sábado, 24 de diciembre de 2022

Yo Hice a Roque III


Título original: Yo hice a Roque III


Año: 1980 (España)


Director: Mariano Ozores


Guionista: Mariano Ozores


Fotografía: Raúl Artigot


Música: Alfonso Agullo, Eddy Guerin, Carlos Villa


Intérpretes: Fernando Esteso (Federico Castro), Andrés Pajares (Roque Tercero González), Antonio Ozores (Paco), Florinda Chico (Doña Amparo), Rafael Hernández (Chango González), Mirta Miller (Petra), Loreta Tovar (Dolores), Francisco Camoiras (Ataúlfo), Adrián Ortega (doctor), “Dum Dum” Pacheco (Kid Botija), Narciso Ibáñez Menta (Don Cipriano), Héctor Quiroga (él mismo), Gabriela Mosch (Flora), Teresa Herrera (casada infiel), Ramón Lillo (periodista), Carlos Lucas (Manolo el encamado), Claudia Dammert (enfermera), ....


Sinopsis: Roque Tercero González es un gorrón que vive en casa de su amigo Federico, famoso ex-jockey de carreras en horas bajas tras haber engordado. Federico no puede quitarse de encima a Roque, ya que éste le recuerda constantemente que, cuando tenían siete años, le salvó la vida. El caso es que Federico asiste a un gimnasio con la esperanza de volver a adelgazar lo suficiente como para volver a cabalgar, y allí se entera de que Kid Botija, el campeón de España de los pesos welter, necesita poner en juego su título para poder optar al campeonato de Europa de boxeo. Pero claro está, nadie quiere recibir una paliza del campeón, a pesar de la bolsa que ofrece su preparador. Entre Paco, el dueño del gimnasio, y Federico, consiguen liar a Roque que, engañado, acepta pelear con el campeón... 


El uno de octubre de 1979, en plena Transición Española, llegaba a las carteleras españolas Los bingueros, una producción de Izaro Films dirigida por Mariano Ozores y protagonizada por los cómicos Andrés Pajares y Fernando Esteso, quienes por primera vez actuaban juntos y se ponían al frente del reparto en una película. Hasta entonces ambos llevaban una meteórica carrera sobre los escenarios, pero sus trabajos en la gran pantalla no habían sido gran cosa y nunca habían coincidido en ningún rodaje. Fue un éxito rotundo, consiguiendo 1.539.644 espectadores y una recaudación en la taquilla de 197.885.368 pesetas, unos 1.189.315,01 euros.


Todo partió de un proyecto que Ozores le ofreció a José Luis Bermúdez de Castro, que había trabajado con él en múltiples ocasiones en diversas tareas y quien por entonces ejercía de productor. Éste le propuso hablar con José María Reyzábal, de Izaro Films, de quien fue la idea de aunar a Pajares y Esteso, ya que los conocía bien de contratarlos (por separado) para actuar en sus salas de fiesta.


Los bingueros sería la primera de las nueve colaboraciones a tres bandas entre Pajares, Esteso y Mariano Ozores. Su abultada recaudación propició, como era de esperar, que continuaran juntos repitiendo la misma fórmula: aunando chistes políticos, chicas desnudas y tramas de rabiosa actualidad. La retirada de la censura con la llegada de la democracia que sustituía a la vieja dictadura franquista, propició la llegada de los desnudos en el cine español. Los bingueros supuso la primera película de Ozores donde los despelotes cobraron mayor presencia e importancia, y fue un atractivo ingrediente que ayudó, sin duda, a la aceptación popular de la cinta. La inclusión de desnudos y escenas de cama en las películas de Ozores, siempre con tono humorístico, estaba a medio camino entre el destape y el naciente cine clasificado "S".


Si la legalización del juego en España, una vez caído el régimen, fue la idea que dio pie al libreto de Los bingueros, el debate nacional sobre la conveniencia o no de las centrales nucleares en suelo español, tras el desastre ocurrido en 1979 en la central nuclear de Three Mile Island, cercana a Harrisburg, Pensilvania, en Estados Unidos, sirvió de inspiración a Ozores para Los energéticos, que sería el segundo trabajo al alimón entre el director con Pajares y Esteso. Estrenada el veintiuno de enero de 1980, volvió a arrasar en la taquilla.


Tras la primera colaboración de Fernando Esteso con Ozores en solitario, sin la presencia de Andrés Pajares, El erótico enmascarado, producida por José Frade [1] y que llegó a las carteleras el veintiuno de julio de 1980, el director volvería a unir a los dos cómicos en una cinta con el mundo del boxeo como telón de fondo. La idea, según el realizador, se le ocurrió cuando un día de febrero iba a asistir al estreno de un show de Pajares en el Biombo Chino. Como el evento no tenía lugar hasta la una de la noche, para hacer tiempo fue con su esposa al cine a ver Rocky II (Rocky II, 1979), de Sylvester Stallone. Viendo la secuela de la oscarizada Rocky (Rocky, 1976), de John G. Avildsen, se le ocurrió la trama para el que sería su siguiente trabajo. Le comentó después la idea a Pajares, Esteso y a su hermano Antonio, y los tres quedaron encantados. Esa misma noche, una vez en casa, se puso manos a la obra a escribir el guion.


En un principio iba a denominarse con el más oportunista y paródico título de Roque III [2], pero fue Fernando Esteso quien propuso el definitivo Yo hice a Roque III porque aquél hacía alusión solamente al personaje que interpretaba Andrés Pajares, quedando por tanto él fuera del mismo. Al añadir el "Yo hice" se incluía implícitamente el suyo también.


Mariano Ozores tomó, como era de esperar, algunas situaciones y escenas de Rocky, para crear algunos gags, y la música de Alfonso Argullo alude a la original que Bill Conti compusiera para aquélla, pero Yo hice a Roque III entronca sobre todo con la tradición en el cine español de las películas de pícaros [3], estando por tanto más cerca de El Tigre de Chamberí (1957), de Pedro L. Ramírez [4], protagonizada por otro miembro del clan Ozores, José Luis Ozores, precisamente uno de los títulos más recordados de entre los que intervino el prontamente malogrado intérprete, secundado para la ocasión por uno de los "caraduras" más famosos de nuestro cine, Tony Leblanc.


Yo hice a Roque III versa sobre un vividor, Roque Tercero González (Pajares) [5], que vive a expensas de un amigo, Federico Castro (Esteso), aludiendo que le salvó la vida al evitar que le dieran una paliza cuando ambos tenían siete años. Desde entonces ha estado aprovechándose de su colega. Federico, un jockey de éxito caído en desgracia al aumentar de peso, quiere recuperar la forma y volver a su antigua profesión, por lo que acude sin muchos avances a un gimnasio regentado por el fresco de Paco (Antonio Ozores). A éste le proponen que busque a un donnadie que acepte subirse al ring para enfrentarse con el campeón español de los pesos welter, Kid Botija (Dum Dum Pacheco), con el objeto que éste pueda optar al campeonato europeo. Federico y Paco liarán a Roque, quien hizo sus pinitos en el cuadrilátero durante la mili en Ceuta, para que mida los guantes con el campeón, y así sacar tajada de la bolsa y la bonificación que ofrecen por el combate, y además Federico se libraría del gorrón de Roque, al sacarse éste un dinero con el que poder irse de su casa.


El director recurrió a su troupe habitual: su hermano Antonio, Florinda Chico, Paco Camoiras y Loreta Tovar, todos más que acertados en los roles que se les asignan. A los que se sumaron otros destacados rostros de nuestro cine como Rafael Hernández, Mirta Miller, o Narciso Ibáñez Menta, éste en el papel del malo de la función, un mafioso promotor de combates amañados.


El boxeador José Luis Pacheco, más conocido como Dum Dum Pacheco, campeón de los pesos welter y amigo de Pajares y Esteso, fue contratado como asesor y para interpretar a Kid Botija (un nombre, por cierto, que parece extraído de las viñetas de Francisco Ibáñez o Manuel Vázquez). Ya había hecho sus pinitos en la gran pantalla en títulos como Juventud drogada (1977), de José Truchado, o El sexo ataca (1979), de Manuel Summers, y en esta de Ozores parodiaría el arquetipo de púgil chulo y macarra. El director comentaría que Pacheco les ayudó mucho en la preparación de la película, facilitando la tarea de conseguir ciertas localizaciones para el rodaje.


Filmada en sólo veinte días, como era costumbre en su responsable, contó con la fotografía de Raúl Artigot [6], quien colaboraría con Ozores en diversas ocasiones y con quien acababa de trabajar en El erótico enmascarado. Pajares se negó a usar dobles para las escenas de los combates, por aquello de dar más verosimilitud a la cinta, y Pacheco le pidió al actor que en la parte final, cuando se enfrentan en el cuadrilátero, no se contuviera: por muy fuerte que le pegara, él ya estaba más que acostumbrado a recibir golpes mucho más fuertes.


La cinta recaudó 164.610.745 pesetas, unos 991.631,72 euros. Una vez más, el público acudió en masa a las salas [7], mientras que la crítica se rasgaba las vestiduras ante lo que veían como la degradación de la comedia. Si ya llevaban años atacando las películas de Mariano Ozores, la inclusión en el menú de sexo y desnudos (todo lo gratuitos que se quieran) no hizo más que acentuar el desprecio de aquéllos hacia los trabajos del experimentado realizador [8]. Éste llevaba ya muchos años decidido a hacer películas para la audiencia, no para la crítica [9], por lo que repetiría con Pajares y Esteso en más ocasiones. 


La política de Pilar Miró con el gobierno del PSOE al comenzar los ochenta, regentando el cargo de Directora General de Cinematografía, y decidida a apostar por un cine de pretendida calidad y respetabilidad, con cierta debilidad por adaptar grandes títulos de la literatura patria, repercutió negativamente en el cine de Mariano Ozores, al igual que en el de otros veteranos realizadores, condenados al ostracismo. Sin embargo, los trabajos de este director, y especialmente el realizado en los años de la Transición, visto hoy suponen un claro fresco de la España de aquellos días y ha seguido contando con el favor del público (y, ahora sí, de parte de la crítica). Sus trabajos con Pajares y Esteso han encontrado además una cierta reivindicación, y se pueden volver a disfrutar gracias a las distintas ediciones en formato digital doméstico y a su emisión en diferentes emisoras dedicadas al cine español.


Alfonso & Miguel Romero


[1] La primera película que Andrés Pajares protagonizó en solitario para Mariano Ozores fue otra producción de José Frade, El liguero mágico (1980), y tuvo lugar justo después de la que aquí nos ocupa.


[2] Evidentemente, el film llegó a las salas antes del Rocky III (Rocky III, 1982) de Stallone.


[3] Otro título en esta tradición del cine de pícaros, vividores y frescos en general en la filmografía conjunta de Ozores, Esteso y Pajares lo tenemos en Los liantes (1981).


[4] Unas líneas sobre esta película escritas por unos servidores: 

https://cerebrin.wordpress.com/2022/11/29 /el-tigre-de-chamberi/

[5] En las películas que rodaron con Mariano Ozores, el nombre de los personajes de Pajares acostumbraban empezar con “A” (de Andrés) y los de Esteso por “F” (de Fernando). En la presente, sin embargo y por razones obvias, no se da esto en el caso del primero.


[6] Artigot probó suerte en tareas de dirección con un triplete de películas, entre las que destaca la malditísima y muy reivindicable El monte de las brujas (1973).


[7] En 1993 se estrenaría un remake mexicano de Yo hice a Roque III con dirección de Benito Alazraki.


[8] La llegada de una comedia sin vergüenza ni complejos y cargada de chistes groseros, escatológicos y sexuales se dio paralelamente en medio mundo. Por aquellas mismas fechas, el gigante americano, Hollywood, recibía con los brazos abiertos las propuestas de gente como John Landis, que rompió moldes llevando a los cines el humor de la revista National Lampoon con Desmadre a la americana (National Lampoon’s Animal House). Respaldada por una major, la Universal, la comedia de trazo grueso y humor grosero llegaba para quedarse a las pantallas norteamericanas. Y no era para menos, la cinta de Landis se convirtió en uno de los títulos más rentables en la historia de Hollywood, lo que propició de forma ineludible diversas secuela e innumerables imitaciones. La Library of Congress la incluiría en el 2001 en el National Film Registry debido a su relevancia cultural, a pesar que supuso la apertura de las puertas de lo que en el argot de la industria se denomina gross-out films, películas de estética feista basadas en situaciones sexuales cotidianas y con un humor, como se dice, de retrete.


[9] Tras sus primeros trabajos para una empresa familiar, con sus padres y hermanos, Cinem. Hispanica S.A., que recibieron una notable aceptación por parte del público y la crítica, llegando incluso a ganar algún premio, Mariano Ozores se decidió a hacer un film importante, con una producción mucho más cara. Sería la fábula moral disfrazada de cinta de ciencia ficción La hora incógnita (1963). Un film que se hizo con el favor de los críticos y se llevó varios galardones, pero que supuso un fracaso absoluto en la taquilla, provocando la bancarrota de la compañía. El director asumió toda la responsabilidad y se llevaría unos años pagando deudas, más tomó la determinación de hacer desde entonces las películas que el público quisiera ver.


jueves, 17 de noviembre de 2022

The Unknown


The Unknown

 The Unknown se formó en el 2017 por Roberto Ramos, aquí The Acusser, de la formación de Brutal Death The Murder Industry a la guitarra y voces y Javier Castellanos a la batería, aquí The Prophet, de formaciones como Asko (Death/grind) o W.O.B. (Harcore/grind) completando la formación en 2020 con Fernando Unferth, aquí The Serpent, de la formación de Death Metal Mind Holocaust a la guitarra y bajo. 

También como componente no oficial Rafa Díaz que es quien ha ocupado de alguna de las letras de nuestro próximo álbum “TRINITATIS DIABOLICUM”, además del diseño de logo y todo lo que concierne al arte del grupo.

La banda practica un Death/Black con diversas influencias como por ejemplo, Morbid Angel, Emperor, Behemoth etc.. con letras contra el cristianismo, ocultismo y satanismo.

Actualmente estamos grabando nuestro primer álbum titulado “TRINITATIS DIABOLICUM” que esperamos sea lanzazo en la primera mitad del 2023, mientras pensamos lanzar dos singles de adelanto siendo el primero “LAW OF VAMACHARA” que saldrá el 17 de noviembre a través de todas las plataformas digitales y nuestro bandcamp.



Podéis escucharlo en este enlace.

 https://theunknown.hearnow.com

lunes, 10 de octubre de 2022

Fantasmas

 Vídeo que realice con fotos "auténticas" y otras que se ven falsas a kilómetros. Pero es uno de mis temas favoritos, fotografías de fantasmas. Hace once años que lo hice.

.https://www.youtube.com/watch?v=7vCU6PoxQj4

Espero que sea de vuestro agrado!





martes, 26 de julio de 2022

Nightmare Sisters




 Nightmare Sisters


Nacionalidad y año: Estados Unidos, 1988


Director: David DeCoteau


Productores: David DeCoteau, Kenneth J. Hall


Guionista: Kenneth J. Hall


Fotografía: Vojislav Mikulic


Música: Del Casher, Haunted Garage, Michael Sonye


Intérpretes: Linnea Quigley (Melody), Brinke Stevens (Marci), Michelle Bauer (Mickey), Timothy Kauffman (Phil), Matthew Phelps (J.J), C. Jay Cox (Bud), Richard Gabai (Kevin), Marcus Vaughter (Freddy), William Dristas (Duane), Jeffrey Culver (Exorcista Perrin), Sandy Brooke (Amanda Detweiler), Michael Sonye (Omar), Kenneth J. Hall (voz del súcubo), ...


Sinopsis: Melody, Marci y Mickey son tres jóvenes universitarias que no pueden conseguir una cita. Una noche, invitan a algunos muchachos de la universidad y convocan a los muertos a través de la bola de cristal que ha adquirido Marci en un mercadillo. Las chicas se convierten en súcubos hambrientos de sexo y los muchachos van a tener que tratar de detener la horrible posesión.


Uno de los factores determinantes respecto al cambio en la forma de producción y consumo de audiovisuales en la década de los ochenta fue la imposición del vídeo doméstico. La comodidad de ver una cinta en la intimidad del hogar, cuando uno quisiera (o pudiera) y teniendo la capacidad de controlar lo que el usuario pretendiera visionar con el mando a distancia, supuso un gran cambio en la forma de ver las películas. El boom que trajo la implantación del magnetoscopio provocó una gran oferta que fue respondida con una aún mayor demanda que parecía no poder saciarse. Junto a la edición de viejos títulos y de las últimas novedades (en unos primeros tiempos por distribuidoras no del todo legales, mientras se terminaba de regular la cosa), muchas compañías empezaron a producir películas cuyo fin era cubrir esa cuota de demanda. Cintas baratas destinadas no a ser estrenadas en salas sino cuyo target eran las estanterías de los videoclubs.


En Estados Unidos, en muchos aspectos, la década de los ochenta supuso una mirada, una vuelta, a los años cincuenta. Y el cine no fue una excepción. Al igual que en la “década atómica”, en aquélla una buena parte de la producción cinematográfica se hizo destinada al público joven. Trabajos ligeros en contenidos, sin más ambición que atraer a una audiencia juvenil ofreciendo lo que estos pedían, sobre todo comedias y películas de terror. Triunfando además la llamada “comedia de terror adolescente”. Del mismo modo, muchas producciones direct to video orientadas al público teenager cubrieron estos géneros y su híbrido, añadiendo más carne al asador (es decir, más desnudos) para contrarrestar la falta de presupuesto.


Uno de los fenómenos más singulares dentro de la serie B y Z fantaterrorífica facturada para su distribución vía video en la década de los ochenta fue el de las scream queens que, a diferencia de sus homónimas de las décadas de los treinta o cuarenta, se circunscribían ahora a chicas ligeras de ropa (o sin ella) corriendo perseguidas por el monstruo o asesino de turno mientras se desgañitaban a gusto chillando [1]. Entre las muchas féminas que se desnudaron, corrieron, sufrieron y gritaron en aquellas producciones baratas destinadas al videoclub y que fueron, tantas veces, el principal reclamo de cara al público, destacaron principalmente tres: Michelle Bauer, Linnea Quigley y Brinke Stevens [2]. Ellas fueron las más populares, las que mayor número de fans consiguieron, de tal modo que con tener su nombre en la portada la productora ya se aseguraban el éxito en el alquiler de ese VHS. Las tres se habían hecho un hueco luciendo palmito en revistas para caballeros, y la Bauer además (firmando como Pia Snow) había intervenido en alguna producción para adultos, pero el nombre de todas ellas quedaría sellado a fuego como las más importantes (y desprejuiciadas) reinas del grito de los films de bajo presupuesto de la época [3].


Y, sin embargo, pocas fueron las películas que, aprovechando la fama de estas muchachas, reunieron a las tres a la vez. En aquellos años, muy anteriores a la era digital y a la reivindicación de todo lo que oliera a serie B y/o Z, además de la cinta para la más pura exibición epidermica Scream Queen Hot Tube Party (1991), realizada por Fred Olen Ray y Jim Wynorski, sólo dos producciones contaron con el trío de oro en su reparto, ambas de 1988 y dirigidas por el canadiense David DeCoteau: Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama [tv: Juego diabólico; tv/dvd: Chicas de fraternidad en la bolera] y Nightmare Sisters [4]. Curtido en labores varias con el eterno Roger Corman, DeCoteau (parapetado bajo diversos seudónimos) emprendió su carrera en la dirección dentro del mundillo del porno para después, y gracias al productor Charles Band, poder pasarse a dirigir películas (baratas) de corte fantástico, debutando en el género con Dreamaniac [vd: Dreamaniac, 1986]. DeCoteau fue, junto con otros francotiradores de los bajos presupuestos como Fred Olen Ray o Jim Wynorski, uno de los mayores responsables de este auge respecto a la figura de la scream queen.


Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama fue emitida por Antena 3 en su programa Noche de lobos con el título de Juego diabólico, y posteriormente conocería edición doméstica para el mercado digital y estaría disponible en plataformas. Es, merecidamente, uno de los títulos más reivindicados y aplaudidos de su responsable. Mientras que Nightmare Sisters, el otro trabajo de la década que reunió al trío de chicas, no ha conocido hasta el día de hoy distribución en nuestro país. Ambas películas tienen un esqueleto argumental y un desarrollo muy similares, e incluso comparten escenas casi idénticas, aunque dándoles en algunas ocasiones la vuelta. Las dos además copian descaradamente la taquillera La revancha de los novatos (Revenge of the Nerds, 1984), el éxito de Jeff Kanew distribuido por la Twentieth Century Fox. De tal forma que estas dos producciones firmadas por David DeCoteau están protagonizadas por un grupo de nerds con ganas de fiesta. La película que nos ocupa también copia, en clave de coña y para el climax final, uno de los grandes clásicos del terror, El exorcista (The Exorcist, 1973), anticipándose un par de años a la parodia del film de Friedkin, Reposeída (Repossessed, 1990), de Bob Logan.


Centrándonos en la que aquí nos interesa, Nightmare Sisters, fue rodada en unos cuatro días en formato de 35 mmm, utilizando colas, con un presupuesto estimado de unos ocho mil dóalres. Arranca con un trío de estudiantes novatas poco agraciadas que, al quedarse solas en la fraternidad, planean una fiesta en la que pillar cacho. Una de ellas, Melody (Linnea Quigley) llama a un ligue suyo de una hermandad masculina y le pide que lleve a dos amigos[5]. La fiesta se antoja aburrida hasta que a Marci se le ocurre usar la bola de cristal que ha adquirido ese mismo día en un mercadillo y las tres muchachas quedan convertidas en súcubos con hambre de sexo. No tardará mucho en tener lugar la socorrida escena de baño con el tríptico de féminas mostrando sus encantos y que forma, por supuesto, la parte más célebre de la cinta y su verdadero leit motiv. Ello da lugar a una secuencia de voyeurismo por parte de los chicos que han invitado -de modo muy similar a la escena también de baño de Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama, pero en la que sólo estaban la Stevens y la Bauer, la Quigley hacía aparición en dicha película más tarde-; mas también mirarán desde otra ventana tres abusones veteranos de la fraternidad masculina, quienes andan buscando a los novatos para ponerles un castigo por desobedecer sus órdenes. Estos últimos, que se adaptan al estereotipo de musculosos sin cerebro tan caro en el cine usamericano, serán, como es obvio, “devorados” por los insaciables súcubos, y alguno de ellos propicia además un desnudo masculino tan del gusto del realizador [6]. Además hay lugar para el autohomenaje, y si en Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama los chicos protagonistas ven por televisión la antes citada Dreamaniac, en la que nos interesa los novatos tienen en su cuarto un poster de Creepozoids [tv/vd/dvd/br: Creepozoides, 1987], segundo título de DeCoteau para Charles Band. 


Linnea Quigley, también por aquellos tiempos al frente del grupo de punk-rock the Skirts, se permite interpretar una canción, una vez convertido su personaje en súcubo, para seducir a uno de los nerds. Dukey Flyswatter, que igualmente participó en Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama, miembro de los Haunted Garage, cede algunos temas de estos para la banda sonora. El guión corrió a cargo de Kenneth J. Hall (aquí también en tareas de producción y dando voz al súcubo), responsable igualmente del libreto de otra joya del terror trash de los ochenta, Evil Spawn [vd: Engendro satánico/dvd:Evil Spawn, 1986]. La versión para televisión de Nihtmare Sisters, como tantas otras películas del realizador canadiense, incluía escenas alternativas, con menor carga de desnudos.


Conforme avanzaban los años noventa, el fenómeno de las scream queens decaería. El propio David DeCoteau supo reinventarse, centrando entonces el protagonismo y el erotismo en un joven reparto masculino. Creando para ello su propia productora, Rapid Heart, desde donde facturaría durante más de década y media un aluvión de producciones low cost orientadas principalmente a un público mayormente femenino y gay adolescente en lo que la crítica americana denominó “terror de calzoncillos bóxer”, ya que los chicos se llevaban media película ataviados únicamente con esta prenda. Un subgénero puramente queer que arranca con The Brotherhood [vd/dvd: La hermandad, 2000], dando lugar a una saga y cuyo esquema argumental viene a ser el mismo que el de la película que aquí estamos tratando.


Muy recomendable el visionado del documental Screaming in High Heels: The Rise & Falls of the Scream Queen Era (2011), de Jason Paul Collum, donde nuestras tres gritonas favoritas, junto a personalidades como David DeCoteau, Fred Olen Ray, Richard Gabai y muchos otros, repasan el fenómeno de las reinas del grito y el cine de serie B (y Z) de los ochenta, su auge y caída, así como analizan los enormes cambios ocurridos tanto en estas producciones y en la industria, como en la forma de hacer las películas y el modo de consumirlas a través de las últimas décadas con los diversos avances tecnológicos.  No obstante, estas tres incansables reinas del grito siguen dando guerra: este año 2022 han hecho una gira por los Estados Unidos y se prevé una secuela de Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama [7], realizado en esta ocasión por Brinke Stevens.


Alfonso & Miguel Romero


[1] La popularidad de las scream queens fue tal que generó la edición de diversas revistas dedicadas al tema. Las que más destacaron fueron Femme Fatale y Draculina. Con el paso de los años y el fenómeno de las reinas del grito ya en declive, Femme Fatale se reconvirtió en una suerte de publicación tipo GQ. Draculina por su parte llegó a tener, a comienzos del presente siglo, un par de números editados en español en nuestro país.


[2] De las tres, la Quigley fue la que más aprovechó su condición de reina del grito, parodiando este rol en diversas ocasiones, como en su cameo en The Guyver [tv/vd/dvd: Mutronics, 1991], de Screaming Mad George y Steve Wang.


[3] De este trío de damas, Linnea Quigley es la que ha interpretado más personajes que han resultado indelebles para cientos de fans, como bien ejemplifican la Trash de El regreso de los muertos vivientes (Return of the Living Dead, 1985), de Dan O' Bannon, la Suzanne de Night of the Demons (tv/vd/dvd/br: La noche los demonios, 1986), de Kevin Tenney, o la Heather de Calles salvajes (Savage Streets, 1984), de Danny Steinmann.


[4] Otro de los hits de la época que reunió a Linnea Quigley y Michelle Bauer (faltaba Brinke Stevens) fue Hollywood Chainsaw Hookers (1988), a las órdenes en esta ocasión de Fred Olen Ray, y en la que las dos muchachas, no muy vestidas, se enfrentaban en un duelo final con motosierras. Sería ya en el presente siglo cuando David DeCoteau volviera a reunir a las tres en varios títulos, caso de 1313: Cougar Cult (2012) o 3 Scream Queens (2014).


[5] Entre ellos un joven Richard Gabai, un rostro habitual en las películas de Fred Olen Ray, generalmente realizando algún cameo. Gabai también daría el salto a la dirección, poniéndose a los mandos de películas de bajo presupuesto para, años después, especializarse en telefilmes, al igual que hicieran Decoteau y Olen Ray.


[6] Uno de estos veteranos abusones está interpretado por C. Jay Cox, años después guionista de comedias comerciales como Sweet Home Alabama (Sweet Home Alabama, 2002), de Andy Tennant, o Ejecutiva en apuros (New in Town, 2009), de Jonas Elmer.


[7] Ya en 1991, David DeCoteau produjo a Todd Sheets una especie de remake de serie Z que llevaba el título de Sorority Babes in the Dance-A-Thon of Death.

lunes, 4 de julio de 2022

A 47 metros 2 El terror emerge

 

(Nueva reseña de los hermanos Romero)



A 47 Metros 2. El Terror Emerge


Título original: 47 Meters Down: Uncaged


Año: (Reino Unido/Estados Unidos, 2019)


Director:  Johannes Roberts


Producción: Entertainment Studios Motion Pictures, thefyzz


Productores: James Harris, Robert Jones, Mark Lane


Fotografía: Mark Silk


Música: tomandandy. 


Montaje: Martin Blinker


Intérpretes: Sophie Nélisse (Mia), Corinne Foxx (Sasha), Brianne Tju (Alexa), Sistine Rose Stallone (Nicole) (como Sistine Stallone), Brec Bassinger (Catherine), John Corbett (Grant), Nia Long (Jennifer), Axel Mansilla (Chum Man), Khylin Rhambo (Carl), Davi Santos (Ben)… 


Duración y datos técnicos: 90 minutos. Color. 2.35 : 1


Sinopsis: Sigue la aventura de cuatro muchachas que deciden explorar una ciudad maya sumergida. Una vez dentro, el sueño de vivir una gran experiencia se torna en pesadilla al descubrir que estas ruinas están custodiadas por enormes y temibles tiburones blancos. Con las reservas de aire escaseando, las cuatro amigas deberán de bucear por un laberinto de cuevas y túneles subterráneos buscando la salida de lo que se ha convertido en un infierno acuático.


El apabullante éxito en 1975 del Tiburón (Jaws) de Steven Spielberg, que arrasara las taquillas de medio mundo, trajo consigo la resurrección de la monster movie, llenando las carteleras de producciones con amenazas animales de todo tipo; y ello en un momento muy adecuado, con la moda en aquella década de las películas de catástrofes. Ni por mar, ni por tierra, ni por aire se estaba a salvo: a los terremotos, maremotos, ciclones, meteoritos y demás desastres naturales -y también provocados o accidentales, ya fueran atentados terroristas o el incendio de un gran rascacielos- se le sumaba toda la fauna que exigía revancha contra la imprudente actuación del hombre. Aunque el subgénero de la monster movie no terminaría de desaparecer, nuevamente sería el director de Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Phase, 1977) el responsable de un resurgir del mismo a comienzos de los años noventa con Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993), aportando además el uso de la infografía para la creación de los peligrosos animales. Dando el arranque a una incesante producción -sobre todo en los últimos tiempos, con el abaratamiento de los FX- de películas con monstruosas criaturas que llega hasta hoy día, y sobre todo en productos destinados a la pequeña pantalla. Pero, lamentablemente, la mayoría de estos films de la seminal cinta de Spielberg sólo han aprovechado la idea del ataque del agresivo depredador, no los modos de mantener a la audiencia en suspense sin tener que mostrar mucho al monstruo. Mas al contrario se tiende a abusar de la presencia del bicho sin preocuparse de lo ridículo que en tantas ocasiones resultan los efectos especiales. Ya sobre esto hicieron un ingenioso gag en un episodio de la exitosa sitcom Dos hombres y medio (Two and a Half Men, 2003-2015), donde el regordete Jake Harper (Angus T. Jones) le decía a su tío Charlie (Charlie Sheen) lo aburrida que era la película que le había puesto –precisamente el Tiburón de Spielberg- donde el escualo apenas se deja ver, frente a la “muy superior” Serpientes en el avión (Snakes on a Plane, 2006) de David R. Ellis, en la que los ofidios del título aparecían todo el tiempo en cualquier sitio, y que ésa “sí que era un clásico”.



Dentro de la monster movie, han sido precisamente las películas de tiburones las más revisitadas, dejándonos un buen puñado de interesantes títulos, caso de Deep Blue Sea (Deep Blue See, 1999), de Renny Harlim, Infierno azul (The Shallows, 2016), de Jaume Collet-Serra, la reciente Jetski [tv: Gran tiburón blanco, 2022], o los dos trabajos con escualos acechantes firmados por Johannes Roberts [1].


El británico Johannes Roberts, que empezara su carrera en el medio audiovisual arrancando el presente siglo y que cuenta con una filmografía especializada en el terror, dio el campanazo en 2017 con el que es hasta la fecha su mejor trabajo, A 47 metros (47 Meters Down). Tras realizar Los extraños: Cacería nocturna (The Strangers: Prey at Night, 2018), el realizador volvería a sus tiburones con una secuela de aquélla, A 47 metros 2: El terror emerge (47 Meters Down: Uncaged), que llegaba a las carteleras en la temporada estival de 2019.



A 47 metros, concebida inicialmente para el medio doméstico, aunque finalmente estrenada en pantalla grande [2], pese a lo modesto de su presupuesto aprovechaba los pocos mimbres de que disponía para dejarnos una estimulante cinta del subgénero, con el clásico de 1975 como claro referente, dosificando los ataques de los animales con el objetivo de mantener en vilo al espectador. Además del peligro que suponen aquéllos, las dos hermanas protagonistas [3] se enfrentaban a la descomprensión y a la falta de oxígeno, teniendo que luchar por su supervivencia haciendo frente a las adversidades. Consiguiendo Roberts una película claustrofóbica pese a que la acción se situaba en un espacio abierto e inmenso.



Para esta segunda entrega, el británico optó por un film muy parecido al anterior, casi un remake, al que se le ha ampliado el número de chicas -a la pareja de hermanas se le suman dos amigas de una de ellas-, la diversidad racial de las mismas -tenemos dos caucásicas, una negra y una asiática-, y se cambia el escenario donde transcurre la trama, situando ésta en unas grutas submarinas, aumentando así la sensación de angustia y claustrofobia de las protagonistas y del público. Unas cuevas que, además de las impresionantes ruinas de una antigua civilización maya, guardan unos peligrosos y muy hambrientos tiburones ciegos que se orientan por el sonido.


Si en la primera, una de las muchachas aceptaba el reto de sumergirse en una jaula para contemplar de cerca dichos animales y así demostrar al novio de su hermana mayor que no es la chica aburrida que él piensa, en la que aquí tratamos es también la menor quien entra en la gruta con su hermana (hermanastra en este caso) y las amigas de ésta para así integrarse en este grupo de muchachas guapas y populares que siempre le dan de lado. La presente secuela también concluye, al igual que su predecesora, con un brusco giro de guion final que resulta a todas luces hiperbólico, rompiendo con el tono realista que ha reinado durante el resto del metraje [4].


A 47 metros 2: El terror emerge supone también los primeros papeles para las jóvenes Corinne Foxx y Sistine Rose Stallone, hijas de los actores Jamie Foxx y Sylvester Stallone respectivamente. Y si en A 47 metros, Roberts contó como secundario con el veterano Matthew Modine, en su secuela tenemos en el papel del padre de las hermanas protagonistas a John Corbett. Recordado por sus papeles en las teleseries Doctor en Alaska (Northern Exposure, 1990-1995) y Sexo en Nueva York (Sex in the City, 1998-2004), tuvo uno de sus mejores momentos gracias al éxito de la comedia romántica Mi gran boda griega (My Big Fat Greek Wedding, 2002) de Joel Zwick. Cabe resaltar en su filmografía su intervención en The Messengers (The Messengers, 2007), el debut en los Estados Unidos de los hermanos Pang.


Alfonso & Miguel Romero


[1] Por supuesto abundan más las películas malas de tiburones, destinadas la mayoría a cubrir la parrilla de canales como Syfy, caso de Sharktopus [tv: Sharktopus, 2010), de Declan O’Brien, Sand Sharks [tv: Sand Sharks, 2010], de Mark Atkins, Ghost Shark [tv: Ghost Shark, 2013], de Griff Furst, Sharkansas Women’s Prison Massacre [tv: Sharkansas, 2015], de Jim Wynorsky, Sky Sharks [tv: Sky Sharks, 2020], de Marc Fehse, o la célebre saga de Sharknado... entre muchísimas otras. 


[2] Estrenada en Estados Unidos el 16 de agosto de 2019. En España llegaba a los cines un día antes, el 15 de agosto.


[3] Dos hermanas como los personajes principales y el novio de una de ellas de por medio teníamos también -¿casualidad?- en la televisiva Territorio escualo (Frenzy, 2018), de Jose Montesinos. Uno de los peores ejemplos de lo bajo que ha caído el subgénero en los últimos tiempos.


[4] Destacar detalles como las heridas que presentan los escualos ciegos debido a sus constantes rozaduras con las rocas de las grutas.


lunes, 20 de junio de 2022

La Casa del Terror (Haunt)


 


Título original: Haunt


Año: (2019, Estados Unidos)


Directores: Scott Beck, Bryan Woods


Productor: Eli Roth


Guionistas: Scott Beck, Bryan Woods


Fotografía: Ryan Samul


Música: tomandandy


Intérpretes: Katie Stevens (Harper), Will Brittain (Nathan), Lauryn Alisa McClain (Bailey), Andrew Caldwell (Evan), Shazi Raja (Angela), Schuyler Helford (Mallory), Phillip Johnson Richardson (Ty Hoffman), Chaney Morrow (fantasma), Justin Marxen (payaso), Terri Partyka (bruja), Justin Rose (vampiro), Damian Maffei (diablo), Schuyler White (zombie), Samuel Hunt (Sam)… 


Sinopsis: En Halloween, un grupo de amigos deciden entrar en una casa encantada que promete ofrecer una experiencia extrema a base de explotar sus miedos más recónditos. La noche se volverá mortal cuando se den cuenta de que algunos monstruos son reales.



Aunque el tema es recurrente dentro del cine fantástico y de terror desde hace ya mucho, fue cuando empezó a hablarse de la nueva adaptación, esta vez para la pantalla grande, del bestseller de Stephen King It, cuando comenzó el auténtico aluvión de películas del género con payasos asesinos, mayormente en producciones de serie B y Z.

Por otro lado, la festividad de Halloween había aparecido en el cine hollywoodiense ya en fechas tempranas, como en aquella Cita en San Luis (Meet Me in St. Louis, 1944) que dirigiera Vincente Minnelli en el seno de la MGM. Pero fue desde finales de la década de los setenta cuando comenzaron a rodarse con regularidad filmes de terror ambientados en tan señaladas fechas para estrenarlos y/o festejar en la noche de difuntos. Algunos de éstos no sólo se convertirían en auténticos must para disfrutar en tal festividad, sino que se alzarían en clásicos de culto del género, como vendrían a ser La noche de Halloween (Halloween, 1978) de John Carpenter, o Night of the Demons [tv/vd/dvd/br: La noche de los demonios, 1988] de Kevin Tenney, ambos homenajeados, copiados y plagiados en múltiples ocasiones.



Eli Roth, quien produjera una de las más destacables cintas de terror de los últimos años con payaso de por medio, Clown [tv/dvd: The Clown, 2014], dirigida por Jon Watts, reincidía en las mismas funciones y temática con La casa del terror (Haunt) (Haunt, 2019), ambientada en la celebración de Halloween -y con un arranque y una conclusión que no dejan de recodar al del citado film de Tenney-, aunque en los Estados Unidos llegara a las salas el trece de septiembre [1]. Si bien el sub-género en el que mejor podemos encuadrar la cinta es en esa mezcla de slasher y survival que han venido a ser las películas de escape rooms, herederas de títulos clave de las últimas décadas como vendría bien citar Cube (Cube, 1997), de Vincenzo Natali, o la larga saga iniciada por Saw (Saw, 2004), de uno de los reyes Midas del cine sangriento del nuevo siglo, James Wan. Y de entre todas éstas llama la atención el gran parecido que el título que nos ocupa guarda con Circus Kane (2017), de Christopher Ray: los dos trabajos tienen en sus tramas un grupo de personas que han de atravesar una serie de salas en una estancia decorada con motivos circenses, superando las diferentes pruebas y donde a -casi- todos les aguarda una brutal muerte. Eso sí, la que nos trae Roth cuenta con una bastante mejor y más cuidada producción y factura, amén de un libreto más trabajado, que la realizada por el hijo de Fred Olen Ray.


Tras las cámaras de La casa del terror (Haunt) se encuentran Scott Beck y Bryan Woods, quienes vuelven a formar equipo en el guion y la dirección como ya hicieran en Nightlight (2015), con la que aquella guarda más de un punto en común. Aunque la pareja se dio a conocer por escribir la tan bien recibida -por críticos y público- Un lugar tranquilo (A Quiet Place, 2018), que dirigiera -y protagonizara junto a su esposa, Emily Blunt- John Krasinski. Pero a diferencia de esta última, la que aquí nos interesa -hay que tener presente que Eli Roth anda detrás del proyecto- es una cinta de terror comercial, palomitera, sin grandes pretensiones, sin buscar el aplauso ni el reconocimiento de la crítica. Una película con un argumento visto mil y una veces, que poco nuevo nos ofrece pero que, y es de agradecer, está muy bien hecha. Tiene su atmósfera, su ritmo medido y preciso, un trabajo bien facturado y sin estridencias incluso en la dirección artística, recargado pero creíble. Una cinta del género consciente de lo que ofrece, con sus sustos dosificados y sus muertes creativas -bien planteadas y mejor resueltas- sin ser por ello un dechado de gore. Con personajes sin mucho trasfondo psicológico -tampoco importa, los van a matar-, unos malvados que dan muy mal rollo, un desarrollo que sabe guiarnos a donde quiere, incluyendo algún giro de guion, y un desenlace donde, tras el falso y trillado final con pesadilla, da paso el verdadero y muy superior, en el cual una de las víctimas decide dejar de serlo.



Beck y Woods se inspiran para su película en las casas de los horrores amateurs que, principalmente en las pequeñas urbes y las zonas rurales, se prodigan en los Estados Unidos por Halloween, y donde se recrean escenas conocidas de clásicos del género, como El exorcista (The Exorcist, 1973) de William Friedkin, La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974) de Tobe Hooper, etc. Una costumbre que, poco a poco y como la misma festividad, va extendiéndose en los distintos países que la celebran, entre ellos el nuestro.


No faltan en el film que aquí nos concierne -como viene siendo de rigor- un puñado de guiños a títulos de terror de los ochenta -entre ellos, por supuesto, La casa de los horrores (The Funhouse, 1981) de Hooper- [2], por suerte sin caer en la nostalgia impostada tan común en los últimos años; y si el público que se acerca a ver La casa del terror (Haunt) no reconoce esas referencias ello no entorpece para la comprensión o el desarrollo del mismo. Además, encontramos una alusión directa al Heat (Heat, 1995) de Michael Mann, y en la fiesta del principio Andrew Caldwell viste un disfraz del centípedo humano de las películas de Tom Six. Nobleza obliga, hay un momento que nos retrotrae a Un lugar tranquilo -según cuentan, los dos guiones se escribieron a la vez-, e incluso se permiten algunos homenajes -tal vez habría que hablar en este caso de plagios- a El resplandor (The Shining, 1980) de Stanley Kubrick.



En definitiva, su autoconsciencia como producto comercial de terror teen sin -altas- pretensiones, su habilidad para jugar con los tópicos (y ponerlos al día) a su conveniencia, el vitriolo que destila, más la solidez que presenta en su forma, hacen de La casa del terror (Haunt) una de las propuestas más simpáticas que el cine de género nos deparó el 2019. Y a Beck y Woods -también, por supuesto a Eli Roth [3]- los confirmaba como valores a seguir teniendo en cuenta. 

 

Alfonso & Miguel Romero



[1] En España llegaba a las carteleras el 15 de noviembre.


[2] Hay referencias en los asesinatos a slashers ochenteros como El asesino de Rosemary (The Prowler, 1981) de Joseph zito, Viernes 13, parte III (Friday the 13th Part III, 1982) de Steve Miner, Sledgehammer (1984) de David A. Pryor, o The Nail Gun Massacre [vd: Nail gun: Pistola de clavos, 1985] de Terry Lofton y Bill Leslie.


 [3] El anterior trabajo de Eli Roth para cines fue La casa del reloj en la pared (The House with a Clock in Its Walls, 2018), donde ejerció de director pero, y es raro en él, no anduvo metido en la producción. Una película fantástica de corte familiar basada en una novela John Bellairs y adaptada para la pantalla por Eric Kripke, el creador de la serie Sobrenatural (Supernatural, 2005-2019).


miércoles, 18 de mayo de 2022

Hemoglobin (1997)

Nueva reseña, en esta ocasión de la película Hemoglobin. Una vez más a cargo de los hermanos Romero :) 

 Hemoglobin [tv/vd/dvd: Hemoglobina]


Título original: Hemoglobin


Año: (1997, Canadá)


Director: Peter Svatek


Productores: Julie Allan, Pieter Kronenburg


Guionistas: Charles Adair, Dan O’Bannon, Ronald Shusett


Fotografía: Barry Gravelle


Música: Alan Reeves


Intérpretes: Gillian Ferrabee (Eva Van Daam/gemela), Pascal Gruselle (Vermeer), Roy Dupuis (John Strauss), Kristin Lehman (Kathleen Strauss), John Harold Cail (hombre del ferry), Joanna Noyes (Byrde Gordon), Felicia Shulman (Yolanda), Janine Theriault (Alice Gordon), Michelle Brunet (Ramona), David Deveau (Ben), Spencer Evans (Squeakie), Rutger Hauer (Dr. Marlowe), Carmen Ferland (Sra. Shea), Leni Parker (Baby Laura), John Dunn Hill (Hank Gordon), Lisa Bronwyn Moore (Toot),...


Sinopsis: Holanda, 1652, la monarquía prohíbe las relaciones incestuosas, algo muy común entre la nobleza, por los problemas de salud que provocan en la descendencia. Eva Van Daam, aristócrata tremendamente narcisista que mantiene relaciones sexuales con su hermano gemelo, se traslada con los suyos al Nuevo Mundo, a una isla apartada del Este. Allí la decadente familia mantendría negocios clandestinos durante generaciones, hasta que entrado el siglo XX un incendio acabó con el último de su estirpe.

En el presente, la isla la llevan las mujeres, puesto que los hombres se pasan largas temporadas embarcados en alta mar pescando. Sólo dos varones quedan en tierra, un anciano y el doctor. Un día arriban en un ferry una pareja procedente de París, él adolece de una extraña enfermedad en la sangre y busca allí sus orígenes y una explicación a su mal.


Portada edición VHS española.


A finales de los noventa llegaba a los videoclubs españoles Hemoglobin [tv/vd/dvd: Hemoglobina, 1997], película direct-to-video de nacionalidad canadiense -basada levemente (y sin acreditar) en el relato El miedo que acecha (The Lurking Fear, 1923), de H.P. Lovecraft [1]- dirigida por Pater Svatek, realizador mayormente televisivo que, también en el género terrorífico, había perpetrado un par de años antes la tercera entrega de la saga iniciada por Witchboard (juego diabólico) (Witchboard, 1986), de Kevin Tenney. En el guion del film que aquí nos interesa participaron, entre otros, Dan O’Bannon y Ronald Shusett, quienes recuperan esa atmósfera enrarecida, claustrofóbica, portuaria e isleña de la cult movie Muertos y enterrados (Dead & Buried, 1981), escrita por ellos dos y realizada por Gary Sherman.

Roy Dupois, conocido por aquellos años gracias a su papel en la teleserie Nikita (La Femme Nikita, 1997-2001), es John Strauss, el tipo que llega desde Europa para desentrañar los orígenes de su familia y de su enfermedad. La también televisiva Kristin Lehman es Kathleen, la sufrida esposa de aquél. Y Rutger Hauer, lejos de las grandes producciones en las que llegó a intervenir, pero convertido en un icono de la serie B, es el doctor Marlowe, quien otrora gozara de gran prestigio, pero cuya afición a la bebida terminara por condenarle a seguir ejerciendo en esa isla que hace las veces de prisión.

La película contiene esa mirada inquisitiva hacia Europa, como nido de perversión y decadencia, tan propia de los norteamericanos. En esta ocasión hacia la nobleza holandesa, lasciva y narcisista, dada a la endogamia para más inri, provocando una serie de malformaciones congénitas que dan lugar a unos mutantes que, escondidos del exterior, se mueven por los túneles que hay bajo la isla y han desarrollado hábitos necrófagos [2], en la tradición de las leyendas sobre el ghoul. Además, acostumbrados a no trabajar, la noble y los suyos al llegar al Nuevo Mundo se dedicarían a actividades ilegales para enriquecerse allí. Pero esa coartada moral(ista) no recae sólo sobre aquéllos, de la misma manera los habitantes de la isla con una conducta punible -la avariciosa dueña del hotel (que también es funeraria), o la muchacha de modales más casquivanos- están condenadas de antemano a ser alimento para los anómalos Van Damm. Moral(ina) que, junto con la truculencia, emparenta además la cinta con los viejos cómics de terror de la editorial EC.

Pese a la modestia de este título, destinado como se ha dicho más arriba a engrosar en su momento las estanterías de los videoclubs, se agradece la colorista fotografía de Barry Gravelle, que evoca intencionadamente las pinturas de Johannes Vermeer [3], quien no en vano sale representado al comienzo de la cinta (interpretado por Pascal Gruselle), realizando precisamente un retrato de la viciosa aristócrata Eva Van Daam (a la que da vida Gillian Ferrabee). Hay que reconocerle también que las múltiples localizaciones usadas y un reparto, digamos, amplio evitan el estatismo y la pobreza de las que suelen hacer gala este tipo de producciones. De mismo modo, la conclusión, nada optimista para casi ninguno de los protagonistas, la aleja de la autocomplacencia que se fue apoderando del género (y hoy todavía predomina). Achacarle sin embargo lo rudimentario de las caracterizaciones de los mutantes, ya notable en el estreno de la película, pero que no obstante ayuda a dotar a la misma de ese (simpático) aire de serie B.

En el mercado internacional se editaron dos versiones de este film, una íntegra, con el título de Hemoglobin, y una censurada en cuanto a los (pocos) desnudos y que se distribuyó como Breeders. En nuestro país se comercializó el montaje completo.

Alfonso & Miguel Romero


[1] Trasladada a las pantallas previamente por David McCormick y C. Courtney Joyner en 1989 y 1994, respectivamente. La segunda fue una producción de la Full Moon; Charles Band, máximo responsable de la productora, llevaba realizando adaptaciones del genio de Providence tras el éxito que supuso Re-Animator (Re-Animator, 1986), realizada por Stuart Gordon en el seno de la compañía previa de aquél, Empire Pictures.

[2] Este clan, con una progresiva deformidad causada por la endogamia y que se esconde del mundo exterior, recuerda sobremanera al caso de la familia de Alexander “Sawney” Bean, acaecido en Escocia en el siglo XVI y que anteriormente a la presente ya había sido la base de otros filmes de terror como Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 1977), de Wes Craven, o Blood Tracks [tv: Estela de sangre; vd: Huellas de sangre, 1985], de Mats Helge Olsson.

[3] Una de sus obras más celebradas es La joven de la perla, que serviría de inspiración a la película homónima estrenada en 2003. Contó con Peter Webber en la realización y con Scarlett Johansson, Colin Firth, Tom Wilkinson y Cillian Murphy en el reparto.


Contraportada edición VHS española.


lunes, 7 de marzo de 2022

Vinilos a la venta! descatalogados.

 Poco a poco iré subiendo más vinilos. Si te interesa alguno ya sabes. (solo entrego en mano, Sevilla centro o Triana) Todos en perfecto estado.



Vinilo Angeles del Infierno 666 (1988) en muy buen estado 30 euros
Vendido






Vinilo de Lole y Manuel 20 euros.


Vinilo La Cacharrera. 10 euros.



Vinilo 4 Por Rumba 5 euros.


Vinilo Bola 12 euros.



Vinilo Antoñita Peñuela 5 euros.


Vinilo Marife de Triana 5 euros.