sábado, 27 de abril de 2024

Mis Tres Favoritas de... Vincent Cassel


 Malina Murnau

“Dobermann” (Dobermann, 1997), de Jan Kounen.

Tengo que ponerla la primera sí o sí. Fue donde descubrir a este actor. Y la película me pareció una puta maravilla. La alquiló mi hermano, y cuando llegué a casa (ya era bastante tarde) me dijo “chiqui, ésta a ti te tiene que gustar y mucho. Es bastante rara”. Y vaya si me gusto. Una joya del cine francés. Y esa pareja, Cassel y Bellucci, una de las mejores que ha dado el celuloide. 

“Los ríos de color púrpura” (“Les rivières porpres, 2000), de Mathiew Kassovitz.

Y esta puede ser una de mis películas favoritas, no sé las veces que la he podido ver. Reno lo hace en grande, pero Cassel en esta ocasión se lo come con papas. Un magistral thriller del país vecino.

“Juana de Arco de Luc Besson” (“Joan of Arc”, 1999), de Luc Besson.

Vuelvo con Besson y Milla Jovovich, y un reparto de lujo desde Dustin Hoffman, John Malkovich, Faye Dunaway y cómo no, mi amado Vicent Cassel, aquí interpretando al mismísimo Gilles de Rais. Una película que tiene a sus machacones diciendo barbaridades sobre ella. A mí, personalmente, me encanta. Y para gustos... los colores.

No puedo dejar de nombrar "El pacto de los lobos" (2001), una maravilla visual y supér entretenida. "El odio" (1995), "El monje" (2011)... y muchas más, pero que vamos a dejarlo ahí.

Alfonso Romero

“El odio” (“La haine”, 1995), de Mathiew Kassovitz.

Junto a “Delicatessen” (1991) de Jeunet y Caro, “El odio” fue otro de los trabajos que, llegados desde Francia, supusieron un soplo de aire fresco para los cinéfilos y cinéfagos más inquietos de los noventa. La revelación de un actor en ciernes, Cassel, y de un director pujante, Kassovitz, lo supuso esta película de arte y ensayo (rodada en blanco y negro) que se ganó pronto a la crítica y no tardaría en convertirse en (merecido) título de culto. En 1997, Kassovitz seguiría reinventando y reventando (pero respetando) los géneros con “Asesino(s)”, un buen (aunque fallido) intento de acercarse al polar, mas su gran éxito llegaría en la bisagra al nuevo siglo con “Los ríos de color púrpura” (2000). Su trayectoria en Hollywood no llegó a cuajar, a Cassel le fue mejor.

“El Pacto de los Lobos” (“Le pacte des loups”, 2001), de Christophe Gans.

Curtido en la crítica, y amante del cine europeo de género y del asiático, el francés Christophe Gans debutó (tras algún corto) en la cinta colectiva “Necronomicon” (1993), producida por Brian Yuzna, quien le produjo poco después su primer largo en solitario, “Crying Freeman. Los paraísos perdidos” (1995), adaptación de un popular manga. Su gran triunfo, no obstante, sería “El pacto de los lobos”, donde aunó las influencias que le gustaban, desde los spaghetti-westerns de Sergio Corbucci a las cintas de artes marciales de Hong Kong (contando de nuevo con Marc Dacascos, protagonista de “Cryng Freeman”) y sin por ello renunciar, más al contrario, con esa “francesidad” tan propia del cine gabacho. Cassel interpreta aquí al noble Jean-François, diríase un primo hermano de Gilles de Rais, a quien mira por donde encarnó en “Juana de Arco” (1999) de Luc Besson. El film tomó como base la misma leyenda que sirviera de inspiración a “La bestia” (1975), de Walerian Borowxzyk. 

Miguel Romero

“Flash-back (El apartamento)” (“L’appartament", 1996), de Gilles Mimouri.

Si algo hay que agradecer a “Obsesión” (2004), remake made in USA de este film a cargo de Paul McGuigan, es que gracias a él su distribuidora en nuestro país, Filmax, también se animó a editar por estos lares la original de Gilles Mimouri, notablemente superior. Recordada por ser la película en la que se conocieron Vincent Cassel y Monica Bellucci.

“Los ríos de color púrpura” (“Les rivières porpres, 2000), de Mathiew Kassovitz.

Tras el éxito de “El odio”, Kassovitz volvía a contar con su amigo Cassel para protagonizar (junto a Jean Renó) una película mucho más ambiciosa, un thriller, como tantos de aquellos años, a la estela de “Seven” (1996), y que nada tenía que envidiar a los facturados en los Estados Unidos. Seguida de una secuela (inferior) y de una serie con cuatro temporadas.

“El cuento de los cuentos” (“Il raccobto dei racconti", 2015), de Matteo Garrone.

Garrone, gracias al éxito de su adaptación del bestseller “Gomorra”, se permitió facturar con un reparto internacional (Salma Hayek, Toby Jones, John C. Reilly...) algo tan propio del cine italiano de antaño como un film decamerónico, con su mala baba habitual y con Vincent Cassel como el lujurioso rey de Strongchiff.

Oscar "Woody" Correa

“El odio” (“La Haine”, 1995), de Mathieu Kassovitz.

La trama sigue a tres jóvenes en los suburbios de París, durante un período de veinticuatro horas después de un disturbio en su vecindario, y Vincent Cassel interpreta a uno de los tres protagonistas. Los papeles de Cassel que más me gustan son los que hace esos personajes impulsivos-peligrosos, que tanto le caracterizan y que es cierto que puede que sea un porcentaje alto en su filmografía…:-)… El personaje de Cassel en "El odio" es un joven lleno de ira y resentimiento hacia la policía y la sociedad en general, y representa la violencia latente y la lucha contra la injusticia que experimentan él y sus amigos, y su interpretación contribuye en gran medida al impacto emocional de esta película de culto, y como un retrato súper potente de la alienación juvenil y la tensión social en la sociedad francesa en los barrios de los suburbios.

“Dobermann” (Dobermann, 1997), de Jan Kounen.

Es un thriller de acción que sigue las “aventuras” de un grupo de criminales encabezados por el carismático líder Dobermann, interpretado por Vincent Cassel. Cassel hace otro papel increíble de criminal despiadado y carismático, con brutalidad e ingenio y lleva a cabo esta interpretación con una intensidad magnética, infundiendo al personaje con una presencia imponente y ese aura de peligro que le caracteriza y casi le define. La presencia de Monica Bellucci le da el contrapunto y, por qué no decirlo, complemento perfecto. Su actuación es fundamental también para mantener la intensidad y el ritmo frenético de la película, ya que "Dobermann" es recordada por su estilo visual único y su energía, con estilo casi actual.

“Promesas del Este” (“Eastern Promises, 2007), de David Cronenberg

En esta película Cassel no interpreta ningún papel principal, pero es una parte fundamental de la trama con otro papel que borda de impulsivo-peligroso. Cassel interpreta al hijo del jefe de la mafia rusa en Londres, que aunque, como digo, no es el protagonista, su carisma lo convierte es un personaje de los que finalmente más recuerdas de este thriller de mafiosos (de Cronenberg!), ya que su comportamiento impulsivo y su lealtad ciega desencadenan una serie de eventos violentos y conflictivos... por supuesto!!! La actuación de Cassel que oscila entre la violencia despiadada y la vulnerabilidad emocional, añade a la película una capa de tensión y peligro, contribuyendo aún más al impacto de la historia. No todo es Viggo Mortensen!


Fernando Rodríguez Tapia

“Los ríos de color púrpura” (“Les rivieres pourpres”, 2000), de Mathieu Kassovitz.

Un excelente megathriller que combina con acierto distintas variantes del mismo dando como resultado una obra entretenida, sólida y de marcado toque europeo que no tiene nada que envidiar a sus contrapartidas americanas. Reno y Cassel forman una pareja tan singular como contrastada dando vida a dos policías de métodos tan distantes como distintos pero cuya inesperada unión será clave para la resolución de un misterioso caso. Muy destacable ambientación con una valoración del paisaje que acaba adoptando una figura propia en la trama relatada, estilizadas escenas de acción donde se aprecia el buen hacer de su realizador y momentos de humor típicamente francés para aliviar la oscuridad del relato narrado. El film es una adaptación bastante fiel de la novela homónima del escritor Jean-Christophe Grangé cuyos ligeros cambios, especialmente en el tramo final, mejoran incluso la novela original. La película tuvo continuidad en una inferior secuela y en una miniserie televisiva muy por debajo de este estimable y muy recomendable trabajo. 

“Blueberry. La experiencia secreta” (“Blueberry: L' experience secrete” 2004), de, Jan Kounen.

Versión muy libre a la par que polémica del mítico personaje creado por Jean-Michel Charlier e ilustrado por el genial Jean Giraud que tuvo ya un intento abortado a finales de los años ochenta (con el actor Martin Kove). La base del relato son dos de los mejores álbumes en la trayectoria del personaje como son “La mina del alemán perdido” y “El fantasma de las balas de oro”, pero Kounen lo deriva a una aventura mística y lisérgica propia del acid western para mostrar la experiencia chamánica su mayor interés a la hora de elaborar la película. El resultado final es una obra singular con muchos matices explorados, a veces no bien definidos, pero muestran un camino muy diferente y poco conservador como adaptación del mundo del comic. Nadie mejor que Vincent Cassel para encarnar esta versión de Blueberry empapada de la visión libre y nada acomplejada del vanguardista Moebius para desesperación e incordio de los herederos de Charlier, nada contentos por el poco respeto a las esencias del personaje original. Por último, destacar el excelente reparto y recomendar el documental que Jan Kounen realizó sobre su experiencia chamánica: “D'Autres mondes” (2004).

“Mesrine: Instinto de muerte” y “Mesrine: Enemigo Publico nº 1” (“Mesrine: L'instinc de mort” y “Mesrine: L'ennemi public nº1”, 2008), de Jean-Francois Richet.

 Después de su desigual entrada en el mercado americano con el remake de Asalto a la comisaría del distrito 13, Richet volvió a Francia para desarrollar este ambicioso y apabullante biopic de uno de los más conocidos y legendarios delincuentes de la historia de su país en la segunda mitad del siglo XX. Por razones comerciales se dividió en dos películas, pero hay que tratarlas como si fueran un único trabajo. Una película memorable tanto en su parte dramática como en sus magníficas secuencias de acción que no escatima las diversas lecturas del personaje, tanto en su evolución personal como en su repercusión social que le acabaron convirtiendo en una auténtica amenaza para el propio estado. Sin duda alguna el mejor trabajo de su realizador y uno de las mejores interpretaciones de Cassel, bien acompañado por un contrastado reparto que se integra perfectamente en todas las vicisitudes del relato.

Alfonso Carlos López

“Promesas del Este” (“Eastern Promises, 2007), de David Cronenberg.

Película espectacular que gira en torno a la mafia rusa de los Vory V Zakone y su tapadera con un restaurante lujoso. El jefe de esta mafia es encabezado por Semyon, papel que borda Armin Mueleer-Stahl. Nikolai Luzhin, encarnado magistralmente, es el chófer de esa familia del crimen organizado que es un infiltrado. Vincent Cassel borda el papel de Kiril,l el hijo del mafioso, con su habitual maestría. Todo empieza cuando una comadrona encuentra un diario de una adolescente que muere por un parto. Una trama muy ágil y fresca. Una obra maestra.

“El Pacto de los Lobos” (“Le pacte des loups”, 2001), de Christophe Gans.

Este film nos lleva a 1765. Un caballero francés acompañado de un indio iroqués de la tribu Mohawk van a una localidad, Gévaudan, para resolver el misterio de unas muertes llevadas a cabo por una bestia. Los habitantes están aterrorizados por dichas muertes y enseguida se ven elementos extraños y macabros sobre la citada bestia. Una gran ambientación. Vincent Cassel soberbio en su papel.

“Una Semana en Córcega” (“Un moment d’égarement”, 2015), de Jean-François Richet.

 Una comedia muy divertida, que gira en torno a dos amigos divorciados parisinos maduros de cuarenta y tantos años, y que pasan sus vacaciones en Córcega con sus hijas. El lío empieza cuando la hija del amigo, Louna, se enamora de Laurent, al que da vida Vincent Cassel, y se suceden todo tipo de situaciones curiosas y enredos. La chica trata de seducirle. Es un remake del filme que dirigió Claude Berri en 1977, “Un Moment d’égarement”. Me gustó mucho.

Oscar Villalta

“Dobermann” (Dobermann, 1997), de Jan Kounen.

Este enloquecido cómic neo noir, puesto en imágenes con un estilazo y sentido de la maravilla estratosférico, puede ser fácilmente una de las películas que más veces he visto en mi vida. Violenta, irreverente, con personajes carismáticos y ritmo aceleradísimo, basada en una sucesión de atracos cometidos por este Dobermann interpretado por Vincent Cassel y su peculiar banda de perdedores, y la posterior persecución por parte de un teniente de policía conocido como Christinie "La Hiena" (Tcheky Karyo) que se revela como la perfecta némesis del protagonista, resultando aún mayor su crueldad y sadismo. Un embrollo maravilloso con un reparto coral explosivo, donde sobresale la incomparable Mónica Bellucci como la pareja del protagonista, situación trasladada a la vida real.

“El Pacto de los Lobos” (“Le pacte des loups”, 2001), de Christophe Gans.

Una verdadera joya del cine francés, que revivía la historia tradicional de la bestia de Gevaudan, a la que su director incorporó novedades, que en principio parecían inverosímiles, pero que acabaron siendo la personalidad de la película y tal vez lo más aplaudido, como el sistema especial slow motion, la estética de videoclip, algo inusual y supuestamente irreverente en una película de época que se precie, y el no va más: la inclusión de las artes marciales a tutiplén de la mano de un viejo conocido del director, Mark Dacascos, cuyo encuentro en "Crying Freeman: Los paraísos perdidos" (1995) ya fue memorable. Importantísimo el personaje de Vincent Cassel, que prácticamente es la pieza clave en la resolución de la historia, dando vida a un noble atormentado que guarda un secreto capaz de poner patas arriba los tres primeros cuartos de la película.

“Promesas del Este” (“Eastern Promises, 2007), de David Cronenberg

Esa época en la que David Cronenberg se desvinculó del cine fantástico, nos dejó algunas perlas que, en efecto, correspondían con la madurez artística y el respeto crítico que supuestamente el cineasta andaba buscando, aunque para sus seguidores no le hiciera ni puñetera falta. "Promesas del Este", se erige como un thriller dramático, brutal y por momentos despiadado, cuya historia gira alrededor de una familia de la mafia rusa, donde Vincent Cassel interpreta al caprichoso e inconsciente hijo del capo (Armin Mueller-Stahl), Viggo Mortensen a su chófer, amigo y confidente, y Naomi Watts a una enfermera atrapada en la trama criminal. De realización seca y contundente, sin concesiones, y volcando el peso de la trama en un magistral desarrollo de personajes, Cronenberg sabía que con semejantes actores tenía entre sus manos un boleto ganador.

Joanna

Irreversible (Irréversible, 2002), de Gaspar Noé.

En su fijación tocapelotas, Gaspar Noé reunió a Vincent Cassel y Monica Bellucci, por entonces formando matrimonio, para una muy sui generis película de violación y venganza. Rodada como si hubiera tomado un ácido y montada diríase que hasta arriba de speed, “Irreversible” resultó una bofetada en la cara del espectador, incluyendo para que éste se retorciera en la butaca una larguísima y muy violenta escena de violación anal a la Bellucci. Difícil de olvidar.

“Dobermann” (Dobermann, 1997), de Jan Kounen.

Curtido en el terreno del videoclip, Jan Kounen había llamado la atención y molestado a unos y otros con algunos cortos cuando dio finalmente el salto al largo con “Dobermann”. Suerte de neo-noir y bande desinée bien entendido y mezclado que, una vez más, mantendría dividida a la crítica (unos esperaban algo más “autoral”, otros algo más “provocador”), pero que le resultó una buena taquilla. 

“Blueberry: La experiencia secreta” (“Blueberry”, 2004), de Jan Kounen.

Decepción y perplejidad fueron las respuestas más usuales ante el estreno de esta adaptación a la pantalla del personaje creado por el guionista Jean-Michel Charlier y el arte de Jean Giraud “Moebius”, que se pareció al final más a la saga del Incal que el segundo realizara en colaboración con Jodorowsky que a las páginas de aquel teniente malcarado. Vincent Cassel era la opción más adecuada, repitiendo con Kounen en una nueva aventura que en su ambición trataba de ser internacional, apostando por un reparto en el que se mezclaban rostros del cinema francés con caras conocidas del cine americano.

Esther Checa

“El odio” (“La Haine”, 1995), de Mathieu Kassovitz.

En ella, su papel de Vinz vs. Hubert y ese Säid medio árbitro da mucho que pensar dentro de un tiempo marcado por la incertidumbre en una ciudad, con en ocasiones no tantas luces como sombras para realizar una crítica social demoledora y de una fuerza desgarrada donde la policía tarda menos en empuñar una pistola que alguien marcado por el odio.

Vincent borda el personaje más marcado por la ira, a la vez más idealista y revolucionario con unos registros como actor y en primeros planos muy convincentes que seducen y atrapan para siempre en lo que es una interpretación de las que no se olvidan fácilmente.

“Irreversible” (“Irrèversible”. 2002), de Gaspar Noé.

Un film rompedor en todos los sentidos, comprometido y que sembró muchísima controversia, pero a mí me parece un ejercicio de cine con mayúsculas y Vincent en su papel de Marcus completamente demoledor llevando a cabo un guion nada “facilito”, unas escenas de intensidad mayúscula y con cierta crudeza ensordecedora en ocasiones, y mantiene el tipo en todas y cada una de las situaciones con un poder ante la cámara que no es de este mundo. En esta obra maestra él configura junto con Bellucci un dueto inolvidable dentro de esa estructura magistral de disrupciones y con un final de “ríase usted" del término apocalipsis. 

“Mesrine 1. Instinto de muerte” (“Mesrine L'instinct de mort”, 2008), de Jean François Richet.

Donde no podrían haber elegido un mejor hombre de las mil caras para este thriller - caramelo con parte autobiográfica y basada en los crímenes más negros (y cinematográficos) de los años 50-60. Y es que está completamente arrebatador en el papel de gánster. 

No olvido otras interpretaciones que no me dejaron indiferente, como la desarrollada en “Cisne Negro” (2010) -fantástica la Portman también- o “Ocean’s Twelve” (20049 -donde están todos “de lujo”-. Y sin olvidarme de ese “Sheitan” (2006), que el terror- comedia otorga un papel difícil de ejecutar, pero que logra y con “momentazos” que, aún a día de hoy, recuerdo alguna escena y “me entra” la risa floja al compás de cierto hilarismo. 




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