miércoles, 23 de julio de 2025

VV.AA. “Play Misty For Me… Music From the Films of Clint Eastwood” (New Continent, 2024).

 

Clint Eastwood comenzó su carrera en las pantallas a mediados de los años cincuenta (del pasado siglo), dándose a conocer entre el gran público gracias a la televisión con la serie de la CBS Rawhide (1959-1965). Pese a la oposición y desconfianza de Hollywood, se haría una estrella de la gran pantalla tras venir a Europa y rodar con Sergio Leone la denominada “trilogía del dólar”, interpretando al lacónico “hombre sin nombre”. De vuelta a los USA seguiría forjando su imagen/mitología con una serie de títulos que, de una u otra manera, miraban hacia sus trabajos en el spaghetti-wéstern, encontrando un muy buen aliado en el veterano director Don Siegel. Hombre de cine y excelente empresario, Eastwood fundaría su propia productora, la Malpaso, para poder controlar mejor su carrera y gestionar sus trabajos con las majors. Y a comienzos de los setenta da el salto a la dirección con el psycho-thriller Escalofrío en la noche (Play Misty For Me, 1971), cuya trama sería copiada en la década siguiente en la exitosa (e intrascendente) Atracción fatal (Fatal Attraction, Adrian Lyne, 1987). Los setenta empezaron fuertes, tras destacar en el cine del Oeste (aunque a John Wayne no le gustara un ápice su visión del mismo y así se lo hiciera saber) triunfaría también en el policiaco al aceptar el papel de Harry Callahan en Harry el sucio (Dirty Harry, 1971). Adaptado el guion a la imagen y modos que el público esperaba de Eastwood y con dirección nuevamente de Siegel, la cinta, distribuida por Waner Bros, fue todo un bombazo, alzándose junto a French Connection. Contra el imperio de la droga (The French Connection, William Friedkin, 1971) como el film policial más importante, influyente y copiado de la década (y no sólo en suelo usamericano). El público acudió en tropel a las salas mientras que la crítica (junto a algunos pensadores e intelectuales de distinta ideología) continuaba rasgándose las vestiduras y alarmándose por la violencia que se había apoderado del cine en aquellos años (tras la caída del viejo y caduco Código Hays y la instauración de un nuevo código por edades). Fue sonado el escrito de Pauline Kael desde las páginas del New Yorker publicado el 15 de enero de 1971 donde atacaba a la película tachándola de simplista, fascista y de arremeter contra los valores democráticos. Nuestro protagonista seguiría cimentando su fama a lo largo de aquellos años con una serie de trabajos en los que ejercía de actor, productor y/o realizador, probando distintos registros, dejando ver sus gustos y personalidad, volviendo al personaje de Harry de vez en cuando (para conseguir dinero tras algún título más personal y que no había cuajado en la taquilla), apoyado las más de las veces por el público, y siendo observado con desdén en no pocas ocasiones por los críticos (a veces más por cuestiones políticas e ideológicas que estrictamente cinematográficas).

Escalofrío en la noche (1971), el debut en la dirección de Clint Eastwood

Serían primero los franceses, como pasara antes y después con muchos otros cineastas, quienes, en los ochenta, le prestaran atención y dedicaran una retrospectiva a su obra, que contaba ya en tareas de dirección con no pocos títulos de gran valor y que la miopía de muchos críticos se negaba aún a ver. Desde Estados Unidos, y el resto del mundo, el reconocimiento (y triunfo en los Oscar) le llegaría unos años después, a comienzos de los noventa, gracias a un nuevo wéstern (género muerto cinematográficamente en los ochenta), Sin perdón (Unforgiven, 1992), que él mismo dirigió y protagonizó, y que dedicaría a sus dos maestros: Leone y Siegel. A lo largo de la década seguirían otros trabajos en la dirección que continuaron fijando su buen nombre, caso de Un mundo perfecto (A Perfect World, 1993), Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County, 1995) o Medianoche en el jardín del bien y del mal (Midnight in the Garden of Good and Evil, 1997), a la par que se le dedicaban docenas de libros y artículos (re)descubriendo viejos films que pasaron desapercibidos en su estreno (para parte de la crítica). Reconociendo a Eastwood como un cineasta completo, y el último clásico (no sólo por edad, sino también por sus formas) de un Hollywood cambiante/mutante que cada vez más se apartaba más y más de lo que un día fue y significó.

Sin perdón (1992), la consagración de Eastwood como cineasta

Pero además Clint Eastwood siempre ha declarado/demostrado su amor por la música. Él mismo es compositor, pianista y guitarrista, y se ha subido a los escenarios en no pocas ocasiones para estas lides, solo o compartiendo tablas con múltiples y variadas personalidades. La música ha sido una pieza muy importante en el puzle de sus trabajos de ficción, y junto a estos el cineasta ha participado en distintas labores en diversos documentales con la música y/o los músicos como protagonistas. Ya en la arriba citada Escalofrío en la noche, la película que supuso su debut en la dirección, la música estaba presente desde el mismo título original, y Eastwood interpretaba a un disc jockey radiofónico. Y a lo largo de su trayectoria frente o tras las cámaras ha seguido mostrando su interés y gusto por lo musical. Pero de igual modo que antaño sus películas eran ignoradas (para recuperarlas con los años observando una evolución y una visión de conjunto), también en el terreno musical se está dando un enfoque parcial e incompleto y demostrando la poca memoria que el personal tiene. O mejor dicho, la memoria selectiva de aquéllos. Echando un ojo a los últimos documentales sobre Clint Eastwood, siempre se resalta y alaba la importancia que el jazz tiene para el cineasta. Algo totalmente cierto. Muchos de sus films cuentan en su banda sonora con piezas de jazz, él ha señalado personalmente su amor por este género en numerosas ocasiones, llevó a imágenes la vida de Charlie Parker en el biopic Bird (Bird, 1988), contando con Forest Whitaker para encarnar al mítico saxofonista, y produjo los documentales Thelonious Monk: Straight, No Chaser (Charlotte Zwerin, 1988) sobre el aclamado pianista de jazz, y Monterey Jazz Festival: 40 Legendary Years (Will Harper, 1998) en homenaje a tan insigne evento. Pero de igual modo, nuestro hombre ha citado y demostrado en no pocos momentos su amor por otros estilos que conforman el Americana, como el blues y el country. No está de más recordar/recomendar la serie documental The Blues (The Blues, 2003), producida por Martin Scorsese, y donde Clint Eastwood ejerció como productor y director de alguno de los episodios. ¿Y qué decir de la importancia del country en tantos y tantos títulos de su filmografía? Con la inclusión de un buen ramillete de canciones en sus bandas sonoras y con la participación/aparición de algunos de sus intérpretes en sus películas, pongamos por caso Charlie Rich en Duro de pelar (Every Wich Way But Loose, James Fargo, 1978), o Merle Haggard en Bronco Billy (Bronco Billy, Clint Eastwood, 1980). Es más, una de las primeras obras maestras como director de Eastwood fue El aventurero de medianoche (Honkytonk Man, 1982). Ambientada en los años de la Gran Depresión, Clint interpreta a Red Stovall, un cantante de country enfermo de tisis y alcohólico empeñado en llegar al Grand Ole Opry en Nashville para hacerse un nombre en la industria. Le acompañará en el trayecto su sobrino Whit, interpretado por su hijo en la vida real Kyle Eastwood quien, lo que son las cosas, dejaría la actuación para convertirse en un destacado y reconocido músico. La sombra de muchas estrellas del country, principalmente la de Hank Williams, sobrevuela por esta historia de perdedores, donde además se dejan ver algunas famosas personalidades de esta música de raíces, como Porter Wagoner en un cameo, o Marty Robbins en un pequeño pero determinante papel. Robbins, por cierto, no llegó a ver la película estrenada, pues falleció poco antes de que llegara a los cines. No terminó de cuajar, ni la crítica la encajó en su momento, -fue mejor recibida por ésta en Europa que en los Estados Unidos [1]-, ni era lo que quería el público [2]. Los años setenta fueron ideales para las country movies, pero los ochenta no eran ya el mejor escenario para este tipo de películas [3]. El aventurero de medianoche continúa entre los trabajos más olvidados de Clint Eastwood, al igual que su excelente banda sonora publicada por Warner (en la que también participó), y es que mientras para la crítica presumiblemente progresista y/o elitista de las dos grandes costas y para la intelligentsia gabacha el jazz es cool y culto, el blues ha pasado a un segundo y poco importante plano y el country no deja de ser la música de los conservadores rednecks del Sur y el Medio Oeste americano.

Clint Eastwood y Marty Robbins en El aventurero de medianoche (1982)

Play Misty For Me… Music From the Films of Clint Eastwood, LP editado por New Continent [4], reincide en esto que estamos hablando. En su contraportada dedica unas líneas a la afición y (buen) gusto de Clint Eastwood por el jazz y el blues, aunque a lo largo de sus surcos la música negra rural no tenga ninguna presencia y predomine, por supuesto, el jazz. Acertadamente, el título de reminiscencias musicales de la opera prima como director del homenajeado protagonista de este disco, da nombre al álbum, y es precisamente “Misty” del pianista Erroll Garner, que tan insistentemente pedía en la película la desequilibrada Evelyn Draper (Jessica Walter), la canción con la que arranca el presente vinilo (de precioso color azul). Para continuar con una selección de quince cortes (siete en la cara A y ocho en la B) volcada en destacar la dedicación jazzística de Eastwood en las bandas sonoras de sus films. A tal modo que se incluye el “All the Things You Are” de Stan Getz Quartet, procedente de la película (a todas luces menor/alimenticia) El principiante (The Rookie, Clint Eastwood, 1990), o la pieza “Round Midnight” de Thelonious Monk del (no muy conocido) citado documental sobre este músico, en lugar de canciones procedentes de trabajos más aplaudidos y/o exitosos de nuestro hombre. No puede faltar algún tema de Charlie Parker por Bird, y el seleccionado es “Laura”. El jazz vocal de Dinah Washinigton aparece por partida doble con “I’ll Close My Eyes” y “Blue Gardenia”, ambas de Los puentes de Madison (la película con más presencia en el LP), de donde también se extrae el “I See Your Face Before Me” de Johnny Hartman, y el “Poinciana” de Ahmad Jamal; mientras que Billie Holiday se integra con “I’ll Be Seeing You” procedente de J. Edgar (J. Edgar, Clint Eastwood, 2011).

Eastwood como Dave, el dj de Escalofrío en la noche (1971)

Mas no todo el disco es jazz, los crooners (habituales en el cine de Eastwood al igual que en el de Scorsese) también tienen su hueco, y podemos escuchar a Perry Como con “Catch a Falling Star”, de Un mundo perfecto, Tony Bennett con “I Wanna Be Around”, de Medianoche en el jardín del bien y del mal, y Dean Martin con “Ain’t That a Kick in the Head”, de Cazador blanco, corazón negro (White Hunter Black Heart, Clint Eastwood, 1990), estupenda película esta última en la que el de San Francisco encarnaba al director John Huston durante el rodaje de La reina de África (The African Queen, 1951). El doo wop está presente con el “Sherry” de The Four Seasons, por Jersey Boys (Jersey Boys, Clint Eastwood, 2014), la cinta que el cineasta le dedicara a dicho conjunto vocal, en especial a su líder y voz principal, Frankie Valli. E incluso finalmente el country tiene su representación en dos cortes, el eterno “Folsom Prison Blues” de Johnny Cash, por Fuga de Alcatraz (Escape from Alcatraz, Don Siegel, 1979), y “Don’t Worry” de Marty Robbins, por Un mundo perfecto.

Obviamente, quince temas son muy pocos para recorrer/representar la extensa y longeva filmografía del homenajeado. Se echa en falta, además de lo señalado más atrás, la música de Morricone para la “trilogía del dólar” o la sintonía que Lalo Schifrin compuso para Harry el sucio, tótems del cine con mayúsculas que no han tenido aquí cabida, junto a otras tantas películas, más o menos importantes, de Eastwood, también con destacadas y destacables bandas sonoras, como podríamos citar la música tradicional de El seductor (The Beguiled, Don Siegel, 1971). Con todo, una atractiva selección de temas que agradará no sólo a coleccionistas y fans de Eastwood (que son legión), sino a todo aquel que se presuma con algo de sensibilidad y gusto musical.

Alfonso & Miguel Romero

[1] En los USA recibiría los elogios del escritor y dramaturgo Norman Mailer, quien la consideraba la mejor producción americana de ambiente rural desde La última película (The Last Picture Show, Peter Bogdanovich, 1971).

[2] Para salir del bache, a continuación Eastwood dirigiría y protagonizaría la cuarta entrega de la saga de Harry Callahan, Impacto súbito (Sudden Impact, 1983).

[3] No obstante al año siguiente llegaba a las carteleras Gracias y favores (Tender Mercies, Bruce Beresford, 1983), contando con un libreto de (nada menos que) Horton Foote, y con Robert Duvall dando vida a Mac Sledge, una vieja estrella del country caída en el alcohol a quien se le presenta una nueva oportunidad en la vida. Una historia que parece inspirar la muy posterior Corazón rebelde (Crazy Heart, Scott Cooper, 2009), que le valió un Oscar a su actor principal, Jeff Bridges.

[4] Dentro de su colección dedicada a la música de películas de destacados realizadores y de la que en estas páginas hablamos hace un tiempo del LP sobre Quentin Tarantino: https://lesdansesmacabres.blogspot.com/2025/06/vaaa-once-upon-time-tarantino-sound.html


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