sábado, 27 de abril de 2024

Mis Tres Favoritas de... Vincent Cassel


 Malina Murnau

“Dobermann” (Dobermann, 1997), de Jan Kounen.

Tengo que ponerla la primera sí o sí. Fue donde descubrir a este actor. Y la película me pareció una puta maravilla. La alquiló mi hermano, y cuando llegué a casa (ya era bastante tarde) me dijo “chiqui, ésta a ti te tiene que gustar y mucho. Es bastante rara”. Y vaya si me gusto. Una joya del cine francés. Y esa pareja, Cassel y Bellucci, una de las mejores que ha dado el celuloide. 

“Los ríos de color púrpura” (“Les rivières porpres, 2000), de Mathiew Kassovitz.

Y esta puede ser una de mis películas favoritas, no sé las veces que la he podido ver. Reno lo hace en grande, pero Cassel en esta ocasión se lo come con papas. Un magistral thriller del país vecino.

“Juana de Arco de Luc Besson” (“Joan of Arc”, 1999), de Luc Besson.

Vuelvo con Besson y Milla Jovovich, y un reparto de lujo desde Dustin Hoffman, John Malkovich, Faye Dunaway y cómo no, mi amado Vicent Cassel, aquí interpretando al mismísimo Gilles de Rais. Una película que tiene a sus machacones diciendo barbaridades sobre ella. A mí, personalmente, me encanta. Y para gustos... los colores.

No puedo dejar de nombrar "El pacto de los lobos" (2001), una maravilla visual y supér entretenida. "El odio" (1995), "El monje" (2011)... y muchas más, pero que vamos a dejarlo ahí.

Alfonso Romero

“El odio” (“La haine”, 1995), de Mathiew Kassovitz.

Junto a “Delicatessen” (1991) de Jeunet y Caro, “El odio” fue otro de los trabajos que, llegados desde Francia, supusieron un soplo de aire fresco para los cinéfilos y cinéfagos más inquietos de los noventa. La revelación de un actor en ciernes, Cassel, y de un director pujante, Kassovitz, lo supuso esta película de arte y ensayo (rodada en blanco y negro) que se ganó pronto a la crítica y no tardaría en convertirse en (merecido) título de culto. En 1997, Kassovitz seguiría reinventando y reventando (pero respetando) los géneros con “Asesino(s)”, un buen (aunque fallido) intento de acercarse al polar, mas su gran éxito llegaría en la bisagra al nuevo siglo con “Los ríos de color púrpura” (2000). Su trayectoria en Hollywood no llegó a cuajar, a Cassel le fue mejor.

“El Pacto de los Lobos” (“Le pacte des loups”, 2001), de Christophe Gans.

Curtido en la crítica, y amante del cine europeo de género y del asiático, el francés Christophe Gans debutó (tras algún corto) en la cinta colectiva “Necronomicon” (1993), producida por Brian Yuzna, quien le produjo poco después su primer largo en solitario, “Crying Freeman. Los paraísos perdidos” (1995), adaptación de un popular manga. Su gran triunfo, no obstante, sería “El pacto de los lobos”, donde aunó las influencias que le gustaban, desde los spaghetti-westerns de Sergio Corbucci a las cintas de artes marciales de Hong Kong (contando de nuevo con Marc Dacascos, protagonista de “Cryng Freeman”) y sin por ello renunciar, más al contrario, con esa “francesidad” tan propia del cine gabacho. Cassel interpreta aquí al noble Jean-François, diríase un primo hermano de Gilles de Rais, a quien mira por donde encarnó en “Juana de Arco” (1999) de Luc Besson. El film tomó como base la misma leyenda que sirviera de inspiración a “La bestia” (1975), de Walerian Borowxzyk. 

Miguel Romero

“Flash-back (El apartamento)” (“L’appartament", 1996), de Gilles Mimouri.

Si algo hay que agradecer a “Obsesión” (2004), remake made in USA de este film a cargo de Paul McGuigan, es que gracias a él su distribuidora en nuestro país, Filmax, también se animó a editar por estos lares la original de Gilles Mimouri, notablemente superior. Recordada por ser la película en la que se conocieron Vincent Cassel y Monica Bellucci.

“Los ríos de color púrpura” (“Les rivières porpres, 2000), de Mathiew Kassovitz.

Tras el éxito de “El odio”, Kassovitz volvía a contar con su amigo Cassel para protagonizar (junto a Jean Renó) una película mucho más ambiciosa, un thriller, como tantos de aquellos años, a la estela de “Seven” (1996), y que nada tenía que envidiar a los facturados en los Estados Unidos. Seguida de una secuela (inferior) y de una serie con cuatro temporadas.

“El cuento de los cuentos” (“Il raccobto dei racconti", 2015), de Matteo Garrone.

Garrone, gracias al éxito de su adaptación del bestseller “Gomorra”, se permitió facturar con un reparto internacional (Salma Hayek, Toby Jones, John C. Reilly...) algo tan propio del cine italiano de antaño como un film decamerónico, con su mala baba habitual y con Vincent Cassel como el lujurioso rey de Strongchiff.

Oscar "Woody" Correa

“El odio” (“La Haine”, 1995), de Mathieu Kassovitz.

La trama sigue a tres jóvenes en los suburbios de París, durante un período de veinticuatro horas después de un disturbio en su vecindario, y Vincent Cassel interpreta a uno de los tres protagonistas. Los papeles de Cassel que más me gustan son los que hace esos personajes impulsivos-peligrosos, que tanto le caracterizan y que es cierto que puede que sea un porcentaje alto en su filmografía…:-)… El personaje de Cassel en "El odio" es un joven lleno de ira y resentimiento hacia la policía y la sociedad en general, y representa la violencia latente y la lucha contra la injusticia que experimentan él y sus amigos, y su interpretación contribuye en gran medida al impacto emocional de esta película de culto, y como un retrato súper potente de la alienación juvenil y la tensión social en la sociedad francesa en los barrios de los suburbios.

“Dobermann” (Dobermann, 1997), de Jan Kounen.

Es un thriller de acción que sigue las “aventuras” de un grupo de criminales encabezados por el carismático líder Dobermann, interpretado por Vincent Cassel. Cassel hace otro papel increíble de criminal despiadado y carismático, con brutalidad e ingenio y lleva a cabo esta interpretación con una intensidad magnética, infundiendo al personaje con una presencia imponente y ese aura de peligro que le caracteriza y casi le define. La presencia de Monica Bellucci le da el contrapunto y, por qué no decirlo, complemento perfecto. Su actuación es fundamental también para mantener la intensidad y el ritmo frenético de la película, ya que "Dobermann" es recordada por su estilo visual único y su energía, con estilo casi actual.

“Promesas del Este” (“Eastern Promises, 2007), de David Cronenberg

En esta película Cassel no interpreta ningún papel principal, pero es una parte fundamental de la trama con otro papel que borda de impulsivo-peligroso. Cassel interpreta al hijo del jefe de la mafia rusa en Londres, que aunque, como digo, no es el protagonista, su carisma lo convierte es un personaje de los que finalmente más recuerdas de este thriller de mafiosos (de Cronenberg!), ya que su comportamiento impulsivo y su lealtad ciega desencadenan una serie de eventos violentos y conflictivos... por supuesto!!! La actuación de Cassel que oscila entre la violencia despiadada y la vulnerabilidad emocional, añade a la película una capa de tensión y peligro, contribuyendo aún más al impacto de la historia. No todo es Viggo Mortensen!


Fernando Rodríguez Tapia

“Los ríos de color púrpura” (“Les rivieres pourpres”, 2000), de Mathieu Kassovitz.

Un excelente megathriller que combina con acierto distintas variantes del mismo dando como resultado una obra entretenida, sólida y de marcado toque europeo que no tiene nada que envidiar a sus contrapartidas americanas. Reno y Cassel forman una pareja tan singular como contrastada dando vida a dos policías de métodos tan distantes como distintos pero cuya inesperada unión será clave para la resolución de un misterioso caso. Muy destacable ambientación con una valoración del paisaje que acaba adoptando una figura propia en la trama relatada, estilizadas escenas de acción donde se aprecia el buen hacer de su realizador y momentos de humor típicamente francés para aliviar la oscuridad del relato narrado. El film es una adaptación bastante fiel de la novela homónima del escritor Jean-Christophe Grangé cuyos ligeros cambios, especialmente en el tramo final, mejoran incluso la novela original. La película tuvo continuidad en una inferior secuela y en una miniserie televisiva muy por debajo de este estimable y muy recomendable trabajo. 

“Blueberry. La experiencia secreta” (“Blueberry: L' experience secrete” 2004), de, Jan Kounen.

Versión muy libre a la par que polémica del mítico personaje creado por Jean-Michel Charlier e ilustrado por el genial Jean Giraud que tuvo ya un intento abortado a finales de los años ochenta (con el actor Martin Kove). La base del relato son dos de los mejores álbumes en la trayectoria del personaje como son “La mina del alemán perdido” y “El fantasma de las balas de oro”, pero Kounen lo deriva a una aventura mística y lisérgica propia del acid western para mostrar la experiencia chamánica su mayor interés a la hora de elaborar la película. El resultado final es una obra singular con muchos matices explorados, a veces no bien definidos, pero muestran un camino muy diferente y poco conservador como adaptación del mundo del comic. Nadie mejor que Vincent Cassel para encarnar esta versión de Blueberry empapada de la visión libre y nada acomplejada del vanguardista Moebius para desesperación e incordio de los herederos de Charlier, nada contentos por el poco respeto a las esencias del personaje original. Por último, destacar el excelente reparto y recomendar el documental que Jan Kounen realizó sobre su experiencia chamánica: “D'Autres mondes” (2004).

“Mesrine: Instinto de muerte” y “Mesrine: Enemigo Publico nº 1” (“Mesrine: L'instinc de mort” y “Mesrine: L'ennemi public nº1”, 2008), de Jean-Francois Richet.

 Después de su desigual entrada en el mercado americano con el remake de Asalto a la comisaría del distrito 13, Richet volvió a Francia para desarrollar este ambicioso y apabullante biopic de uno de los más conocidos y legendarios delincuentes de la historia de su país en la segunda mitad del siglo XX. Por razones comerciales se dividió en dos películas, pero hay que tratarlas como si fueran un único trabajo. Una película memorable tanto en su parte dramática como en sus magníficas secuencias de acción que no escatima las diversas lecturas del personaje, tanto en su evolución personal como en su repercusión social que le acabaron convirtiendo en una auténtica amenaza para el propio estado. Sin duda alguna el mejor trabajo de su realizador y uno de las mejores interpretaciones de Cassel, bien acompañado por un contrastado reparto que se integra perfectamente en todas las vicisitudes del relato.

Alfonso Carlos López

“Promesas del Este” (“Eastern Promises, 2007), de David Cronenberg.

Película espectacular que gira en torno a la mafia rusa de los Vory V Zakone y su tapadera con un restaurante lujoso. El jefe de esta mafia es encabezado por Semyon, papel que borda Armin Mueleer-Stahl. Nikolai Luzhin, encarnado magistralmente, es el chófer de esa familia del crimen organizado que es un infiltrado. Vincent Cassel borda el papel de Kiril,l el hijo del mafioso, con su habitual maestría. Todo empieza cuando una comadrona encuentra un diario de una adolescente que muere por un parto. Una trama muy ágil y fresca. Una obra maestra.

“El Pacto de los Lobos” (“Le pacte des loups”, 2001), de Christophe Gans.

Este film nos lleva a 1765. Un caballero francés acompañado de un indio iroqués de la tribu Mohawk van a una localidad, Gévaudan, para resolver el misterio de unas muertes llevadas a cabo por una bestia. Los habitantes están aterrorizados por dichas muertes y enseguida se ven elementos extraños y macabros sobre la citada bestia. Una gran ambientación. Vincent Cassel soberbio en su papel.

“Una Semana en Córcega” (“Un moment d’égarement”, 2015), de Jean-François Richet.

 Una comedia muy divertida, que gira en torno a dos amigos divorciados parisinos maduros de cuarenta y tantos años, y que pasan sus vacaciones en Córcega con sus hijas. El lío empieza cuando la hija del amigo, Louna, se enamora de Laurent, al que da vida Vincent Cassel, y se suceden todo tipo de situaciones curiosas y enredos. La chica trata de seducirle. Es un remake del filme que dirigió Claude Berri en 1977, “Un Moment d’égarement”. Me gustó mucho.

Oscar Villalta

“Dobermann” (Dobermann, 1997), de Jan Kounen.

Este enloquecido cómic neo noir, puesto en imágenes con un estilazo y sentido de la maravilla estratosférico, puede ser fácilmente una de las películas que más veces he visto en mi vida. Violenta, irreverente, con personajes carismáticos y ritmo aceleradísimo, basada en una sucesión de atracos cometidos por este Dobermann interpretado por Vincent Cassel y su peculiar banda de perdedores, y la posterior persecución por parte de un teniente de policía conocido como Christinie "La Hiena" (Tcheky Karyo) que se revela como la perfecta némesis del protagonista, resultando aún mayor su crueldad y sadismo. Un embrollo maravilloso con un reparto coral explosivo, donde sobresale la incomparable Mónica Bellucci como la pareja del protagonista, situación trasladada a la vida real.

“El Pacto de los Lobos” (“Le pacte des loups”, 2001), de Christophe Gans.

Una verdadera joya del cine francés, que revivía la historia tradicional de la bestia de Gevaudan, a la que su director incorporó novedades, que en principio parecían inverosímiles, pero que acabaron siendo la personalidad de la película y tal vez lo más aplaudido, como el sistema especial slow motion, la estética de videoclip, algo inusual y supuestamente irreverente en una película de época que se precie, y el no va más: la inclusión de las artes marciales a tutiplén de la mano de un viejo conocido del director, Mark Dacascos, cuyo encuentro en "Crying Freeman: Los paraísos perdidos" (1995) ya fue memorable. Importantísimo el personaje de Vincent Cassel, que prácticamente es la pieza clave en la resolución de la historia, dando vida a un noble atormentado que guarda un secreto capaz de poner patas arriba los tres primeros cuartos de la película.

“Promesas del Este” (“Eastern Promises, 2007), de David Cronenberg

Esa época en la que David Cronenberg se desvinculó del cine fantástico, nos dejó algunas perlas que, en efecto, correspondían con la madurez artística y el respeto crítico que supuestamente el cineasta andaba buscando, aunque para sus seguidores no le hiciera ni puñetera falta. "Promesas del Este", se erige como un thriller dramático, brutal y por momentos despiadado, cuya historia gira alrededor de una familia de la mafia rusa, donde Vincent Cassel interpreta al caprichoso e inconsciente hijo del capo (Armin Mueller-Stahl), Viggo Mortensen a su chófer, amigo y confidente, y Naomi Watts a una enfermera atrapada en la trama criminal. De realización seca y contundente, sin concesiones, y volcando el peso de la trama en un magistral desarrollo de personajes, Cronenberg sabía que con semejantes actores tenía entre sus manos un boleto ganador.

Joanna

Irreversible (Irréversible, 2002), de Gaspar Noé.

En su fijación tocapelotas, Gaspar Noé reunió a Vincent Cassel y Monica Bellucci, por entonces formando matrimonio, para una muy sui generis película de violación y venganza. Rodada como si hubiera tomado un ácido y montada diríase que hasta arriba de speed, “Irreversible” resultó una bofetada en la cara del espectador, incluyendo para que éste se retorciera en la butaca una larguísima y muy violenta escena de violación anal a la Bellucci. Difícil de olvidar.

“Dobermann” (Dobermann, 1997), de Jan Kounen.

Curtido en el terreno del videoclip, Jan Kounen había llamado la atención y molestado a unos y otros con algunos cortos cuando dio finalmente el salto al largo con “Dobermann”. Suerte de neo-noir y bande desinée bien entendido y mezclado que, una vez más, mantendría dividida a la crítica (unos esperaban algo más “autoral”, otros algo más “provocador”), pero que le resultó una buena taquilla. 

“Blueberry: La experiencia secreta” (“Blueberry”, 2004), de Jan Kounen.

Decepción y perplejidad fueron las respuestas más usuales ante el estreno de esta adaptación a la pantalla del personaje creado por el guionista Jean-Michel Charlier y el arte de Jean Giraud “Moebius”, que se pareció al final más a la saga del Incal que el segundo realizara en colaboración con Jodorowsky que a las páginas de aquel teniente malcarado. Vincent Cassel era la opción más adecuada, repitiendo con Kounen en una nueva aventura que en su ambición trataba de ser internacional, apostando por un reparto en el que se mezclaban rostros del cinema francés con caras conocidas del cine americano.

Esther Checa

“El odio” (“La Haine”, 1995), de Mathieu Kassovitz.

En ella, su papel de Vinz vs. Hubert y ese Säid medio árbitro da mucho que pensar dentro de un tiempo marcado por la incertidumbre en una ciudad, con en ocasiones no tantas luces como sombras para realizar una crítica social demoledora y de una fuerza desgarrada donde la policía tarda menos en empuñar una pistola que alguien marcado por el odio.

Vincent borda el personaje más marcado por la ira, a la vez más idealista y revolucionario con unos registros como actor y en primeros planos muy convincentes que seducen y atrapan para siempre en lo que es una interpretación de las que no se olvidan fácilmente.

“Irreversible” (“Irrèversible”. 2002), de Gaspar Noé.

Un film rompedor en todos los sentidos, comprometido y que sembró muchísima controversia, pero a mí me parece un ejercicio de cine con mayúsculas y Vincent en su papel de Marcus completamente demoledor llevando a cabo un guion nada “facilito”, unas escenas de intensidad mayúscula y con cierta crudeza ensordecedora en ocasiones, y mantiene el tipo en todas y cada una de las situaciones con un poder ante la cámara que no es de este mundo. En esta obra maestra él configura junto con Bellucci un dueto inolvidable dentro de esa estructura magistral de disrupciones y con un final de “ríase usted" del término apocalipsis. 

“Mesrine 1. Instinto de muerte” (“Mesrine L'instinct de mort”, 2008), de Jean François Richet.

Donde no podrían haber elegido un mejor hombre de las mil caras para este thriller - caramelo con parte autobiográfica y basada en los crímenes más negros (y cinematográficos) de los años 50-60. Y es que está completamente arrebatador en el papel de gánster. 

No olvido otras interpretaciones que no me dejaron indiferente, como la desarrollada en “Cisne Negro” (2010) -fantástica la Portman también- o “Ocean’s Twelve” (20049 -donde están todos “de lujo”-. Y sin olvidarme de ese “Sheitan” (2006), que el terror- comedia otorga un papel difícil de ejecutar, pero que logra y con “momentazos” que, aún a día de hoy, recuerdo alguna escena y “me entra” la risa floja al compás de cierto hilarismo. 




viernes, 26 de abril de 2024

Anna Duke "Black Honey" EP, Folc Records, 2024.

 

Me convocan mis amigos de Les danses macabres para comentar el nuevo trabajo de la manchega Anna Dukke, “Black Honey” es su título, y está actualmente de gira por toda la geografía española presentándolo a la audiencia. EP de cuatro temas, tres de ellos composiciones propias más una versión de la pionera Sister Rosetta Tharpe que cierra el disco. Vaya por delante que este es un disco de las raíces del rock'n'roll, con el rythm & blues, el gospel y el soul marcando el camino, y el rockabilly y rock'n'roll aderezando el conjunto. Más roquero que el anterior, pero sin abandonar su estilo. Anna amplía su espectro musical al sonido más negro del rock con Ruth Brown, Etta James y la mencionada Rosetta Tharpe como referentes absolutos. Ya en su anterior trabajo, "Broken Chains", dejó constancia de su sello personal, que es una voz que sale del alma y que te llega hasta el último rincón de tu pellejo; es potencia pura que sale de sus pulmones y de su amor por la música. En este segundo trabajo, se aleja de los instrumentos de viento y las teclas del piano también se quedan fuera, para dar más  protagonismo a la guitarra y moverse por terrenos más rock; además comprobamos algo muy importante, y es que por fin se hace con una banda de acompañamiento estable, y eso se nota, no sólo en la grabación del disco, que también, sino sobre todo en directo, donde Andrés a la batería, Isidro a las cuatro cuerdas y Ernesto con su guitarra ejecutan a la perfección y de una manera disciplinada, para que Anna dé rienda suelta a su espectacular voz.

Entrando ya en este "Miel negra", nombre que proviene de la miel tan oscura que se produce en su tierra Castellana (no en vano ella viene de una familia de apicultores), el disco lo produce y masteriza Ely Agramunt, productor básico para las bandas de rockabilly, con Luis Duque (primo de Anna) como ingeniero de sonido. La foto de la portada es de Magüe Negromate, y el diseño de portada es del mítico Antonio Alay. Abre la cara A con "33 Balls", el tema soul del vinilo, aunque destaca la agilada guitarra de Ernesto, es quizás el que menos me ha encajado de todos. Continúo en la cara A para desglosar este "Shake Your Soul", un estupendo rhythm&blues perfecto para mover las caderas donde la guitarra de Ernesto te lleva con punteos hacia el rockabilly más añejo, mientras la batería mantiene el ritmo y Anna vacía sus pulmones sin esfuerzo lanzando sus gorgoritos marca de la casa. Entramos en la cara B para oír un maravilloso bopper, "My Lifeline", que hará las delicias de todo gasta-suelas que se precie, lo veo sonando en cualquier festival rock’n’rollero, pero es que además Anna no abandona su timbre de voz en ningún momento, y eso lo hace distinto a los demás rompepistas que suenan en la escena. Cierra el disco con una maravillosa balada que yo desconocía, así que me sirve para descubrir el lado más sentimental de la excepcional Rosetta Tharpe, y es que con "Journey to the Sky" ya me tengo que quitar el sombrero, descubrirme, levantarme y aplaudir a rabiar, porque Anna se marca aquí, y no exagero, la MEJOR BALADA DEL AÑO: qué versión hace, qué bien escogida, qué bien le encaja a su tono vocal, qué maravillosa letra, y desde 1949 que la cantó Rosseta hasta hoy, Anna nos la descubre y nos regala un tema que por sí solo vale el disco entero. Uno a veces piensa qué canción sería perfecta para sonar en tu funeral, yo siempre pensé en "Sleepwalk" de Santo y Johnny, pues creo que esta canción es aún mejor para despedirse de este mundo, con clase y con cariño hacia los que uno deje atrás. Así cierra su segundo trabajo Anna Dukke, y como uno espera que el día del funeral tarde en venir, sólo me queda aconsejaros que la veáis en directo, donde vais a flipar con la voz de ésta chica, que se atreve con algo distinto, y en directo rememora a Wanda Jackson, Etta James, Loretta Lynn, Ruth Brown, por supuesto al rey Elvis, y cierra el directo con un hit de Donna Summer que levanta a los muertos.

Anna Dukke es: rhythm&blues-country-rockin´-soul-gospel, y si no me crees... ¡¡compruébalo por ti mismo!!

Emilio Cortijo



sábado, 20 de abril de 2024

Mis Tres favoritas de ... Gabriel Byrne


 Oscar Villalta

"Excalibur" ("Excalibur", 1981), de John Boorman.

Esta maravillosa revisión del Ciclo Artúrico, basada en la obra de Thomas Malory y dirigida por John Boorman, es para un servidor , una de las mejores películas de Historia del Cine. Gabriel Byrne tiene un papel que, aunque no muy extenso, es importantísimo en el desarrollo de la trama, y sirve como un prólogo perfecto para poner en imágenes la llegada del legendario rey Arturo Pendragón, desde su oscura gestación hasta su muerte en la victoria, en la batalla de Camlann. Byrne interpreta a Uther Pendragón, un monarca engreído y codicioso, primer poseedor de la legendaria espada de la Dama del lago, Excalibur,  amigo del mago Merlin y  padre del futuro rey.
También encontramos en esta fantasía épica a unos jóvenes Patrick Stewart y Liam Neeson, encorsetados en relucientes armaduras de un diseño sin precedentes, marchando al son de Carl Orff entre flores y una iluminación imposible de tanta belleza.

"Muerte entre las flores" ("Miller's Crossing", 1990), de Joel & Ethan Coen.

Los hermanos Coen comenzaban los 90 con esta historia de mafia y corrupción policial, que exhibía su punto fuerte en una estética clásica y purista que bebía de los estándares más comunes del género, pero a la vez dejaba ver el sello de autor personal de sus realizadores, que fue la marca de sus mejores obras. Gabriel Byrne interpreta con gran acierto a Tom Reagan, una especie de consejero de un jefe del crimen durante la época de la ley seca, con buenas intenciones y deseos de no caer en una guerra entre clanes, que, como era de esperar, termina envuelto en una espiral de violencia desatada, mostrada con un inaudito sentido de la maravilla estética, donde un también tremendo Albert Finney da la réplica al protagonismo absoluto del genial Gabriel Byrne.

"Hereditary" ("Hereditary, 2018), de Ari Aster.

El pistoletazo de salida de Ari Aster, uno de los directores más estimulantes en el panorama actual, dejaba tras de sí un reguero de críticas enfrentadas, tanto a nivel profesional como público, desde "La mejor película de Horror de los últimos veinte años", a "Una tomadura de pelo absoluta".  Yo me colocaría en el centro, tal y como Gabriel Byrne en el film, donde muestra todo su aplomo en una estupendísima actuación, contenida hasta que se desata, flanqueado por el maremágnum de misticismo estoico y nada sutiles referencias metafóricas, amén de las otras perlas de la función: la notable interpretación de Toni Collette y la inquietante Milly Shapiro, erigida ya en icono e imagen de esta obra polémica y en todo caso, de hipnótico visionado.


Alfonso Carlos López

"Stigmata" ("Stigmata", 1999), de Rupert Wainwright.

Gabriel Byrne hace un papel maravilloso interpretando al padre Andrew Kiernan, un jesuita que investiga posibles milagros para verificarlos o  descartarlos.  La historia es muy interesante y gira alrededor del rosario del padre Almeida, unos hechos sobrenaturales, un exorcismo, un nuevo evangelio (según la película el de Santo Tomás) y otros aspectos relacionados con los estigmas de Cristo. Un genial guion y un film muy interesante.

"Hereditary" ("Hereditary",  2018), de Ari Aster.

Película de terror y suspense que  gira alrededor de una familia que empieza a ser perseguida por una entidad sobrenatural tras la muerte de  la abuela. Gabriel Byrne interpreta a Steve Graham, el padre. La cinta contiene elementos muy inquietantes como la aparición en un libro de signos de brujería y ocultismo, la participación en una sesión de espiritismo, etc... Tiene todos los ingredientes sobrenaturales que tanto nos gustan a los amantes del terror.

"Lamborghini: El hombre detrás de la leyenda" ("Lamborghini: The Man Behind the Legend", 2022), de Bobby Moresco.

Película que gira en torno al creador de la mítica marca italiana de coches  Ferruccio Lamborghini, interpretado por Frank Grillo. Gabriel Byrne encarna al también mítico Enzo Ferrari. El film hace un repaso por Lamborghini desde que comenzó con los tractores, sus vehículos militares en la Segunda Guerra Mundial, hasta la construcción de sus legendarios automóviles. La verdad,  que tanto para los aficionados a los automóviles, como para el público en general, un trabajo imprescindible y una gozada ver una cinta así.

Rafa Coronel

"Excalibur" ("Excalibur", 1981), de John Boorman.

En "Excalibur" (o "Escalibor" para los que crecimos viéndola doblada) Gabriel Byrne sale poco, diría que a los 20 minutos de película no llega, pero en ese tiempo le da para matar al duque de Cornwall, a que Merlín le convierta en dragón con música de Carl Orff, dejar embarazada a Ygraine de Arturo Pendragón, morir y meter a Excalibur en una piedra. Si tuviese que elegir mi película favorita de John Boorman, estaría sin dudarlo entre "Deliverance" (1972) y ésta, según el día. Un reparto brutal de británicos que han mamado teatro y cine histórico desde sus inicios (Helen Mirren, Nigel Terry, Nicol Williamson, borracho y pendenciero que destacaba incluso entre los escoceses por ello...) conforman la que es sin duda la mejor película de fantasía adulta que se ha hecho. 

"Cool World: Una rubia entre dos mundos" ("Cool World", 1992), de Ralph Bakshi.

Admitámoslo: la película no es precisamente una obra maestra, se pegó un ostiazo del copón en taquilla y ni en vídeo remontó el vuelo y no te paras a verla ni aunque te la encuentres haciendo zapping, no digamos ponértela intencionadamente. Pero en la época que salió, aun con el antecedente que teníamos de Roger Rabbit, a la que plagia (mal) descaradamente en muchísimas cosas, flipaste con la versión animada de Kim Basinger y la viste sólo por ella y porque tenía que ver con el mundillo del cómic. Y es una lástima, porque con Ralph Bakshi a los mandos y semejante reparto y presupuesto podía haber sido algo histórico, pero se conforma con ser una versión “gamberra” de Roger Rabbit cuando podía haberse acercado a Fritz el Gato. 

"Muerte entre las flores" ("Miller's Crossing, 1990), de Joel y Ethan Coen.

1990 fue EL AÑO de las películas de gángsteres en EEUU. Estuvieron en cines "Uno de los nuestros", "El padrino III", "El clan de los irlandeses" o la que nos ocupa ahora mismo. De hecho fue un absoluto fracaso en taquilla, quizás porque el ritmo se asemeje más al cine negro clásico que a lo que ofrecía "Goodfellas". Pero aquí puede que esté la mejor interpretación de Byrne en toda su carrera en el papel del impasible Tom Reagan, y una de las mejores películas de los Coen que casi nunca sale en las listas de “mejores de”, oculta por otras más recientes y llamativas.

Esther Checa

Es como para “hartarse a paracetamoles” el poder elegir algo de este actorazo, sin que después recules y digas “uyyy… es que me dejo ésta…” y vuelves a rebobinar, a borrar, a escribir, a cerrar el pc con impotencia.

 Y, finalmente, ya decides tirarte por la borda. Aún a sabiendas de que no estás muy convencida en unas elecciones en detrimento de otras de parecido peso para ti y que te han llegado de igual modo a conquistar, seducir y convencer.

Me gusta absolutamente todo lo que he visto de este actor. 

Las interpretaciones que más me han marcado no corresponden a films, sino a series porque “Quirke” (2013) y su papel de forense, así como la adaptación de John Banville bajo su seudónimo de Benjamin Black y Byrne de forense es completamente demoledor y está de 10.

Lo mismo ocurre con su papel de terapeuta en “In Treatment”, la serie de HBO de Mark Wahlberg (2008-) encarnando un terapeuta muy personal, en los que está en interpretación y diálogo soberbio. Todas las temporadas y episodios tienen su miga, pero esa lucha verbal entre “Sophie” y Paul Weston que tantos debates ha generado es de una calidad “supra”. 

En cuanto a films:

"Stigmata" (“Stigmata” , 1999), de Rupert Wainwright. 

Aunque la cinta en sí misma no me resulta “apabullante” de no haber estado ese padre Andrew bailando en interpretación brillantísima, configurando una especie de tango “raruno” con una Patricia Arquette también soberbia, quizá no la hubiera elegido dentro del top. Pero también he tenido en cuenta declaraciones de Byrne sobre su infancia, con lo cual la cinta toma mucho más cariz y su papel aún mayor intensidad. 

"Muerte entre las flores" (“Miller’s Crossing”, 1990), de Joel y Ethan Coen.

Como ya es habitual los Coen nos ofrecen un “bombón” lleno de intenciones, humor, subtextos e imagen que es muy difícil que dejen al espectador indiferente porque “bordan” la provocación y el subtexto. Añadiendo además a Byrne en ese papel de Tom Reagan, con “veladas intenciones” que mantiene en tono durante todo el metraje sin bajar un ápice su savoir faire en planos e intensidad de su mirada da lugar a un orgasmo para los sentidos. 

"Sospechosos habituales" (“The Usual Suspects”, 1995), de Bryan Singer.

Además de una trama brillante y un reparto de élite, Byrne no sólo mantiene el tipo con otros actores del calibre de Benicio del Toro, sino que brilla con luz propia. Y eso es lo que les ocurre a los actores con personalidad y calidad interpretativa, que saben seducir a la cámara y al espectador, hagan lo que hagan, en niveles de excelencia.

No puedo dejar de mencionar otros papeles suyos que me han fascinado: como D’Artagnan en “El hombre de la máscara de hierro” (1998) -¡que también vaya reparto extra luxe!-, como Charlie Dickinson en “Dead Man” (1995) y como el mismísimo Satanás en “El fin de los días” (1999).

( No se ha notado nada que me chifla, ¿no?)

Malina Murnau

"Gothic" ("Gothic", 1986), de Ken Russell.

Sé que no es la mejor de este gran actor, ni mucho menos, pero tengo un cariño especial por este film. Ya que fue la primera vez que vi a Gabriel Byrne haciendo de "Lord Byron" y junto a él se puede ver a otro de mis actores fetiche como Julian Sands (tristemente malogrado). Un caos de película pero deliciosamente encantadora.

"Stigmata" ("Stigmata", 1999), de Rupert Wainwright.

Qué decir de esta película. La vi en cine, luego la alquilé y hasta que me la pillé, me encanta. Ver a Byrne de cura es una pasada. Te lo llegas a creer y no veas si el morbo va en aumento. Aparte de eso, la película está bien dirigida, buena fotografía y con una Patricia Arquette estupenda.

"El fin de los días" ("End of Days", 1999), de Peter Hyams.

Le dieron por todos lados a este film de Arnold Schwarzenegger y Gabriel Byrne. Pues la verdad, no sé el porqué... La película es súper entretenida, se hace corta y de nuevo Byrne, en este caso haciendo del mismo demonio, puaff ahí ni os cuento, está que se sale. Y para mí uno de los actores que han interpretado al Diablo con más estilo y mas guarreo que nadie. O sea, una delicia de película.

Al ser otro de mis fetiches de actores, nombrar tres es una tarea bastante difícil. Dejar atrás "El hombre de la mascara de hierro", con ese reparto estupendo, "Sospechosos habituales", "Muerte entre las flores", "Ghost Ship. Barco fantasma"... y una larga lista que voy a dejar aquí. Voy a decir como mi amiga Esther "Se nota que me chifla a mi también, verdad?"

Alfonso Romero

"Muerte entre las flores" (“Miller’s Crossing”, 1990), de Joel y Ethan Coen.

"Muerte entre las flores" y "Barton Fink" (1991) supusieron el definitivo reconocimiento crítico de los hermanos Coen. Con la primera de ellas realizaron además un ejercicio de deconstrucción de las claves y clichés del cine de gánsteres, y de paso brindaron a Gabriel Byrne uno de sus mejores papeles.

"Sospechosos habituales" (“The Usual Suspects”, 1995), de Bryan Singer.

La confirmación de Bryan Singer como director a tener en cuenta se la proporcionó este thriller criminal que partía de un libreto de Christopher McQuarrie antes de convertirse en guionista fetiche para vehículos de Tom Cruise. Byrne es el cabecilla, por decirlo de algún modo, de un grupo de matones de medio pelo que resultará un mero títere en un juego del ratón y el gato donde es otro quien mueve los hilos.

"Excalibur" ("Excalibur", 1981), de John Boorman.

Junto a "Conan el bárbaro" (1982) de John Milius, la de Boorman es la cinta adulta de espada y brujería más importante de la década de los ochenta. Una epopeya de sangre y acero que le supuso a Gabriel Byrne uno de sus primeros trabajos de relieve. La escena de la Dama del Lago sería copiada, plagiada y parodiada en innumerables ocasiones, mi favorita es la que aparece en "La matanza de Texas III" (1990), cambiando la espada por una motosierra.

Miguel Romero

"Sospechosos habituales" (“The Usual Suspects”, 1995), de Bryan Singer.

Posiblemente su papel más recordado de la década de los noventa sea el de Keaton en "Sospechosos habituales". El más importante del film junto al del hoy innombrable Kevin Spacey. Cinta con la que se dio a conocer Bryan Singer y una de las más influyentes de su época.

"ZeroZeroZero" ("ZeroZeroZero", 2019).

Pequeño pero importante era el papel de Byrne en esta ambiciosa coproducción para Sky orquestada por Stefano Sollima.

"Dead Man" ("Dead Man", 1995), de Jim Jarmusch.

Rodado en blanco y negro, uno de los films más conseguidos y celebrados del antaño interesante Jarmusch -cuando no hacía estupideces como "Los muertos no mueren" (2019)-. Con un variopinto reparto que, entre otros, incluía a Johnny Deep, John Hurt, Iggy Pop, Gabriel Byrne, Crispin Glover, Lance Henriksen, e inclsuo a Robert Mitchum en un breve pero importante papel.

Oscar "Woody" Correa

"Muerte entre las flores" ("Miller's Crossing", 1990), de Joel y Ethan Coen.

Míticamente dirigida por los hermanos Coen en 1990, y convertida ya un clásico del cine noir moderno. Gabriel Byrne interpreta a un asesor de confianza de un jefe mafioso. Su actuación es absolutamente icónica en esta película, ya que su personaje se ve inmerso en una red de engaños y dilemas morales, y Byrne ofrece una interpretación magistral de un hombre atrapado en medio de un peligroso juego de poder. Su actuación en en esta peli contribuye en gran medida a la atmósfera única y al impacto duradero que hace a esta película una gran obra maestra del cine.

"Sospechosos Habituales" ("The Usual Suspects", 1995), de Bryan Singer.

Dirigida por Bryan Singer es un thriller que también se ha convertido en un clásico moderno. La actuación de Gabriel Byrne como un ladrón de guante blanco con un pasado turbio es clave para la trama, ya que su personaje es el centro de la historia y está envuelto en misterio desde el principio hasta el final. Su presencia en pantalla es magnética y su interpretación deja una impresión duradera en los espectadores además de la presencia en pantalla con el resto de protagonistas, incluido Kevin Spacey.

"Stigmata" ("Stigmata", 1999), de Rupert Wainwright.

Como selección perfecta de entre las pelis de terror y de representante del bien o el mal en las que Gabriel Byrne ha participado -también hubiera valido igual, duda hasta el final con "El fin de los días" (1999)… pero no salía Patricia Arquette-. Byrne interpreta a un sacerdote investigador designado por el Vaticano para examinar los fenómenos que rodean al personaje de Patricia Arquette, y ofrece una interpretación sólida (que bien hace de cura!!!), ya que su personaje está lleno de profundidad y conflicto interno, y además de que lo borda, ayuda la química también entre Byrne y la propia Arquette.

Joanna

"Spider" ("Spider", 2002), de David Cronenberg.

Posiblemente la última gran película del canadiense David Cronenberg, en su faceta más críptica y personal. Un double-feature de "Spider" con su adaptación de "El almuerzo desnudo" (1991) puede hacerte volar la cabeza o enviarte a otra dimensión.

"Dead Man" ("Dead Man", 1995), de Jim Jarmusch.

A mediados de los noventa, Miramax gozaba de un gran reconocimiento crítico y amontonaba multitud de premios ganados en festivales de medio mundo. Continuando con ese cine más artístico y bien mirado, le produjeron este personal wéstern (filmado en blanco y negro) a Jim Jarmusch, para el que contaría con el (entonces) camaleónico Johnny Deep al frente de un extraño pero estimulante reparto donde también brilla Gabriel Byrne.

"Cool World: Una rubia entre dos mundos" ("Cool World". 1992), de Ralph Bakshi.

El testamento cinematográfico del en tiempos excelente y contraculural Ralph Bakshi fue este fallido a la par que incomprendido film que aunaba imagen real y animación. Los resultados quedaban lejos de los mejores (e incluso de otros no tan logrados) trabajos de su autor. Holli Would (encarnada y trazada sobre Kim Basinger) no lograba hacerle sombra a Jessica Rabbit, y el Jack Deebs de Gabriel Byrne quedó supeditado para la gente frente al Frank Harris que interpretó un incipiente Brad Pitt. En su momento pasó con más pena que gloria y hoy algunos millennials de los co##@@s creen haberla descubierto ellos.

Fernando Rodríguez Tapia

"Gothic" ("Gothic", 1986), de Ken Russell.

El mítico encuentro en Villa Diodati entre el matrimonio Shelley, Lord Byron y John Polidori que género varias películas en la segunda mitad de los años ochenta. Sin duda la versión mas bizarra y fascinante de dicho evento fiel a la estética excesiva de su inigualable director que contó con uno de los primeros papales importantes de Byrne encarnando al citado Byron. Uno de los trabajos más relevantes del fantástico británico de los ochenta no apto para todos los gustos y sensibilidades.

"Muerte entre las flores" ("Miller´s Crossing", 1990), de Joel y Ethan Coen.

El recordado acercamiento de los Coen al cine negro y de paso a la literatura hardboiled que lo engendró contó con un excelente reparto donde Byrne encarnaba al torpedo de confianza de un mafioso irlandés en su guerra particular con un gang italiano, en una historia de indisimulados ecos hammettianos llevada a cabo con un virtuosismo tan fascinante como en ocasiones superficial. Con todo, un film magnífico que gana siempre en visionados con detalles, personajes y secuencias que perduran en el recuerdo.

"Sospechosos habituales" ("The Usual Suspects", 1995), de Bryan Singer.

Una de las películas clave del cine norteamericano de los noventa, thriller puzzle magnificamente planteado por Christopher McQuarrie en su guion y con una inteligente dirección a cargo de Bryan Singer. La investigación de un trágico suceso criminal va desvelando un juego de espejos y cartas ocultas que esconden a una misteriosa a la par que mítica figura criminal a la postre responsable final del caso investigado. Realidad y ficción son sugestivamente confrontados en una obra con una labor actoral inolvidable que cuenta con uno de los giros finales más sorprendentes que la cinefilia puede recordar.

Se han quedado fuera de la lista otras películas que bien merecen al menos ser mencionadas como "Dead Man" (Jim Jarmush, 1995), "El final de la violencia" ("The End of Violence", Wim Wenders, 1997), "Spider" (David Cronnenberg, 2002), "Jindabyne" (Ray Lawrence, 2006) o "Hereditary" (Ari Aster, 2018) y algún placer culpable como "Cool World: Una rubia entre dos mundos" ("Cool World", Ralph Basky, 1992) por el que tengo especial debilidad.

Pepe Torres

Gabriel Byrne, el tardío actor irlandés con más de cuarenta años de carrera a sus espaldas, ha construido a menudo personajes algo sombríos e imperturbables, casi desde una gestualidad contenida, lo que le ha alejado del estrellato al uso y le ha hecho verse casi a la sombra de sus compañeros de reparto más exultantes, más contrapunto que héroe, más confesor que pecador. Como bien podría referirse a su carrera, Verbal Kint nos recuerda que el mejor truco que inventó el diablo fue convencer al mundo de que (casi) no existía.

"En defensa del reino" ("Defence of the Realm", 1985), de David Drury.

Quizá su primer rol realmente relevante -aunque sus apariciones en “Excalibur” (1982) o “El torreón” (1983) ya llamaban la atención- y un ejemplo temprano de protagonista oscurecido por otro(s). Parafraseando a Hitchcock: “nunca trabajes con niños, perros o Denholm Elliott”.

"Muerte entre las flores" ("Miller's Crossing", 1990), de Joel & Ethan Coen.

De nuevo opacado por la exhuberancia interpretativa de sus compañeros de reparto (Albert Finney, John Turturro o Jon Polito), su Reagan es, literalmente, el que recibe el bofetón, como en el clásico silente de Chaney.

"Sospechosos habituales" ("The Usual Suspects", 1995, de Bryan Singer. Frente a los excesos expansivos de Kevin Spacey o Benicio del Toro, su Keaton se convierte en el sobrio hilo conductor de nuestra mirada como espectadores y el necesario instrumento para el juego de manos de McQuarrie.

Emilio Malet

"Sospechosos habituales" (The Ususal Suspects", 1995), de Bryan Singer.

Maravillosa película que al igual que "Seven" (1996) marcó lo que sería a partir de entonces los argumentos retorcidos, y sobre todo los finales sorprendentes tan típicos de finales de los 90.

"Excalibur" ("Excalibur", 1981), de John Boorman.

Sin duda la mejor adaptación de la leyenda del Rey Arturo hasta la fecha. Mezclando perfectamente lo medieval con lo fantástico, donde Byrne interpreta al rey Uther, que precisamente es el que deja a Excalibur en la roca hasta que la saca Arturo. 

"El fin de los días" (End of Days, 1999), de Pater Hyams.

Sin ser una gran película, es entretenida y nos ofrece una faceta distinta del héroe de acción, con un Schwarzenegger haciendo por una vez de policía perdedor y desaliñado. Especial mención (de ahí que esté en la lista) a una de las mejores interpretaciones para mi gusto del diablo en el cine a cargo del actor que nos ocupa, Gabriel Byrne.







jueves, 18 de abril de 2024

An American Satan [tv: An American Satan]

 


Título original: An American Satan

Año: (2019, España/Estados Unidos)

Director: Aram Garriga

Productores: Aram Garriga, Iris Martin Peralta, Diego Rodriguez, Carles Torras, Alf Wahlgren

Guionista: Aram Garriga, Xavi Prat

Fotografía: Benet Román 

Música: Erisian, Aram Garriga, Xavi Prat

Intérpretes: Raul Antony, Aden Ardennes, Blanche Barton, Adam Cardone, Peter H. Gimore, David Harris, Heather Harris, Robert Johnson, Anton Lavey (material de archivo), Stanton LaVey, Steven Johnson Leyba, Michaelantony Mandrake, Karen Millman, Peggy Nadramia, Diabolus Rex, Carissa Santigate, Neil B. Smith, Ruth Waytz, ...

Sinopsis: Fundada en 1966 en California por Anton Szandor LaVey, la Iglesia de Satán ha estado a menudo rodeada de misterios, escándalos y pánicos morales. Un viaje de inmersión a uno de los fenómenos más fascinantes del pluralismo religioso estadounidense.

Stanton Zaharoff LaVey, nieto de Anton LaVey, el "Papa Negro", fallecería en 2022 a causa, al parecer, de una sobredosis.

La década de los sesenta (del siglo pasado) fueron uno años muy convulsos en los Estados Unidos. El asesinato del presidente John F. Kennedy, al que seguiría el de su hermano, quien fuera fiscal general del país, Robert F. Kennedy, así como los de los líderes políticos de color Martin Luther King y Malcom X; la repulsa por parte de muchos jóvenes hacia la guerra de Vietnam, que llevó a dividir el país en dos grandes frentes; el avance por los Derechos Civiles de las minorías raciales; la libertad sexual así como los derechos de las minorías sexuales; la experimentación con las drogas, etc... había alejado a las jóvenes generaciones de los ideales de sus progenitores, rompiendo con el tono conservador que se había impuesto en la América del crecimiento económico acontecido tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Entre ese cuestionamiento respecto a las ideas y creencias de sus mayores, estos jóvenes estadounidenses (que formarían lo que Theodore Roszak denominó contracultura) rechazaron la tradicional religión cristiana de aquéllos, buscando otras alternativas, entre las que triunfaron especialmente algunas filosofías orientales, que tendrían gran aceptación entre la chavalería hippie de finales de la década. Fue aquél el momento perfecto para que Anton Szandor LaVey (Howard Anton LaVey en su DNI) fundara en San Francisco [1], California, el treinta de abril de 1966 la Iglesia de Satán. Y en 1969 publicaría los postulados de la misma en La Biblia Satánica, un compendio de elementos esotéricos y filosóficos extraídos de autores diversos, como Friedrich Nietzsche, Jean-Paul Sartre, Aleister Crowley, William Blake, y otros, que intentaba dar la vuelta a los valores tradicionales. Un libro que, al parecer, le cambió la vida a muchos de sus lectores, que aseguran que tras su lectura encontraron en él una identificación y comprendieron que más gente pensaba como ellos. “El satanismo es una filosofía atea que utiliza a Satán como símbolo de orgullo, individualismo y libertad” afirma el sumo sacerdote Peter H. Gilmore.


El satanismo, según LaVey, es una filosofía hedonista, pues sus miembros no creen en más vida que ésta. No hay un más allá ni vida tras la muerte, por lo que hay que disfrutar el tiempo en que estemos vivos, entregarnos a nuestros deseos y placeres. Es una filosofía selectiva, pues tú eliges a quien amar y a quien no, si amas a todo el prójimo pronto te quedarás vacío, sin amor, decía el propio creador de este pensamiento. Una filosofía que se basa en un egoismo activo y en un relativo darwinismo, en el sexo libre y la amoralidad, planteando una religión, unas creencias, atea (en relación a las teorías cristianas) y humanista. Es una iglesia elitista, e incluso clasista, en cuanto a que el pago de sus cuotas hace que no sea asequible para todos los bolsillos. Además que no aceptan a todo el que solicite ingresar en sus filas. Un elitismo que acompaña a esta singular iglesia desde un principio, el mismo LaVey se vio acompañado de muchos famosos del cine, la música, la televisión, etc [2], que entraron a formar parte de su congregación.


LaVey, nacido en Chicago en 1930, se trasladó a San Francisco a finales de los cuarenta. En 1952 trabajó de modo freelance como fotógrafo para la policía, donde vio de cerca el horror de todo tipo de crímenes violentos. También conocería muy de cerca el mundo del carnaval, del circo y de las salas de fiesta, y supo dotar a la Iglesia de Satán de un fuerte y llamativo estilo teatral, escénico, incluso de burlesque y circense. Bestia parda del show business, supo comercializar como nadie con lo esotérico y lo satánico, creando un negocio muy atractivo de cara a conseguir adeptos. De ahí el tener en casa un león, que además paseaba por la calle, o vestirse con llamativos atuendos, con los que lució además en un montón de fotos que están fijadas a fuego en el imaginario colectivo. No obstante, y pese a convertirse en un icono pop de los sesenta y setenta, dada su popularidad, prefirió (según aseguran sus adeptos) no instalarse en Hollywood y acabar siendo un mero fetiche de la industria [3].

Aram Garriga, responsable del también muy recomendable documental American Jesus (2013), repasa en el presente [4] la historia de la Iglesia de Satán, así como analiza sin prejuicios y en palabras de familiares, amigos y acólitos de LaVey, la filosofía de aquél y comenta las diferentes escisiones formadas con diversos puntos de vista, algunos de ellos fuertemente religiosos, caso del Templo de Set o el Imperio del Caos (también encabezados por líderes sumamente ególatras). Conocemos a varios de sus integrantes, la mayoría de San Francisco y Nueva York, las dos grandes costas, presumiblemente más abiertas y cosmopolitas, y dejando fuera el Medio Oeste y el Sur, las zonas más conservadoras del país, dando una vision sesgada y limitada con este mosaico de las ideas que vienen a dar forma a los postulados de dicha iglesia. Entre los miembros entrevistados está Blanche Barton, quien ayudó mucho a LaVey y quien no se pierde intervenir en cada documental sobre satanismo y similares que se filman. También nos hablan de la visión de Satán dada por la iglesia cristiana, en especial por el impacto causado entre la gente a causa del éxito de filmes como La semilla del Diablo (Rosemary's Baby, 1968), de Roman Polanski, El exorcista (The Exorcist, 1973), de William Friedkin, o La profecía (The Omen, 1976), de Richard Donner. De cómo perjudicó al satanismo el caso de los asesinatos de Tate/LaBianca a manos de la "Familia Manson" (que no podía faltar). Y del impacto igualmente muy negativo que causó en los ochenta, no por casualidad durante la “era Reagan”, el “satanic panic”, el pánico hacia el satanismo, que permitió que se culpara al mismo de los suicidios entre la juventud y de diversos asesinatos rituales, vinculando a los satanistas con los juegos de rol [5] y el heavy metal. Un tema que sacudió al país, en unos años de fuerte conservadurismo, y dio mucho que hablar en programas de televisión, donde presentadores sin muchos escrúpulos, predicadores de tres al cuarto y otra gentuza de mal vivir trataron de sacar tajada del asunto, aprovechándose del miedo de la gente. Acorde a las teorías planteadas en La Biblia Satánica y su filosofía del yo, seremos testigos de cómo alguno de los miembros entrevistados afirma orgulloso que los postulados de la Iglesia de Satán parten de las ideas de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, agarrándose en especial a la primera enmienda, que habla de la libertad de opinión, y a la segunda, la referida al derecho a tener y portar armas. Algo que con toda seguridad no será mirado con buenos ojos fuera del país de las barras y estrellas.

Diabolus Rex, líder de El Imperio del Caos.

Es de agradecer, por aquello de dar más dinamismo a la filmación, la inclusión de mucho y variado material fílmico procedente de fuentes diversas, de distintos documentales y películas, así como la inclusión de material catódico de un puñado (y no escaso) de programas que aprovecharon la infame moda del “satanic panic”. Si bien en sus resultados la cosa queda un poco coja, dando la sensación de que podrían haber profundisado más en muchas cuestiones. El no tomar partido por parte de los responsables del presete trabajo, dejando a los miembros de la Iglesia de Satán que expongan sus ideas y den abiertamente sus opiniones, ha hecho inevitable que algunas voces acusen al documental de ser una mera carta de presentación de la iglesia fundada por LaVey en pos de captar futuros adeptos. Sea como fuere, lo que sí es seguro es que los actuales integrantes de la misma continúan disfrutando de unas ceremonias donde sigue vigente el sexo y el espectáculo, contando con strippers y bailarinas de burlesque para darle picante y show a la cosa.

Alfonso Romero

[1] San Francisco, en la Costa Oeste, era una de las ciudades usamericanas que tenían una legislación más permisiva, y a ella acudieron en peregrinación muchos chicos hippies en busca de un lugar donde vivir su ideología, así como muchos jóvenes gays huyendo de la represión de las leyes para con la homosexualidad tan cara al resto del país.

[2] Se recuerda especialmente la relación/vinculación de Anton LaVey con la actriz Jayne Mansfield, sobre todo a raíz de la escabrosa muerte, a casusa de un accidente de tráfico, de la despampanante rubia. Durante años circularon todo tipo de rumores que culpaban al “papa negro”. Muy interesante al respecto el documental Mansfield 66/67 [Mansfield 66/67, 2017], realizado por P. David Ebersole y Todd Hughes.

[3] Lo que no evitaría que interviniera en alguna película, caso de la en su momento tan denostada La lluvia del Diablo (The Devil’s Rain, 1975), dirigida por su amigo el satanista de origen británico Robert Fuest.

[4] También de 2019 es otro documental centrado en el “Papa Negro”, Anton LaVey. Into the Devil’s Den, dirigido por Carl Abrahamsson.

[5] La demonización de los juegos de rol en aquellos años pudo verse incluso en películas juveniles de la época, caso de Mazes and Monsters [tv: Monstruos y laberintos; vd/dvd: El umbral del juego, 1982], dirigida por Steven Hilliard Stern y protagonizada por un jovenzuelo Tom Hanks. Y a ella remite la serie Stranger Things (Stranger Things, 2016-2025) en su cuarta temporada.


miércoles, 17 de abril de 2024

El Empalador

 


Mi pequeña colección Vlad Tepes.

- Libro súper recomendable. Bien documentado. Si os gusta leer un libro en condiciones sobre Vlad el Empalador este es tu libro.


- Revista Historia y Vida (1973)


- Revista Historia (2004)



- Colección Rostro del mal. Vida de Draculea novelizada. 



- Libro bastante curioso si quieres perderte por las tierras del empalador.




- Dossier de varias revistas.








- Dibujos míos sobre una xilografía de Vlad Tepes (1994, 1995, 1995, 1996)




- Recuerdos traídos de Rumania.


- Marco de 1930 de madera, fondo terciopelo morado con foto de Vlad Tepes. 

- Enlace sobre Vlad Tepes. creada por mí en este mismo blog en el año 2011.

https://lesdansesmacabres.blogspot.com/2011/12/vlad-tepes.html



sábado, 13 de abril de 2024

Mis tres favoritas de... Gary Oldman


 Esther Checa

"Sid y Nancy" ( "Sid and Nancy", 1986), de Alex Cox.

A pesar de que parece que la historia no ha sido demasiado bien adaptada según quienes " presuntamente " presenciaron la historia real, la forma de desarrollo del guion es bastante brillante y encarnar a una de las personas más controvertidas, subversivos y librepensadores, no es nada facilito... la actitud es algo muy difícil de clonar, y de entender toda la rabia que late desde un bajo clamando sed de libertad y de expresión y manifestaciones. Oldman tuvo un gran reto y a mí me parece que lo enfrentó y abordó para más que nota.

 "El profesional (Léon)" (" Lèon", 1994), de Luc Besson.

 Para mí tiene tintes de Poe, mezclado y aderezado hasta regalarnos un aroma con cuerpo francés, drama y policíaco. Ese agente corrupto dentro del mundo del narcotráfico tal como lo interpreta Oldman es una delicatessen porque tiene muchos matices que logra soberbiamente.

"Drácula de Bram Stocker"("Bram Stocker's Dracula", 1992), de Francis Ford Coppola.

No es un film que llegue a entusiasmar a una incondicional de la Hammer, Murnau y la visión de este Tépes adaptado desde otras formas de interpretación más fantásticas, góticas o de terror en las que me llena más el guión, pero, en ocasiones " hay que "agarrarse los machos" y practicar esa escisión justa para desvincular la interpretación del resultado final de otros profesionales, y Oldman está más que sobresaliente tanto en maquillaje leve al heavymetalero y hasta llevando las ensaimadas de la princesa Leia. Él está brutal y hay que dar al césar lo que es del césar.


Emilio Malet

“JFK: Caso abierto” (“JFK”, 1991), de Oliver Stone.

Por contenido casi parece más un documental dramatizado que una película. Nos muestra lo acontecido en el asesinato de Kennedy y nos hace reflexionar y preguntarnos muchas cosas. Aporta muchos datos curiosos y bien "introducidos" en la película, haciéndola muy entretenida pese a su larga duración. Gary Oldman está excelente como Lee Harvey Oswald, uno de los homicidas más conocidos de la Historia con permiso de Islero, el toro que mató a Manolete.

“El quinto elemento”, (“The Fifth Element, 1997), de Luc Besson.

Puro cine de acción de los 90, género que nos pareció acabado en esa década después de los maravillosos 70 y 80 hasta que llegaron los tristes 2000. Con un Bruce Willis en pleno apogeo y una Milla Jovovich más enigmática y atractiva que nunca, sinceramente no recuerdo mucho del personaje de Gary Oldman, sólo que se parecía a Hitler pero con el bigote en la barbilla. Pero la película sí recuerdo que me gustó mucho en su día.

“El Caballero Oscuro” (“The Dark Knight”, 2008), de Christopher Nolan.

Muy buena película, la mejor de la trilogía de Nolan, con permiso de “Batman Begins” (2005). Con un villano a la altura, no como el lamentable Bane de la tercera, y aunque Jack Nicholson sigue siendo mi Jocker favorito el desaparecido Heath Ledger crea aquí un magnífico e inquietante personaje, y Christian Bale me gusta tanto o más que Michael Keaton interpretando al Hombre Murciélago. 

Gary Oldman, aunque en un papel secundario pero relevante, interpreta al agente Gordon -que dio origen a la serie “Gotham” (2014-2019)- y como siempre, no defrauda y encaja como un guante en su personaje.


Jorge Arincón

“Drácula de Bram Stoker” (“Bram Stoker's Dracula, 1992), de Francis Ford Coppola.

Esta película fue muy esperada en su momento, nada menos que Coppola iba a hacer la que se vendía como la versión más fiel de la novela de Bram Stoker. Y el resultado pues... para mí la película no respondió a las expectativas o quizás tenía demasiadas expectativas. Mucha gente, eso sí, quedó fascinada por la estética de esta cinta y sí es cierto que Gary Oldman alcanzó una gran popularidad a nivel global con ella.

“Oppenheimer” (“Oppenheimer”, 2023), de Christopher Nolan.

Tenía ganas de ver esta película pero por otra parte me echaba para atrás su largo metraje. Por fin encontré una oportunidad para verla y decir que me ha parecido excelente, una historia apasionante muy bien contada y donde los actores están estupendos (de las pocas veces que no me ha molestado ver a Matt Damon).

El papel de Gary Oldman, interpretando en una escena al presidente Truman, es una escena fantástica que recomiendo no perderse.

“Sid y Nancy” (“Sid and Nancy”, 1986), de Alex Cox.

No he vuelto a ver esta película desde hace muchísimo tiempo, quizás porque prefiero quedarme con las buenas sensaciones que me dejó cuando la vi. En aquella época había empezado a escuchar a los Sex Pistols, y coincidió que la echaron en la tele. 

La película cuenta los últimos días de Sid Vicious y su novia, Nancy Spungen, antes de que llegasen a aquel final en la habitación del hotel Chelsea.

Recuerdo a Oldman muy bien caracterizado y convincente en el papel de Vicious.


Fernando Rodríguez Tapia

Actor excepcional, Gary Oldman es un interprete de amplia filmografía cuyo trabajo en muchas ocasiones está muy por encima de la labor conjunta. Excesivo a veces, metódico en otras, sus interpretaciones nunca pasan desapercibidas independientemente del rol que le toque lidiar.

"Drácula de Bram Stocker" ("Bram Stoker's Dracula", 1992) de Francis Ford Coppola.

Buena muestra de lo comentado es esta discutible y discutida adaptación de la obra de Stoker donde la talentosa recreación que el actor británico elabora del mítico vampiro ensombrece al resto de actores por más que el libreto utilizado está dispuesto para debilitar la fuerza de su personaje a medida que avanza la narración. En cuanto a la dirección, Coppola brilla en el primer tercio del film con secuencias memorables y una labor artística francamente entusiasta cuyos logros técnicos se acaban imponiendo en el resultado final. Mención aparte la soberbia banda sonora a cargo del compositor polaco Wojciech Kilar.

"El topo" ("Tinker Taylor Soldier Spy", 2011), de Tomas Alfredson.

Una de las grandes obras maestras en lo que llevamos de siglo, excelente adaptación de la obra de Le Carré que ya contaba con otra inolvidable adaptación en el  medio televisivo a finales de los años setenta. Un film lleno de matices, pletórico en su trabajo interpretativo que disecciona con una frialdad quirúrgica los aspectos más oscuros del mundo del espionaje. El Smiley encarnado por Oldman supone toda una lección de sugerencia actoral repleta de misterio y profundidad donde un aparente espíritu de derrota oculta en realidad una jugada maestra en el tablero de las operaciones secretas. El Jackson Lamb de la muy recomendable serie "Slow Horses" (2022-) supone el reverso cínico, desencantado y estrafalario de George Smiley.

"Mank" ("Mank", 2020), de David Fincher.

Aunque abundan las grandes actuaciones en esta última etapa de su carrera debemos destacar este excelente film biopic que recrea las vicisitudes del guionista Herman Mankiewicz durante el proceso de creación de la mítica Ciudadano Kane (Citizan Kane, Orson Welles, 1941). Un estimable retrato tanto del personaje central como del mundo de Hollywood de los primeros años cuarenta con su amplia galería de arribistas, farándula y creadores que brillaron en la meca del cine. El gran trabajo de Oldman fue recompensado con diversas nominaciones si bien no logró ningún premio relevante por esta memorable actuación.


Alfonso Romero

“Lawless (sin ley)” (“Lawless”, 2012), de John Hillcoat.

La historia de tres hermanos (Tom Hardy, Shia Labeouf y Jason Clarke) que sobreviven destilando moonshine en el condado de Franklin durante los tiempos de la Gran Depresión. El lucrativo negocio tendrá un revés con la llegada de un psicopático agente federal (Guy Pearce) emperrado en acabar con el alcohol ilegal. Oldman compone aquí uno de sus papeles más destacados en el presente siglo, dando una lección de interpretación y cambiando de registros sin apenas esfuerzo.

El director John Hillcoat –“La carretera” (2009)- contó con la complicidad de su amigo Nick Cave tanto en el guion como en la música, con una muy adecuada banda sonora de canciones hillbilly sobre traficantes de claro de luna.

“El profesional (Léon)” (“Léon”, 1994), de Luc Besson.

Mi papel favorito de Gary Oldman de la década de los noventa, la que fue su mejor época (al menos en cuanto a triunfos críticos y comerciales). Luc Besson le brindó al británico el papel de un policía corrupto como pocos, némesis del protagonista del film, un letal (y simplón) “torpedo” al que interpreta Jean Renó. Un film tan francés (en la mejor tradición del polar) como americano (en su factura y proyección industrial), en una hábil estrategia comercial que el director y productor repetiría con éxito en la cinta de ciencia ficción “El quinto elemento” (1997), para la que también contó con Oldman.

“Sid y Nancy” (“Sid and Nancy”, 1986), de Alex Cox.

El inconformista Alex Cox llevó a imágenes la historia de amor, punk, drogas y muerte de quien fuera bajita de los Sex Pistols, Sid Vicious, y la groupie Nancy Spungen. Un joven Gary Oldman interpreta a Vicious en el que sería uno de sus primeros papeles de relevancia. Atentos a la presencia de Alex Tudor-Pole, miembro de los Tempole Tudor -quien también intervino en “The Great Rock’n’Roll Swindle” (1980), la película protagonizada por los Sex Pistols, y en “Principiantes” (1986), ambas de Julien Temple- y Courtney Love -a quien algunos consideraron como la Nancy Spungen particular de Kurt Cobain-.


Miguel Romero

“Slow Horses” (“Slow Horses, 2022-).

Cuando ya parecía perdido en insípidas superproducciones y en alguna que otra mediocre serie B, el británico Gary Oldman reaparecía en esta serie de su país para Apple en la que compone, sin duda, uno de los mejores papeles de su ya larga carrera. Y es que, aunque la serie es buena, lo mejor de ésta es la presencia de los veteranos Kristin Scott Thomas (tan bella y elegante como siempre) y, por supuesto, Oldman.

“El profesional (Léon)” (“Léon”, 1994), de Luc Besson.

A pesar de que rodó la película hasta arriba de sustancias ilegales, el resultado fue uno de los villanos más inolvidables de todos los que ha interpretado (eso de ser británico y trabajar en Hollywood es lo que tiene), pero es que toda la película era realmente buena.

“Doble juego” (“Romeo is Bleeding”, 1993), de Peter Medak.

La década de los noventa fue una buena época para el cine negro, con realizadores que supieron reinventarlo, caso de John Dahl. Peter Medak, quien en 1980 dirigiera “Al final de la escalera”, fue quien llevó a cabo este “Doble juego”, que Oldman protagonizara como un policía corrupto casado con una buena esposa (Annabella Sciorra) y que mantiene un romance con una joven amante (Juliette Lewis), pero sus planes se irán a pique por culpa de una peligrosa femme fatale (Lena Olin). Emitida por televisión como “Romeo está herido”.


Malina Murnau

“Drácula de Bram Stoker” (“Bram Stoker's Dracula, 1992), de Francis Ford Coppola.

Aunque hay muchos que odian a muerta esta adaptación de Drácula, a mí, personalmente, me encanta. No es idéntica a la obra de Bram Stoker, de acuerdo, pero hay momentos que sí tienen mucho de la novela. Y pienso... cuántas de Drácula hemos visto y no tienen nada que ver con la de Stoker. En Fin. Pues aparte de tener un elenco maravilloso, el papel de Gary Oldman haciendo del vampiro es una auténtica gozada. La película, banda sonora, fotografía y actores hacen de esta versión una de mis favoritas. Ya está, lo dije. Me encanta el Drácula de Coppola.

“Sid y Nancy” (“Sid and Nancy”, 1986), de Alex Cox.

Qué decir de esta maravilla. A veces no te das cuenta y crees que estás viendo al mismo Sid haciendo su película. Un verdadero placer ver a Oldman en todo su esplendor. No hace falta que ponga nada más. Una joyita del cine.

“El profesional (Léon)” (“Léon”, 1994), de Luc Besson.

Jean Renó y Natalie Portman están fantásticos, pero aquí es imposible pasar por alto a Gary. Me parece que cuando hace del malo de la película este hombre lo hace hasta mucho mejor. Para mí, lo mejor de la película. Un Besson en toda su plenitud profesional. 

Claro que tendría que poner muchas más de Oldman. Nunca ha sido uno de mis actores favoritos, pero siempre que veo una película suya me quedo ahí para verlo. De los actores que siempre gustan y disfrutas con él. Es un intérprete estupendo. Otra que se queda atrás seria "El quinto elemento" (1997), de nuevo con Besson y con Milla Jovovich (una de mis favoritas, la adoro), una película súper buena, entretenida y aquí tenemos a un Oldman haciendo de malo que es una pasada (de los cachondo que está). Y por supuesto con Willis, que más se puede pedir.


Pepe Torres

El Alec Guinness de nuestro tiempo (de quien heredó el personaje de George Smiley), Gary Oldman se ha construido una prolija carrera en base a interpretaciones cimentadas casi siempre en el esfuerzo de caracterización y la inmersión en fisionomías cambiantes (e incluso extremas) y trabajos de voz. Capaz de componer con idéntica facilidad personajes heroicos, villanos, históricos y anodinos, Oldman ha demostrado una consistente versatilidad que, en muchas ocasiones, le sitúa incluso por encima del film que interpreta. Como diría su Comisario Gordon, “no el héroe que nos merecíamos, pero si el que necesitábamos.”

"Sid y Nancy" ("Sid and Nancy", 1986), de Alex Cox.

Una primera impresión poderosa (y un adelanto soberbio de lo que estaba por venir), su (re)encarnación de Sid Vicious en manos del cineasta más punk de la gran pantalla se aleja de la hagiografía o, incluso, del retrato complaciente.

"JFK: Caso abierto" ("JFK", 1991), de Oliver Stone.

Otro de sus trabajos en que se confunde el personaje real con su retrato de ficción (siempre personal y distintivo), el Lee Harvey Oswald de Oldman destaca en un reparto coral de muchos quilates (y enlaza con el tercer acto de “Oppenheimer” como su claro referente visual).

"Slow Horses" ("Slow Horses", 2022- ).

Desde hace un par de años Oldman ha encontrado su personaje definitivo en la televisión, un espía inteligente pero abandonado y descreído que debe ejercer casi de niñera inglesa (con su afición a la puya verbal y al maltrato cariñoso) de un puñado de agentes del MI-5 caídos en desgracia. Jakson Lamb, el reverso cochambroso de Smiley y Le Carré, pone, de momento, broche de oro a una carrera fascinante.


Alfonso Carlos López

“Drácula, de Bran Stoker” (“Bran Stoker’s Dracula”, 1992), de Francis Ford Coppola.

Un trabajo cinematográfico fascinante de este clásico. Oldman está estupendo con esa versión que hace del personaje del legendario vampiro. Un reparto de lujo además del propio Oldman: Anthony Hopkins, Winona Ryder, Keanu Reeves, etc… Desde Transilvania el mítico conde llega a Londres y se desarrollan todos esos acontecimientos que nos gustan tanto basados en la legendaria novela de Bran Stroker en esta espléndida versión, que de verdad es buenísima, de Francis Ford Coppola, que es ya sinónimo de calidad.

“El instante más oscuro” (“Darkest Hour”, 2017), de Joe Wright.

Excelente largometraje británico del género drama bélico que gira en torno al avance de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial y la amenaza de los planes de la Alemania nazi para seguir invadiendo Europa y, por supuesto, Gran Bretaña. El papel protagonista de Winston Chuchill que hace Gary Oldman es magnífico, lo interpreta magistralmente. De hecho, ganó diversos galardones por el citado papel, entre ellos el Oscar al mejor actor. Entre otros acontecimientos nos narra la Operación Dinamo, el rescate de los soldados atrapados en Dunkerque.

“JFK: Caso abierto” (“JFK”, 1991), de Oliver Stone.

Una película fascinante de Oliver Stone que siempre nos trae calidad. Gary Oldman interpreta A Lee Harvey Olswald. El reparto incluye a otros genios de la interpretación como Kevin Costner, Tommy Lee Jones, Anthony Hopkins, Joe Pesci, Jack Lemmon, Walter Matthau, Donald Sutherland, Kevin Bacon, etc… Según se ha sabido a Oldman le dieron un boceto de su personaje y él, como gran profesional que es, lo enriqueció e investigó, incluso se reunión con la mujer y las dos hijas de Oswald para preparar su papel. Un film que es imprescindible en la historia de la cinematografía. Cine en estado puro…


Joanna

“El profesional (Léon)” (“Léon, 1994), de Luc Besson.

Una lolita fatale, Mathilda, un asesino a sueldo, Léon, y un policía drogadicto y corrupto, Stansfield, componen el triángulo principal de este inolvidable film maquinado por Luc Besson. Tres personajes contrarios, diferentes, pero complementarios e incluso dependientes en cierta medida, a los que dan vida Natalie Portman, Jean Renó y Gary Oldman.

Como en los tiempos clásicos del noir, será el amor por/de una fémina lo que conduzca a la perdición al protagonista... aunque en este caso se trata de una tierna infante tratando de escapar de sus propios problemas. Una pequeña Alicia metida en un país de las maravillas adulto, repleto de drogas y muerte, del que tiene que salir para huir del malvado ogro que la persigue.

“El instante más oscuro” (“Darkest Hour”, 2017), de Joe Wright.

La interpretación de Gary Oldman como Winston Churchill encendió los elogios de la crítica. No era para menos, su actuación es sin lugar a dudas lo más remarcable y en lo que se apoya Joe Wright en este algo teatral film que llegaba a las pantallas a la misma vez que “Dunquerke” de Nolan. Distintos y complementarios ambos

“El quinto elemento”, (“The Fifth Element, 1997), de Luc Besson.

Gary Oldman, en el papel del villano Zorg es el tercer vértice que complementa el trío protagonista, junto a la Leeloo de Milla Jovovich y al taxista Korben Dallas de Bruce Willis. Luc Besson se apropiaba de la estética y del estilo instaurado en el cómic (bueno, en el bande desinée) por parte de los humanoides asociados de Metal Hurlant, en especial de la serie “El Incal” de Jodorowsky y Moebius, así como de ciertas características de viejos hits del cine gabacho como “¡Viva María! (1965) o “Barbarella” (1968), para uno de los grandes triunfos del cine fantástico europeo... con envoltorio hollywoodiense.


Oscar "Woody" Correa

"El Profesional (Léon)" ("Léon", 1994), de Luc Besson.

En este thriller dirigido por Luc Besson, Oldman interpreta al despiadado y extravagante Norman Stansfield, un agente de la DEA corrupto y violento. Derrocha en toda la película una personalidad explosiva y violenta, entregando una actuación intensa y memorable que resalta por su excentricidad y carácter impredecible. Convirtiendo por tanto a este personaje en uno de los villanos más icónicos del cine de los años 90, y en un personaje que NO se olvida por muchos años que pasen. 

"El Quinto Elemento" ("The Fith Element", 1997), de Luc Besson.

Y más Luc Besson, y más años 90 y más personajes antagonistas!!! En esta también inolvidable (por otros motivos) película de ciencia ficción dirigida por Luc Besson, Oldman interpreta al villano Jean-Baptiste Emanuel Zorg. Su interpretación memorable y también muy excéntrica de un villano extravagante lo convierte en uno de los aspectos más destacados de la película. La combinación de su carisma y su despiadada ambición lo convierte en otro antagonista inolvidable como el de Léon.

“Slow Horses" ("Slow Horses", 2022-).

Reciente descubrimiento pero que revela que Oldman no ha perdido la forma y con otro icónico personaje, donde interpreta al agente Jackson Lamb, jefe de “La Ciénaga”, el departamento donde acaban los agentes de inteligencia británicos marginados y relegados después de cometer graves errores en el pasado. Gary Oldman interpreta un personaje intrigante y complejo que se destaca por su apariencia descuidada y su actitud cínica, con un pasado turbulento que incluye hazañas heroicas y comportamiento poco ortodoxo e inadecuado, prefiere seguir su código moral, pero combinando astucia y perspicacia. Tiene un profundo conocimiento del mundo del espionaje y una habilidad para detectar conspiraciones ocultas donde otros no pueden, y combina el ingenio y sarcasmo para desarmar a los agentes amigos o enemigos, y mantener a raya a sus colegas motivándoles a base de insultos y humillaciones continuas. Aunque puede parecer desinteresado y desagradable a primera vista, Oldman es capaz de dar muestra de un lado más humano en momentos clave, demostrando lealtad hacia su equipo y una determinación para proteger a aquellos (pocos) a quienes considera dignos de su confianza… y todo esto sí, es un solo personaje!!! Mi favorito de toda su filmografía sin lugar a dudas.


Rafa Coronel

“Sid y Nancy” (“Sid and Nancy”, 1986), de Alex Cox.

Creo que sigue siendo, muchas películas e interpretaciones meritorias después, su interpretación más conseguida. Una de las historias de amor más jodida pero mejor rodadas.

“El clan de los irlandeses” (“State of Grace”, 1990), de Phil Joanou.

Una película de mafia injustamente olvidada, pero es que además se estrenó el mismo año que “Uno de los nuestros” de Martin Scorsese.

“El quinto elemento”, (“The Fifth Element, 1997), de Luc Besson.

La demostración de que en Europa (aunque con reparto hollywoodiense) si se ponía suficiente dinero sobre la mesa, se podía rodar ciencia ficción al nivel de USA. Gary Oldman siempre ha dicho que es su papel más odiado, pero consigue que a los espectadores les dé auténtica grima su personaje, que seguramente era el objetivo de Luc Besson.


Oscar Villalta

“Sid y Nancy” (“Sid and Nancy”, 1986), de Alex Cox.

El director de culto Alex Cox, dejó caer esta bomba en pleno apogeo de la época de las tribus urbanas. Fue recibida con emoción por la chavalería de entonces, y avalada por la crítica. Yo la vi en VHS por primera vez, prácticamente al mismo tiempo que "La Bamba" (1987), "Gran Bola de Fuego" (1989) o "Hail”, Hail!, RNR" (1987), y el impacto que me produjo el film de Cox fue mucho mayor. Aquello no tenía nada que ver con los maravillosos biopics de cantantes ilustres, es más, casi parecía una versión británica de un film de Eloy de la Iglesia. Y me enamoré de Gary Oldman. Sin más. Su brillantísima materialización del bajista de Sex Pistols sigue siendo para mí el techo creativo de sus interpretaciones, y "Sid y Nancy", su mejor película.

“Amor inmortal” (“Inmortal beloved”, 1994), de Bernard Rose.

El director de "Candyman" nos regaló a mitad de los 90 este fabuloso film, donde recrea su visión sobre lo que pudo haber ocurrido tras la muerte de Ludwig Van Beethoven, mezclando datos históricos en clave de flash back, con ficción pura y dura a través de un ramillete de personajes que exponen sus supuestas experiencias y relevancia en la vida del maestro, con la intención de resolver un enigma planteado en su última voluntad. 

Tal vez un film infravalorado, pero de una calidad tremenda, que sigue haciendo las delicias de los aficionados a la música clásica y fans de Gary Oldman, que brinda todo un espectáculo por sí mismo con su brillante interpretación del genio de Bonn.

Dato para los puristas: La banda sonora está dirigida por Sir George Solti. Canela en rama.

“El profesional (Léon)” (“Léon, 1994), de Luc Besson.

A estas alturas, el film de Besson ya puede considerarse una obra de culto. La historia del asesino perfecto que se encuentra con su perdición (o redención) en forma de una niña maltratada, ha trascendido varias generaciones y todas la han amado. Su portentosa brillantez técnica, se suma a un casting perfecto donde junto a un increíble Jean Reno y una portentosa Natalie Portman, encontramos a un tremendo villano personificado por Gary Olman con tal maestría, que me atrevería a decir que es uno de los mejores vistos en pantalla, a pesar de que en su momento fue muy criticado por exceso de histrionismo. Pero sinceramente, ese es el punto que le hace elevarse por encima de la historia y no quedar en el recuerdo como el mero antagonista de una pareja brillante.