martes, 26 de julio de 2022

Nightmare Sisters




 Nightmare Sisters


Nacionalidad y año: Estados Unidos, 1988


Director: David DeCoteau


Productores: David DeCoteau, Kenneth J. Hall


Guionista: Kenneth J. Hall


Fotografía: Vojislav Mikulic


Música: Del Casher, Haunted Garage, Michael Sonye


Intérpretes: Linnea Quigley (Melody), Brinke Stevens (Marci), Michelle Bauer (Mickey), Timothy Kauffman (Phil), Matthew Phelps (J.J), C. Jay Cox (Bud), Richard Gabai (Kevin), Marcus Vaughter (Freddy), William Dristas (Duane), Jeffrey Culver (Exorcista Perrin), Sandy Brooke (Amanda Detweiler), Michael Sonye (Omar), Kenneth J. Hall (voz del súcubo), ...


Sinopsis: Melody, Marci y Mickey son tres jóvenes universitarias que no pueden conseguir una cita. Una noche, invitan a algunos muchachos de la universidad y convocan a los muertos a través de la bola de cristal que ha adquirido Marci en un mercadillo. Las chicas se convierten en súcubos hambrientos de sexo y los muchachos van a tener que tratar de detener la horrible posesión.


Uno de los factores determinantes respecto al cambio en la forma de producción y consumo de audiovisuales en la década de los ochenta fue la imposición del vídeo doméstico. La comodidad de ver una cinta en la intimidad del hogar, cuando uno quisiera (o pudiera) y teniendo la capacidad de controlar lo que el usuario pretendiera visionar con el mando a distancia, supuso un gran cambio en la forma de ver las películas. El boom que trajo la implantación del magnetoscopio provocó una gran oferta que fue respondida con una aún mayor demanda que parecía no poder saciarse. Junto a la edición de viejos títulos y de las últimas novedades (en unos primeros tiempos por distribuidoras no del todo legales, mientras se terminaba de regular la cosa), muchas compañías empezaron a producir películas cuyo fin era cubrir esa cuota de demanda. Cintas baratas destinadas no a ser estrenadas en salas sino cuyo target eran las estanterías de los videoclubs.


En Estados Unidos, en muchos aspectos, la década de los ochenta supuso una mirada, una vuelta, a los años cincuenta. Y el cine no fue una excepción. Al igual que en la “década atómica”, en aquélla una buena parte de la producción cinematográfica se hizo destinada al público joven. Trabajos ligeros en contenidos, sin más ambición que atraer a una audiencia juvenil ofreciendo lo que estos pedían, sobre todo comedias y películas de terror. Triunfando además la llamada “comedia de terror adolescente”. Del mismo modo, muchas producciones direct to video orientadas al público teenager cubrieron estos géneros y su híbrido, añadiendo más carne al asador (es decir, más desnudos) para contrarrestar la falta de presupuesto.


Uno de los fenómenos más singulares dentro de la serie B y Z fantaterrorífica facturada para su distribución vía video en la década de los ochenta fue el de las scream queens que, a diferencia de sus homónimas de las décadas de los treinta o cuarenta, se circunscribían ahora a chicas ligeras de ropa (o sin ella) corriendo perseguidas por el monstruo o asesino de turno mientras se desgañitaban a gusto chillando [1]. Entre las muchas féminas que se desnudaron, corrieron, sufrieron y gritaron en aquellas producciones baratas destinadas al videoclub y que fueron, tantas veces, el principal reclamo de cara al público, destacaron principalmente tres: Michelle Bauer, Linnea Quigley y Brinke Stevens [2]. Ellas fueron las más populares, las que mayor número de fans consiguieron, de tal modo que con tener su nombre en la portada la productora ya se aseguraban el éxito en el alquiler de ese VHS. Las tres se habían hecho un hueco luciendo palmito en revistas para caballeros, y la Bauer además (firmando como Pia Snow) había intervenido en alguna producción para adultos, pero el nombre de todas ellas quedaría sellado a fuego como las más importantes (y desprejuiciadas) reinas del grito de los films de bajo presupuesto de la época [3].


Y, sin embargo, pocas fueron las películas que, aprovechando la fama de estas muchachas, reunieron a las tres a la vez. En aquellos años, muy anteriores a la era digital y a la reivindicación de todo lo que oliera a serie B y/o Z, además de la cinta para la más pura exibición epidermica Scream Queen Hot Tube Party (1991), realizada por Fred Olen Ray y Jim Wynorski, sólo dos producciones contaron con el trío de oro en su reparto, ambas de 1988 y dirigidas por el canadiense David DeCoteau: Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama [tv: Juego diabólico; tv/dvd: Chicas de fraternidad en la bolera] y Nightmare Sisters [4]. Curtido en labores varias con el eterno Roger Corman, DeCoteau (parapetado bajo diversos seudónimos) emprendió su carrera en la dirección dentro del mundillo del porno para después, y gracias al productor Charles Band, poder pasarse a dirigir películas (baratas) de corte fantástico, debutando en el género con Dreamaniac [vd: Dreamaniac, 1986]. DeCoteau fue, junto con otros francotiradores de los bajos presupuestos como Fred Olen Ray o Jim Wynorski, uno de los mayores responsables de este auge respecto a la figura de la scream queen.


Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama fue emitida por Antena 3 en su programa Noche de lobos con el título de Juego diabólico, y posteriormente conocería edición doméstica para el mercado digital y estaría disponible en plataformas. Es, merecidamente, uno de los títulos más reivindicados y aplaudidos de su responsable. Mientras que Nightmare Sisters, el otro trabajo de la década que reunió al trío de chicas, no ha conocido hasta el día de hoy distribución en nuestro país. Ambas películas tienen un esqueleto argumental y un desarrollo muy similares, e incluso comparten escenas casi idénticas, aunque dándoles en algunas ocasiones la vuelta. Las dos además copian descaradamente la taquillera La revancha de los novatos (Revenge of the Nerds, 1984), el éxito de Jeff Kanew distribuido por la Twentieth Century Fox. De tal forma que estas dos producciones firmadas por David DeCoteau están protagonizadas por un grupo de nerds con ganas de fiesta. La película que nos ocupa también copia, en clave de coña y para el climax final, uno de los grandes clásicos del terror, El exorcista (The Exorcist, 1973), anticipándose un par de años a la parodia del film de Friedkin, Reposeída (Repossessed, 1990), de Bob Logan.


Centrándonos en la que aquí nos interesa, Nightmare Sisters, fue rodada en unos cuatro días en formato de 35 mmm, utilizando colas, con un presupuesto estimado de unos ocho mil dóalres. Arranca con un trío de estudiantes novatas poco agraciadas que, al quedarse solas en la fraternidad, planean una fiesta en la que pillar cacho. Una de ellas, Melody (Linnea Quigley) llama a un ligue suyo de una hermandad masculina y le pide que lleve a dos amigos[5]. La fiesta se antoja aburrida hasta que a Marci se le ocurre usar la bola de cristal que ha adquirido ese mismo día en un mercadillo y las tres muchachas quedan convertidas en súcubos con hambre de sexo. No tardará mucho en tener lugar la socorrida escena de baño con el tríptico de féminas mostrando sus encantos y que forma, por supuesto, la parte más célebre de la cinta y su verdadero leit motiv. Ello da lugar a una secuencia de voyeurismo por parte de los chicos que han invitado -de modo muy similar a la escena también de baño de Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama, pero en la que sólo estaban la Stevens y la Bauer, la Quigley hacía aparición en dicha película más tarde-; mas también mirarán desde otra ventana tres abusones veteranos de la fraternidad masculina, quienes andan buscando a los novatos para ponerles un castigo por desobedecer sus órdenes. Estos últimos, que se adaptan al estereotipo de musculosos sin cerebro tan caro en el cine usamericano, serán, como es obvio, “devorados” por los insaciables súcubos, y alguno de ellos propicia además un desnudo masculino tan del gusto del realizador [6]. Además hay lugar para el autohomenaje, y si en Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama los chicos protagonistas ven por televisión la antes citada Dreamaniac, en la que nos interesa los novatos tienen en su cuarto un poster de Creepozoids [tv/vd/dvd/br: Creepozoides, 1987], segundo título de DeCoteau para Charles Band. 


Linnea Quigley, también por aquellos tiempos al frente del grupo de punk-rock the Skirts, se permite interpretar una canción, una vez convertido su personaje en súcubo, para seducir a uno de los nerds. Dukey Flyswatter, que igualmente participó en Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama, miembro de los Haunted Garage, cede algunos temas de estos para la banda sonora. El guión corrió a cargo de Kenneth J. Hall (aquí también en tareas de producción y dando voz al súcubo), responsable igualmente del libreto de otra joya del terror trash de los ochenta, Evil Spawn [vd: Engendro satánico/dvd:Evil Spawn, 1986]. La versión para televisión de Nihtmare Sisters, como tantas otras películas del realizador canadiense, incluía escenas alternativas, con menor carga de desnudos.


Conforme avanzaban los años noventa, el fenómeno de las scream queens decaería. El propio David DeCoteau supo reinventarse, centrando entonces el protagonismo y el erotismo en un joven reparto masculino. Creando para ello su propia productora, Rapid Heart, desde donde facturaría durante más de década y media un aluvión de producciones low cost orientadas principalmente a un público mayormente femenino y gay adolescente en lo que la crítica americana denominó “terror de calzoncillos bóxer”, ya que los chicos se llevaban media película ataviados únicamente con esta prenda. Un subgénero puramente queer que arranca con The Brotherhood [vd/dvd: La hermandad, 2000], dando lugar a una saga y cuyo esquema argumental viene a ser el mismo que el de la película que aquí estamos tratando.


Muy recomendable el visionado del documental Screaming in High Heels: The Rise & Falls of the Scream Queen Era (2011), de Jason Paul Collum, donde nuestras tres gritonas favoritas, junto a personalidades como David DeCoteau, Fred Olen Ray, Richard Gabai y muchos otros, repasan el fenómeno de las reinas del grito y el cine de serie B (y Z) de los ochenta, su auge y caída, así como analizan los enormes cambios ocurridos tanto en estas producciones y en la industria, como en la forma de hacer las películas y el modo de consumirlas a través de las últimas décadas con los diversos avances tecnológicos.  No obstante, estas tres incansables reinas del grito siguen dando guerra: este año 2022 han hecho una gira por los Estados Unidos y se prevé una secuela de Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama [7], realizado en esta ocasión por Brinke Stevens.


Alfonso & Miguel Romero


[1] La popularidad de las scream queens fue tal que generó la edición de diversas revistas dedicadas al tema. Las que más destacaron fueron Femme Fatale y Draculina. Con el paso de los años y el fenómeno de las reinas del grito ya en declive, Femme Fatale se reconvirtió en una suerte de publicación tipo GQ. Draculina por su parte llegó a tener, a comienzos del presente siglo, un par de números editados en español en nuestro país.


[2] De las tres, la Quigley fue la que más aprovechó su condición de reina del grito, parodiando este rol en diversas ocasiones, como en su cameo en The Guyver [tv/vd/dvd: Mutronics, 1991], de Screaming Mad George y Steve Wang.


[3] De este trío de damas, Linnea Quigley es la que ha interpretado más personajes que han resultado indelebles para cientos de fans, como bien ejemplifican la Trash de El regreso de los muertos vivientes (Return of the Living Dead, 1985), de Dan O' Bannon, la Suzanne de Night of the Demons (tv/vd/dvd/br: La noche los demonios, 1986), de Kevin Tenney, o la Heather de Calles salvajes (Savage Streets, 1984), de Danny Steinmann.


[4] Otro de los hits de la época que reunió a Linnea Quigley y Michelle Bauer (faltaba Brinke Stevens) fue Hollywood Chainsaw Hookers (1988), a las órdenes en esta ocasión de Fred Olen Ray, y en la que las dos muchachas, no muy vestidas, se enfrentaban en un duelo final con motosierras. Sería ya en el presente siglo cuando David DeCoteau volviera a reunir a las tres en varios títulos, caso de 1313: Cougar Cult (2012) o 3 Scream Queens (2014).


[5] Entre ellos un joven Richard Gabai, un rostro habitual en las películas de Fred Olen Ray, generalmente realizando algún cameo. Gabai también daría el salto a la dirección, poniéndose a los mandos de películas de bajo presupuesto para, años después, especializarse en telefilmes, al igual que hicieran Decoteau y Olen Ray.


[6] Uno de estos veteranos abusones está interpretado por C. Jay Cox, años después guionista de comedias comerciales como Sweet Home Alabama (Sweet Home Alabama, 2002), de Andy Tennant, o Ejecutiva en apuros (New in Town, 2009), de Jonas Elmer.


[7] Ya en 1991, David DeCoteau produjo a Todd Sheets una especie de remake de serie Z que llevaba el título de Sorority Babes in the Dance-A-Thon of Death.

lunes, 4 de julio de 2022

A 47 metros 2 El terror emerge

 

(Nueva reseña de los hermanos Romero)



A 47 Metros 2. El Terror Emerge


Título original: 47 Meters Down: Uncaged


Año: (Reino Unido/Estados Unidos, 2019)


Director:  Johannes Roberts


Producción: Entertainment Studios Motion Pictures, thefyzz


Productores: James Harris, Robert Jones, Mark Lane


Fotografía: Mark Silk


Música: tomandandy. 


Montaje: Martin Blinker


Intérpretes: Sophie Nélisse (Mia), Corinne Foxx (Sasha), Brianne Tju (Alexa), Sistine Rose Stallone (Nicole) (como Sistine Stallone), Brec Bassinger (Catherine), John Corbett (Grant), Nia Long (Jennifer), Axel Mansilla (Chum Man), Khylin Rhambo (Carl), Davi Santos (Ben)… 


Duración y datos técnicos: 90 minutos. Color. 2.35 : 1


Sinopsis: Sigue la aventura de cuatro muchachas que deciden explorar una ciudad maya sumergida. Una vez dentro, el sueño de vivir una gran experiencia se torna en pesadilla al descubrir que estas ruinas están custodiadas por enormes y temibles tiburones blancos. Con las reservas de aire escaseando, las cuatro amigas deberán de bucear por un laberinto de cuevas y túneles subterráneos buscando la salida de lo que se ha convertido en un infierno acuático.


El apabullante éxito en 1975 del Tiburón (Jaws) de Steven Spielberg, que arrasara las taquillas de medio mundo, trajo consigo la resurrección de la monster movie, llenando las carteleras de producciones con amenazas animales de todo tipo; y ello en un momento muy adecuado, con la moda en aquella década de las películas de catástrofes. Ni por mar, ni por tierra, ni por aire se estaba a salvo: a los terremotos, maremotos, ciclones, meteoritos y demás desastres naturales -y también provocados o accidentales, ya fueran atentados terroristas o el incendio de un gran rascacielos- se le sumaba toda la fauna que exigía revancha contra la imprudente actuación del hombre. Aunque el subgénero de la monster movie no terminaría de desaparecer, nuevamente sería el director de Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Phase, 1977) el responsable de un resurgir del mismo a comienzos de los años noventa con Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993), aportando además el uso de la infografía para la creación de los peligrosos animales. Dando el arranque a una incesante producción -sobre todo en los últimos tiempos, con el abaratamiento de los FX- de películas con monstruosas criaturas que llega hasta hoy día, y sobre todo en productos destinados a la pequeña pantalla. Pero, lamentablemente, la mayoría de estos films de la seminal cinta de Spielberg sólo han aprovechado la idea del ataque del agresivo depredador, no los modos de mantener a la audiencia en suspense sin tener que mostrar mucho al monstruo. Mas al contrario se tiende a abusar de la presencia del bicho sin preocuparse de lo ridículo que en tantas ocasiones resultan los efectos especiales. Ya sobre esto hicieron un ingenioso gag en un episodio de la exitosa sitcom Dos hombres y medio (Two and a Half Men, 2003-2015), donde el regordete Jake Harper (Angus T. Jones) le decía a su tío Charlie (Charlie Sheen) lo aburrida que era la película que le había puesto –precisamente el Tiburón de Spielberg- donde el escualo apenas se deja ver, frente a la “muy superior” Serpientes en el avión (Snakes on a Plane, 2006) de David R. Ellis, en la que los ofidios del título aparecían todo el tiempo en cualquier sitio, y que ésa “sí que era un clásico”.



Dentro de la monster movie, han sido precisamente las películas de tiburones las más revisitadas, dejándonos un buen puñado de interesantes títulos, caso de Deep Blue Sea (Deep Blue See, 1999), de Renny Harlim, Infierno azul (The Shallows, 2016), de Jaume Collet-Serra, la reciente Jetski [tv: Gran tiburón blanco, 2022], o los dos trabajos con escualos acechantes firmados por Johannes Roberts [1].


El británico Johannes Roberts, que empezara su carrera en el medio audiovisual arrancando el presente siglo y que cuenta con una filmografía especializada en el terror, dio el campanazo en 2017 con el que es hasta la fecha su mejor trabajo, A 47 metros (47 Meters Down). Tras realizar Los extraños: Cacería nocturna (The Strangers: Prey at Night, 2018), el realizador volvería a sus tiburones con una secuela de aquélla, A 47 metros 2: El terror emerge (47 Meters Down: Uncaged), que llegaba a las carteleras en la temporada estival de 2019.



A 47 metros, concebida inicialmente para el medio doméstico, aunque finalmente estrenada en pantalla grande [2], pese a lo modesto de su presupuesto aprovechaba los pocos mimbres de que disponía para dejarnos una estimulante cinta del subgénero, con el clásico de 1975 como claro referente, dosificando los ataques de los animales con el objetivo de mantener en vilo al espectador. Además del peligro que suponen aquéllos, las dos hermanas protagonistas [3] se enfrentaban a la descomprensión y a la falta de oxígeno, teniendo que luchar por su supervivencia haciendo frente a las adversidades. Consiguiendo Roberts una película claustrofóbica pese a que la acción se situaba en un espacio abierto e inmenso.



Para esta segunda entrega, el británico optó por un film muy parecido al anterior, casi un remake, al que se le ha ampliado el número de chicas -a la pareja de hermanas se le suman dos amigas de una de ellas-, la diversidad racial de las mismas -tenemos dos caucásicas, una negra y una asiática-, y se cambia el escenario donde transcurre la trama, situando ésta en unas grutas submarinas, aumentando así la sensación de angustia y claustrofobia de las protagonistas y del público. Unas cuevas que, además de las impresionantes ruinas de una antigua civilización maya, guardan unos peligrosos y muy hambrientos tiburones ciegos que se orientan por el sonido.


Si en la primera, una de las muchachas aceptaba el reto de sumergirse en una jaula para contemplar de cerca dichos animales y así demostrar al novio de su hermana mayor que no es la chica aburrida que él piensa, en la que aquí tratamos es también la menor quien entra en la gruta con su hermana (hermanastra en este caso) y las amigas de ésta para así integrarse en este grupo de muchachas guapas y populares que siempre le dan de lado. La presente secuela también concluye, al igual que su predecesora, con un brusco giro de guion final que resulta a todas luces hiperbólico, rompiendo con el tono realista que ha reinado durante el resto del metraje [4].


A 47 metros 2: El terror emerge supone también los primeros papeles para las jóvenes Corinne Foxx y Sistine Rose Stallone, hijas de los actores Jamie Foxx y Sylvester Stallone respectivamente. Y si en A 47 metros, Roberts contó como secundario con el veterano Matthew Modine, en su secuela tenemos en el papel del padre de las hermanas protagonistas a John Corbett. Recordado por sus papeles en las teleseries Doctor en Alaska (Northern Exposure, 1990-1995) y Sexo en Nueva York (Sex in the City, 1998-2004), tuvo uno de sus mejores momentos gracias al éxito de la comedia romántica Mi gran boda griega (My Big Fat Greek Wedding, 2002) de Joel Zwick. Cabe resaltar en su filmografía su intervención en The Messengers (The Messengers, 2007), el debut en los Estados Unidos de los hermanos Pang.


Alfonso & Miguel Romero


[1] Por supuesto abundan más las películas malas de tiburones, destinadas la mayoría a cubrir la parrilla de canales como Syfy, caso de Sharktopus [tv: Sharktopus, 2010), de Declan O’Brien, Sand Sharks [tv: Sand Sharks, 2010], de Mark Atkins, Ghost Shark [tv: Ghost Shark, 2013], de Griff Furst, Sharkansas Women’s Prison Massacre [tv: Sharkansas, 2015], de Jim Wynorsky, Sky Sharks [tv: Sky Sharks, 2020], de Marc Fehse, o la célebre saga de Sharknado... entre muchísimas otras. 


[2] Estrenada en Estados Unidos el 16 de agosto de 2019. En España llegaba a los cines un día antes, el 15 de agosto.


[3] Dos hermanas como los personajes principales y el novio de una de ellas de por medio teníamos también -¿casualidad?- en la televisiva Territorio escualo (Frenzy, 2018), de Jose Montesinos. Uno de los peores ejemplos de lo bajo que ha caído el subgénero en los últimos tiempos.


[4] Destacar detalles como las heridas que presentan los escualos ciegos debido a sus constantes rozaduras con las rocas de las grutas.