sábado, 6 de abril de 2024

Mis tres favoritas de...Clint Eastwood


 Malina Murnau

“Escalofrío en la noche” (“Play Misty for Me”, 1971), de Clint Eastwood.
Para ser el debut detrás de la cámara no lo hizo nada mal Eastwood. Una película que siempre me ha encantado de él. Metida de lleno en el triller con apuntes de terror. Diría que precursora de películas como “Atracción fatal” (1987) y otras de ese estilo. Dimos buena cuenta que era bueno siendo actor e incluso mejor director. Con ayuda de su amigo Don Siegel quien ayuda en materia de asesorar al primerizo Clint como director e interpreta además un pequeño papel. Impresionante película.

“Harry el sucio” (“Dirty Harry”, 1971), de Don Siegel.
Por supuesto tengo que ponerla en mis tres favoritas. Me encanta, me chifla y es una puta pasada. La mejor sin duda, pero las demás entregas de Harry las disfruto todas sin problema. Un referente sin duda de las películas de acción. Un peliculón.

“Fuga de Alcatraz" (“Escape from Alcatraz”, 1979), de Don Siegel.
Y vuelvo de nuevo a elegir una de Eastwood y Siegel, dueto que no falla nuca. Esta película no sé las veces que la he podido ver. Bueno, me pasa con muchas de Clint. Una cinta redonda con buenos actores, con Fred Ward, fallecido en el 2022. Cárcel y fuga basada en hecho reales. Otra maravilla.

Poner solo tres de Clint Eastwood es muy pero que muy difícil, casi imposible. Quedan atrás otras que me gustan por igual: “Por un puñado de dólares” (1964), “Cometieron dos errores” (1968), “Dos mulas y una mujer” (1970) y mi favorita del oeste “Infierno de cobardes” (1973), una joyita. Y quedan “El Seductor” (1971), otra que me encanta, y “La jungla humana” (1968), dos de nuevo con Siegel. Y muchas más, como "Los violentos de Kelly" 1970. Lo vamos a dejar ya que no terminaría nunca ;)


Alfonso Romero

Cuentan en sus biografías, que Clint Eastwood y Burt Reynolds, a comienzos de los sesenta y siendo ambos por entonces estrellas de la televisión por sendas series del Oeste, acudieron a Universal para probar suerte en el cine, medio que aún se les resistía. Allí les dijeron que siguieran en el mundillo catódico, que no tenían madera para triunfar en la pantalla grande. Por el camino se cruzaría Sergio Leone, quien reclamó los servicios de Eastwood para protagonizar un barato wéstern llamado a cambiar la historia del género y del séptimo arte, “Por un puñado de dólares” (1964), primer título de la denominada “trilogía del dólar” que convertiría a la postre a Eastwood en un nombre a tener en cuenta. Luego sería otro Sergio, Sergio Corbucci, quien solicitó el protagonismo de Reynolds para otro wéstern, por supuesto derivativo de los de Leone, “Joe el implacable” (1966), y ambos amigos volverían a su país tras haber arrasado en el patio de butacas mediante el (llamado en principio peyorativamente) spaghetti wéstern. El cine no volvería a ser el mismo.

“El aventurero de medianoche” (“Honkytonk Man”, 1982), de Clint Eastwood.
Con guion de Clancy Carlile (sobre su propia novela) y ambientada en los tiempos de la Gran Depresión, Clint Eastwood, actor y director, llevó a la pantalla una historia de perdedores, de desheredados, más propia de los años setenta y que en su título original hacía alusión a una de las canciones más conocidas de Johnny Horton. Clint es aquí Red Stovall, un cantante de country, enfermo de tuberculosis, que sueña con triunfar en la música y se dirige, acompañado por su sobrino (debut acreditado frente a las pantallas de su hijo Kyle Eastwood) a Nashville, para intentar participar en el Gran Ole Opry en busca de una última oportunidad. Norman Mailer dijo de esta cinta en su estreno que era el mejor drama rural desde “La última película” (1971), de Peter Bogdanovich. Aunque el personaje de Stoval es ficticio, coge pinceladas de diversos músicos reales (e incluso autobiográficas del propio Eastwood), y sobre el mismo planea la sombra de Hank Williams.

“La muerte tenía un precio” (“Per qualche dollaro in più”, 1966), de Sergio Leone.
Un Sergio Leone seguro de sí mismo tras el éxito mundial de “Por un puñado de dólares” repetiría con Eastwood (y con muchos otros en el equipos artístico y técnico) en su particular deconstrucción del Oeste americano. Ahora con un presupuesto más holgado y contando con otro rostro habitual del wéstern americano, Lee Van Cleef, que se hace con el mejor papel de la película. El duelo final es de antología. La música de Morricone termina de bordar una película cuasi perfecta que no ha hecho sino ganar con el tiempo. Y es una de esas raras ocasiones en la que el título español es (incluso) mejor que el original.

“Harry el sucio” (“Dirty Harry”, 1971), de Don Siegel.
Si en “La jungla humana” (1968), Siegel y Eastwood nos proponían el choque cultural entre un agente de la ley rural, de rudos modales, con una gran urbe donde la policía tiene que seguir unas normas, una burocracia; en “Harry el sucio” cristalizaba el policía que pasa por encima de la ley, de sus compañeros y de sus superiores si es preciso, para hacer justicia. Frente a unas leyes obsoletas y un exceso de burocracia, el teniente Harry Callahan imponía la fuerza del Magnum 44. Un taquillazo en su momento, fenómeno cultural del final de los tiempos de la contracultura, y película insignia de los años setenta. En su momento causó polémica (junto a otro puñado de clásicos de la época) sobre la controversia de la violencia en el cine, y fue tachado de film fascista. La repugna del crítico Roger Ebert es conocida, pero aún más la de Pauline Kael en las páginas del New Yorker. A “Harry el sucio” la siguieron unas cuantas secuelas y una larga ristra de copias (no sólo en los USA). Hizo famosa la frase “Alégrame el día”.



Miguel Romero

“La muerte tenía un precio” (“Per qualche dollaro in più”, 1966), de Sergio Leone.
Mi favorita de la “trilogía del dólar”. En su segunda colaboración con Leone, Eastwood lo tenía difícil para que no le hiciera sombra Lee Van Cleef en su mejor papel, el del coronel Mortimer, al que el primero ayudará a vengar la muerte de su hija. Gian Maria Volonté, como ya hiciera en “Por un puñado de dólares” (1964), volvía a encarnar al villano, y entre sus hombres Klaus Kinski, a quien la productora alemana colocó tras ser despedido por Eugenio Martín de otro wéstern, “El precio de un hombre” (1966).

“La gran pelea” (“Any Whick Way You Can, 1980), de Buddy Von Horn.
Tras ser desde finales de los años sesenta el actor más prolífico en películas de serie B y series de televisión, William Smith vivía su momento de mayor popularidad gracias al personaje de Falconetti, el villano del parche que interpretaba en la serie “Hombre rico, hombre pobre” (1976). Fue el elegido para enfrentarse con Eastwood en esta secuela de “Duro de pelar” (1978). Como ambos eran auténticos tipos duros, ninguno quiso usar dobles para las escenas de riesgo, consiguiendo la pelea más larga que se había visto en el cine sin la intervención de especialistas.

“Un botín de 500.000 dólares” (“Thunderbolt and Lightfoot”, 1974), de Michael Cimino.
Clint Eastwood compartía protagonismo con un joven Jeff Bridges como unos granujas de medio pelo en una banda en la que no se pueden ni ver, y que completan su inseparable Geoffrey Lewis y el veterano George Kennedy.
Primer largometraje de Michael Cimino, que no tardaría en llegar a los más alto (Oscar incluido) con “El cazador” (1978).



Alfonso Carlos López

“El Bueno el Feo y el Malo” (“Il buono, il brutto, il cattivo”, 1966), de Sergio Leone.
Una de mis películas icónicas. Un spaghetti wéstern soberbio con un Clint Eastwood magnífico en el papel del Rubio. Es la tercera y última película de la “trilogía del dólar”. Además de lo mucho que me gusta el papel de Eastwood y como actúa me encanta la B.S.O. de Ennio Morricone. Debo decir que para el tema “Devil Wester Theme” de mi grupo The Nafarrak, esta película fue una de las influencias, entre otras cosas que nos influyeron. Un film imprescindible en la historia del cine. Las interpretaciones de los diversos actores y esa música la hacen tan grande que no tengo palabras para elogiar a esta película que me fascina.

“El Fuera de la Ley” (“The Outlaw Josey Wales”, 1976), de Clint Eastwood.
Una maravilla de wéstern, con un Eastwood increíble. Las peripecias de Josey Wales, un granjero cuya familia fue asesinada por los Botas Rojas, partisanos unionistas de Arkansas. Se une a las guerrillas confederadas, pero al acabar la guerra si se rinden se les promete una amnistía y son traicionados y los matan. Josey Wales no se rinde y empiezan una persecución contra él y se van sucediendo, con un gran ritmo, los diversos acontecimientos en el film. La B.S.O.  es de Jerry Fielding y es otro atractivo de esta película, junto a las interpretaciones de los actores y su argumento.

“Los puentes de Madison” (“The Bridges of Madison County”, 1995), de Clint Eastwood.
Esta película está dirigida e interpretada por Clint Eastwood y cuenta con otra estrella del cine, Meryl Streep. Dos de mis actores favoritos, con lo que es para mí una gozada. Eastwood interpreta a un fotógrafo del National Geographic, que acude allí a fotografiar unos puentes y Meryl Streep es una ama de casa italiana que vive en el condado de Madison, casada con un soldado norteamericano que la conoció en Italia, cuando fue destinado a ese país. Un gran film.



Joanna

“El jinete pálido” (“Pale Rider”, 1985), de Clint Eastwood.
En 1985 Clint Eastwood volvía al wéstern, el género que le dio la fama tanto en la televisión como en el cine, y lo hacía con una propuesta que remitía al clásico de George Stevens “Raíces profundas” (1953) a la vez que a la propia “Infierno de cobardes” (1973), retomando de ésta su toque sobrenatural siendo su personaje una suerte de ángel vengador que llega para imponer justicia. En su estreno no fue muy bien recibida, pero el tiempo la pondría en su lugar, entre las grandes películas de su década y de su director. Eastwood no volvería a transitar los senderos del wéstern hasta “Sin perdón” (1992), por la que por fin le reconocerían su labor, arrasando en la taquilla, ganándose a la crítica, e incluso triunfando en los Oscar.

“El seductor” (“The Beguiled”, 1971), de Don Siegel.
Adaptando a Thomas Cullinan, Eastwood y Siegel arrancaron los setenta con esta cinta de terror travestida de wéstern. Un pinchazo en la taquilla que quedaría, no obstante, como uno de los mejores trabajos como actor de su protagonista. Ambientado en la Guerra Civil Americana, es un film rodado sobre todo en interiores, ayudando a enrarecer y aumentar la atmósfera asfixiante y claustrofóbica, perfectamente capturada por la fotografía de Bruce Surtees (en su primer trabajo en estos cometidos). Eastwood compone un personaje ruin y amoral, un tipo que miente sin pudor y dice aquello que los demás quieren oír, un soldado de la Unión herido que es rescatado por una niña de una escuela de señoritas del Sur, donde aquél entra como lobo con disfraz de cordero, seduciendo a las distintas chicas, que acaban enamorándose de él, hasta que descubren el pastel...

“Un mundo perfecto” (“A Perfect World”, 1993), de Clint Eastwood.
Tras su rompedora “Sin perdón” (1992), Clint Eastwood volvió por la puerta grande con “Un mundo perfecto” (1993), donde él encarnaba un papel más secundario, el del ranger de Texas Red Garnett, que le venía que ni pintado, cediendo el protagonismo a Kevin Costner, que interpreta al preso fugado Butch Haynes, el anti-héroe de esta película que se mueve, como tanto le gusta a Eastwood, por los caminos del Americana. Una road movie que se desarrolla en pleno corazón del país, en esos pequeños pueblos apartados y esas carreteras aisladas que recorren los Estados Unidos formando sus arterias. Una historia dura, sin concesiones, que parece mirar al cine hecho dos décadas antes.


Oscar Villalta

“Por un puñado de dólares” (“Per un pugno di dollari”, 1964), de Sergio Leone.

Pistoletazo de salida o consagración de tres leyendas, Leone, Morricone y el propio Eastwood, que ni siquiera era consciente de la magnitud histórica que iba a suponer esta versión del "Yojimbo" de Kurosawa, pasada por el tamiz italiano y almeriense. Efectivamente, sigue siendo mi spaghetti wéstern favorito, no sólo por instaurar un patrón seguido hasta la saciedad, sino porque aquí, la mirada de Clint es inigualable, el corte final, hiperviolento y de bizarrísimo crescendo, y la música del maestro Morricone actúa como envoltorio gélido y abrasador a la vez y acaba teniendo vida propia. Amén de una estética rompedora y una ajustadísima duración, que hace que ni falte ni sobre nada, un dato importante que tal vez muchos spaghettis pasaron por alto.

“Harry el sucio” (“Dirty Harry”, 1971), de Donald Siegel, 1971.

La presentación en sociedad del inspector Harry Callahan y su legendario magnun 44, arrasó con el concepto de cine policíaco visto hasta entonces, cuyo representante más próximo tal vez fue el Frank Bullit de Steve Mc. Queen. "Harry el sucio", multiplicaba por mucho la violencia exhibida en pantalla, mediante set pieces de órdago, algunas de las cuales siguen siendo un verdadero hit y constantemente rememoradas. El espectacular villano de la función, Scorpio, un francotirador sin la más mínima empatía, también fue clave en el mega éxito de la película ya que, en este juego macabro del gato y el ratón, el cínico inspector necesitaba que su némesis estuviera a la altura, mientras la aceleradísima partitura de Lalo Schiffrin, ponía a prueba los nervios del espectador como guinda final. Ninguna secuela le llegó al talón, aunque "Impacto Súbito", dirigida por el propio Clint en 1983, tiene momentazos muy potentes.

“El jinete pálido” (“Pale Rider”, 1985), de Clint Eastwood.

 El Predicador llegó para resucitar el wéstern. Y vaya si lo hizo. Sumando elementos de toda la carrera de Eastwood, exorcizando a Siegel y a Leone, elevó todo un maremágnum referencial a la categoría de arte, mediante una planificación exquisita, atmósfera preciosista y una estética en general fuera de lo común, aderezando el conjunto con un toque sobrenatural que le sienta de maravilla. Siempre en nuestra memoria, aquellos veinte minutos finales que son oro puro, donde el villano está más cerca de Lee Van Cleef que nunca, y el Predicador revela (o casi) su procedencia infernal. A título personal, cabe señalar que, vista en cine en el momento de su estreno, lo que más me impactó fue el realismo de los efectos sonoros. Jamás había escuchado así el sonido de las espuelas cuando pisaban sobre madera. Increíble.


Esther Checa

Hablar de un genio tan multifacético, sin saber ni qué faceta destacarías más porque te “arrebata” casi todo, no es moco de pavo. 
Pero... ¡que no sea por no intentarlo!

“Por un puñado de dólares” (“Per un pugno di dollari”, 1964), de Sergio Leone.
El nacimiento de un antihéroe diferente y amoral, al igual que de la trilogía más rompedora que crea el spaghetti wéstern y que conjuga la BSO de Morricone en un ejercicio visual y auditivo feroz. Eastwood es ese “hombre sin nombre” que traspasa con sus ojos y actitud cualquier rescoldo de la cámara en un ejercicio de interpretación que, al igual, significa un “antes” y un “después” en la historia del cine.

“La leyenda de la ciudad sin nombre” (“Paint Your Wagon”, 1969), de Joshua Logan.
Rompe sin resultar una eclosión, con estilo y personaje conservando cierto “no perder señas de identidad” e innovar, y es cojonudo observar que no está tan reñido en ese Partner que se desenvuelve en un wéstern crepuscular y musical que tras el hallazgo pasa a una comedia con un “puntito” autoparódico, donde subyace una velada crítica con un colofón “más que resultón”.

“El aventurero de medianoche” (“Honkytonk Man”, 1982), de Clint Eastwood.
En esta ocasión también dirige y produce. No puedo dejar de ver una progresión, así como “otra vuelta de tuerca” ya que, aunque predominan los ambientes sórdidos y esa tuberculosis, se alza lo crítico y un poso de continuidad.

”Gran Torino” (“Gran Torino”,2008), de Clint Eastwood.
Para mí el colofón en el que confluye como director y actor y una evolución de Harry, donde sublima y exorciza cierta parte, como si desembocara en la madurez en todos los sentidos y sin perder su “self”. También la construcción me parece brutal y muy circular. El punto entrañable y la demostración de cómo hacer cine sin demasiado elenco, pero con una BSO atribuible a Kyle Eastwood.
No he podido evitar poner 4, al haber valorado con mi humilde criterio una evolución que conjugue diferentes personajes como actor, su faceta como director y productor y tener muy en cuenta que ser guionista y compositor puede influir en todo el maravilloso conglomerado de un ACTOR y DIRECTOR, con mayúsculas.

Y, voy a terminar un poco “romanticona” porque lo que siempre va a ser una espinita en mi corazón es no haberle podido ver desempeñar el papel de “Roland”, el pistolero de “La Torre Oscura” de Stephen King, pero en mi imaginación y en mi “cuore” siempre será él, con su cara, mi propio Roland.


Emilio Malet

"Sin Perdón" ("Unforgiven", 1992), de Clint Eastwood.
Después de algunos años sin deleitarnos con un wéstern, Clint Eastwood regresa con esta obra maestra, que como él mismo indica en su dedicatoria (a Don y Sergio) aglutina lo mejor de todo el wéstern de su carrera.
Con un reparto excepcional y grandes dosis de adrenalina y sed de venganza, parece que ya conocemos el pasado del personaje principal, al que las circunstancias obligan a salir de su retiro y volver a ser el que era.
Unos grandes diálogos, redondeados por un doblaje perfecto con el añorado Constantino Romero poniéndole una vez más voz a Eastwood, cuadran una película perfecta de principio a fin.

"La muerte tenía un precio" (“Per qualche dollaro in più”, 1966), de Sergio Leone.
Aunque es difícil elegir entre la "trilogía del dólar", para mí esta segunda entrega deja ver al mejor Leone. Mantiene la frescura de "Por un puñado de dólares" (1964) sin llegar al exceso (rozando por momentos la parodia) de "El bueno, el feo y el malo" (1966).
Un trío protagonista soberbio, gran fluidez argumental, momentos épicos y una maravillosa banda sonora, llevan a la película a ser una de las grandes obras maestras del wéstern en general y de Eastwood en particular.

"El fuera de la ley" (“The Outlaw Josey Wales”, 1976), de Clint Eastwood.
Grandísima Película, con un Eastwood redondeando su papel de cowboy cuya lengua es tan rápida como su revólver. Con una dirección magistral y algunas escenas míticas, es una de las mejores obras del actor y director que nos ocupa.
La única pega para mi sería la interpretación de Sondra Locke (D.E.P) que personalmente no me transmite absolutamente nada, y cuyo papel hubiera sido interpretado con más expresividad por Clyde, el orangután de "Duro de Pelar" (1978).

Menciones especiales (además del resto de la trilogía del dólar): "El jinete pálido" (1985), "Infierno de cobardes" (1973), "Harry el sucio" (1971) y "El sargento de hierro" (1986).



Fernándo Rodríguez Tapia

"El aventurero de la medianoche" ("Honkytonk Man", 1982), de Clint Eastwood.
Probablemente la primera obra relevante de sus autor, recibida con escepticismo en el momento de su estreno salvo en Francia y algún otro contado lugar. Cuenta la historia de un músico de country en la época de la gran depresión que recorre América con su sobrino (encarnado por Kyle Eastwood, con el tiempo un competente musico de jazz) tocando en lugares inhóspitos hasta llegar a Nashville. Un trabajo excepcional donde se muestra la sabiduría de Eastwood a la hora de captar el paisaje y la psicología de los personajes centrales aparte de desarrollar con conocimiento la vertiente musical que explora el relato. Probablemente su primera obra maestra como realizador, a la que el tiempo no solo ha tratado muy bien sino que incluso la ha engrandecido. 

"El jinete pálido" ("Pale Rider", 1985), de Clint Eastwood.
El mejor wéstern de la década de los ochenta  y su tercer trabajo dentro del género como director se vertebra como una relectura transgresora y francamente memorable del clásico Raíces "Profundas" ("Shane", George Stevens, 1953) en una vertiente sombría y fantasmagórica que apenas ha tenido continuadores reseñables. La figura del pistolero misterioso sin nombre alcanza aquí el cenit gracias al tratamiento alegórico mostrado por el relato, las sugerencias bíblicas de su encarnación, el contraste realista-tenebrista del lugar donde se desarrolla la acción y el excelente trabajo de dirección de Eastwood que refuerza el elemento fantástico con la elaborada planificación y el inteligente empleo del fuera de campo. Por último, refuerza el vinculo con sus maestros cinematográficos Don Siegel y Sergio Leone bien palpable en las mejores secuencias de esta inolvidable obra.

"Sin Perdón" ("Unforgiven", 1992), de Clint Eastwood.
El cuarto y definitivo escalón de su realizador dentro del wéstern, obra de madurez que consolida todas sus propuestas anteriores como director y actor dentro del género, ofreciendo una mirada única y crepuscular al género que le reveló como figura esencial dentro y fuera del mundo del cine. El magnífico guion de David Webb Peoples reinterpreta la historia del género y la propia Historia americana cuestionando los elementos míticos que la han ido jalonando desde una mirada realista y desmitificadora si bien nada descreída dado que asienta los principios básicos que han establecido en su evolución tanto el género como la propia nación. Un film único que le consagró a Eastwood en todos los niveles y que no tuvo eco en el repunte del género vivido en los noventa salvo en muy contadas excepciones.



Pepe Torres

Un grande (como director e intérprete), Clint Eastwood tiene una de esas filmografías a las que siempre apetece volver, repleta de títulos memorables ya desde sus inicios en la cuadra de jóvenes aspirantes en Universal (donde aparecía fugazmente frente a Tarántula o Gill-Man). En los créditos finales de “Sin perdón” (1992) -el título que, sin ser de mis favoritos, sí le supuso el reconocimiento largamente postergado por la industria-, Eastwood dedica el film a Sergio y Don (sus maestros y referentes) y mi selección final incluye a ambos y al propio Clint como directores. Me duele dejar fuera a Cimino o Brian G. Hutton, que también sacaron oro de sus colaboraciones con el antiguo alcalde de Carmel.

"El bueno, el feo y el malo" ("Il buono, il brutto, il cattivo", 1966), de Sergio Leone.
El salto al superestrellato de Eastwood (aunque ya era bastante popular por su televisivo Rawdy Yates de “Rawhide”), de la trilogía del dólar mi favorita es, sin ninguna duda, la entrega final. Quizá la obra cumbre del spaghetti wéstern, un espectáculo perfecto en todos los aspectos (música, dirección, interpretación, guion).

"Harry el Sucio" ("Dirty Harry", 1971), de Don Siegel.
El debut de Harry Callahan es la cima de su colaboración (excelente) con Siegel y la mejor entrega de la saga del individualista inspector con alergia a los procedimientos, de métodos expeditivos y compañeros variopintos y (casi siempre) malhadados. Y Lalo Schifrin poniendo sonido a toda una era.

"Infierno de cobardes" (High Plains Drifter, 1973), de Clint Eastwood.
Su primer wéstern tras la cámara y un ejemplo perfecto de wéstern tan extraño como su propio protagonista -cuyo espíritu retoma luego en “El jinete pálido” (1985)-. Aquí entierra en el cementerio a Siegel, Leone y Hutton, inclinando el sombrero ante quienes le convirtieron en el director que acabó siendo.



Jorge Arincón

"El fuera de la ley" (“The Outlaw Josey Wales”, 1976), de Clint Eastwood.
Me sentía casi obligado de escoger un wéstern al menos, dada la contribución al género que tanto cómo actor, director o en ambas facetas ha dado Eastwood. Si bien tiene títulos extraordinarios cómo la trilogía del dólar de Leone, "Cometieron dos errores" (1968), "El jinete pálido" (1985), "Sin Perdón" (1992)... de entre todos me quedo con "El Fuera de la ley".
Me encanta la historia de ese rebelde sudista, Josey Welles, atormentado por la venganza que sigue luchando cuando todos han abandonado la pelea.
La película tiene escenas memorables, como la del cazarrecompensas que sale del salón pero vuelve a entrar porque tiene que intentarlo, o ese maravilloso final en la que las gotas de sangre caen en las botas de Welles y entre éste y su enemigo y antiguo compañero deciden que por fin es hora de acabar con el conflicto.

"El sargento de hierro" ("Heartbreak Ridge", 1986), de Clint Eastwood.
Pues seguramente no sea de las tres mejores entre una filmografía tan extensa y con tantos éxitos. Quizás sea considerado por muchos críticos incluso cómo un título menor de su autor. De todas formas, esta película es de esas en las que si estás cómodamente instalado en tu sofá y zapeando te la encuentras, te quedarás viéndola hasta el final. 
En tiempos como el de ahora de estúpida corrección política, escuchar esos diálogos es todo un regalo. 
A muchos nos conquistó ese personaje interpretado por Eastwood, auténtico cabronazo al que su pelotón de marginados acabará adorando.

"Gran Torino" ("Gran Torino", 2008), de Clint Eastwood.
Pues ésta película tengo que decir que me ha ido conquistando conforme más veces la he visto, hasta convertirse en una de mis favoritas del autor. 
El personaje que interpreta Eastwood, veterano de la Guerra, viejo cascarrabias, aferrado a los valores tradicionales, es magnífico.

Por supuesto que en la lista podrían entrar otras muchas películas. Además de los wésterns mencionados anteriormente, me encanta la tradicional faceta de Eastwood como tipo duro. Ahí está la magnífica saga de Harry el sucio, esa pequeña joya que es "Ruta suicida" (1977) con el impresionante cartel dibujado por Frank Frazzeta,....
Pd. Aún tengo pendientes de ver "Mula" (2018) y "Cry Macho" (2021).





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