domingo, 28 de septiembre de 2025

EL QUE ME MIRA


EL QUE ME MIRA

Iba llegando esa hora tan temida. El momento en que mis ojos se apagaban poco a poco, el maldito sueño se apoderaba de mí.

¿Cuándo comenzaron a sucederme estas horribles pesadillas? Tenía miedo a mi dormitorio, sobre todo a mi cama. 

Pensé que si dormía en el salón, en el sofá, todo iría bien y ese temor desaparecería. Pero sólo me funcionó un par de noches.

Si me quedaba dormido en la cocina, aquel ser repugnante me acechaba en las sombras. Incluso probé a pasar la noche en algún hotel. Pero de nuevo ese ser me hacía una visita no deseada.

Nadie me creía. Incluso mis amigos me dejaron de hablar. Creen que estoy totalmente loco, les asusto.

En las primeras noches hubo alguien con el valor necesario para pasar la noche conmigo. Pero cuando otra persona se quedaba, nada ocurría. Ese ser no aparecía. Se escondía.

Visité a psicólogos, pero solamente decían que todo lo que me pasaba era  por el estrés. Estaba en mi cabeza, todo era una alucinación.  

No sabía qué era ese ser, simplemente existía. Sentía como me miraba mientras yo me encontraba tumbado en la cama.

Al principio de esta terrible historia eran sólo ruidos que provenían de debajo de mi cama. En la oscuridad de la noche se podía escuchar una respiración, y no era la mía. Tenía miedo, pensaba que de pronto algo de debajo de la cama saltaría sobre mí y me atraparía.

Una de las noches sentí que la sábana se iba deslizando hacia debajo de la cama. Como si alguien tirara de ella. La agarré fuerte y tiré de ella hacia mí. De repente mis ojos pudieron ver una mano, toda podrida, llena de úlceras sangrantes y cubierta de sangre...

Solté la sabana y me incorporé de pie sobre la cama. Pasé toda la noche ahí subido, apoyado en la pared.

Al amanecer tuve el valor de bajar de la cama y asomarme debajo. Vi que la sábana se encontraba toda arrugada, formando una pelota sucia

Las otras noches fueron a peor. Esa mano salía de debajo de la cama y, palpando sobre ella, intentaba atraparme. Solía quitarme la almohada de un tirón brusco y la metía debajo con ella. Notaba que me acariciaba los pies con sus dedos asquerosos y pringosos.

No podía dormir. Pasaron semanas o meses, no tenía ni idea del tiempo que llevaba aguantando esa situación.

Las noches las pasaba con las luces encendidas, leyendo, viendo la tele hasta el amanecer. 

Cuando el sueño me atrapaba por un momento, ese ser se ponía ante mí. Era un  ser repulsivo: Parecía un cadáver, un puto zombi sacado de una jodida película de Romero.

Mis nervios estaban rotos, me encontraba cansado, mal.

Me despidieron del trabajo, no tenía nada. Mis amigos me dieron de lado. Estaba completamente solo y acabado.

Y todas las noches lo mismo. El que me mira estaba de nuevo a mi lado.

Harto de luchar y sufrir, pensé dejar de seguir peleando. Dejar que esa cosa hiciera lo que tuviera que hacer y poner fin a esto.

¿Por qué no dejar que pasara esta noche?

Me encuentro en mi cama, tumbado, sin taparme. Ya puedo oír esa maldita respiración, los arañazos debajo de la cama, noto cómo sus manos tocan mis pies. Huele fatal en toda la habitación.

 Veo su cara aparecer poco a poco, saliendo de debajo de la cama. Sus ojos amarillos, su rostro podrido.

Se va incorporando y va subiendo lentamente a mi cama.

Noto su piel húmeda y pringosa, va subiendo por mi cuerpo. ¡Oh,  dios mío! ¿Por qué me ha pasado esto a mí? Tengo miedo, pero ya no puedo más.

Abro los ojos, lo tengo encima de mí. Su cara contra la mía. Abre su boca. Un hedor nauseabundo invade mi rostro, me dan ganas de vomitar.

No puedo mover ni un músculo de mi cuerpo, no puedo emitir sonido alguno. Estoy paralizado, sólo puedo ver y esperar.

 Noto como sus asquerosas manos me desgarran el vientre,  siento un dolor infrahumano. Veo como saca mis tripas y se las lleva a la boca, me esta devorando y no puedo hacer nada.

Mi propia sangre gotea sobre mí, siento cada desgarro en mi cuerpo.

Mi vida por fin se va apagando. Ya casi no noto dolor, sólo puedo oír cómo la boca de ese ser hace ruidos comiéndose  mi carne.

Mis ojos, llenos de lágrimas, observan cómo ese ser se acerca a mi cara, me mira fijamente y continúa dándose el festín conmigo.

Cuento y fotografía  Malina Murnau.


No hay comentarios:

Publicar un comentario