar el salto a la gran pantalla al poco de iniciarse la década de los sesenta con Agente 007 contra el Dr. No (Dr. No, 1962), con dirección de Terence Young [1]. El terremoto que causó en las taquillas de medio mundo el estreno de aquella pionera aventura cinematográfica del agente británico, daría inicio a una longeva saga que llega hasta nuestros días, así como al surgimiento de toda una larga serie de imitadores que, al servicio de las más variadas empresas y países, se subieron al carro de la moda y la fama de Bond. Los italianos fueron posiblemente quienes más insistieron en proponer sus super agentes con los más diversos objetivos, enemigos y gadgets [2], seguidos de cerca por los españoles, y en múltiples ocasiones juntos en régimen de coproducción.


En aquellos coloridos años sesenta, en los Estados Unidos la lucha por los derechos civiles de las diferentes minorías, y en especial de los negros, cobró vital importancia. El 2 de julio de 1964 se promulgó la Ley de Derechos Civiles de 1964, pieza clave para prohibir la discriminación y la segregación racial. Aunque aún deberían pasar unos años para que se fuera aceptando a lo largo del país (no en todos los estados se vio con los mismos ojos). Junto a manifestaciones y marchas pacíficas se dieron también sangrientas revueltas raciales, como las acontecidas en el vecindario de Watts, en el sur de Los Ángeles entre el 13 y el 16 de agosto de 1965, o en Detroit entre el 23 y 28 de julio de 1967 -relatadas por Kathryn Bigelow en su película Detroit (Detroit, 2017)-. A lo largo de los sesenta, y paralelamente a la reclamación de los derechos civiles por parte de la comunidad negra, se estrenaron en los cines una serie de películas de carácter progresista y liberal, propiciadas por blancos, que tenían por objeto la integración de la gente de color en la sociedad, títulos que pretendían dar protagonismo y personalidad a los actores y personajes afroamericanos, durante décadas confinados a roles secundarios y a personajes cliché. Junto a éstas, también arribaron a las pantallas producciones más modestas, pero fuertemente combativas. Además de curiosas y plausibles propuestas por parte de aguerridos luchadores de los bajos presupuestos. Mas al llegar los setenta, en tiempos del “orgullo negro”, reventaron la taquilla unas películas con ciertas características en común que desde las páginas de Variety denominaron despectivamente como blaxploitation. Se considera Algodón en Harlem (Cottom Comes to Harlem, 1970), dirigida por el actor afroamericano Ossie Davis, el primer blaxploitation [3]. Distribuida por la United Artists, la película se alzó, según Variety, como la vigésimo primera más taquillera de su año, tras recaudar unos ocho millones en su trayectoria comercial por las pantallas. Aunque el pistoletazo de salida lo daría Las noches rojas de Harlem (Shaft, 1971), traslación a la pantalla del personaje de John Shaft, creado por el escritor y guionista Ernest Tidyman. La cinta, dirigida por Gordon Parks para la Metro Goldwyn Mayer, ingresaría más de veintitrés millones de dólares sólo en suelo estadounidense. La seguirían una enorme catarata de títulos que aprovecharon el filón, la mayoría a cargo de pequeñas y medianas productoras, tipo AIP o Dimension, junto a otro buen puñado de la mano de las majors, como la ya citada MGM, o la Warner. Esta última quiso sacar tajada con títulos como Superfly (Superfly, 1972), de Gordon Parks Jr., Cinturón negro (Black Belt Jones, 1974), de Robert Clouse, o las dos aventuras protagonizadas por el personaje de Cleopatra Jones.


Dentro del blaxploitation, más dado a situar sus tramas en un entorno urbano de gueto, fueron varias y variadas las propuestas que nos trajeron un socias de color de James Bond. Universal estrenó en 1973 Bolt, agente trueno (That Man Bolt), firmada por Henry Levin y con Fred Williamson en el rol del super agente de turno. Jim Kelly, el Williams de la cinta de artes marciales Operación Dragón (Enter the Dragon, 1973), de Robert Clouse (un film, por otro lado, bastante deudor de la saga Bond), encarnaría a diversos super agentes en algunas de las películas en las que trabajó durante los setenta (más de una para el psicotrónico Al Adamson). Pero de todos estos personajes jamesbondianos de color surgidos en el blaxploitation ha quedado como el más icónico e inolvidable la Cleopatra Jones a la que diera forma y vida la modelo Tamara Dobson en un par de películas para la Warner Bros.


Cleopatra Jones no era el primer agente especial femenino que se había hecho con el protagonismo principal de un film de super espías. En 1966 Joseph Losey dirigió Modesty Blaise, superagente femenino (Modesty Blaise), adaptación al celuloide del personaje creado para tiras de prensa por el guionista Peter O’Donnell y el dibujante Jim Holdaway en 1963 [4]. Un film, estrenado por la Twenty Century Fox y con Monica Vitti en el rol protagónico, que ocasionó un muy mal sabor de boca a los seguidores del personaje por las (muchas) licencias tomadas por los responsables de una película que precedía en muchos aspectos a la caótica Casino Royale (Casino Royale, 1967) que firmaran Val Guest, Ken Hughes y John Huston. Modesty Blaise fue tal vez (y pese a todo) la más famosa aunque no la única mujer super agente de los sesenta, ahí está el díptico de Jesús Franco conformado por El caso de las dos bellezas/Rote Lippen, Sadisterotica y Bésame, monstruo/Küss mich, Monster, ambas rodadas en coproducción entre España y Alemania y estrenadas en 1969, con Janine Raynaud y Rosanna Yanni en los respectivos roles de las agentes Diana y Regina. Y hubieron más, no muchas pero sí unas cuantas más que fueron buscando hacerse un hueco en un terreno dominado por hombres. Aunque claro, estamos hablando de super espías de raza blanca.

Tamara Dobson es Cleopatra Jones

En 1973, aprovechando la moda del blaxploitation, la saga oficial de James Bond incorporaba una serie de personajes de color para uno de los títulos más exóticos de la serie, Vive y deja morir (Live and Let Die), donde la actriz negra Gloria Hendry encarnaba a Rosie, pionera chica Bond de su etnia (si bien tenía más peso en la trama el personaje de Solitaire, a la que daba vida la caucásica Jane Seymour). Aquel mismo año la Metro Goldwyn Mayer estrenaba Shaft en África (Shaft in Africa), con dirección de John Guillermin, sacando al personaje del detective John Shaft del neoyorkino barrio de Harlem y enviándolo a una aventura con cierto toque jamesbondiano por el continente negro, y donde el principal papel femenino recaía en la belleza de ébano Vonetta McGee. Mientras que la Warner, en su afán de aprovechar el filón de aquel cine afroamericano, estrenó la primera aventura de la agente Cleopatra Jones. Un título con todas las características visuales y temáticas de este tipo de películas (música funky, estética kitch y exagerada, importancia del gueto, orgullo negro, etc), pero tratando de dar al producto un toque más cosmopolita, más internacional. Si, por ejemplo, la Coffy que encarna Pam Grier ese mismo año en el film homónimo dirigido Jack Hill es una justiciera, una chica de clase trabajadora que cogerá las armas para combatir las injusticias contra su gente, Cleopatra Jones es un personaje más sofisticado, más glamuroso y de altos vuelos, que lucha contra el crimen organizado. De igual modo, la primera es un título descaradamente explotativo, que juega con las consabidas (y esperadas por el público) bazas del sexo y la violencia, no faltando en su metraje desnudos, drogas, tiroteos, etc.; mientras que la segunda tiene un tono más desenfadado (en ocasiones casi infantil), más para todos los públicos, más colorista y pop, que la acerca descaradamente al mundo de los cómics.


En su primera película, Cleopatra Jones (Cleopatra Jones, 1973), dirigida por todo un especialista del cine de explotación, el gran Jack Starrett, nuestra aguerrida agente se las tendrá que ver con Mommy, una oronda lesbiana traficante de droga encarnada (nunca mejor dicho) por una madura Shelley Winters [5], quien en aquellos años realizó un puñado de papeles excesivos y bizarros (y que nos encantan), como su inolvidable Ma´ Kate Barker en Mamá sangrienta (Bloody Mama, 1970), de Roger Corman, o la Bertha de Masacre en el condado de Cuello Rojo (Poor Pretty Eddie, 1975), de David Worth.

En esta aventura, nuestra agente desbarata la distribución de narcóticos de Mommy, y la oronda villana contraataca tratando de desprestigiar el centro de rehabilitación para jóvenes negros a cargo del novio de aquélla, Reuben (Bernie Casey). Pero Cleopatra Jones no está sola, cuenta con la ayuda de los hermanos Johnson (Albert Popwell y Caro Kenyatta), expertos en artes marciales. Rodada en un momento álgido para el blaxploitation, la película contó con muchos rostros habituales del subgénero: además de Berney Casey, encontramos a Antonio Fargas, Brenda Sykes, o Jeannie Bell (sin acreditar). Y el guion lo escribió otro actor destacado del cine afroamericano de los setenta, Max Julien [6], pensando originalmente en que lo protagonizara su compañera en aquellos tiempos, la también intérprete Vonetta McGee [7]. Sin embargo, sería la modelo de Vogue reconvertida a actriz Tamara Dobson (quien previamente sólo había aparecido brevemente en dos títulos) la elegida para el papel principal. 

Quedan grabados en las retinas los villanos (la Winters y el mafioso al que da vida Fargas), las bien resueltas escenas de acción, la banda sonora de J.J Johnson, cuyo tema principal corrió a cargo de Joe Simon, el desparpajo de su protagonista principal, siempre por encima de las circunstancias, y sobre todo sus detalles más pop: sus continuos cambios de atuendo (siguiendo a la Modesty Blaise de la Vitti) y ese lujoso Corvette cuya matrícula luce “CLEO”.


Mucho más divertida, alocada y conseguida resulta su segunda entrega, Cleopatra Jones y el Casino de Oro (Cleopatra Jones and the Casino of Gold, 1975), dirigida por Charles Bail [8]. Un título más cercano al espíritu de James Bond, con unas miras más internacionales y exóticas [9], y también más próximo al mundo de la historieta, en el que llama la atención sus semejanzas con las viñetas de las Hijas del Dragón de los cómics Marvel [10]. Las películas de artes marciales, que arrasaron en los Estados Unidos (y por casi todo el planeta) en la década de los setenta, fueron muy bien recibidas por el público de color, y pronto el blaxploitation respondió con sus propios héroes marciales [11]. El más recordado y quien más reincidió en este tipo de producciones fue el arriba citado Jim Kelly, pero igualmente otros, como Ron Van Clief (el Dragón Negro) o James Iglehart [12], dejaron algunas aportaciones. También el cómic aprovechó dicha tesitura, y Marvel dio en el clavo al hacer equipo entre el héroe afroamericano por excelencia de la “casa de las ideas”, Luke Cage, con el artemarcialista Puño de Hierro, e hizo lo propio de manera femenina con Misty Knight y Colleen Wing [13]. En la segunda aventura fílmica de Cleopatra Jones, nuestra protagonista de igual modo formará equipo con una chica oriental [14], en este caso una joven china, Tanny Tien Ni. Y es que Cleopatra Jones y el Casino de Oro fue una coproducción con los Shaw Brothers y su rodaje tuvo lugar en Hong Kong, logrando de este modo un mayor exotismo (de cara al público occidental) y una mayor aproximación al cine de artes marciales. En esta secuela, los hermanos Johnson son capturados en Hong Kong por unos desalmados cuando trataban de infiltrarse en una organización clandestina haciéndose pasar por traficantes. Hasta allí se dirige Cleo para terminar por descubrir, con la ayuda de la muchacha china, que quien controla todo el cotarro es Lady Dragón, una (de nuevo) mafiosa con gustos sáficos que opera desde su casino en Macao (el local que da título al film), a la que presta su imagen la guapísima Stella Stevens, en un registro diferente del dado por la Winters a su homóloga.


Una tercera entrega nunca llegaría. Para la segunda mitad de los setenta el blaxploitation iba poco a poco dejando de interesar al público y este tipo de cine se terminaría de extinguir con el cambio de década. Las majors fueron las primeras en perder el interés, siendo las pequeñas productoras las que continuaron tratando de estirar el chicle hasta que pudieron. Sin embargo, la huella de Cleopatra Jones quedó patente en trabajos como TNT Jackson (1974), largometraje de la New World filmado en Filipinas bajo la batuta del director local Cirio H. Santiago y con Jeannie Belle de protagonista; Velvet Smooth [vd: Velvet Smooth. Suave terciopelo, 1976], de Michael Fink, con Johnnie Hill interpretando a la valerosa agente que daba título a la cinta -un blaxploitation tan macarra y desvergonzado como aquel The Black Gestapo [vd/tv/br: Black Gestapo, 1975 que dirigiera el exploiter Lee Frost]; o la producción filipina Cleopatra Wong (1978), de Bobby A. Suarez, con Marrie Lee al frente del reparto. Ya en el presente siglo, en Austin Powers en Miembro de Oro (Austin Powers in Goldmember, 2002), de Jay Roach, tercera entrega de las andanzas del paródico super espía británico interpretado por el cómico Mike Myers, la cantante Beyoncé interviene como la agente Foxxy Cleopatra, que luce un setentero look con plataformas, pantalones de campana, camisas de cuello grande y peinado afro, y cuyo nombre hace evidente alusión por un lado al personaje de Pam Grier en la película Foxy Brown [tv/vd/dvd: Foxy Brown, 1975], de Jack Hill, y por otro a la Cleopatra Jones que interpretara Tamara Dobson.

Beyoncé como Foxxy Cleopatra

La Dobson fallecería en 2006 en Baltimore, Maryland, según declaraciones a la prensa de su hermano, Peter Dobson, debido a complicaciones de neumonía y esclerosis múltiple. Hacía mucho que se había retirado de las pantallas. El resto de sus trabajos, alternando cine y televisión y ya fuera de aquel cine afroamericano comercial y explotativo repudiado por la crítica, no llegaron nunca a alcanzar el papel que consagró en el séptimo arte, abandonando el medio al poco de iniciarse los ochenta [15]. Y sin embargo, bastaron sus dos películas con el personaje de Cleopatra Jones para quedar (después de Pam Grier) como la actriz más recordada del blaxploitation.

Alfonso & Miguel Romero

[1] Previamente, la pequeña pantalla había ofrecido una pionera adaptación de Casino Royale en el programa Climax! de la CBS, emitido el 21 de octubre de 1954. Con dirección de William H. Brown Jr., y contando con Barry Nelson como James Bond y Peter Lorre en el rol de Le Chiffre.

[2] Incluso algunos personajes del spaghetti-western, como Sartana y Sabata (interpretados por Gianni Garko y Lee Van Cleef respectivamente) incorporaron jamesbondianos gadgets en su armamento.

[3] La película adaptaba la novela homónima escrita por Chester Himes.

[4] Fue adaptada también a la literatura, en trece novelas y varias colecciones de relatos cortos ya desde 1965, Y en cine, además de la película de Losey, conoció sendas traslaciones más en 1982, y 2003. La primera un telefilm realizado por Reza Badiyi y con Ann Turkel en el papel principal, el piloto de una serie que no llegó a cuajar; y la segunda una producción de Quentin Tarantino (fan del personaje y no mucho de la adaptación de Losey), que dirigió su amigo Scott Spiegel y con Alexandra Staden como la intrépida Modesty Blaise.

[5] Recordaba el malogrado actor Paul Koslo (quien interpretaba en la cinta a uno de los gánsteres) que la Winters le cogió manía desde el principio, siempre poniendo objeciones a todo lo que aquél hacía. Hasta el punto que Starrett tuvo que poner orden y llamarle la atención a la veterana actriz.

[6] Inolvidable protagonista de The Mack [vd: Goldie el chulo, 1973], de Michael Campus. Es la película que ve el personaje de Gary Oldman en Amor a quemarropa (True Romance, 1993), de Tony Scott (a partir de un libreto de Quentin Tarantino, recordemos); y la escena más famosa del film de Campus, aquella en la que el protagonista recibe un premio al “chulo del año” sería parodiada por los hermanos Wayans en I’m Gonna Git You Sucka [tv: Sobredosis de oro; vd: Voy a por ti, 1988] con el personaje de Flyguy, interpretado por Antonio Fargas.

[7] Se les pudo ver juntos en Thomasine & Bushrod [tv: Thomasine y Bushrod/Tres golpes al día, 1974], escrita también por Julien y con dirección de Gordon Parks Jr. Una versión negra del Bonnie y Clyde (Bonnie & Clyde, 1968), de Arthur Penn, ambientada en los años 10, en el final del Oeste, en lugar de en los tiempos de la Depresión.

[8] Especialista y actor que había dado el paso a la realización en 1974 con otro blaxploitation, Black Sanson, protagonizada por Rockne Tarkington.

[9] Que llevaría al agente 007 a, por ejemplo, Japón, en Sólo se vive dos veces (You Only Live Twice, 1967), de Lewis Gilbert. El segundo James Bond de la saga oficial, el australiano George Lazenby, a punto estuvo de protagonizar una película con Bruce Lee; la muerte del Pequeño Dragón dio al traste el proyecto, pero Lazenby intervendría en dos películas en régimen de coproducción entre Australia y Hong Kong: Tie jin gang da po zi yang guan/Stoner [vd: Stoner, agente muy especial, 1974], firmada por Feng Huang y rodada en Hong Kong, y El Dragón vuela alto (The Man from Hong Kong, 1975), con dirección de Brian Trenchard-Smith y protagonizada por la estrella de artes marciales Jimmy Wang Yu, quedando el actor australiano relegado aquí al rol del villano.

[10] Dúo integrado por la afroamericana Misty Knight y la japonesa Colleen Wing, personajes ambos surgidos en los cómics de Puño de Hierro, y que formaron equipo por primera vez en el número 32 de la publicación Deadly Hands of Kung Fu, en enero de 1977, con guion de Chris Claremont y el arte de Marshall Rogers.

[11] De forma análoga, la moda del blaxploitation se hizo notar en el cine facturado en Hong Kong, como demuestra la progresiva inclusión de funky en sus bandas sonoras (en ocasiones pirateadas de películas americanas, como fue el caso de la música de Isaak Hayes para Las noches rojas de Harlem, que puede escucharse en varias películas del antigua colonia británica); la inclusión de actores negros en los repartos; o que se realizaran remakes (apócrifos) de los títulos señeros del black cinema de la época, caso de Do hou mi shi (aka The Drug Connection/The Sexy Killer), dirigido por Sun Chung para los Shaw Brothers, que viene a ser una versión hongkonesa de la arriba citada Coffy.

[12] Ron Van Cliff protagonizó durante los setenta una serie de trabajos rodados en Hong Kong, como aquel ¿Quién mató a Bruce Lee? (Long zheng hu dou jing wu hun/Revenge of the Black Dragon, 1975), acreditada en su cartel a Tommy Loo Chung. James Iglehart por su parte intervino en un puñado de títulos de la AIP en coproducción con Filipinas, entre las que nos gusta destacar Dioses de bambú y karate (Iron Gods and Iron Men, 1974), rodada en Hong Kong por Cesar Gallardo.

[13] El año antes, Al Adamson ya había hecho su propio cruce entre blaxploitation y cine de artes marciales con Dynamite Brothers (1974), donde unían sus fuerzas un negro y un chino (Timothy Brown y Alan Tang, respectivamente).

[14] También podríamos nombrar a los Hijos del Tigre, quienes igualmente hicieron su entrada en las páginas de Deadly Hands of Kung Fu en la década de los setenta. Un trío conformado por un chico de origen chino, Lin Sun, un afroamericano de Harlem, Abraham “Abe” Brown, y uno caucásico, Robert Diamond.

[15] Su otro rol más celebrado es el de la interna “Dutchess” en la cinta carcelaria Rejas ardientes (Chained Heat, 1983), de Paul Nicholas. Film donde Tamara Dobson volvía a encontrase con Stella Stevens.

Pam Grier en Coffy

Chen Ping en The Drug Connection



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