jueves, 31 de julio de 2025

Bill Haley & His Comets en México

 

Bill Haley, cuyo nombre real era William John Clifton Haley, nacido en Highland Park, Detroit, Míchigan, el 6 de julio de 1925 y fallecido en Harlingen, Texas el 9 de febrero de 1981, fue un pionero del Rock ‘n’ Roll y un músico fundamental para cualquier amante de la cultura. Debo decir que me encanta toda su trayectoria, pero en este artículo quiero centrarme en su etapa en México.

Todo el mundo sabe que Bill Haley & His Comets cosecharon grandes éxitos como “Rock Around the Clock”, “See You Later, Alligator”, “Shake, Rattle and Roll” , “Skinny Minnie”, “Razzle Dazzlee”, “Green Door”, Crazy Man, Crazy”, "Land of the Thousand Dances", etc... Un hecho que les hizo alcanzar una gran fama fue la inclusión en la película Semilla de maldad (Blackboard Jungle, Richard Brooks, 1955) de su gran hit mundial “Rock Around The Clock”.

En la década de los sesenta la banda alterna su escena norteamericana y europea con América Latina, decidiendo quedarse en México. Inicialmente fueron invitados por el empresario Rogelio Azcárraga, permaneciendo varios años en el citado país, cosechando un gran éxito y popularidad, tanto con sus temas de siempre como con otros nuevos, con un repertorio magnífico de twist y por supuesto de Rock ‘n’ Roll. El twist estaba muy en boga en esa época y Bill Haley and His Comets fueron uno de sus mayores representantes, triunfando en esos lares y en otras latitudes. En 1961-62 firmaron con el sello discográfico “Orfeón Records” y obtuvieron un exitazo con el tema “Twist Español”, al que seguirían otros, como por ejemplo “Florida Twist”. Tradujeron incluso su nombre como Bill Haley y sus Cometas.  Quiero reseñar el tema "See You Later Alligator" que aparecía en el film Jóvenes y rebelde (Julián Soler, 1961), que cantó con Adalberto Martínez Resortes, para esta ocasión...

Fueron habituales del programa de televisión, patrocinado por el sello discográfico Discos Orfeón, Discotheque Orfeón a Go-Go (que también se llamaría Premier Orfeón Dimsa y Rock 730). Una joya televisiva en la que actuaban grandes figuras de la época y con gran amplitud de estilos. Hace poco escribí sobre Toño Quirazo [1], que triunfó con el ska y también hizo boogaloo, latin funk, … incluso cumbia, teniendo excelentes apariciones en ese espacio televisivo. Por allí pasaron asimismo grandes estrellas como Big Joe Turner, Los Belmonts, Los Locos del Ritmo, Los Hoolligans, Los Babys, Los Rockin’ Devils, … Me gustaría rendir homenaje a las fabulosas gogos de este imprescindible show, que animaban con sus bailes yeyés las actuaciones de las bandas. Bailarinas legendarias como: Lucía Gullmáin, Lisa Gali, Gilda y Lucía Deneken, Malena Soto, Elba Aponte, etc … Volviendo al combo que nos ocupa, decir que realizaron muchas canciones en castellano, Haley hablaba el idioma. El twist fue un gran acierto en el estilo musical del grupo. Es obligado también mencionar a otros genios de este estilo como Chubby Checker o Hank Balladar. En 1966 Los Cometas graban un disco para el citado sello Orfeón como músicos de sesión del icónico Big Joe Turner, aunque no participó Haley sí podemos verle en tv, tocando en el programa mexicano reseñado, junto a Turner y los Cometas. Por cierto, en ese año también en la misma discográfica publican una excelente versión del “California Sun”, popularizada por los maravillosos The Rivieras.

En 1967 Bill Haley, sin los Cometas, graba una demo en Phoenix (Arizona) del tema country “Jealous Heart”, con una banda de mariachis. Como ya se ha dicho, además de en el país azteca, siguieron cosechando éxitos y actuando en USA y Europa. En 1974 harían de hecho una gran gira por Sudamérica y el viejo continente.

Grabó excelentes discos en esta etapa (como en todas) y grandes temas, además de los anteriormente reseñados de la etapa mexicana, como ”Tampico Twist”, “Rambuchas Twist”, ”Riviera” ,”Jalisco Twist”, “Tacos de Twist”, "Caravana Twist", "China Twist"…

 Os recomiendo el CD In Mexico 1961-1962/Twist Español- Four Complete Albums Plus Bonus Tracks. Contiene los álbumes TwistBikini Twist, Twist Vol. 2, Twist en México y también trae bonus tracks, como ya indica el título.

No se puede entender la música sin estos artistazos que fueron Bill Haley and His Comets.

Alfonso Carlos López

[1] En https://lesdansesmacabres.blogspot.com/2025/07/tono-quirazco.html

 



lunes, 28 de julio de 2025

Cuentos Macabros: "El Centro Comercial"


 


Nunca había ido a ese centro comercial. Mi amiga me convenció de ir para ver cómo era. Era como otro cualquiera: tiendas, supermercados, cafeterías, bares...

Vimos unas cuantas tiendas de ropa, luego nos metimos en el supermercado para comprar algo de comida, que hacía falta en nuestras casas. Después fuimos a una cafetería a tomar un café.

Al terminar fuimos en busca de algún aseo.

El de la primera planta lo estaba limpiando una señora muy mayor, que nos comentó que fuéramos al de la planta del sótano. Bajamos por las escaleras, nunca me gustaron los ascensores. Al llegar todo estaba casi en penumbra. Los aseos se encontraban al lado de los ascensores. Mi amiga decidió esperar fuera, mirando el facebook en su móvil.

Eran unos servicios muy oscuros, con azulejos marrones, lo que les daba un tono más tenebroso. Tenían sólo una luz pequeña encima de unos de los dos lavabos que había. A la derecha, en un pasillo, había tres puertas con los unitarios. La primera puerta estaba cerrada, en la última había una poco de luz, pero se escuchaban risitas de cría. Pensé  “vale, es una niña pequeña que está haciendo pis, su madre estará arriba esperando”. Me pareció raro que una madre dejara a una niña pequeña bajar al sótano ella sola. Fue un pensamiento corto. Entré en el del medio.

 Me bajé los pantalones y empecé a orinar. Noté que la risa era más fuerte y sentí que el pomo de la puerta giraba. Tenía puesto el pestillo. Grité “ocupado”. La risita paró y escuché cómo corría. Me quedé paralizada, un miedo atroz se apoderó de mí. Me quedé quieta y se apagó la luz. Me levanté y me subí los vaqueros enseguida. Grité que ya estaba bien de cachondeo, que se estuviera quieta. Volvió la luz.

 Abrí la puerta, salí y vi que en el de al lado se volvía a escuchar la risita.

Me metí de nuevo en el aseo y volví a cerrar la puerta. Noté como el pomo giraba de nuevo. La risa se elevó a una risa infernal. Empezó a dar patadas a la puerta y oí que algo decía:

 -         Está ocupado.

No podía moverme del miedo. Escuché de nuevo el sonido de alguien corriendo.

 Abrí la puerta y fui corriendo hacia la salida. Subí las escaleras y enseguida vi a mi amiga, que me vio y sonrió:

 -         Por fin, has tardado bastante.

-         ¿No has visto salir a nadie del baño?

-         No ha salido ni entrado nadie.

-         Pero si había alguien dentro y ha salido corriendo... Era una niña pequeña.

-         No me asustes, no ha salido nadie.

 Le expliqué lo que me había sucedido. Decidimos entrar las dosa los baños del sotano.

 La primera puerta estaba cerrada, la segunda y la tercera abiertas por completo y no había nadie.

 Me fui a los lavabos  para lavarme las manos, mi amiga me siguió.

 De repente se escuchó un portazo, las dos nos miramos asustadas.

 Miramos hacia el pasillo y vimos como unas manos huesudas aparecían en la penumbra. No lo pensamos dos veces, salimos corriendo, gritando. Subimos las escaleras y al final vimos a un vigilante.

Nos quedamos mudas por un momento, le comentamos que alguien nos había molestado en los baños de abajo. Él nos respondió:

 -         No hay baños en los sótanos.

-         Sí, acabamos de estar en ellos.

-         Pues lo siento mucho, pero no hay baños abajo.

-         Una limpiadora nos dijo que fuéramos al del sótano mientras ella limpiaba el de aquí arriba.

-         ¿Qué limpiadora?

 Fuimos al otro baño y vimos que había una muchacha joven limpiando los baños. No era la misma.

 Nos tomaron un poco por dos chifladas.

 Nos fuimos corriendo en busca del coche.

 No sé qué ocurrió ese día y, la verdad, no creo que quiera saberlo.

 Mi amiga y yo no hemos vuelto hablar del tema. Y por supuesto no pensamos volver a ese centro comercial.

 Es más, nunca he vuelto a entrar en un aseo público sola.


Cuento de Malina Murnau.

miércoles, 23 de julio de 2025

VV.AA. “Play Misty For Me… Music From the Films of Clint Eastwood” (New Continent, 2024).

 

Clint Eastwood comenzó su carrera en las pantallas a mediados de los años cincuenta (del pasado siglo), dándose a conocer entre el gran público gracias a la televisión con la serie de la CBS Rawhide (1959-1965). Pese a la oposición y desconfianza de Hollywood, se haría una estrella de la gran pantalla tras venir a Europa y rodar con Sergio Leone la denominada “trilogía del dólar”, interpretando al lacónico “hombre sin nombre”. De vuelta a los USA seguiría forjando su imagen/mitología con una serie de títulos que, de una u otra manera, miraban hacia sus trabajos en el spaghetti-wéstern, encontrando un muy buen aliado en el veterano director Don Siegel. Hombre de cine y excelente empresario, Eastwood fundaría su propia productora, la Malpaso, para poder controlar mejor su carrera y gestionar sus trabajos con las majors. Y a comienzos de los setenta da el salto a la dirección con el psycho-thriller Escalofrío en la noche (Play Misty For Me, 1971), cuya trama sería copiada en la década siguiente en la exitosa (e intrascendente) Atracción fatal (Fatal Attraction, Adrian Lyne, 1987). Los setenta empezaron fuertes, tras destacar en el cine del Oeste (aunque a John Wayne no le gustara un ápice su visión del mismo y así se lo hiciera saber) triunfaría también en el policiaco al aceptar el papel de Harry Callahan en Harry el sucio (Dirty Harry, 1971). Adaptado el guion a la imagen y modos que el público esperaba de Eastwood y con dirección nuevamente de Siegel, la cinta, distribuida por Waner Bros, fue todo un bombazo, alzándose junto a French Connection. Contra el imperio de la droga (The French Connection, William Friedkin, 1971) como el film policial más importante, influyente y copiado de la década (y no sólo en suelo usamericano). El público acudió en tropel a las salas mientras que la crítica (junto a algunos pensadores e intelectuales de distinta ideología) continuaba rasgándose las vestiduras y alarmándose por la violencia que se había apoderado del cine en aquellos años (tras la caída del viejo y caduco Código Hays y la instauración de un nuevo código por edades). Fue sonado el escrito de Pauline Kael desde las páginas del New Yorker publicado el 15 de enero de 1971 donde atacaba a la película tachándola de simplista, fascista y de arremeter contra los valores democráticos. Nuestro protagonista seguiría cimentando su fama a lo largo de aquellos años con una serie de trabajos en los que ejercía de actor, productor y/o realizador, probando distintos registros, dejando ver sus gustos y personalidad, volviendo al personaje de Harry de vez en cuando (para conseguir dinero tras algún título más personal y que no había cuajado en la taquilla), apoyado las más de las veces por el público, y siendo observado con desdén en no pocas ocasiones por los críticos (a veces más por cuestiones políticas e ideológicas que estrictamente cinematográficas).

Escalofrío en la noche (1971), el debut en la dirección de Clint Eastwood

Serían primero los franceses, como pasara antes y después con muchos otros cineastas, quienes, en los ochenta, le prestaran atención y dedicaran una retrospectiva a su obra, que contaba ya en tareas de dirección con no pocos títulos de gran valor y que la miopía de muchos críticos se negaba aún a ver. Desde Estados Unidos, y el resto del mundo, el reconocimiento (y triunfo en los Oscar) le llegaría unos años después, a comienzos de los noventa, gracias a un nuevo wéstern (género muerto cinematográficamente en los ochenta), Sin perdón (Unforgiven, 1992), que él mismo dirigió y protagonizó, y que dedicaría a sus dos maestros: Leone y Siegel. A lo largo de la década seguirían otros trabajos en la dirección que continuaron fijando su buen nombre, caso de Un mundo perfecto (A Perfect World, 1993), Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County, 1995) o Medianoche en el jardín del bien y del mal (Midnight in the Garden of Good and Evil, 1997), a la par que se le dedicaban docenas de libros y artículos (re)descubriendo viejos films que pasaron desapercibidos en su estreno (para parte de la crítica). Reconociendo a Eastwood como un cineasta completo, y el último clásico (no sólo por edad, sino también por sus formas) de un Hollywood cambiante/mutante que cada vez más se apartaba más y más de lo que un día fue y significó.

Sin perdón (1992), la consagración de Eastwood como cineasta

Pero además Clint Eastwood siempre ha declarado/demostrado su amor por la música. Él mismo es compositor, pianista y guitarrista, y se ha subido a los escenarios en no pocas ocasiones para estas lides, solo o compartiendo tablas con múltiples y variadas personalidades. La música ha sido una pieza muy importante en el puzle de sus trabajos de ficción, y junto a estos el cineasta ha participado en distintas labores en diversos documentales con la música y/o los músicos como protagonistas. Ya en la arriba citada Escalofrío en la noche, la película que supuso su debut en la dirección, la música estaba presente desde el mismo título original, y Eastwood interpretaba a un disc jockey radiofónico. Y a lo largo de su trayectoria frente o tras las cámaras ha seguido mostrando su interés y gusto por lo musical. Pero de igual modo que antaño sus películas eran ignoradas (para recuperarlas con los años observando una evolución y una visión de conjunto), también en el terreno musical se está dando un enfoque parcial e incompleto y demostrando la poca memoria que el personal tiene. O mejor dicho, la memoria selectiva de aquéllos. Echando un ojo a los últimos documentales sobre Clint Eastwood, siempre se resalta y alaba la importancia que el jazz tiene para el cineasta. Algo totalmente cierto. Muchos de sus films cuentan en su banda sonora con piezas de jazz, él ha señalado personalmente su amor por este género en numerosas ocasiones, llevó a imágenes la vida de Charlie Parker en el biopic Bird (Bird, 1988), contando con Forest Whitaker para encarnar al mítico saxofonista, y produjo los documentales Thelonious Monk: Straight, No Chaser (Charlotte Zwerin, 1988) sobre el aclamado pianista de jazz, y Monterey Jazz Festival: 40 Legendary Years (Will Harper, 1998) en homenaje a tan insigne evento. Pero de igual modo, nuestro hombre ha citado y demostrado en no pocos momentos su amor por otros estilos que conforman el Americana, como el blues y el country. No está de más recordar/recomendar la serie documental The Blues (The Blues, 2003), producida por Martin Scorsese, y donde Clint Eastwood ejerció como productor y director de alguno de los episodios. ¿Y qué decir de la importancia del country en tantos y tantos títulos de su filmografía? Con la inclusión de un buen ramillete de canciones en sus bandas sonoras y con la participación/aparición de algunos de sus intérpretes en sus películas, pongamos por caso Charlie Rich en Duro de pelar (Every Wich Way But Loose, James Fargo, 1978), o Merle Haggard en Bronco Billy (Bronco Billy, Clint Eastwood, 1980). Es más, una de las primeras obras maestras como director de Eastwood fue El aventurero de medianoche (Honkytonk Man, 1982). Ambientada en los años de la Gran Depresión, Clint interpreta a Red Stovall, un cantante de country enfermo de tisis y alcohólico empeñado en llegar al Grand Ole Opry en Nashville para hacerse un nombre en la industria. Le acompañará en el trayecto su sobrino Whit, interpretado por su hijo en la vida real Kyle Eastwood quien, lo que son las cosas, dejaría la actuación para convertirse en un destacado y reconocido músico. La sombra de muchas estrellas del country, principalmente la de Hank Williams, sobrevuela por esta historia de perdedores, donde además se dejan ver algunas famosas personalidades de esta música de raíces, como Porter Wagoner en un cameo, o Marty Robbins en un pequeño pero determinante papel. Robbins, por cierto, no llegó a ver la película estrenada, pues falleció poco antes de que llegara a los cines. No terminó de cuajar, ni la crítica la encajó en su momento, -fue mejor recibida por ésta en Europa que en los Estados Unidos [1]-, ni era lo que quería el público [2]. Los años setenta fueron ideales para las country movies, pero los ochenta no eran ya el mejor escenario para este tipo de películas [3]. El aventurero de medianoche continúa entre los trabajos más olvidados de Clint Eastwood, al igual que su excelente banda sonora publicada por Warner (en la que también participó), y es que mientras para la crítica presumiblemente progresista y/o elitista de las dos grandes costas y para la intelligentsia gabacha el jazz es cool y culto, el blues ha pasado a un segundo y poco importante plano y el country no deja de ser la música de los conservadores rednecks del Sur y el Medio Oeste americano.

Clint Eastwood y Marty Robbins en El aventurero de medianoche (1982)

Play Misty For Me… Music From the Films of Clint Eastwood, LP editado por New Continent [4], reincide en esto que estamos hablando. En su contraportada dedica unas líneas a la afición y (buen) gusto de Clint Eastwood por el jazz y el blues, aunque a lo largo de sus surcos la música negra rural no tenga ninguna presencia y predomine, por supuesto, el jazz. Acertadamente, el título de reminiscencias musicales de la opera prima como director del homenajeado protagonista de este disco, da nombre al álbum, y es precisamente “Misty” del pianista Erroll Garner, que tan insistentemente pedía en la película la desequilibrada Evelyn Draper (Jessica Walter), la canción con la que arranca el presente vinilo (de precioso color azul). Para continuar con una selección de quince cortes (siete en la cara A y ocho en la B) volcada en destacar la dedicación jazzística de Eastwood en las bandas sonoras de sus films. A tal modo que se incluye el “All the Things You Are” de Stan Getz Quartet, procedente de la película (a todas luces menor/alimenticia) El principiante (The Rookie, Clint Eastwood, 1990), o la pieza “Round Midnight” de Thelonious Monk del (no muy conocido) citado documental sobre este músico, en lugar de canciones procedentes de trabajos más aplaudidos y/o exitosos de nuestro hombre. No puede faltar algún tema de Charlie Parker por Bird, y el seleccionado es “Laura”. El jazz vocal de Dinah Washinigton aparece por partida doble con “I’ll Close My Eyes” y “Blue Gardenia”, ambas de Los puentes de Madison (la película con más presencia en el LP), de donde también se extrae el “I See Your Face Before Me” de Johnny Hartman, y el “Poinciana” de Ahmad Jamal; mientras que Billie Holiday se integra con “I’ll Be Seeing You” procedente de J. Edgar (J. Edgar, Clint Eastwood, 2011).

Eastwood como Dave, el dj de Escalofrío en la noche (1971)

Mas no todo el disco es jazz, los crooners (habituales en el cine de Eastwood al igual que en el de Scorsese) también tienen su hueco, y podemos escuchar a Perry Como con “Catch a Falling Star”, de Un mundo perfecto, Tony Bennett con “I Wanna Be Around”, de Medianoche en el jardín del bien y del mal, y Dean Martin con “Ain’t That a Kick in the Head”, de Cazador blanco, corazón negro (White Hunter Black Heart, Clint Eastwood, 1990), estupenda película esta última en la que el de San Francisco encarnaba al director John Huston durante el rodaje de La reina de África (The African Queen, 1951). El doo wop está presente con el “Sherry” de The Four Seasons, por Jersey Boys (Jersey Boys, Clint Eastwood, 2014), la cinta que el cineasta le dedicara a dicho conjunto vocal, en especial a su líder y voz principal, Frankie Valli. E incluso finalmente el country tiene su representación en dos cortes, el eterno “Folsom Prison Blues” de Johnny Cash, por Fuga de Alcatraz (Escape from Alcatraz, Don Siegel, 1979), y “Don’t Worry” de Marty Robbins, por Un mundo perfecto.

Obviamente, quince temas son muy pocos para recorrer/representar la extensa y longeva filmografía del homenajeado. Se echa en falta, además de lo señalado más atrás, la música de Morricone para la “trilogía del dólar” o la sintonía que Lalo Schifrin compuso para Harry el sucio, tótems del cine con mayúsculas que no han tenido aquí cabida, junto a otras tantas películas, más o menos importantes, de Eastwood, también con destacadas y destacables bandas sonoras, como podríamos citar la música tradicional de El seductor (The Beguiled, Don Siegel, 1971). Con todo, una atractiva selección de temas que agradará no sólo a coleccionistas y fans de Eastwood (que son legión), sino a todo aquel que se presuma con algo de sensibilidad y gusto musical.

Alfonso & Miguel Romero

[1] En los USA recibiría los elogios del escritor y dramaturgo Norman Mailer, quien la consideraba la mejor producción americana de ambiente rural desde La última película (The Last Picture Show, Peter Bogdanovich, 1971).

[2] Para salir del bache, a continuación Eastwood dirigiría y protagonizaría la cuarta entrega de la saga de Harry Callahan, Impacto súbito (Sudden Impact, 1983).

[3] No obstante al año siguiente llegaba a las carteleras Gracias y favores (Tender Mercies, Bruce Beresford, 1983), contando con un libreto de (nada menos que) Horton Foote, y con Robert Duvall dando vida a Mac Sledge, una vieja estrella del country caída en el alcohol a quien se le presenta una nueva oportunidad en la vida. Una historia que parece inspirar la muy posterior Corazón rebelde (Crazy Heart, Scott Cooper, 2009), que le valió un Oscar a su actor principal, Jeff Bridges.

[4] Dentro de su colección dedicada a la música de películas de destacados realizadores y de la que en estas páginas hablamos hace un tiempo del LP sobre Quentin Tarantino: https://lesdansesmacabres.blogspot.com/2025/06/vaaa-once-upon-time-tarantino-sound.html


jueves, 17 de julio de 2025

Cuentos Macabros: "El ARLEQUÍN"



Suelen tener la cara y las manos blancas. Casi siempre son de porcelana con sus trajes en blanco y negro; o de otros colores, pero mitad y mitad. Con sus gorros ridículos y con esos malditos cascabeles. Sí, me refiero a los putos arlequines.

 Reconozco que nunca me gustaron, ni los payasos y menos los arlequines. 

Nunca me hubiera comprado uno. Pero una vez por mi cumpleaños me regalaron uno. No era grande, unos veinte centímetros, con su traje clásico, mitad blanco mitad negro. Su gorro picudo pero caído terminado en un cascabel. Pero lo peor eran su cara y sus manos. Pensé quién en su sano juicio podría regalar algo así.  Sus ojos eran totalmente negros, su boca fina y cruel, llena de dientes y una sonrisa espantosa. Lo más horrible eras sus puñeteras manos, esqueléticas, pálidas, y sus uñas puntiagudas pintadas de negro.

Cuando abrí el regalo y vi semejante aberración, puse cara de decir: pero qué coño. Me lo regaló una amiga del instituto, no sé qué estaría pensando para regalarme eso. Me miró con cara de preocupación,  preguntando si me había gustado. Y yo por educación le dije que por supuesto. Celebraba mi dieciséis cumpleaños, quién coño le regala esto a una adolescente.

Lo puse en una estantería que tenía en mi dormitorio, sentado, apoyado en los libros. Sus piernas colgaban, era aterrador. Juraría que a veces se movían cuando abría las ventanas y entraba algo de brisa.

Se lo intenté regalar a mi hermana pequeña, que lo rechazó. Es más, no sé cómo no me dijo que me lo metiera en el culo.

 Estuve a punto de tirarlo a la basura, pero pensé que mi amiga al entrar algún día en mi habitación diría dónde pusiste mi regalo.  

Estuvo un tiempo guardado en mi armario, pero a veces no me acordaba y al abrir la puerta y encontrar a eso sentado, mirando, me daba unos sustos increíbles. En los cajones de la cómoda igual, era abrirlo y susto. Así que lo dejé donde lo puse la primera vez. En la estantería de los libros, con esas espantosas piernas colgando. 

Pasaron los meses y mis padres me obligaron a pintar mi habitación y la de mi hermana pequeña. Comenzamos con la mía. Mi hermana me ayudó a mover las cosas de mi habitación a la suya. 

Cuando agarró el arlequín, mi hermana empezó a bromear con él. Sabía que me daba miedo y empezó con las bromas. Luego de reírse un poco lo dejo en su cama tirado al lado de los libros y las otras cosas que tenía en la habitación. 

Pintamos la habitación, bajamos a almorzar y cuando todo estuvo seco volvimos a colocar las cosas. Al acercarme a la cama de mi hermana vi que el arlequín no estaba donde ella lo dejó. Estaba todo lo demás menos él. Entró mi hermana y se lo comenté. Puso cara de asustada. Lo buscamos por todos lados. Se lo dijimos a mi madre. Ella no lo había visto. Había desaparecido.

 Pasamos una noche un poco asustadas, no era para menos. Pasaron los días, meses, inclusos años. El arlequín no dio señales de vida. ¿Cómo pudo desaparecer?

Pues bien hoy he cumplido treinta años y un compañero de mi novio me ha entregado un regalo, muy bien envuelto con lazo y todo. Lo abro con mucha ilusión. En el interior puedo ver que el arlequín, mi arlequín está ahí en esa caja.

Terminó la fiesta y ya en la cama mi novio me intento consolar,  diciendo que sería otro arlequín. Qué no le diera importancia. Después de hablar bastante del tema. Mi novio se levantó y tiró el arlequín al cubo de la basura. Pues bien, a las seis y media me desperté al escuchar un ruido de cascabel. Encendí la luz y di un grito espantoso. El arlequín estaba en la cama tumbado a nuestro lado, en medio de los dos. 

 Han pasado varios días desde mi cumpleaños. El arlequín no quiere esta vez abandonarme. Hemos intentado librarnos de él y nada. Vuelve conmigo. Han pasado dos meses mi novio, el muy cobarde, me ha abandonado. Pasa del tema, le puede.

 Aquí estoy sola con el maldito arlequín.

Son las tres de la madrugada, me ha despertado un susurro en mi oído. He escuchado una voz que me decía: Siempre estaré a tu lado.

He encendido la luz de la mesilla, me he girado y el arlequín está tumbado a mi lado, en la almohada.

 He tenido que dejar el trabajo. Estaba distraída muy cansada. Estoy rara, muy rara. El arlequín duerme todas las noches conmigo. Me veo cada día más pálida

  -Eva ¿sabes algo de tu hermana? 

- No, la he llamado toda la semana y no me pilla el teléfono ni el móvil. 

- Me pasa lo mismo, estoy muy preocupado por ella. ¿Tú tenías unas llaves de su apartamento, verdad?

- Sí, pensaba pasarme esta tarde para saber qué coño pasa. 

- ¿Puedo ir contigo? Me siento fatal por haberla dejado sola. La quiero mucho. 

- Eso es verdad, fuiste un capullo al dejarla. 

- Lo sé ¿puedo ir contigo o no? 

- Vale, a las ocho en la puerta de su bloque. 

- De acuerdo, ahí estaré. Hasta luego.

Abren la puerta del apartamento. Todo esta oscuro. Encienden la luz. Gritan su nombre. No hay respuesta. Van a la habitación, la luz no enciende. Eva saca su móvil y lo pone la linterna, alumbra a la cama y encuentra dos arlequines casi idénticos. En la boca de uno se puede ver una sonrisa, y en la del otro una mueca de tristeza.


Cuento creado por Malina Murnau.

miércoles, 9 de julio de 2025

Toño Quirazco


Antonio Quirazco López, conocido musicalmente como Toño Quirazco, fue uno de los artistas y compositores más relevantes que hayan existido. Nacido en Xalapa (México) el 22 de abril de 1935 y fallecido el 25 de octubre de 2008, nos dejó un gran legado cultural. Pionero del ska en su país, en 1966 con su grupo los Hawaiian Boys hizo una extraordinaria versión del “Jamaica Ska” del gran Byron Lee que sería todo un éxito en México y popularizó el género allí. Incluso viajó a Jamaica. Creó una manera de hacer música personalísima y fascinante. Podéis verlo acompañado, además de la formación señalada, con otras como: Toño Quirazco y su Conjunto, Toño Quirazco y su Hawaiiana, Toño Quirazco y su Show Cartier...

Quirazco desarrolló diversos estilos además del ska, como por ejemplo el boogaloo la cumbia, etc...  De 1965 a 1973 grabó para el mítico sello Discos Orfeón. El ska fue lo que le dio una gran fama y actuaba en los shows del legendario programa de televisión Discoteque Orfeón A Go Go. Destacan en sus discos la steel guitar, teniendo mucha influencia de Santo & Johnny. Ha influenciado a montones de bandas de ska y poseía una gran fuerza y originalidad.


Su discografía cuenta con temazos como: “Mérida Ska”, “Estambul Ska”, “Ska Hawaiiano”, “Jalapa Ska”, “Como baila boogaloo”, “Soul Makossa”, “Anoche”, etc…  harán disfrutar a cualquier amante de la música. Debo señalar que, además de sus maravillosos temas propios, las versiones que hizo fueron fabulosas: “Ska de los santos”, “La múcura”, “El vendedor de melones”, “Al lado”, etc…

Su discografía es increíble, con una gran calidad: A ritmo de boogaloo, Jamaica Ska, Toño Quirazco y sus Hawaiian Boys, Ska Vol. II, Soul Makossa. etc… Por supuesto, además de los larga duración, grabó montones de EPs y singles. Yo lo primero que conseguí de este genio fue un álbum que se llamaba El Rock de los 60, quedé fascinado y fui buscando sus grabaciones.

En los 90 en México los combos skatalíticos revalorizaron la obra de Quirazco, aunque siempre fue un referente en cualquier época.

Toño Quirazco. un grande de la música

Alfonso Carlos López

domingo, 6 de julio de 2025

El último baile del señor Rubio.

 

A la edad de 67 años y debido a un paro cardíaco nos dejaba este pasado 3 de julio el actor Michael Madsen, hermano mayor de la también actriz Virginia Madsen. El servicio médico que llegó a su hogar tras recibir una llamada lo encontró ya muerto en su casa de Malibú, que hace años comprara a su amigo David Carradine.

Con una inabarcable filmografía (principalmente en la serie B), permanecerá por siempre en el imaginario colectivo por su papel como el señor Rubio (y su famosa escena torturando al policía) en Reservoir Dogs (1992), la opera prima en la realización de Quentin Tarantino. Quien pensó en él para dar vida a tan peligroso y fascinante personaje fue el veterano director de culto Monte Hellman, que había trabajado con él en La Iguana (1988) unos años antes y que aquí ejercía como productor.

Tarantino volvería a contar con Madsen tanto en algunas de las películas que dirigiera como en las que ejercía otras funciones. Así lo veríamos en Kill Bill vol.1 (2003) y kill Bill Vol.2 (2004) dando vida a Budd, el hermano de Bill. En Los odiosos ocho (2016) era Joe Gage, y tendría un brevísimo cameo en Erase una vez… en Hollywood (2019).  Pero también intervendría en Sin City. Ciudad del pecado (Robert Rodriguez, 2006) -en la secuela su personaje recaería sin embargo en un actor bien distinto a él, Jeremy Piven- como el compañero del personaje de Bruce Willis, y fue uno de los moteros de la biker-movie Hellride (Larry Bishop, 2008).

Michael Madsen poseía una de las voces más reconocibles de Hollywood, y la prestó en no pocas películas de animación y videojuegos. De personalidad contradictoria también escribía poesía. Tenía publicados varios libros y preparaba uno nuevo, además de registrar sus impresiones, a lo largo de sus viajes y estancias de hotel, en cualquier trozo de papel que tenía mano (o incluso en una caja de cerillas).

Su vida no fue un lecho de rosas, y sus escarceos con las drogas y el alcohol resultaron bien sonados. Casado en tres ocasiones, la última con DeAnna Morgan, ex del músico Brian Setzer, tendría hasta siete hijos. La prensa se encargó de airear sus problemas domésticos con éstas y algunos de sus vástagos, como el caso de Hudson Lee Madsen, que se suicidó en enero de 2022, y cuyo recuerdo atormentaría a nuestro protagonista hasta el fin de sus días.

Destacamos a continuación seis de sus películas fuera del universo de Tarantino situadas casi todas ellas entre los márgenes de la que fue su mejor década (al menos a nivel comercial), los años noventa del pasado siglo XX.

La muerte golpea dos veces (Kill Me Again, John Dahl, 1989).

Madsen era el gánster Vince Miller en el debut como director de John Dahl y que protagonizaran Val Kilmer y su entonces esposa Joanne Whalley. Una muestra del talento de su realizador, llamado a revolucionar/reivindicar el cine negro, género en el que reincidiría con las magníficas Red Rock West (1993) y La última seducción (1994).

The Getaway (La huida) (The Getaway”, Roger Donaldson, 1994).

Sería el peligroso Rudy Travis, el matón enviado a matar a la pareja protagonista, en este remake del conocido film de Sam Peckinpah. Papel que en la original recayera en otro tipo duro, Al Lettieri.

Wyatt Earp (Wyatt Earp, Lawrence Kasdan, 1994).

En la epopeya wéstern de Kasdan&Costner sobre el famoso marshall, sería Virgil, uno de los hermanos de Wyatt Earp. Por estar trabajando en ésta no pudo aceptar el papel de Vincent Vega en Pulp Fiction que finalmente recaería en John Travolta.


Mullholland Falls (La brigada del sombrero)
(Mullholland Falls, Lee Tamahori, 1996).

Junto a Nick Nolte, Chris Penn y Chaz Pelmentieri formaría parte de unos incorruptibles policías en este homenaje a las viejas películas de los años cuarenta que dirigiera el neozelandés Lee Tamahori, quien también contaría con él para la aventura de James Bond Muere otro día (2002), donde Madsen coincidiría con su viejo amigo y vecino Pierce Brosnan.

Donnie Brasco (Donnide Brasco, 1997, Mike Newell, 1997).

Como Sonny, el nuevo jefe de un grupo mafioso entre los que se infiltra un policía (Johnny Depp) a través de un pobre diablo del clan (Al Pacino). Basada en hechos reales.

The Florentine. Un bar de copas y amigos (The Florentine, Nick Stagliano, 1999).

Adaptación cinematográfica de la obra homónima representada en el off Broadway. Aquí con el pelo teñido de claro como el dueño del bar del título y acompañado en el coral reparto, entre otros muchos, por su buen amigo Chris Penn y su hermana Virginia. Un retrato de la amargura de un pueblo de Pensilvania, en pleno Cinturón del óxido, y de cómo tratan sus gentes de salir adelante [1].

En un momento de la arriba mencionada Donnie Brasco, el duro mafioso al que daba vida Madsen lee el periódico encontrándose con la noticia de la muerte del Duke y exclama “¡John Wayne no puede morir!”. Nosotros, por nuestra parte, en cuya memoria/formación cinéfila/cinefaga la figura de Michael Madsen (al igual que la de Wayne) forma parte insustituible e indeleble, exclamamos ¡Michael Madsen no puede morir!

Alfonso & Miguel Romero

[1] Para un más exhaustivo análisis de este film: https://cerebrin.wordpress.com/2025/05/28/the-florentine-tv-vd-dvd-the-florentine-un-bar-de-copas-y-amigos/



sábado, 5 de julio de 2025

Mis tres carteles de cine favoritos

 

Malina Murnau

Esta vez me parece casi imposible quedarte con tres. Me gusta muchos demasiados carteles de cine. Pero venga vamos allá, ahí van...

Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982).

Tengo que ponerlo en primer lugar sí o sí, es una de mis películas favoritas, criada de pequeña entre cómics del bárbaro. Esa banda sonora genial. Y qué decir de su cartel para el cine, una obra maestra.

La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968).

Este cartel me encantaba de pequeña y aún hoy en día es de mis favoritos.  El título en la lápida, ese brazo saliendo de la tumba, y esa pareja de zombis con sombras rodeada de cruces, y esos cipreses movidos por el viento. Una gozada quedarte viendo este cartel.

Demons (Demoni, Lamberto Bava, 1985).

Y queda el tercero después de darle al coco. Me encanta la película y el cartel se queda también entre mis favoritos. Es una pasada de póster, simple pero directo y da miedito.

Dejo atrás muchos, como me ponga con los clásicos no paro, otros como Tiburón (1975), Posesión infernal (1981), los del expresionismo alemán que adoro, y otros tantos.... que sería imposible ponerlos todos. Hala, feliz sábado :)

Carlos Enríquez

Le he dado unas cuantas vueltas, y si he de quedarme con tres pósteres míticos de la historia del cine, elijo:

Primero, el de Platoon (Platoon, Oliver Stone, 1986). Esa imagen del sargento Elías (Willem Dafoe) con los brazos al cielo es puro drama y tensión, y lo cierto es que la secuencia en concreto es una de mis favoritas del cine de todos los tiempos. El diseño del cartel se convirtió en símbolo universal del horror de la guerra, y fue reutilizado en USA en carteles antibelicistas, manifestaciones en contra de la guerra y demás. Platoon es una de mis películas favoritas de siempre, y la que más me gusta de Oliver Stone. 

Luego, creo que me quedo con el póster de La invasión de los ultracuerpos versión de los setenta (Invasion of the Body Snatchers, Philiph Kaufman, 1978). Aparte de gustarme la película, el poster me parece muy chulo. Circulan varias versiones, pienso que esta es la más suave, aunque no sé si será la original. Ocurrió igual con la versión de la película de 1956, que hubo que rediseñar los carteles porque eran muy siniestros para la época. 

Y, por último, el inquietante póster de El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973), con esa figura bajo la farola que sigue dando muy mal rollo. El póster principal es una imagen tomada directamente de la escena en la que el padre Merrin llega a la casa, envuelto en niebla. El artista Bill Gold, responsable del diseño, dijo que su intención era generar inquietud sin mostrar el horror directamente, algo que el propio Friedkin apoyó. Este cartel es, con toda probabilidad, uno de los más icónicos de la historia del cine.

Por cierto, iba a elegir también el cartel de El planeta de los simios, pero resulta que la imagen que me gustaba no era la original. Así que, al final, se quedan estos tres.

Alfonso Romero

El cartel de cine fue durante décadas un reclamo para el público, además de (muchos de ellos) auténticas obras de arte. Formando parte de la iconografía y de la mitología que pudiera adquirir la propia película. Productores y directores, tanto de los grandes estudios como desde la serie B o la explotación más descarada, sabían que un buen poster puede atraer a mucho público a las salas, aunque luego el film en cuestión no cumpliera las expectativas formadas por aquél. Lamentablemente, conforme avanzaba la década de los noventa del pasado siglo XX el arte del cartel de cine se fue extinguiendo en favor de portadas formularias, miméticas, que terminarían por irse al garete en el presente siglo y más aún, aunque pareciera difícil, en los tiempos de imposición de las plataformas digitales.

Hay cientos si no miles de carteles maravillosos a lo largo de la historia del séptimo arte. Quedarte con sólo tres es muy difícil, pero escojo un trío que al menos para mí representa lo que fue este arte perdido.

La parada de los monstruos (Freaks, Tod Browning, 1932).

A comienzos de los años treinta, cuando el cine aún era un medio joven y el sonoro no hacía mucho que había hecho su aparición (e imposición), los carteles de cine, eran coloristas (cuando las películas eran en blanco y negro) y llamativos. El film que hundió la carrera de Tod Browning (aunque con el tiempo lo consagraría entre los grandes), apropiadamente circense, tiene junto a la pareja protagonista a “los otros” protagonistas, los que le daban su título original.

Grupo salvaje (The Wild Bunch, Sam Peckinpah, 1969).

Minimalista, con las sombras proyectadas de los protagonistas, a los que apenas se distingue a ver dada la luz que les da, estaba muy alejada de las portadas de los wésterns clásicos (como la misma película), pero muy acorde con la enorme calidad artística de la cartelería de su época.

Dragstrip Riot (David Bradley, 1958).

Las películas de serie B adquirieron independencia respecto de la A y un cambio sustancial en su concepción industrial tras el término de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, con la llegada de los cincuenta y la caída del Sistema de Estudios del Hollywood clásico. Los carteles de estas películas del cinema bis tenían que enganchar al público para arrastrarlos a las salas de cine (o a los drive ins en tantas ocasiones) e insistían (dentro de lo que podían) en la violencia y el sexo.

Hay centenares de posters increíbles de B-movies. He escogido el de Dragstrip Riot porque, además de por su visible calidad y que contiene todos los ingredientes esenciales en su iconografía, por la importancia que ha tenido en el rockabilly, usado en múltiples ocasiones en portadas de discos, fanzines, etc.

Miguel Romero

En el siglo XXI, que todo se hace ya con ordenadores, las portadas de las películas parecen no tener mucha importancia. Todo lo contrario que antaño, cuando Roger Corman y cualquier productor con dos dedos de frente sabían que las carátulas eran esenciales para vender entradas, y se llegaban a hacer hasta antes que la película misma. Incluso cintas de presupuesto mínimo como las que facturaba Al Adamson tenían unas portadas increíbles.

Recuerdo de niño cuando iba por la calle y quedaba alucinado con los carteles de El hombre elefante, Dónde te escondes hermano, Viernes 13 o Los chicos del maíz.

Es imposible quedarse con tres, y seguro que alguna se olvida, pero entre mis favoritas desde luego que están:

Jaula sin techo (The Baby, Ted Post, 1973).

El todoterreno de la televisión Ted Post trató en el cine todos los géneros, la comedia, el western, la ci-fi, bélica… incluso el terror en este malsano thriller que acaba como una auténtica película de miedo. Afortunadamente recuperada con la llegada del DVD y las plataformas.

Ríe, payaso, ríe (Laugh, Clown, Laugh, Herbert Breson, 1928).

Elijo ésta por el impresionante maquillaje de Lon Channey, pero igual podría haber nombrado cualquiera de las que éste hizo con su amigo Tod Browning.

La semilla del diablo (Rosemary’s Baby, Roman Polanski, 1968).

Lo mismo que antes, la podría cambiar por las otras que protagonizó en aquellos años Mia Farrow, Ceremonia secreta (1968), Terror ciego (1971), Escalofrío (1977), …

Y cientos más…

Emilio Malet

El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973).

Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975).

Cobra, el brazo fuerte de la ley (Cobra, George P. Cosmatos, 1986).

Eduardo Álvarez Cónsul

La mujer del juez (Francisco Lara Polop, 1983).

Esta película se hizo claramente para el lucimiento de la hermosa vedette Norma Duval, que estaba triunfando en el Folies Bergére de París. En la portada aparece un dibujo de Norma Duval desnuda con zapatos de tacón alto rojos y la "L" inicial del título de tapando el trasero.

Foxy Brown (Foxy Brown, Jack Hill, 1974).

En esta blaxploitation protagonizada por la gran Pam Grier aparece un dibujo de ella y todo lo que puede pasar en la película.

Santo y Blue Demon contra Drácula y el Hombre Lobo (Miguel M. Delgado, 1973).

Hace 50 años eso de ver superhéroes latinoamericanos llamaba la atención, y ver a los luchadores enmascarados Santo el enmascarado de plata y Blue Demon en la portada y luego en celuloide luchando contra vampiros y hombres lobos y en un ring en la Arena México era y es una maravilla.

Manuel Jesús Pérez Molina

Siempre he pensado que el material gráfico, ya fuese cartelería, guías, fotocromos y demás artículos de promoción forman parte del atractivo de una película, sobretodo a edades tempranas donde mirar un cartel o una carátula hacía que tu mente fabricase de antemano la película antes de sentarte a verla. El cartel invitaba a soñar y a hacer funcionar una imaginación creativa. Aquí van tres carteles que me impresionaron mucho y consiguieron que me inventase otra película extra por el precio de una:

Tiburon 3 (L'ultimo squalo, Enzo G. Castellari, 1981).

Un fondo totalmente negro donde se aprecia la figura de un tiburón gigante emergiendo del fondo del mar tras una muchacha empequeñecida en una tabla de surf, me causó una impresión muy grande cuando me tropecé con ella siendo un niño que aún no conocía ni de oídas la peli original de Steven Spielberg. Parte de esa impresión tenía un fondo personal porque desde niño, año tras año, veraneando en Chipiona tenía la costumbre de bajar a la playa de noche y acercarme a la orilla del mar. El ver ese cartel con el fondo totalmente negro y la cabeza del tiburón asomando me hizo coger miedo seguir bajando a la playa de noche.

Guerrero ninja americano (Vampire raiders, ninja queen, Bruce Lambert, 1988).

Una película de ninjas, zombies, vampiros chinos y comedia de la Filmark de Tomas Tang cuyo cartel está inspirado en Golpe en la pequeña China de John Carpenter. Los carteles de esta productora eran impresionantes, llenos de figuras e ilustraciones que mezclaban éxitos del momento de Hollywood con los elementos propios de la productora: ninjas, vampiros, guerrilleros, explosiones, cyborgs etc. La mayoría de las veces uno se imaginaba la película con solo mirar el cartel, pero luego nada de lo visto aparecía en pantalla y la decepción era mayúscula, pero en el caso de Guerrero ninja americano todo lo que aparecía en el cartel luego se veía en pantalla por lo que esta película se convirtió en una de mis favoritas.

Masacre en Texas 2 (The Texas Chainsaw Massacre 2, Tobe Hopper, 1986).

Uno de los carteles más gamberros que recuerdo con la familia asesina y caníbal imitando la pose de los niñatos de El club de los cinco. Un chiste y toda una declaración de intenciones de lo que la película nos iba a ofrecer. Los puristas y fans acérrimos de la película original o no pillaron el chiste o se lo tomaron a mal porque Masacre en Texas 2 es casi un remake de la original pasada por el filtro de la ironía y el humor negro, como aquellas primeras películas de horror y gore de Peter Jackson.

Joanna Jones

Hoy día los carteles, las portadas, son lo peor de las películas. Y si aún se hacen películas interesantes -por más que muchos aseguren que el cine ha muerto-, el arte de los posters, el de Jano, Sanjulián y tantos otros, hace mucho que desapareció.

Se me hace raro mirar atrás y recordar que, en muchas ocasiones, cuando apenas tenías información de una película, te decidías por esa y no por otra por lo atractivo de su carátula. Como las portadas de los cómics de terror la Warren, o de los fumetti neri italianos, los carteles de las películas eran un componente esencial del producto, en este caso de la película en cuestión.

Curso 1984 (Class of 1984, Mark L. Lester, 1982).

Recuerdo cuando se estrenó la película, las inmensas ganas de visionarla nada más ver aquella magnífica portada con un grupo de punks malcarados y con mirada desafiante. Y lo mejor es que eran los malos.

Pulp Fiction (Pulp Fiction, Quentin Tarantino, 1994).

De las pocas, poquísimas, carátulas realmente buenas de su década. Un icono pop de los noventa.

Maniac (Maniac, William Lustig, 1980).

Otra carátula impresionante con la mitad baja del cuerpo de un asesino, al que evidentemente no podemos ver la cara, luciendo un machete ensangrentado en una mano y la cabellera de su última víctima (mujer, claro) en la otra. Políticamente incorrecta no sólo en los tiempos corrientes, pues en su momento levantó también mucha polémica, sería impensable que luciera actualmente en los cines. Su frase publicitaría también tenía su aquél acompañando la portada: “Te dije que no salieras esta noche”.

Alfonso Carlos López

Esta iniciativa de escoger entre los pósters preferidos de películas además de ser muy interesante me parece un acierto. Si bien es cierto que quedarse con tres es muy complicado.

El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973).

Film mítico de terror estadounidense de 1973, dirigido por William Friedkin. Inmejorable e inquietante cartel que nos define prácticamente lo que va a ser la película.

Quadrophenia (Quadrophenia, Frank Roddam, 1979).

Obra británica de 1979 de Fran Roddam excepcional con una ambientación en la época (1964) increíble. Todo un icono pop. Me encanta como hicieron el póster y la fuerza que tiene.

Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, F.W. Murnau, 1922).

Cinta de culto, terror e impresionismo alemán de 1922 de F. W. Murnau. Una joya en la historia del cine que siendo muda refleja todo el horror del vampiro. Impresionante el diseñado que imprime una fuerza enorme.

Ya decía que es dificilísimo quedarse con una terna, así que os nombro otros trabajos fabulosos: Plan Nine Fron Outer Space, Psicosis, Pulp Fiction,  la de la saga del El Señor de los Anillos, Amarcord, The Warriors, Drácula, Cabaret,  El padrino,  Apocalypse Now, Metrópolis, Abierto hasta el amanecer, Noche de miedo, Vértigo, Vacaciones en Roma, Pesadilla antes de navidad, Holocausto caníbal,  Nosferatu, vampiro de la noche, El jovencito Drácula, Belcebú (por cierto, tuve el honor de participar en la BSO con mi banda Iberia Trash), The Wanderers, La novia de Frankestein, Cannabis, Suspiria, Faster, Pussycat! Kill! Kill!Quién Puede Matar a un niño, Creepshow, La matanza de Texas, El gabinete del Dr. Caligary, Elvira Mistress of The Dark, Los santos inocentes, American Beauty, Torremolinos 73, Los Ángeles del Infierno, La gran comilona, y miles más.

Jorge Arincón

Hubo un tiempo en el que las películas se hacían con dedicación y se cuidaba hasta el mínimo detalle. Junto a una ilustración magnífica te ponía muchas veces alguna frase impactante que despertara tú curiosidad.

En el caso de los carteles, el sólo verlos muchas veces te inclinaba a querer ver una película. Este arte desgraciadamente se ha perdido. 

Las películas actuales se hacen cómo churros para el consumo inmediato, no cuidan el detalle. La mayor parte de las veces se limitan a poner una foto en primer plano de los protagonistas.

Se me hace muy difícil escoger sólo tres cárteles porque cada instante pienso en uno que podría ser mi favorito.

En el cine mudo, con el expresionismo alemán sobre todo, ya hay auténticas maravillas: Metrópolis, Nosferatu, ... También me encantan los de terror de la Universal, guapísimos los de La momia, El hombre invisible, ...

El cine negro también da muestras de obras de arte cómo El demonio de las armas, Gilda, ...

Las películas de Ciencia ficción de los 50 son otro momentazo: Tarántula, La humanidad en peligro, ...

De las pelis de Hitchcock inolvidable el de Vértigo.

En los setenta me quedo con esa icónica imagen de De Niro caminando por las calles en Taxi Driver.

En cine por entonces clasificado "S", merece mención especial la cartelería de la trilogía de Ilsa interpretada por Dyanne Thorne.

Brutales también los carteles de algunas blaxploitation cómo Coffy o Foxy Brown.

En los ochenta sigue cuidándose este arte con auténticas maravillas, ahí está por ejemplo Tiburón, El imperio contrataca, ...

Si me tengo que quedar sólo con tres, diría;

 Posesion Infernal (Evil Dead, 1981).

 Originalmente tenían previsto otro cártel y afortunadamente a última hora se decidieron por esta joya.

El demonio de las armas (Gun Crazy, Joseph H. Lewis, 1950).

 Un peliculón imprescindible y viendo a la protagonista en el cártel con la boina y las dos pistolas me imagino que entrarían muchas ganas de verla.

Tigra hielo y fuego (Fire and Ice, Ralph Bakshi, 1983).

 Tenía que escoger este dibujazo de uno de mis artistas favoritos que es Frank Frazetta. También me encanta otra maravilla de cartel que hizo para la película Ruta Suicida.

Ángel Marrero

 Tres carátulas que me fascinaron desde la primera vez que entré en un videoclub:

 El despertar de la momia (Dawn of the Mummy, Frank Agrama, 1981).

Creepshow (Creepshow, George A. Romero, 1982).

Link (Link, Richard Franklin, 1986).

Fue en el Videoclub Shewak, uno se los primeros (si no el primero) que aparecieron en Santa Cruz de Tenerife en los años 80. Qué recuerdos paseando por las estanterías de crío para volver a verlas, entre muchas otras, en aquel videoclub que recuerdo poco iluminado, con mobiliario desportillado, moquetas roñosas y un fuerte tufo a humo de cigarro. Y qué decir de aquellas carátulas resobadas y vapuleadas... Pero entrar en el Shewak era como entrar en el Paraíso!!

 Susana Annasus

 Una de mis pasiones de niña era pillar los pósteres de aquellas películas que me gustaban, que eran bien pocas, porque eran aquellos que colocaban en las paredes, para publicitar la película en el cine, seguramente sería hasta ilegal, así que guardarme el secreto. Luego fui yendo a los videoclubs y les preguntaba que pósteres de película tenían que no quisieran, y muchas veces me decía busca ahí y a veces, ¡premio! Había alguna película chula que me gustaba. En mi cuarto tuve por mucho tiempo a Drácula, La casa de los mil cadáveres, El exorcista... Me hacía mis propios pósteres haciendo collages de trozos de imágenes de películas que encontraba.

Ahora es mucho más fácil, encuentras por internet, puedes solicitarlos, encargarlos. O si eres muy cinéfilo disfrutar buscando fotografías o pósteres de películas en algunos puestos. Lo hacía en Sevilla y ahora por Barcelona.

Sobre los carteles, me fascinaban los pintados. Ahora ya son diseños más digitales, pero me gustaban mucho los antiguos y clásicos realizados a mano, valoro mucho el arte que había y que sigue habiendo. La variedad de versiones que sacan según el país a dónde va destinado, creo que es una labor muy fascinante y muy importante también, como todo trabajo en el cine. Hay que valorar todas y cada una de las personas que trabajan para promocionar, montar, realizar, el cine que nos gusta.

He tenido que pensar mucho qué póster de película me gusta como primero, aparte de que muchos de ellos me encantan, aunque no me guste la película. Primero voy a hablar del primer póster que vi, del que tengo recuerdo y que me impresionó. Aparte de la película, y cómo ahora ha hecho su 50 aniversario, pues se lo dedico. Sería la película Tiburón, 1975. Realizado por Roger Kastell. Es un póster muy sencillo, hay muchos que imitan este estilo. Veo que se divide en dos zonas, dos realidades, pienso yo. La realidad tranquila, y la realidad terrorífica en un segundo nivel. Y remarcar las mandíbulas del tiburón, en un principio fue realizado de otra manera para la novela y definido el tiburón, como un pene. Con toda la razón, porque la verdad viendo el diseño parece eso, un gran pene que emerge de las profundidades para darle lo suyo a la nadadora. Entonces Kastell fue haciendo bocetos y mostrando las enormes mandíbulas que dan título a la película (no tiburón como llamamos). Recuerdo que la primera vez que vi el póster fue en un cine de verano cuando fuimos a verla, que me causó tal terror. Tanto tiburón como pirañas para mí son los dos terrores más verdaderos que puedan existir, junto con la orca después. 

Como segundo, me gusta mucho el póster de la película El exorcista, de 1973. Fue realizado por Bill Gold. Y me atrae muchísimo, porque dentro de la simplicidad de la fotografía, enmarca el eje central de quien es el protagonista realmente. Se ve la silueta de él, iluminado no sólo por la farola sino por esa ventana, cómo si lo atrajera. La farola parece como un gran ojo blanco sin pupila que está observando la situación. No vemos su rostro, no sabemos quién es él, no sabemos qué va a hacer ahí. En la película se verán varios sacerdotes, se verá varios personajes que parecen importantes y principales. Pero realmente, quién es importante en la trama es el verdadero exorcista. Bill Gold también realizó el póster de La naranja mecánica y Casablanca.

Luego me gustan mucho los pósteres muy visuales y coloridos que se utilizan para el cine de Almodóvar. Son distintos artistas como: Oscar Marine, Ceesepe, Javier Jaen, etc. Cuando ves esos pósteres ya sabes que son películas de Almodóvar, son rasgos reconocibles, al igual ocurre con otros directores como Woody Allen, o incluso con Hitchcock, o Tim Burton.

Con Almodóvar me encanta el rojo predominante y los azules eléctricos. De todos sus pósteres me fascina el utilizado en la película Carne trémula (1997), realizado por Juan Gatti. Porque muestra totalmente la sensualidad, la intensidad de una de las escenas de la película, pero con libertad de pensamiento puede ser hombre - mujer, mujer-mujer, hombre-hombre. No hay una muestra explícita de quiénes son, pero sí la pasión de esos dos cuerpos. El juego de ambos cuerpos unidos, con brazos y manos tocándose, el color, la luz. Creo que transmite perfectamente esos sentimientos del momento que luego se entenderá viendo la película.

Otro póster sería de As bestas, de 2022. Es uno en particular que no llega a mostrar el rostro de todos, pero sí muestra la lucha, los dientes y las bocas de ellos como si fueran bestias, animales salvajes en plena batalla. Peleando entre sí, defendiéndose y luchando, tal cual la imagen sería: con dientes. Me gustó mucho ese póster y esa imagen, fue realizado por el estudio Partizan, hay muchos otros pósteres de esta película, pero creo que esa imagen remarca, resalta realmente lo que mostrará la película. El colorido y las ropas, parece un cuadro. Una imagen muy impactante.

El póster de la película Noche de miedo, de 1985. Hay muchas más versiones parecidas de esta imagen. La división que se hace en la imagen, la casa con la silueta en la ventana, esa nube en el cielo iluminada por la Luna, que nos muestra lo oculto y terrorífico. Es el rostro del amor, con esos ojos poseídos y esa gran mandíbula que luego veremos en la película, Los cabellos formados con bestias que se pierden en la noche. Peter Mueller es el autor del cartel.

El cartel de Big Fish, de 2003. Fue realizado por el equipo de diseño de la productora de Tim Burton, junto a él. Y creo que es una obra preciosa, de nuevo la silueta recortada ahora en un amanecer o un atardecer, las grandes letras que enmarcan a esa silueta y que se ramifican con distintos detalles en sus ramas. Las letras del estilo de Burton. El color de ese campo, el camino, mostrando el mundo imaginario que veremos en la película. Invitando a realizar esa gran aventura que nos comenta, sigue el camino y sabrás la historia de Big Fish.

Y un póster que utilizo muchas veces como mi foto, es THX 1138, de 1971. Diseñado por Rick Tetzloff. Me siento muy identificada con ese póster, no sé por qué, además con el número 11 que me persigue siempre. Creo que es una gran obra, y la simplicidad de esa imagen, la curiosidad de quién es. La técnica fue de Rick, pero se basa en las ideas de Lucas, de su visión futurista, con esa atmosfera opresiva. Muestra el marcaje en la oreja, sin cabellos. Creo que es una imagen con mucho simbolismo.

Oscar Villalta

 Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982).

Arte de Renato Casaro.

Tiburón 2 (Jaws 2, Jeannot Szwarc, 1978).

Arte de Lou Feck

El más allá (...E tu vivrai nel terrore! L'aldilà, Lucio Fulci, 1981).

Arte de Enzo Sciotti

Oscar “Woody” Correa

Me uno a este reto de elegir 3 carteles de cine, carteles que es verdad que no solo anuncian películas, sino que a veces se convierten en arte por derecho propio, generando gran impacto adicional a la propia peli (ejemplo el cartel de V de Vendetta que lo ha acogido como imagen el grupo de hackers Anonymous, o Tiburón que ha sido referenciado/parodiado/meme miles de veces). La elección se basa en el sencillo criterio de los me gustaría poner/tener en casa, si se pudiera (que no se puede), también por los que han creado una imagen que va más allá de las películas: 

La naranja mecánica (A Clockwork Orange, Stanley Kubrick, 1971).

Evoca de un solo vistazo el choque que será luego la experiencia visual, con una composición muy sencilla realmente. La imagen además hace un juego con un gran triángulo negro invertido (en un gran fondo blanco) en el centro, que realmente es la A del título de A Clockwork Orange dejando abajo en estilo psicodélico de los 70 el “Clockwork Orange”… Dentro del triángulo, aparece Malcolm McDowell, saliendo visualmente del marco, y generando una profundidad y sensación de que va salir del cartel a por ti… a correr!!! 

Metropolis (Metropolis, Fritz Lang, 1927).

Diseño art déco futurista que se ha convertido en uno de los carteles más coleccionados del mundo, sobre todo si te gusta la ciencia ficción. Ha llegado ser ícono de muchos elementos como del expresionismo alemán, del art déco y del propio cine de ciencia ficción. La figura de robot femenino en primer plano con ciudad “futurista” con rascacielos, puede ser ahora perfectamente una realidad en muchas de las nuevas ciudades de China (100 años después). Si tuviera que elegir una portada para todo el género de ciencia ficción, me quedo con esta!

El discreto encanto de la burguesía (Le charme discret de la bourgeoisie, 1972) y El fantasma de la libertad (Le fantôme de la liberté, 1974).

Son 2 carteles, pero realmente siguen el mismo esquema surrealista, minimalista y provocador (y también la misma paleta de colores rosas y misma fisionomía). Aunque realmente los hicieron dos artistas diferentes el sentido y la forma están totalmente en línea (seguro que guiados hasta el último detalle por Buñuel). Las imágenes son absurdas en el sentido de humor visual y con mucha crítica social, es decir, fiel reflejo de la idea de cine Buñuel.


David Suárez

El regreso de los muertos vivientes (The Return of the Living Dead, Dan O’Bannon, 1985).

Una auténtica maravilla de cártel. Ha envejecido de maravilla y a pesar de los años que han pasado desde el estreno sigue siendo de los mejores carteles de la historia del cine, muy completo y espectacular.

Demons (Demoni, Lamberto Bava, 1985).

Para mí de los más espectaculares carteles que se han hecho jamás, y es que el cine italiano está lleno de grandes carteles, pero el de Demons supera cualquiera de ellos. Para mí es muy impactante y sobre todo la frase de cabecera es bestial.

Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975).

De los más grandes carteles, con una simplicidad que enamora. La imagen, un tiburón y una chica en una tabla de surf, con solo eso se ha conseguido uno de los mejores carteles de la historia que todo cinéfilo tiene en su pared, la imagen a pesar de la sencillez es muy impactante y una auténtica joya.

David Cortabarria

Mis tres favoritas de… carteles de cine

La propuesta es muy complicada, ya que resulta complicado quedarse con sólo tres carteles favoritos. Así que es más bien un fotograma extraído de la larga película sobre carteles de cine que me gustan, una muestra (forzosamente) muy pequeña.

Proyecto Brainstorm (Brainstorm, Douglas Trumbull, 1983).

En aquellos años donde la cartelería en mi ciudad (San Sebastián) se regía por una anarquía vírica de máxima difusión posible sin regulación legal existente o respetada (que se exacerbaba en época electoral), jamás olvidaré el impacto de ver decenas de carteles de Proyecto Brainstorm a lo largo de varias calles consecutivas del centro. A mis 9 años, prehumanoïde (con diéresis, sí) asociado a todo lo que oliera a ci-fi, fue el primer cartel con el que me di cuenta del poder que tiene una buena ilustración. En este caso el diseño que se empleó en España supera el original, mucho más funcional y olvidable.

Es una ilustración con un diagrama de flujo que muestra lo esencial del contenido de tan apasionante película sin incurrir en destripe alguno. Y a esa fidelidad argumental añade una capa de libertad artística con ese arcoíris, y un aroma irremediablemente ochentero con el empleo de aerógrafo, tan coyuntural como atinado.

La película sigue siendo el gozadón de siempre, adelantado a su tiempo (algo típico en Trumbull), y con uno de los finales más alucinantes y resonantes que se puedan tener. Nunca me canso de reivindicar este título.

El nombre de la rosa (The Name of the Rose, Jean-Jacques Annaud, 1986).

En este caso el cartel representa a un cartelista fuera de serie, el estadounidense Drew Struzan (1947). Todos, absolutamente todos sus carteles tienen un poderío visual que hace que tengas que mirarlos y observarlos, en lugar de rematarlos con un simple vistazo. El arte de Struzan no se agota jamás. Atraviesa en diagonal un conjunto de películas míticas y esenciales en la historia del cine.

Escojo la del nombre de la rosa porque es muy representativa del autor. Con ese William of Baskerville, un Sean Connery impecable, como motivo principal de una ilustración que sintetiza muy bien el resto de personajes de la película. Funciona tan bien que es también una excelente portada para el libro de Umberto Eco.

La película sigue siendo una joyita, Annaud la ambientó de perlas, pese a los notables cambios que llevó a cabo respecto al libro. La película es notable, y el libro apasionante. Ambos artefactos dialogan de perlas pese a sus diferentes enfoques, y los recomiendo encarecidamente.

Así en la tierra como en el infierno (As Above, So Below, John Erick Dowdle, 2014)

Un cartel sencillo, con un tratamiento estilístico breve pero muy conciso, y que literalmente le da la vuelta a la icónica Torre Eiffel para expresar con total acierto el concepto mismo de la película, mostrado pero no desvelado. En primer lugar, el cartel llama mucho la atención. Y en segundo, se completa del todo al término del visionado de la película.

Un film sobre los cataphiles, los valientes practicantes del urbex (exploración urbana) de las catacumbas de París, que se ven embarcados en un descenso (¿Ascenso?) a los infiernos filmado con buen pulso narrativo, lo cual hace que el visionado no decaiga nunca. De esas películas que fluyen sin problemas y que se convierten en pequeños clásicos en la vida de un cinéfilo. No hacen ruido, ni han tenido una promoción agobiante, y nunca ganarán ningún premio, pero da igual, porque terminas teniendo una relación muy personal con ellas que te seduce y enriquece. Y eso es mucho más de lo que puedo afirmar sobre otros títulos que se llevan todo el bombo publicitario y que caen en la irrelevancia.

En esta película, que por supuesto recomiendo, el cartel es la preciosa portada de un libro muy entretenido que no quiere inventar la rueda, pero sí que te transportes deliciosamente sobre ella.