lunes, 4 de julio de 2022

A 47 metros 2 El terror emerge

 

(Nueva reseña de los hermanos Romero)



A 47 Metros 2. El Terror Emerge


Título original: 47 Meters Down: Uncaged


Año: (Reino Unido/Estados Unidos, 2019)


Director:  Johannes Roberts


Producción: Entertainment Studios Motion Pictures, thefyzz


Productores: James Harris, Robert Jones, Mark Lane


Fotografía: Mark Silk


Música: tomandandy. 


Montaje: Martin Blinker


Intérpretes: Sophie Nélisse (Mia), Corinne Foxx (Sasha), Brianne Tju (Alexa), Sistine Rose Stallone (Nicole) (como Sistine Stallone), Brec Bassinger (Catherine), John Corbett (Grant), Nia Long (Jennifer), Axel Mansilla (Chum Man), Khylin Rhambo (Carl), Davi Santos (Ben)… 


Duración y datos técnicos: 90 minutos. Color. 2.35 : 1


Sinopsis: Sigue la aventura de cuatro muchachas que deciden explorar una ciudad maya sumergida. Una vez dentro, el sueño de vivir una gran experiencia se torna en pesadilla al descubrir que estas ruinas están custodiadas por enormes y temibles tiburones blancos. Con las reservas de aire escaseando, las cuatro amigas deberán de bucear por un laberinto de cuevas y túneles subterráneos buscando la salida de lo que se ha convertido en un infierno acuático.


El apabullante éxito en 1975 del Tiburón (Jaws) de Steven Spielberg, que arrasara las taquillas de medio mundo, trajo consigo la resurrección de la monster movie, llenando las carteleras de producciones con amenazas animales de todo tipo; y ello en un momento muy adecuado, con la moda en aquella década de las películas de catástrofes. Ni por mar, ni por tierra, ni por aire se estaba a salvo: a los terremotos, maremotos, ciclones, meteoritos y demás desastres naturales -y también provocados o accidentales, ya fueran atentados terroristas o el incendio de un gran rascacielos- se le sumaba toda la fauna que exigía revancha contra la imprudente actuación del hombre. Aunque el subgénero de la monster movie no terminaría de desaparecer, nuevamente sería el director de Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Phase, 1977) el responsable de un resurgir del mismo a comienzos de los años noventa con Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993), aportando además el uso de la infografía para la creación de los peligrosos animales. Dando el arranque a una incesante producción -sobre todo en los últimos tiempos, con el abaratamiento de los FX- de películas con monstruosas criaturas que llega hasta hoy día, y sobre todo en productos destinados a la pequeña pantalla. Pero, lamentablemente, la mayoría de estos films de la seminal cinta de Spielberg sólo han aprovechado la idea del ataque del agresivo depredador, no los modos de mantener a la audiencia en suspense sin tener que mostrar mucho al monstruo. Mas al contrario se tiende a abusar de la presencia del bicho sin preocuparse de lo ridículo que en tantas ocasiones resultan los efectos especiales. Ya sobre esto hicieron un ingenioso gag en un episodio de la exitosa sitcom Dos hombres y medio (Two and a Half Men, 2003-2015), donde el regordete Jake Harper (Angus T. Jones) le decía a su tío Charlie (Charlie Sheen) lo aburrida que era la película que le había puesto –precisamente el Tiburón de Spielberg- donde el escualo apenas se deja ver, frente a la “muy superior” Serpientes en el avión (Snakes on a Plane, 2006) de David R. Ellis, en la que los ofidios del título aparecían todo el tiempo en cualquier sitio, y que ésa “sí que era un clásico”.



Dentro de la monster movie, han sido precisamente las películas de tiburones las más revisitadas, dejándonos un buen puñado de interesantes títulos, caso de Deep Blue Sea (Deep Blue See, 1999), de Renny Harlim, Infierno azul (The Shallows, 2016), de Jaume Collet-Serra, la reciente Jetski [tv: Gran tiburón blanco, 2022], o los dos trabajos con escualos acechantes firmados por Johannes Roberts [1].


El británico Johannes Roberts, que empezara su carrera en el medio audiovisual arrancando el presente siglo y que cuenta con una filmografía especializada en el terror, dio el campanazo en 2017 con el que es hasta la fecha su mejor trabajo, A 47 metros (47 Meters Down). Tras realizar Los extraños: Cacería nocturna (The Strangers: Prey at Night, 2018), el realizador volvería a sus tiburones con una secuela de aquélla, A 47 metros 2: El terror emerge (47 Meters Down: Uncaged), que llegaba a las carteleras en la temporada estival de 2019.



A 47 metros, concebida inicialmente para el medio doméstico, aunque finalmente estrenada en pantalla grande [2], pese a lo modesto de su presupuesto aprovechaba los pocos mimbres de que disponía para dejarnos una estimulante cinta del subgénero, con el clásico de 1975 como claro referente, dosificando los ataques de los animales con el objetivo de mantener en vilo al espectador. Además del peligro que suponen aquéllos, las dos hermanas protagonistas [3] se enfrentaban a la descomprensión y a la falta de oxígeno, teniendo que luchar por su supervivencia haciendo frente a las adversidades. Consiguiendo Roberts una película claustrofóbica pese a que la acción se situaba en un espacio abierto e inmenso.



Para esta segunda entrega, el británico optó por un film muy parecido al anterior, casi un remake, al que se le ha ampliado el número de chicas -a la pareja de hermanas se le suman dos amigas de una de ellas-, la diversidad racial de las mismas -tenemos dos caucásicas, una negra y una asiática-, y se cambia el escenario donde transcurre la trama, situando ésta en unas grutas submarinas, aumentando así la sensación de angustia y claustrofobia de las protagonistas y del público. Unas cuevas que, además de las impresionantes ruinas de una antigua civilización maya, guardan unos peligrosos y muy hambrientos tiburones ciegos que se orientan por el sonido.


Si en la primera, una de las muchachas aceptaba el reto de sumergirse en una jaula para contemplar de cerca dichos animales y así demostrar al novio de su hermana mayor que no es la chica aburrida que él piensa, en la que aquí tratamos es también la menor quien entra en la gruta con su hermana (hermanastra en este caso) y las amigas de ésta para así integrarse en este grupo de muchachas guapas y populares que siempre le dan de lado. La presente secuela también concluye, al igual que su predecesora, con un brusco giro de guion final que resulta a todas luces hiperbólico, rompiendo con el tono realista que ha reinado durante el resto del metraje [4].


A 47 metros 2: El terror emerge supone también los primeros papeles para las jóvenes Corinne Foxx y Sistine Rose Stallone, hijas de los actores Jamie Foxx y Sylvester Stallone respectivamente. Y si en A 47 metros, Roberts contó como secundario con el veterano Matthew Modine, en su secuela tenemos en el papel del padre de las hermanas protagonistas a John Corbett. Recordado por sus papeles en las teleseries Doctor en Alaska (Northern Exposure, 1990-1995) y Sexo en Nueva York (Sex in the City, 1998-2004), tuvo uno de sus mejores momentos gracias al éxito de la comedia romántica Mi gran boda griega (My Big Fat Greek Wedding, 2002) de Joel Zwick. Cabe resaltar en su filmografía su intervención en The Messengers (The Messengers, 2007), el debut en los Estados Unidos de los hermanos Pang.


Alfonso & Miguel Romero


[1] Por supuesto abundan más las películas malas de tiburones, destinadas la mayoría a cubrir la parrilla de canales como Syfy, caso de Sharktopus [tv: Sharktopus, 2010), de Declan O’Brien, Sand Sharks [tv: Sand Sharks, 2010], de Mark Atkins, Ghost Shark [tv: Ghost Shark, 2013], de Griff Furst, Sharkansas Women’s Prison Massacre [tv: Sharkansas, 2015], de Jim Wynorsky, Sky Sharks [tv: Sky Sharks, 2020], de Marc Fehse, o la célebre saga de Sharknado... entre muchísimas otras. 


[2] Estrenada en Estados Unidos el 16 de agosto de 2019. En España llegaba a los cines un día antes, el 15 de agosto.


[3] Dos hermanas como los personajes principales y el novio de una de ellas de por medio teníamos también -¿casualidad?- en la televisiva Territorio escualo (Frenzy, 2018), de Jose Montesinos. Uno de los peores ejemplos de lo bajo que ha caído el subgénero en los últimos tiempos.


[4] Destacar detalles como las heridas que presentan los escualos ciegos debido a sus constantes rozaduras con las rocas de las grutas.


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