miércoles, 24 de septiembre de 2025

Uncle Charlie Combo “Homeward Bound”, EP, 45rpm. Cab7009, 2025.

 

Pues pido permiso a mis amigos Alfonso y Malina para que me permitan hablar un poco sobre el nuevo trabajo de la banda vallisoletana de rockabilly 50’s Uncle Charlie Combo y este nuevo EP que sale a la venta, Homeward Bound.

Homeward Bound traducido significa "De vuelta a casa", una vuelta tras diez años sin grabar nada. Lo último que sacaron fue un CD que recopilaba todos sus 45’s, y ya tenían a la peña del tupé y la brillantina hambrienta de su sonido, pero ya está aquí, han vuelto a casa para dejarnos cuatro magníficos temas que no hacen sino completar una discografía vasta en buen rockabilly. Cuatro temas, tres originarios + una versión de Buddy Holly (“Maybe Baby”) adaptada al español. Mezclado y producido por el gurú Ely Agramunt y grabado en los estudios Brasil de Madrid.

Pinchamos la cara A para que suene -"Ain't She Cool" (¿No es genial?), un estupendo rockabilly que recuerda al sonido de Dave and Deke Combo, caja y contrabajo marcando el ritmo y una guitarra juguetona en todo momento presente, más la singular voz de Carlos atacando la tonadilla como si bailara mientras canta. Le sigue "Fool No More" (Tonto nunca más), corte que apenas llega a los dos minutos, y continúa el camino marcado con la anterior, aunque en esta ocasión son las seis cuerdas de Carlos las que sobresalen con punteos continuos más cortos y agudos.

Damos la vuelta al vinilo y la cara B abre con el tema que da título al disco. Este "Homeward Bound"(De vuelta a casa) es un brillante instrumental muy clásico, recuerda mucho a cientos de instrumentales de los años 50, pero es original, bebe de aquéllos, pero suena más fresco y en estéreo, algo que Carlos tiene claro, si existe el estéreo no tiene por qué grabar en mono. Una petición desde aquí: hay algunas bandas que graban en mono para sonar como en los 50; creo que es un error, suenen en estéreo, es una mejora que no se puede desaprovechar), Uncle Charlie graba en estéreo y no pierde un ápice de su sonido. Y cierra el disco mi favorita, adaptación de un clásico de Buddy Holly, (uno de sus mejores temas, y de los que más ha pervivido hasta nuestros días con versiones varias, entre ellas de Bryan May, el guitarrista de Queen, y Paul "Beatle" McCartney, casi nada). En esta ocasión Carlos se atreve a adaptarla al español, algo que a mí personalmente me encanta, y en los coros recibe el acompañamiento de los Tihuya Cats (Raquel y Manolo) dándole más fuerza al estribillo. Por supuesto respeta la letra original, encaja como un guante en nuestro idioma e incluso se atreve a darle entonación a su voz al estilo Buddy Holly y queda una auténtica maravilla de tema. Sólo por esta canción merece la pena ya el disco, es maravillosa y refrenda la buena forma que actualmente tiene esta formación.

Pues aquí se acabó el EP, una joyita que si te pones en contacto con la banda a través de RRSS por 13€ lo tienes en casa en una semana. No os perdáis este "De vuelta a casa" del tito Charlie, que os va a gustar mucho.

Emirock Cortijo



jueves, 28 de agosto de 2025

The Sand

 

Año: Estados Unidos, 2015

Director: Isaac Gabaeff

Productores: Jordan Rosner, Gato Scatena, Juan Gallego, Thomas E. Nicholson, Justin Russell, Jacob Silver

Guionistas: Alex Greenfield, Ben Powell

Fotografía: Matt Wise

Música: Vincent Gillioz

Intérpretes: Brooke Butler (Kaylee), Cleo Berry (Gilbert), Cynthia Murell (Ronnie), Dean Geyer (Jonah), Meagan Holder (Chanda), Mitchell Musso (Mitch), Hector David Jr. (Vance), Nikki Leigh (Marsha), Bryan Billy Boone (Julian), Jamie Kennedy (patrullero Alex), Adam Powell (surfista), Dana Abed (Nour), Etalvia Cashin (Heather), Jennifer Churchich (novia), Michael Hunstman (novio), Lauren Moyer (chica en la playa), David Jason Perez (hípster con cresta).

Sinopsis: Tras una fiesta junto al mar para celebrar su graduación universitaria, un grupo de veinteañeros despierta en una playa privada y aislada. Pero, bajo la brillante luz de una mañana de vacaciones de primavera por lo demás normal, los desprevenidos jóvenes se dan cuenta de que, de alguna manera, la arena bajo sus pies está viva, lista para devorar a quien la toque. Ahora, mientras el número de muertos sigue aumentando, una entidad carnívora que no pueden ver aguarda pacientemente su más mínimo movimiento en falso. ¿Hay escapatoria de esta playa asesina?

En 1975 Steven Spielberg cambió el rumbo del cine con Tiburón (Jaws, 1975), inaugurando la era de los blockbusters veraniegos, arrebatándole temas y tropos a la serie B, y reconduciendo el negocio de cara a la industria y los productores en detrimento de los cineastas. Extracinematográficamente, como se ha dicho tantas veces, llevó el terror a las playas, mucha gente tuvo miedo en aquel verano de mediados de los setenta de meterse en el agua debido al impacto causado por el film que adaptaba el bestseller de Peter Benchley. No tardaron en hacer aparición, además de las esperables secuelas, oportunas y oportunistas cintas que plagiaban el éxito de Spielberg para Universal, caso de, ¡Tintorera! (René Cardona Jr., 1977), Piraña (Piranha, Joe Dante, 1978) o Barracuda (Barracuda, Harry Kerwin, 1978), reincidiendo en el riesgo que aguardaba al hombre al adentrase en el mar. Jeffrey Bloom, siguiendo la estela del trabajo de Spielberg le daría sin embargo la vuelta a la tortilla con Playa sangrienta (Blood Beach, 1981), donde el peligro costero acechaba y se ocultaba no en el agua, sino bajo la arena de la playa. Ya no era necesario entrar en el mar para encontrar la muerte. Una premisa afín a aquel título de principios de los ochenta es lo que nos proponía Isaac Gabaeff en su primer largometraje en ver la luz [1], aunque aquí lo no es una criatura crustacea lo que devora a los protagonistas sino algo venido de otro mundo o tal vez del fondo del mar.


Posters de Playa sangrienta (1981) y The Sand (2015), no hay lugar para las coincidencias

Isaac Gabaeff se licenció en animación y ejerció en tales tareas en James y el melocotón gigante (James And The Giant Peach, 1996), la siguiente propuesta de Henry Selick que seguiría a Pesadilla antes de navidad (The Nightmare Before Christmas, 1993), ahora sin Tim Burton tras la producción y adaptando una novela de Roald Dhal. Sin embargo, Gabaeff posteriormente sería contratado como consultor creativo para una empresa cinematográfica, entrando en el departamento artístico y trabajando en multitud de producciones para cine y televisión. Aunque siempre tuvo el gusanillo de dirigir su propia película.

No era la presente la cinta que nuestro protagonista tenía intención de rodar. Al parecer quería hacer un drama sobre cuatro personas en un velero que viajaban por Hawai, pero una serie de imprevistos dieron al traste con el soñado proyecto. Revisando guiones comprendió rápidamente que The Sand era el vehículo idóneo. El director, quien se confiesa fan del cine de terror, quería hacer algo con lo que se sintiera familiarizado, y una cinta del género era lo más adecuado para que todo saliera de la manera más natural. Se trata de un film de terror adolescente, pero su responsable no quiso que los protagonistas fueran un mero grupo de chavales con pocas luces cuyo único propósito en el film se limitara a ir muriendo en las garras de aquello que se oculta bajo la arena. Sino que quiso darles una mayor dimensión, para que los espectadores se identificaran con ellos, con sus ideas de cómo salir de esa situación, y que lo pasaran mal cuando los personajes eran devorados.

La trama transcurre, al igual que en Piraña 3D (Piranha 3D, Alexandre Aja, 2010), durante el Spring Break, las vacaciones estudiantiles de primavera que suelen celebrarse por marzo en los Estados Unidos. Un grupo de chicos pasan la noche de fiesta desmadrándose en la playa [2]. La regla es nada de móviles, para que a nadie se le ocurra hacer fotos o grabar videos y que lo suban a redes, por lo que recogen todos los celulares en una bolsa que guardan en el maletero de un coche. A la mañana siguiente, con una enorme resaca, los jóvenes se despiertan y se dan cuenta que sólo quedan ocho de ellos. No tardarán en advertir, por las malas, que algo se oculta bajo la arena y está acechando para engullirlos. De los chavales que se encuentran allí dos estaban en la caseta del socorrista, cuatro en un coche, uno atrapado en un bidón, y una última sobre un banco. Tras la muerte de dos de ellos, y de algunos pájaros, resulta obvio el peligro que les acecha al tocar la arena y que el resto de los asistentes a la fiesta no es que se fueran sin decir nada, sino que han sucumbido bajo las fauces de aquello que se oculta bajo el lugar. Los chicos no pueden pisar la arena si no quieren morir, quedando su espacio de acción muy limitado. Tienen que pedir ayuda, pero los teléfonos están en el maletero del coche y no es nada fácil su acceso. Además ¿hasta que punto de la playa esa criatura o lo que sea que aguarda hambriento puede atraparlos? Junto a la citada Playa sangrienta (el referente más obvio), apreciamos en The Sand ciertas similitudes con el episodio La balsa (The Raft) [3] de la antología Creepshow 2 (Creepshow 2, Michael Gornick, 1987), y hay quien ha querido ver también referencias a Temblores (Tremors, Ron Underwood, 1990) [4] e incluso a Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979).

Algo oculto bajo la arena está hambriento

Estamos, obviamente, ante una película de terror de bajo presupuesto. Gabaeff dispuso de sólo doce días para filmarla. Eso sí, la postproducción se alargó bastante. Tuvo la suerte, empero, que la compañía Frightfest se interesara por ella y le proporcionara una gran visibilidad, obteniendo incluso algunas críticas muy positivas y un buen recibimiento por parte del público. El film hace de la necesidad virtud. Por suerte, y como ocurre en tantas ocasiones, todo funciona mejor cuanto menos vemos, y los guionistas van dosificando la aparición de la criatura que se oculta bajo la playa, a la que no llegamos a vislumbrar (al menos buena parte de ella) hasta avanzado el metraje y, ciertamente, es lo menos conseguido. Un ser tentacular creado con un CGI que no resulta del todo convincente. Todo lo contrario que los sangrientos efectos (también digitales) de algunas muertes, bastante explícitos pero muy logrados. También resulta un acierto del libreto que no nos digan la procedencia de la criatura. Sabemos que sale de un huevo (que parece un meteorito) que encuentran en la playa un par de chavales durante la fiesta. Pero ¿procede de otros mundos o tal vez se trata de un ser abisal? Lo que está claro es que tiene hambre y conforme más se alimenta más grande se hace.

Respecto al joven elenco de actores, se reconoce entre los protagonistas a Hector David Jr., que fue el primero en ser elegido y a quien el respetable ya había visto en Percy Jackson y la maldición del rayo (Percy Jackson & the Olympians: The Lightning Thief, Chris Columbus, 2010) y en un puñado de producciones de los Power Rangers en el rol de Mike, el de color verde. Un tipo con aptitudes acrobáticas que se aprovecharían en la cinta. El rol principal recae en Brooke Butler, a quien los fans del cine de terror conocían de All Cheerleaders Die [tv/dvd/br: All Cheerleaders Die. Todas las cheerleaders muertas, Lucky McKee y Chris Sivertson, 2013]. Y en un papel secundario tenemos a Jamie Kennedy, celebrado por el fandom por encarnar al cinéfilo Randy Meeks en las dos primeras entregas de la saga Scream. La mayoría de los integrantes del cast se ajustan al modelo habitual en el cine de terror teen desde el cambio de siglo hasta hace unos años donde los jóvenes protagonistas acostumbraban a ser chicos/as guapos/as y con trabajados (y/o retocados) físicos, y Gabaeff no tiene problema en lucirlos. Dos de los mozalbetes, que podían haber participado en cualquiera de las entregas de las sagas La hermandad o 1313 de David DeCoteau, exhiben belleza y musculatura. Pero son sobre todo ellas las que más muestran palmito. Una de las muchachas se presenta en topless, será la primera en ser tragada por lo que acecha bajo la arena (no le dura mucho la resaca), y las otras tres visten unos pequeños bikinis. Mas ello no quita que sean las féminas las más fuertes y aguerridas en la película y las verdaderas protagonistas de la función. Desde comienzos de los 2000 el mal llamado antes sexo débil se fue haciendo con las riendas del género de terror (principalmente del terror adolescente), sin tener (al contrario que de unos años a esta parte) que desprenderse de la belleza y/o el erotismo ni avergonzarse por ello. Kayle (Brooke Butler), Chanda (Meagan Holder) y Ronnie (Cynthia Murell) se erigen sin problema como las heroínas de este trabajo, las más listas y decididas a salir de allí con vida.

Efectos digitales sangrientos para The Sand

The Sand no es elevated horror, no habla de grandes temas ni pretende aleccionar a nadie. Es una tan sencilla como efectiva cinta de terror teen de corte veraniego/playero que dura unos 84 minutos, bien llevada por su director, ingeniosamente escrita por sus dos guionistas (pese a algunos diálogos amorosos que lastran un poco la acción pero que no tacha sus virtudes) y con unos entregados intérpretes que dan muy bien el tipo y alegran de paso la vista. Y tiene además un estupendo desenlace, muy adecuado a su espíritu de serie B de toda la vida. Los supervivientes creen haber vencido, pero ese triunfo es sólo parcial. Si al final de Abierto hasta el amanecer (From Dusk Till’ Dawn, Robert Rodriguez, 1996) un plano aéreo nos mostraba que bajo la Teta Enroscada se encontraba un templo azteca, y había un auténtico cementerio de camiones y demás vehículos de los incautos caídos a lo largo de los años bajo los colmillos de los vampiros y vampiras del lugar; de igual manera Isaac Gabaeff nos enseña al elevar la cámara un enorme socavón en la arena que nos alerta por un lado que la criatura se ha ido y por otro de las enormes dimensiones que ésta ha alcanzado; a continuación vemos una gigantesca sombra bajo el mar en dirección a una luminosa ciudad que no sabe lo que le espera. La victoria de nuestros protagonistas es una ilusión, ellos han salido vivos del percance (que no ilesos todos), pero es un triunfo sólo personal y quién sabe si incluso temporal.

Alfonso & Miguel Romero

[1] Tras el documental Peoplewatching (2003), rodado en la esquina de su casa en San Francisco, y antes del estreno del título que aquí nos ocupa, Isaac Gabaeff había dirigido la película The Art of Storytelling, que se vería después.

[2] La parte de la fiesta es donde, reconocía el director, pudieron soltarse un poco, probar cosas diferentes en su filmación. Reconociendo la buena labor de los montadores para ensamblarlas y darles forma coherente.

[3] Basado en el cuento homónimo de Stephen King.

Jamie Kennedy grita de dolor

martes, 26 de agosto de 2025

sábado, 23 de agosto de 2025

Scorcia Big Band Boom: Raíces (Meseta Records, 2025).


 Tras tres videoclips para su promoción a través de Youtube y las redes sociales, al fin ve la luz Raíces, el nuevo álbum de Scorcia Big Band Boom, o lo que es lo mismo, la orquesta de swing del inquieto Miguel Ángel Scorcia.

Cambian de discográfica tras un primer CD y un EP de temática navideña para Mitik Records, el sello de Aurelio Morata, miembro fundador de los Rebeldes, pasando ahora a la muy activa Meseta Records.

Como su ídolo Brian Setzer, recupera para este formato temas escritos y grabados hace unos años con su trío de rockabilly, en su caso los Cat Club (actualmente aparcados), “Rockabillyland”, del álbum homónimo de 2013, que en esta nueva versión con la orquesta presentaran como el primer videoclip del presente trabajo, y “Otro ocupará mi lugar” de su ya lejano primer álbum. Versiones de otros artistas tenemos dos, el clásico “I’m Ready” de Fats Domino y el “Dentro de la ley” de sus amigos los Zigarros.

Los diez temas del disco se completan con seis canciones nuevas, las movidas “Ça va bien” (con toques ska y guiño al tema principal de la película El Padrino), “Dame otra oportunidad” (ambas ya las conocíamos de los videoclips) y “Sabes que te quiero”, que cierra el trabajo; una balada, “Mar de amor”; y dos medios tiempos, “Un gato y una sardina” y la muy superior “Qué hago yo aquí”.

Anunciado también en vinilo, la edición CD y para plataformas incluye tres bonus tracks: “Ça va bien”, extraída de la maketa con una letra completamente distinta, y dos cortes en directos grabados en Palisonic, Gandía, “Las chicas guapas van al Joy” (de su primer CD) y una versión que toda banda de swing que se precie incluye en su repertorio, el “Tu vuo fa l’americano” de Renato Carosone.

La música, las letras, los arreglos, todo muy trabajado y perfecto para el que sin duda es uno de los discos del año para los aquí firmantes.

Alfonso & Miguel Romero

lunes, 18 de agosto de 2025

Tiburón, 50 años después.

 

Vamos a celebrar el 50 aniversario de una de las películas más importantes del cine, así sin rodeos. La película que inventó el blockbuster veraniego, y provocó que aquel verano del 75 nadie pasara de mojarse las rodillas, sin dudar de lo que había bajo el agua.

 Una de las mejores películas de terror de la historia, y una de las mejores películas de su director Steven Spielberg, que decir eso es decir mucho de un realizador con diez nominaciones al Óscar a mejor dirección, ganando dos de ellas, que tiene entre sus obras hitos como E.T. El extraterrestre (1982), En busca del arca perdida (1981), Jurassic Park (Parque Jurásico) (1993), La lista de Schindler (1993), Salvar al soldado Ryan (1998), La guerra de los mundos (2005) o Minority Report (2002), así que sin más entremos a contar cómo se gestó esta joya, cómo fue el rodaje, la trama del film, los roles principales y que provocó después, seguro que os gustará.

 Episodio 1: El guion. Hay algo bajo el agua.

Steven Spielberg rodó su primera película en 1971, un telefilme de suspense llamado El diablo sobre ruedas, una estupenda obra de suspense en una dinámica persecutoria digna del maestro Hitchcock. Cuando los productores Richard Zanuck y David Brown de Universal compraron los derechos de la novela de Peter Benchley y vieron el filme del joven Spielberg, pensaron que ese mismo suspense podrían trasladarlo del asfalto al océano, así que decidieron contratar al joven novato. Spielberg trabajaba ya en Universal pero no tenía un gran proyecto entre manos, estaba en postproducción de su segundo film, Loca evasión (1974), hasta que vio un primer boceto de guion en las oficinas donde asomaba el título de 4 letras: Jaws, leído el guion, que no convenció a Spielberg; leyó la novela de Peter Benchley, un libro de ficción inspirado en una serie de ataques de tiburones que tuvieron lugar en la costa de New Jersey en 1916, pero el joven Steven pensaba que los personajes no eran agradables, no hacían al público sentirse atraídos por ellos, aunque veía que la historia tenía mucho potencial, así que tuvo que trabajar a fondo el primer guion de Benchley y cambiar varias cosas.  Por ejemplo, en el libro la mujer de Brody mantiene un romance con el biólogo Hooper, eso hacía ver al espectador que el matrimonio no era idílico, no se identificaba con el ideal americano, por lo que prefirió obviarlo; otro cambio es que Spielberg se centra más en la crítica al capitalismo y corrupción del alcalde de Amity, queriendo abrir a toda costa la playa, para agradar a los avariciosos empresarios hoteleros del pueblo, algo que no es tan evidente en la novela. Y el mayor cambio sin duda radica en la ansiedad y el miedo que provoca el tiburón sin ser mostrado; algo que leyendo el libro te imaginas al momento, pero que en la película apenas vemos.

 Spielberg era consciente de que necesitaba un gran éxito, pues se sentía acomplejado frente a los logros de sus colegas De Palma, Scorsese, Coppola y Lucas, todos ya con algún triunfo en su filmografía, así que rogó para que le dieran la dirección a él. Cuando Zanuck y Brown le compraron los derechos a Benchley le garantizaron que se haría cargo del guion, pero al final acabó abandonando el proyecto por desavenencias con Spielberg. Eso sí, tuvo un cameo como reportero de televisión para hacer las paces con el director de Cincinnati. Año y medio antes de empezar a rodar Zanuck y Brown encargan a Josep Alves (diseñador de producción) la construcción del animatronic mecánico del gran blanco, (del cual se hicieron 3 unidades, al cual pusieron de nombre Bruce en honor al abogado picapleitos de Spielberg). Pero cuando la novela se puso a la venta en febrero de 1974 fue un éxito inmediato, los productores empezaron a meter prisa para empezar a rodar en mayo. Así que el rodaje comienza sin tener a la bestia mecánica probada en el mar.

Con el libreto de Benchley, Spielberg le pidió a Carl Gottlieb que le diera una vuelta al guion, y después de muchas discusiones, consiguieron construir un relato perfecto. Se dice que el monólogo de Quint sobre el Indianapolis, y el humor negro que recorre el film es adjudicable a Gottlieb, aunque la escena del sheriff Brody cuando se ve frente a frente al tiburón, da unos pasos atrás y dice, "va a necesitar un barco más grande" fue improvisada por el actor. Estos momentos son clave en el éxito del film, pues son monólogos que se quedan grabados para siempre en la memoria del espectador, y eso habla del buen trabajo en el pulido final del guion.

Episodio 2: El rodaje. Con el agua a los tobillos.

El rodaje se inicia el dos de mayo de 1974, con un calendario inicial de 55 días de trabajo, pero nada surgió según lo planeado y se estiró hasta los 159 días, cinco meses y medio.

Se pensó erróneamente que la parte actoral y la parte de efectos especiales del tiburón se podrían rodar al mismo tiempo, y esta decisión afectó gravemente al desarrollo del rodaje. En este sentido Tiburón supuso un antes y un después para la industria, algo a lo que todas las películas con efectos visuales se tendrían que enfrentar en adelante; y de un primer presupuesto previsto de 3'5 millones de dólares finalmente alcanzó los 12 millones, cuatro veces más que una producción de la época. Para Spielberg, director y el más joven de todos los empleados del proyecto, aquello supuso un auténtico quebradero de cabeza diario, confesando en una entrevista "al principio uno espera un viaje idílico en tren, al cabo de un mes solo rezas para llegar a destino como sea... eso fue Tiburón".

 Spielberg quería verosimilitud y decidió rodar en escenario real, a pesar de que la Universal le sugirió un gran tanque de agua que tenían a su disposición en los estudios. Finalmente, aquél se salió con la suya y el escenario escogido fue la Isla de Martha's Vineyard, en Massachussets, cuyas playas se escogieron porque se podía hacer pie a 20 km mar adentro, lo que permitía que se pudiera trabajar con el tiburón mecánico con cierta agilidad. Pero el rodar en exteriores trajo muchos problemas: "gente con sus barquitas colándose en plano", "lentitud en preparar las secuencias", "el agua del mar estaba helada y todo se movía con el oleaje", "hubo una gran tormenta que paró la producción", y lo peor de todo fue el agua salada. Se habían hecho pruebas con el tiburón en tanques de agua dulce y claro, cuando el agua salada entró en contacto con los mecanismos de hierro del tiburón éste dejaba de funcionar e incluso se hundió más de una vez.

Pero los retrasos y problemas de rodaje sirvieron para afinar el guion. John Milius, amigo de Steven se pasó por allí y aportó su granito de arena. Y lo mejor de todo fue el cambio de género que dio la película; pasó de ser una monster movie estilo Godzilla a una película de suspense a lo Alfred Hitchcock, donde el terror es sugerido y mostrado solo a cuentagotas, lo que genera una gran inquietud en el espectador. Spielberg se vio obligado, debido a las averías del monstruo mecánico, a sacarlo menos en pantalla, dosificarlo a lo largo del metraje y apenas dar información visual del monstruo, lo que creaba un Terror hacia lo desconocido que genera un nivel de suspense y realismo muy potente para el público. De hecho, a partir de aquí, este estilo de sugerir más que mostrar será imitado hasta la saciedad en el género de terror. La maestría, el talento, y el ingenio con el que supo manejarse el joven Spielberg lo convirtió en un referente, y al film en una obra histórica.

 Para el reparto principal la productora sugirió a Charlton Heston en el papel protagonista, pero el realizador no quería a una gran estrella. Pensaba, con razón, que ésta le quitaría peso a la gran estrella, el tiburón, así que se decidieron por Roy Scheider, que venía de un papel secundario en French Connection (Contra el imperio de la droga) (The French Connection, William Friedkin, 1971) y que bordaría el sobrio papel de sheriff. Para el biólogo marino, Spielberg quiso a Richard Dreyfuss, que ya trabajó con Lucas en American Graffiti (American Graffiti, 1973), y para el viejo pescador Quint pensó que era un papel idóneo para Sterlyn Hayden o Lee Marvin, pero no pudo llegarse a un acuerdo económico con ninguno de los dos. De este modo fue Robert Shaw quien acabó haciendo el papel, ya que venía de hacer de gánster en El golpe (The Sting, 1973) y gustaba a Spielberg su estilo seco y rudo. Para la esposa y gran apoyo del jefe Brody contrataron a la mujer del presidente de Universal, Lorraine Gary, actriz ocasional, lo que ayudó sobremanera a que Spielberg pudiera terminar el film, ya que cuando peor iba el rodaje, "digamos que nadie se atrevió a cancelar una película donde aparecía la mujer del jefazo". Para el rol de alcalde de Amity, el joven cineasta se lo pidió a Murray Hamilton, actor al que idolatraba por su papel en el film FBI contra el imperio del crimen (The FBI Story, Mervyn LeRoy, 1959). Por último, mencionar también a Susan Backline, la primera víctima del escualo, una especialista en escenas acuáticas que lo hizo espectacularmente.

Episodio 3: La BSO. La música del diablo.

 Mención especial merece la banda sonora que el maestro John Williams compuso para Spielberg en su primera colaboración juntos. El compositor consiguió con la máxima sencillez crear miedo en el espectador, a pesar de que el director cuando la oyó la primera vez pensaba que era una broma. Más tarde reconoció que la música era la mitad del éxito del film: una melodía grave de contrabajo y chelos, que consta de dos simples notas de manera lenta y pausada, con el tempo acelerando a medida que la cámara se acerca a la víctima, añadiendo una tuba que le da un toque de aventura clásica. Así y sin necesidad de mostrar al monstruo transmitía al oyente peligro y terror. Por este soniquete tan simple y especial, Williams ganó su segundo Óscar y el Globo de oro, además está considerada la sexta mejor BSO de la historia del cine, y lo más importante: está incrustada en la memoria popular para toda la eternidad. A partir de aquí, siempre trabajarían juntos Spielberg y Williams.

Episodio 4: Sinopsis. En las mandíbulas de la bestia. El argumento de la película...

 En la pacífica isla de Amity algo oscuro y malvado subyace bajo el agua, amenazando a los bañistas. A los cuatro minutos de cinta ya tenemos el primer asesinato, algo desgarra hasta la muerte a una joven que se metió en el mar de noche, y al día siguiente aparece parte de su cadáver en la playa. La primera intención del sheriff Martin Brody, recién nombrado jefe de policía, es cerrar la playa y averiguar qué le ha pasado a la chica. Pero aquí topa con el alcalde Larry Vaughn y los empresarios del pueblo, y es que la isla vive del turismo y el cuatro de julio esperan llenar las playas de turistas que vengan a gastar y llenar sus arcas, y nadie podrá impedir que eso ocurra, ni siquiera el jefe de policía. Pero vuelve a suceder, esta vez da muerte a un niño en el agua a pleno día y delante de todos los bañistas, por lo que deciden dar una recompensa de 3000$ a quien capture al tiburón. Todos quieren el botín y salen en sus barquitas a pescar al devora-hombres, pero no están preparados y la escena es tragicómica. Aparece en escena Hooper, el biólogo marino que Brody llamó por teléfono para pedir asesoramiento y será de gran ayuda por sus conocimientos. También aparece Quint, un pescador especialista en cazar tiburones que solicita 10000$, aunque en principio no llegan a un acuerdo con él y de nuevo vuelve a suceder. Otra víctima, esta vez en la laguna de poca profundidad y con el hijo mayor del sheriff de testigo que queda traumatizado con la escena. Ahora sí hacen caso a Brody y cierran la playa, y deciden darle a Quint lo que pide, dando comienzo una película distinta, un film de aventuras en alta mar al más puro estilo Moby Dick (Moby Dick, John Huston, 1956) o 20.000 leguas de viaje submarino (20,000 Leagues Under the Sea, Richard Fleischer, 1953). Este tercer acto sirve para tener un desarrollo más profundo de los personajes, en una escena donde beben y charlan sobre las cicatrices que cada uno de los personajes tiene en su cuerpo, momento donde se luce Robert Shaw en  un monólogo sobre el barco Indianapolis que estremece al espectador con su testimonio: justo a la hora y 18' minutos de cinta es cuando vemos por primera vez en todo su esplendor a la bestia, un "carcarodom carcarias" de ocho metros, y ahí es cuando Brody suelta su mítica frase entre el humor y el horror: "necesitará un barco más grande".

 La lucha entre el gran blanco y los tres hombres se torna desigual, cuando vemos el pesquero "Orca" ya inundado, entonces Hooper decide meterse en una jaula anti -tiburones y hundirse en el agua para intentar, sin éxito, pinchar un veneno al escualo. La jaula quedará destrozada y Hooper es desahuciado en el fondo del mar. La barca yace medio hundida y es cuando Quint es tragado por el animal en una escena que aún hoy pone los pelos de punta por su crudeza, ausencia de música, y los gritos de dolor del pescador pescado. Ya solo queda Brody, que en un intento desesperado de salvarse golpea a la bestia con una botella de oxígeno, y ésta queda atrapada en la afilada y mortal dentadura del animal. Así, Brody se sube al mástil del pesquero, y con varios disparos de escopeta consigue darle a la botella, para explotar y hacer pedazo al devora-hombres. Increíblemente, el tipo que odia el agua, el marino novato, es el que consigue vencer al rey del mar, y en un epílogo feliz vemos a Hooper salir a la superficie y juntos emprenden el camino a la playa a nado, flotando entre bidones.

 Un dato importante a recordar es que para la escena de la jaula en el mar se usaron tiburones reales. Me explico: se contrató a Ron y Valerie Taylor, documentalistas, para rodar imágenes de tiburones reales e incluirlas en la película, pero ellos aclararon que los tiburones del mar de Australia miden cuatro metros y no los ocho que mide en la película. Entonces Spielberg tuvo la idea de contratar a un actor de tamaño pequeño, Carl Rizzo, y meterlo en una jaula pequeña, eso haría que los tiburones parecieran el doble de grandes, así que toda esa escena está rodada realmente con un hombre entre tiburones, excepto el momento en que rompe la jaula, ya que ahí pusieron a un maniquí, pero sí, todo está rodado con tiburones reales.

 A Destacar tres escenas, tres momentos del film que me gustan especialmente, que elevan el nivel de la cinta subiendo a la categoría de genio a Spielberg, y que es todo un heredero de los clásicos, a los que rinde homenaje, imita, e intenta superar:

 1 -el jumpscare de la cabeza del pescador: para ser Spielberg es muy gore, pero claro, eran sus inicios y todavía no estaba tan atado a la taquilla y al gran público, y si es una película de terror tiene que tener un susto tramposo, y aquí aparece ¿Quién no ha pegado un respingo cuando el buzo mueve el bote y aparece una cabeza?

 2- el asesinato del pequeño Kitner, una escena que vemos en plano-contraplano la perspectiva del jefe Brody y mientras muere el niño. Destaca el padecimiento del sheriff, su miedo al agua, su responsabilidad con sus paisanos y su temor a la bestia, y vemos como continuamente es tapado por los bañistas, creando un desasosiego e incomodidad en el espectador, para acabar con un zoom y un primer plano de Brody donde apreciamos el horror por lo ocurrido.

 3- el momento de despedida justo cuando van a zarpar de Brody con su esposa. Recuerda enormemente al momento despedida de Centauros del desierto (The Searchers, John Huston, 1956) entre Ethan y su cuñada; y mientras Ellen le está diciendo que le ha puesto las gafas junto a los calcetines, Quint está insultándola de manera disimulada, en un primer plano está la pareja despidiéndose y de fondo Quint; dejando claro que uno es un lobo solitario y el otro un hombre de familia que no se parecen en nada. Sin embargo, el tipo duro acabará muerto y el débil será quien triunfe, terminando el plano con el "Orca" saliendo de puerto, entre unas mandíbulas de escualo. Ya te digo, tres escenas inolvidables.

 

Episodio 5: Una pesadilla eterna.

Tras un primer preestreno en Dallas, los gritos de los espectadores y la emoción en la sala ya anticipan el éxito que va a ser el film. Los productores Zanuck y Brown se abrazan porque saben que será un gran taquillazo, y vaya si lo es, la película más taquillera de la historia (en su momento), superando a todas las anteriores, (El exorcista, Lo que el viento se llevó, Sonrisas y lágrimas, ...), siendo superada dos años después por La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977) de su amigo George Lucas. Así que con un presupuesto de doce millones consiguió la escalofriante cifra de cuatrocientos setenta y cinco millones, una cifra impensable y todo un hito que catapultó a su director, y lo elevó a referente para unos años ochenta simplemente perfectos para Spielberg, y una década de los noventa no menos gloriosa. En cuanto a premios la película logró tres premios Óscar (mejor montaje, mejor sonido y mejor BSO), aunque perdió el más importante, el Óscar a mejor película que se lo llevó quizás merecidamente Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over the Cuckoo’s Nest, Milos Forman, 1975). La BSO consiguió además un Grammy, un Globo de oro, y un Bafta. Y Berna Fields, la montadora de la cinta, consiguió el reconocimiento de los editores estadounidense por mejor montaje. Está incluida en muchas listas de las mejores película de la historia (puesto 56), mejor película de suspense de la historia, mejores BSO de la historia, mejores villanos del cine, mejores frases de la historia del cine "necesitará un barco más grande", o los cien momentos más terroríficos del cine. En 2006 la Biblioteca del Congreso la seleccionó para ser preservada como una película culturalmente importante.

 Pero quizás su legado más importante para el cine es que cambió la forma de trabajar de los grandes estudios. Estos solían estrenar de manera lenta y escalonada, por lo que las películas llegaban a cada país con demasiado tiempo de diferencia. Para ver la película que te interesaba, realmente tenías que buscarla, era una locura pensar que en un multicines se estrenara en varias salas el mismo film.  Tiburón cambió eso, se estrenó de manera simultánea en muchas salas y con una gran campaña de marketing y spots en televisión, algo inusual hasta entonces. Además, toda una mercadotecnia que hacía imposible no enterarte que la película había llegado a las salas, con camisetas, tazas y todo tipo de merchandising que llegaban a los supermercados y centros comerciales, que serían base de las nuevas salas multicine. Tiburón dejó patente además que, en la nueva era de los blockbusters, la fecha idónea de estrenos era el inicio del verano, y comenzó una nueva era en Hollywood donde el cine de autor quedó desplazado por el cine de los productores, con historias más sencillas, más fáciles de vender, alta tecnología y un montaje frenético, que generen beneficios rápidamente. La era de los productores había llegado y los estudios comenzaron a reafirmar su poder.

 El film generó tres secuelas directas, que siendo filmes entretenidos y rentables no le llegan ni a los tobillos a la original. Sólo la primera secuela, con la mayoría de actores repitiendo su rol, se le acerca en calidad. Además, generó todo un subgénero de monstruo marinos con películas que pretendían llegar a su nivel. La misma Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979) fue vendida al estudio como "tiburón en el espacio". Y poco después llegaron Orca: La ballena asesina (Orca, Michael Anderson, 1977), Grizzly (Grizzly, William Girdler, 1976), Piraña (Piranha, Joe Dante, 1978), La bestia bajo el asfalto (Alligator, Lewis Teague, 1980), ¡Tintorera! (René Cardona Jr, 1977), Deep Blue Sea (Deep Blue Sea, Renny Harlin, 1999), Open Water (Open Water, Chris Kentis, 2003), "El Arrecife" o"Infierno azul " claramente hijas todas de Tiburón. Mención aparte merecen las películas de la saga Sharknado de la productora Asylum que se han pasado al juego de la sharksplotation con tiburones de tres cabezas, Sharktopus [tv: Sharktopus, Declan O’Brien, 2010], Ghost Shark [tv: Tiburón fantasma, Griff Furst, 2013], o Roboshark [tv: Robotiburones, Jeffery Scott Lando, 2016].

 También ha generado dos atracciones en los parques temáticos de Universal Studios, un par de musicales, Jaws el musical, y varios videojuegos. Pero también provocó un problema, el llamado "efecto tiburón": ese año 1975 hubo numerosas personas que cambiaron sus vacaciones de verano, pues realmente cogieron miedo al agua, además hubo más avistamientos de tiburón que ningún otro año anterior, y una caza cruel e indiscriminada de escualos, que llegaron a poner en peligro de extinción a la especie que desde entonces no se ha recuperado de esa mala fama por culpa de la película. Y es que es un hecho que los perros matan más personas anualmente que los tiburones, pero eso es algo que a nadie le interesa ni le gusta leer, una verdad incómoda. Como otra gran verdad es que el cine es una mentira, un truco, un engaño, es ficción que se nos muestra en una sala oscura y ahí debe quedar, para alimentar nuestros sueños... y nuestras peores pesadillas.

Emilio Cortijo


martes, 12 de agosto de 2025

Weird Magazine # 3, julio 2025.

 


En 1960 se estrenaba Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960), naciendo el cine de terror moderno y entrando por la puerta grande la figura del asesino psicópata, cuya alargada huella llega hasta nuestros días. Tomando como base la novela homónima escrita por Robert Bloch (basada en las andanzas reales de Ed Gein, “el carnicero de Plainfield”), otra de las características esenciales de la película era su escenario: un marco rural alejado de la ciudad, de la civilización. Un paisaje que había dejado de ser placentero para convertirse en lugar propicio de las más terribles pesadillas. El film de Hitch anticipaba ciertas características esenciales del American Gothic, subgénero que se impondrá en las pantallas terminando el decenio. La acción de muchos de los grandes títulos del cine de terror de finales de los sesenta hasta comienzos de los ochenta tendría lugar en la América profunda, cuna de los valores tradicionales, funcionando como reflejo desfigurado de toda esa parte conservadora de los Estados Unidos que las dos grandes costas tienden a olvidar y ningunear. Apartados de la civilización, seríamos testigos de la putrefacción de los núcleos familiares, del envilecimiento de sus relaciones y vínculos por medio de un sinfín de agresiones sexuales, y de prácticas salvajes y primitivas. Más allá de la brutalidad mostrada por de sus imágenes, el American Gothic, a través del filtro que supuso el cine de género, sobrecogió al público de la llamada tierra de las oportunidades al plasmar la descomposición del sueño americano, que había mantenido durante tanto tiempo las ilusiones de todo el país. Y también la América profunda había terminado siendo una víctima más de ese final del American Dream.

La matanza de Texas (1974), edición VHS de Manga Films

Fueron los sesenta tiempos convulsos, la década en que América despertó, como se suele decir, cuando el país perdió su inocencia. Años de luchas por los derechos de las minorías. Además, el país entró en una guerra que por primera vez encontró el rechazo de buena parte de la población. Fueron tiempos de división y enfrentamiento generalizados. Las nuevas generaciones renegaron de las ideas (políticas, religiosas, morales, ...) de sus progenitores, buscando nuevas alternativas. Pero el verano del amor y el ideario hippie murieron junto a los cadáveres exquisitos dejados por los acólitos de Charles Manson en agosto de 1969. Los setenta despertaban con una gran resaca e iría todo a peor, con el fin forzado y forzoso de la guerra (perdida), el caso Watergate, la crisis del petróleo que agravaría aún más la cada vez más penosa situación de la industria pesada en el llamado “Cinturón del óxido”, etc. Tiempos de una división radicalizada de opiniones entre la tradición y la modernidad, entre conservadores y liberales. El cine, proyección de su época, supo mostrar estas inquietudes en la pantalla, y el choque cultural/social encontró acomodo en el American Gothic que, con la caída a finales de los sesenta del viejo y obsoleto Código Hays, que venía rigiendo qué se podía y qué no mostrar en las pantallas (pronto entraría en su lugar un nuevo código por edades) pudo mostrar sin tapujos toda la violencia que se palpaba en el ambiente.

Si en literatura el gótico americano vivió su etapa de oro en los años que median entre la Gran Depresión y la década de los sesenta, el periodo de esplendor del mismo en el cine estadounidense cubre, según la crítica y con todas las excepciones que se quieran, desde La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968) a Viernes 13 (Friday the 13th, Sean S. Cunningham, 1980). Hasta las décadas de los sesenta y setenta el cine americano no descubre su propia tradición gótica literaria, pero cuando lo hace halla en ella la retórica perfecta para tratar muchas cuestiones que preocupaban al país. Un escenario que durante un par de décadas atrás ya venía dibujando el policiaco de ambientación campestre, el de una América rural que había dejado de ser idílica. El cine, y no sólo el de terror, se volvió violento, mostrando una violencia sucia, desagradable, realista, en un clima moral tan desquiciado como los propios protagonistas de las historias.

Masacre en Texas 2 (1986), edición VHS de Izaro/Cannon.

La América profunda había quedado olvidada y dada de lado por el progreso. Y los urbanitas, al rencontrarse con aquélla iba a sufrir su ira, su burla, sus ansias de venganza, su hambre y/o su lujuria en títulos clave de la época como Defensa (Deliverance, John Boorman, 1972), La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, Tobe Hooper, 1974), Masacre en el condado de Cuello Rojo (Poor Pretty Eddie, Richard Robinson y David Worth, 1975), Las colinas tiene ojos (The Hills Have Eyes, Wes Craven, 1977), o La violencia del sexo (I Spit in Your Grave, Meir Zarchi, 1978).

Fueron muchas las películas que, durante los setenta, se estrenaron en suelo estadounidense mostrando esta confrontación progreso/inmovilismo, entre la civilización de la América liberal de las grandes urbes y la América rural profunda. La mayoría desde los márgenes del sistema, desde el cine de explotación y enfocadas para las salas de grindhouse o los autocines, antes que la irrupción de los blockbusters, la imposición de las multi salas y la instauración del magnetoscopio acabaran con aquéllos. Pese a que durante los ochenta y noventa se facturaron algunas cintas de esta temática, sobre todo para su distribución en vídeo, pocas destacaron. Fue con la llegada del nuevo siglo cuando tuvimos otro aluvión de rednecks vengativos/desquiciados de alto voltaje. Los ataques terroristas del 11 S en 2001; la guerra con Irak, con la invasión de este país por una coalición de varias naciones, encabezada por los Estados Unidos, que comenzara oficialmente en marzo de 2003; y la Gran Recesión de 2008, que daría lugar a una enorme crisis económica a escala mundial, crearía una situación social equivalente a la crisis vivida en la década de los setenta, un caldo de cultivo ideal para el descontento general y un aferramiento a los valores tradicionales. El hillbilly horror tomaría de nuevo las pantallas, y los hicks volvieran a protagonizar un buen puñado de títulos, algunos de gran éxito y calado popular, estrenados en cine o directos al mercado doméstico. Donde caben destacar las aportaciones de gente tan dispar como personal del calado de Rob Zombie o Ti West, con las sagas de la familia Firefly y de Maxine Miller/Minx respectivamente.

La casa de los 1000 cadáveres (2003) y Los renegados del diablo (2005), la familia Firefly y el hillbilly-horror en el siglo XXI.

Pese a su singularidad e idiosincrasia, los esquemas del American Gothic se extrapolaron a los más variados países, mostrando desde muy distintos rincones del planeta el enfrentamiento campo/ciudad, tradición/progreso, cada uno a su singular manera o copiando impunemente los modelos estadounidenses. Australia, Reino Unido, Holanda, Francia, Noruega, y un largo etcétera responderían con sus particulares aportaciones al cine de paletos furiosos.

El número 3 del Weird Magazine, la revista oficial del canal de Youtube  Videoclub Weird, está dedicado, como bien reza su portada, al “Terror en las afueras. Especial rednecks endogámicos y asesinos no urbanitas”. Un repaso a lo largo de sus 150 páginas a un frondoso ramillete de películas seminales de asesinos y matarifes de la América profunda, junto a otros más recientes que se mueven por los mismos parámetros. Recogiendo no sólo films usamericanos, sino también de otras nacionalidades como Italia o España. Así como monográficos sobre el asesino psicópata Ed Gein y sobre el personaje de Leatherface, el enmascarado carnicero de la familia Sawyer que convertiría la sierra mecánica en un icono imprescindible del cine de terror moderno. A cargo de las más que estimables firmas de Fernando Rodríguez Tapia, José Luis Salvador Estébenez, José Manuel Sarabia, Javier Pueyo, Juan Pedro Rodríguez, Octavio López Sanjuán, y muchísimas más. Y con prólogo de Silvia Aguilar, la actriz protagonista de Una casa en las afueras (Eugenio Martín, 1980).

Una excelente y refrescante lectura para este verano caluroso. Hazte con tu ejemplar contactando con:

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Alfonso & Miguel Romero