sábado, 22 de junio de 2024

Mis tres favoritas de... Terence Fisher


 Malina Murnau

Primero dejar claro que me es casi imposible quedarme solo con tres, ya que es uno de mis directores fetiche desde que tengo uso de razón. Crecí viendo sus películas. Y además es que en casi todas sus películas sale mi adorado Peter Cushing y el no menos importante Christopher Lee. No voy a nombrar las que se quedan atrás ya que la lista seria demasiada larga. Haciendo un esfuerzo puse las que no podría dejar atrás de su filmografía. Ahí van mis tres:

"Las novias de Drácula" ("The Brides of Dracula", 1960).

No sale Lee haciendo de vampiro y no hace falta alguna. Lo de Drácula lo vamos a dejar ya que se trata del barón Meinster. Aquí Cushing se sale por todos lados, (increíble mejor actor del mundo) y Fisher hace una película redonda. Todo me encanta de este film y por favor destacar esos colores, esos encuadres. Todo es una maravilla visual.

"Drácula" ("Dracula", 1958).

Ha estado reñida con la primera que puse. Esta joya del terror fue mi primer contacto con Lee y Cushing y su director, donde caí rendida a sus pies y sobre todo por la Hammer.  Ese color que salía de la pantalla dejó atrás a Bela Lugosi y su blanco y negro. Sensualidad y decorados y una fotografía que tira de culo al espectador. La mejor.

"La maldición de Frankenstein" ("The Curse of Frankenstein", 1957).

No podía dejar de nombrar alguna en la que Cushing hiciera de Victor Frankenstein. Si de bueno lo hace genial, de cabroncete mejora... "si eso fuera posible". Aquí Terence Fisher, como en todas o casi todas sus obras, lo hace de sobresaliente. Una película que no puedes dejar de ver.

Se puede notar que el dúo Fisher y Cushing van de la mano. Adoro a los dos. Hammer siempre!

Alfonso Romero

“Frankenstein y el monstruo del infierno” (“Frankenstein and the Monster from Hell”, 1974).

En su libro “Monstruos sagrados”, Doug Bradley no parece tenerle mucho apego a esta la última película de Terence Fisher para el ciclo que la Hammer dedicara al Dr. Frankenstein. Un ciclo que el propio Fisher iniciara en 1957 con “La maldición de Frankenstein”, dando pistoletazo de salida al cine de terror según los Carrera y su reformulación de los títulos y monstruos clásicos de la Universal, ahora en color (con una paleta agresiva donde reinaban los tonos cálidos) y con un erotismo en principio sugerido que iría acentuándose progresivamente. Desde las Islas el gótico se iría imponiendo de nuevo, Freda y Bava tomaron buenos apuntes en Italia y Roger Corman lo haría desde los USA.

“Frankenstein y el monstruo del infierno” supuso el canto de cisne para el cine de terror de la Hammer, el último gran título de la compañía, además de la postrimera cinta de terror que realizó su director. Inolvidable Peter Cushing, una vez más en el rol del infame Dr. Frankenstein, que ha ido evolucionando (si se puede decir así) a peor, siendo más perverso aquí que nunca.

“La novia del Diablo” (“The Devil Rides Out”, 1968).

Charles Gray, muy conocido en aquellos tiempos por sus apariciones en la saga de James Bond, es el villano de esta cinta donde la compañía de los Carrera trató el satanismo, con el mimo y el cuidado por el más mínimo detalle tan propios de su director. Con Fisher en la dirección y Richard Matheson en el libreto (según una novela de Dennis Wheatley) era difícil que la cosa saliera mal. “La novia del Diablo” es un film que, faltaría más, no conoció estreno en nuestro país en los tiempos de la dictadura franquista. Y en el resto del mundo coincidía su estreno el mismo año que “La semilla del Diablo” que Polanski realizara para la Paramount (verbigrac9ia de Robert Evans), y es que el Maligno desembarcaba en las pantallas para reinar durante toda la década de los setenta. 

“La maldición del hombre lobo” (“The Curse of the Werewolf”, 1961).

Al contrario que otros monstruos popularizados por Universal, tales como Drácula, la criatura de Frankenstein o la momia, el hombre lobo no fue muy recurrente en las películas de la Hammer. “La maldición del hombre lobo” es, en forma y fondo, un título casi perfecto, que sigue fielmente la filosofía de la casa del martillo y la obra de su realizador. Oliver Reed (en la más recordada de sus diversas colaboraciones con la productora) encarna al sufrido Leon, quien se transforma en licántropo. El acabado que luce el hombre lobo, diferente tanto al de Universal como al de otras películas del mismo tema, sería después muy recurrido (plagiado) en el mundo del cine y del cómic.

Miguel Romero

Sin lugar a dudas uno de los directores más importantes y prolíficos (si no el que más) de la Hammer. Sin él la compañía de los Carrera no hubiera sido la misma y viceversa.

De su extensa filmografía destacaría

“Frankenstein creó a la mujer” (“Frankenstein Created Woman, 1967).

La criatura de Frankenstein nunca lució mejor, nada menos que la modelo Susan Denberg (que el año antes había aparecido en las páginas de Playboy) en la que sería su última y más importante aparición en pantalla.

“El perro de los Baskerville” (The Hound of the Baskerville, 1969).

Peter Cushing volvía a meterse en la piel de Sherlock Holmes para esta “El perro de los Baskerville”, una de las novelas más adaptadas del famoso detective creado por Arthur Conan Doyle.

“La novia del Diablo” (“The Devil Rides Out”, 1968).

Para muchos, una de las mejores películas sobre sectas satánicas. Desde luego, Christopher Lee comentó que de todas las que hizo para la Hammer ésta era su favorita, quizá porque no hizo del malo (dicho rol recayó en el robusto Charles Gray).

Eduardo Álvarez Cónsul

“El perro de los Baskerville” (The Hound of the Baskerville, 1969).

Esta película es una buena adaptación de la gran novela de Arthur Conan Doyle con Peter Cushing como el mítico detective y Christopher Lee como Sir Henry Baskerville.

“Frankenstein creó a la mujer” (“Frankenstein Created Woman, 1967).

Esta película fue una nueva adaptación del mito del monstruo de Frankenstein con el gran Peter Cushing y la hermosa Susan Denberg.

"Drácula" (“Horror of Dracula, 1958).

La adaptación de la Hammer de la novela de Bram Stoker fue toda una revolución en el cine de terror de la ´wpoca, con Christipher Lee, Peter Cushing y Melissa Stribbling como Mina Harker.

Joanna

“Las dos caras del Dr. Jekyll” (“The Two Faces of Dr. Jekyll”, 1960).

Junto a la perversa, ambigua y deliciosa “Dr. Jekyll y su hermana Hyde” (1971), Hammer Films se acercó al doble personaje creado por Robert Louis Stevenson en una de las más cautivadoras aproximaciones al mismo que el cine nos ha aportado, “Las dos caras del Dr. Jekyll”, y lo hizo bajo la dirección del director estrella de la casa. Una película que, para innovar o por llevar la contraria, se centraba más en el doctor que en su monstruoso alter-ego, y donde la fórmula no es ingerida como brebaje sino inyectada por vena, creando un paralelismo bien evidente con la drogadicción. Too much!

“Las novias de Drácula” (“The Brides of Dracula”, 1960).

Diversas lecturas, algunas puramente freudianas, se pueden sacar/disfrutar de la segunda aportación de Hammer Films al personaje de Drácula, aunque para el caso sólo sea de forma nominal la participación del conde transilvano. Una película que puede verse incluso más perversa y más más sensual que su antecesora, a la par que más libre al no provenir y no tener que seguir el patrón del libro del que partía aquélla.

Peter Cushing retoma el rol de Van Helsing, faltando Christopher Lee, quien volvería en “Drácula, príncipe de las tinieblas” (1966), donde no estaría Cushing.

“La Gorgona”/”La leyenda de Vandorf” (“The Gorgon”, 1964).

Buscando otros temas, otros monstruos y criaturas, de los ya habituales de la compañía y del cine de terror, Hammer Films volvió su mirada hacia la mitología clásica con este film donde el Mal provenía de una de las tres gorgonas, Megaera, pero a la que el guion aporta detalles propios de las películas de terror de la productora. Un guion donde participó John Gilling, quien un par de años después realizó para la misma compañía “El reptil”, escrito por Anthony Hinds, con ciertos parecidos a la presente.

Terence Fisher, con su usual sutileza, carga la película de una sexualidad soterrada pero evidente. Todo envuelto por una atmósfera de maravilla y pesadilla, con la impagable fotografía de Michael Reed. Orgasmo cinéfilo que salpica de sangre la pantalla.

David Cortabarria

 “Drácula” (“Dracula”, 1958).

Christopher Lee. Peter Cushing. Dos gigantes del fantastique unidos en una película cuyo primer visionado se movió entre la fascinación y el miedo. Luego vi el “Nosferatu” de Max Schreck, donde me asusté aún más (creo que filmaron a un vampiro auténtico, sí). Regresé al de Fisher y ya me sentí como en casa, ya sin sentir ningún miedo, solo agradecimiento.

“La momia” (“The Mummy”, 1959).

Con Lee y Cushing de nuevo. Me encanta su color, realmente único, y el Egipto tan especial que recrea con unos decorados que, espero, se encuentren bien preservados actualmente (aunque lo dudo mucho). Adoro su ambientación, lo imponente que está Christopher Lee, y cómo está rodado todo… Quizás sea mi película favorita de la Hammer. Y no precisa de remake alguno.

“La Tierra muere gritando” (“The Earth Dies Screaming”, 1964).

Película llena de encanto, aunque su grandilocuente título nunca cumpla su promesa (estamos en la Inglaterra rural, y no hay mucho grito…). Lo mejor es que todo huele a eslabón perdido entre un episodio de la mítica serie “Los Vengadores” (en su etapa en blanco y negro) y otro de “La Dimensión Desconocida”. Breve y gozosa invasión alienígena llena de buenas intenciones.  

Alfonso Carlos López

“Drácula” (“Dracula”, 1958).

Un clásico inolvidable de la Hammer de 1958, con Christopher Lee (Drácula) Y Peter Cushing (doctor Val Helsing). Una cinta basada en la inolvidable novela de Bran Stoker que recrea a la perfección, ese cine de terror que tanto me gusta y mi fascinación por los vampiros. Esta versión de la novela del famoso conde transilvano está llena de suspense y tensión, recreando perfectamente el terror y con unas interpretaciones magníficas de los dos genios antes reseñados.

“La novia del Diablo” (“The Devil Rides Out”, 1968).

Fascinante film ambientado en 1929 en Londres y el sur de Inglaterra. El duque de Richleau (Christopher Lee) investiga las extrañas actividades del hijo de un amigo suyo ya fallecido, Simon Aron (Patrick Mower). que está metido dentro del ocultismo satánico y que tiene en su casa símbolos muy extraños pertenecientes a ese tipo de cosas. Los hechos se suceden y el duque consigue salvar a Simon y a una joven iniciada, Tanith (Niké Arrighi) de la secta satánica ayudado por Rex VN Lyn (Leon Grenee). Apasionante con todos los ingredientes del terror, incluso una aparición del Diablo.

“La momia” (“The Mummy”, 1959).

Mítica y soberbia que nos retrotrae a 1895 en Egipto cuando los arqueólogos John Banning (Peter Cushingg), su padre Stephen (Felix Aylmerr), y su tío Joseph Whemple (Raymond Huntleyy) descubren la tumba de la princesa Ananka, también más tarde la acción se situará en Inglaterra. Esta princesa fue sacerdotisa del dios Kharis (Christopher Lee). Son advertidos de los peligros sobrenaturales que conlleva ese lugar.  Leen un conjuro que devolverá a la vida al mencionado dios y comenzará la pesadilla para ellos. Una serie de aventuras y sucesos que hacen que esta cinta tenga un gran interés y un gran ritmo. Es el tipo de películas que han dejado huella y han hecho escuela.


Oscar Villalta

“La maldición del hombre lobo” (“The Curse of the Werewolf”, 1961).

Para mí, la mejor película de Fisher y en mi top de cine de licántropos. Un clásico que, aparte de la gran labor de realización, debe mucho a la atormentada interpretación de Oliver Reed, cuya imagen del personaje de este hombre lobo español del siglo XVIII, se ha convertido en todo un icono y fuente de inspiración para obras venideras. Como era habitual en este tipo de producciones, la atmósfera y la paleta de colores, jugaban un papel esencial en el aspecto visual del film, luciendo un acabado de primera línea, rematado por el espectacular maquillaje creado por Roy Ashton para la bestia, que a día de hoy resulta extremadamente reconocible y en su momento fue toda una sensación.

Las escenas en el campanario son de una poesía arrebatadora.

“Drácula” (“Dracula”, 1958).

Se puede decir que fue el pistoletazo de salida y reconocimiento mundial de la Hammer (aunque ya contaba en su haber con algunas otras producciones), y de la consagración definitiva de los mitos de Christopher Lee y Peter Cushing. Todas las obsesivas motivaciones tanto de Fisher como de la productora, se desarrollaban aquí de forma sustancial, léase el apoyo visual del color como elemento importante en la narración, la aparición sin tabúes de hemoglobina, y la subida de varios escalones del elemento erótico, comenzando por el retrato del propio conde, cuyo look desprende una carga sexual, que añadida a la potente imagen intimidatoria que ya tiene Lee de por sí, convierte el resultado final del conjunto en algo único en aquella época.

“La momia” (“The Mummy”, 1959).

Algo tiene esta película que me chifla. Después de haber hecho pasar a Christopher Lee por el Conde Drácula y el monstruo de Frankenstein en " La maldición de Frankenstein", y también a Cushing en el lado de los buenos, era cuestión de tiempo que se los llevara a ambos a desenterrar los misterios del antiguo Egipto, pero eso sí, a todo color y entre maravillosos decorados que a pesar de su evidencia, lucen maravillosamente, envolviendo a los imprudentes arqueólogos ingleses, que osan profanar la tumba de la princesa Ananka, con mortales consecuencias, desatando toda una venganza de ultratumba orquestada, cómo no, por Lee y combatida por Cushing con toda la clase y elegancia a la que siempre nos tiene acostumbrados.

Rafa Coronel

“El perro de los Baskerville” (The Hound of the Baskerville, 1969).

Hasta que llegó "El secreto de la pirámide" (1985) fue la mejor adaptación que hubo en cualquier formato además de las de Basil Rathbone de las aventuras de Holmes & Watson (sin necesidad de pasar por Madrid).  El casting de Peter Cushing como Holmes es sin dudarlo el mayor acierto de la cinta, y Morell es un magnífico complemento a éste, además del gran Christopher Lee. Por cierto, fue la primera película en color de Sherlock Holmes.

“La novia del Diablo” (“The Devil Rides Out”, 1968).

De nuevo Christopher Lee, esta vez metido en un embrollo que mezcla cultos misteriosos y satanismo (¿hay algo más sesentero que eso?) del que decía que era su película favorita de la Hammer. El guion es de Matheson (no hace falta citar más obras suyas) basada en una novela de Dennis Wheatley (el clásico señor inglés con dinero y tiempo libre que lo mismo escribía sobre la Revolución Rusa que novelas pulp sobre satanismo) que ciertamente no he leído, pero voy a solucionarlo ahora mismo. Suele ser una joya oculta en la filmografía de Fisher teniendo en cuenta lo llamativos que son los grandes Seres de la Noche, pero diría que es mi favorita.

“Los estranguladores de Bombay” (“The Stranglers of Bombay”, 1959).

¿Nada de Drácula ni Frankenstein en tu top de Fisher? Oiga, todo tiene una explicación. Y es que esta película (de segunda fila y con actores de medio pelo) fue la que de pequeño (no recuerdo el canal en que la emitieron, pero probablemente fuese Canal Sur) me quitó indirectamente cualquier deseo de viajar a la India junto a la novela de Dan Simmons "La canción de Kali". Porque los traumas, si son infantiles, siempre son mejores.

Fernando Rodríguez Tapia

Durante el confinamiento aproveché la extraña situación para leer el recomendable libro que Joaquín Vallet dedicó a Terence Fisher publicado por Cátedra hace unos años y ver una docena de películas de la primera etapa del cineasta británico. En su mayoría films de intriga de marcado tono B bien urdidos y desarrollados que sirvieron de anticipo para la segunda y primordial fase en su filmografía. Por destacar uno de aquellos trabajos, no el mejor pero si el que más me gustó, citaré “Face the music” (1954), un entonado thriller criminal de ambiente jazzístico. Pero las tres películas escogidas son del género que le encumbró y le convirtió en el cineasta más relevante del mismo.

“Drácula” (“Dracula”, 1958).

La película que lo cambio todo y puso al género terrorífico en una nueva edad dorada bajo pabellón británico. Ya lo había advertido un año antes en la excepcional “La maldición de Frankenstein” (1957), pero aquí dio el giro definitivo tanto al cine vampírico como al terror en general. Una obra perfecta en ritmo, puesta en escena, fotografía, música, ambientación e interpretación que pulsa de manera sugerente todas las connotaciones posibles que la temática de los vampiros puede mostrar. La secuencia inicial supone una inmersión directa en el terror más profundo si bien hay dos momentos que resultan imposibles de olvidar: el momento en que Van Helsing es consciente de que Drácula está morando en el mismo edificio de su víctima y el posterior enfrentamiento entra ambos tan imitado como nunca superado. Una incontestable obra maestra de la historia del cine que perdura sin fisuras a pesar del paso del tiempo. 

“La venganza de Frankenstein” (“The Revenge of Frankenstein”, 1958).

Del irrepetible ciclo que Fisher dedicó a la creación de Mary Shelley escojo la segunda parte por mostrar las inquietudes de superación con las que el cineasta inglés abordaba cada trabajo. Una secuela superior que incrementa la maldad nihilista del personaje central sin caricaturizarlo (Peter Cushing siempre magnífico en este rol), y lo lleva a un terreno inexplorado que se fue acrecentando en las posteriores continuaciones manteniendo siempre el interés en sus propuestas. Por otro lado, es una buena muestra de la transgresión que Fisher y la Hammer ofrecieron de los mitos clásicos del terror en lo icónico y en lo temático. 

“Las dos caras del doctor Jeckyll” (“The Two Faces of Doctor Jeckyll”, 1960).

Una excelente vuelta de tuerca a la clásica obra de Stevenson en clave de melodrama romántico perverso, mal recibida en su momento si bien es una de las joyas inquebrantables de la obra de su autor. De nuevo la sexualidad y la represión son el motor de una narración tan fascinante como sugerente que esconde una implacable venganza llevada hasta las últimas consecuencias. Considero el clímax de esta película entre lo mejor que Fisher realizó a lo largo de su trayectoria, de una elegancia depravada que sigue asombrando en la actualidad. Si la rescato entre otras obras maestras de su realizador es por ser tratada en algunos sectores de manera equivocada como obra menor. Precisamente tres años después el genial Jerry Lewis desarrollaría en clave cómica algunos logros de la película en su maravillosa “El profesor chiflado” (“The Nutty Profesor”, 1963).





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