Alfonso Carlos López
“El jovencito Frankenstein” (“Young Frankenstein”, 1974), de Mel Brooks.
Genial parodia norteamericana del cine de terror clásico dirigida por Mel Brooks en 1974. Basada en “Frankenstein” de Mary Shelley, aborda el tema desde un punto de vista humorístico realmente divertido. Rodada en blanco y negro nos adentra en esta época del cine de los años 30 para reflejar más fielmente el ambiente de aquellos icónicos films. Gene Wilder en el personaje del Dr. Frankenstein, Marty Feldman como Igor, Cloris Leachman como el ama de llaves Frau Blücher, y Terri Gar como la atractiva auxiliar Inga, intentan revivir el cuerpo de un criminal ejecutado: Peter Boyle haciendo de monstruo. Interesante también el ermitaño ciego, Gene Hackman. Queda para el recuerdo la gente del pueblo acudiendo con antorchas al castillo, sito en Transilvania. Hilarante, muy bien ambientada, con final feliz ya que el monstruo de Frankenstein se casa con Elisabeth (Madelein Kahn).
"Terrorífica luna de miel" ("Haunted Honeymoon", 1986), de Gene Wilder.
Comedia de terror estadounidense de 1986 donde Gene Wilder da vida a Larry Abbot y Gilda Radner a Vickie Pearle. Larry triunfa con un programa de radio llamado “Terrorífica luna de miel” pero tiene una serie de problemas y se comporta de manera extraña, por lo que su tío psiquiatra piensa que se curará con sesiones de pánico y que toda es debido al miedo ante la boda con Wickie, su ayudante de micrófono. Un argumento muy interesante en el que esta pareja de recién casados pasa su luna de miel en una mansión sin saber que serán acechados por un hombre lobo. Este género de horror mezclado con humor lo borda Gene Wilder y siempre me ha parecido muy divertido mezclar ambas cosas.
“La mujer de rojo” (“The Woman in Red”, 1984), de Gene Wilder.
Aquí tenemos a Gene Wilder como actor y director de esta obra que cuenta también con Charles Grodin, Gilda Radner, Josep Bologna, Judith Kiev y Kelly Lebrock. Estupendo remake de la francesa “Un Elefante se equivoca enormemente” dirigida en 1976 por Yves Robert. Teddy Pierce (Wilder), casado, se obsesiona con una bellísima mujer de vestido rojo (LeBrock). Se dan una serie de situaciones curiosas, a destacar cuando Teddy acaba en la cornisa de la venta de Charlotte (la mujer de rojo) por la llegada del marido de ésta, un piloto de aviones. La gente se arremolina debajo, creyendo que se va a suicidar y sale en la televisión. Salta al vacío y en su caída queda fascinado por una presentadora de televisión que le sonríe.
Malina Murnau
"Terrorífica luna de miel" ("Haunted Honeymoon", 1986), de Gene Wilder.
Para algunos no será ni siquiera preferida. Pero en este caso para mí la pongo en primer lugar, ya que le tengo un cariño especial. La vi en un cine de verano en el año 88 y me lo pasé pipa. Tengo que decir que adoro a Gene Wilder, creo que hasta sus películas más raras o menos comerciales me encantan. Una divertida comedia blanca y simplona imitando a muchas de ese mismo estilo. Mansión tenebrosa con misterio de por medio. Me encanta.
"El jovencito Frankenstein" ("Young Frankenstein", 1974), de Mel Brooks.
Qué decir de esta joya que no se haya dicho ya. Simplemente estupenda, maravillosa. La mejor para mí de su director. Y con un Marty Feldman colosal.
"El mejor amante del mundo" ("The World's Greatest Lover", 1977), de Gene Wilder.
Y pongo en tercer lugar esta locura de película dirigida de nuevo por el propio Wilder. Una comedia raruna pero con la que me parto de risa. Una pasada. Si no la conoces, pues ya sabes: a buscarla y verla.
Dejo atrás auténticas joyas de este hombre. Como ya dije me encanta y poner tres me resulta tarea complicada, pero creo que puse mis tres favoritas de él. Y muy cerca quedó “Un mundo de fantasía” (1971), que cada vez que la veo me transporta a mi infancia y me encanta. No pongo más títulos ya que creo que todas me gustan de este actor.
Alfonso Romero
“Sillas de montar calientes” (“Blazing Saddles”, 1974), de Mel Brooks.
Tras la excelente aceptación de “El jovencito Frankenstein”, Mel Brooks continuó con otra parodia, ahora del wéstern, y contando de nuevo con el protagonista de aquélla, un Gene Wilder que estaba en su mejor momento creativo y de efervescente popularidad.
“Locos de remate” (“Stir Crazy”, 1980), de Sidney Poitier.
No era la primera vez que hacían pareja (cómica) en la pantalla, pero “Locos de remate” supuso la fijación del estilo alocado que caracterizaría las películas protagonizadas al alimón por el tándem Gene Wilder y Richard Pryor. Ésta una parodia (o así) de los filmes carcelarios, donde es fácil ver los guiños a títulos como “Rompehuesos”, “Brubaker”, e incluso su final anticipa el principio de la nada cómica “La fuga de Eddie Macon”. Dirigía Sidney Poitier, demostrando que no era tan serio como parecía.
“Un mundo de fantasía” (“Willy Wonka & the Chocolate Factory”, 1971), de Mel Stuart.
Tal vez hoy, que Roald Dhal sufre la censura del moralismo milenarista, convenga más que nunca rescatar su obra, tanto la original escrita por él, como la adaptada por terceros a otros medios. Sus cuentos siguen siendo tan disfrutables como siempre, y esta versión de “Charlie y la fábrica de chocolate” llevada al cine a principios de los setenta continúa a día de hoy resultando muy superior a la de Tim Burton y a esa otra cosa que perpetraron el año pasado. Y si la de Mel Stuart es lo que es, lo debe sobre todo a la presencia de Gene Wilder como el Willy Wonka definitivo. Prefiero perderme por el mundo de Fantasía de Mr. Wonka y sus Oompa Loompa a esta dictadura de la corrección política que nos está tocando vivir, aunque aquello no sea muy bueno para la dieta.
Miguel Romero
Aunque trabajó en la adaptación para la pequeña pantalla de "Muerte de un viajante" y en la exitosa "Bonnie y Clyde" de Arthur Penn, el malogrado Gene Wilder pronto destacó en la comedia, género al que dedicó prácticamente toda su carrera.
Por citar tres de éstas...
“El expreso de Chicago” (Silver Streak, 1976), de Arthur Hiller.
Dirigida por el entonces prestigioso Arthur Hiller, supondría la primera colaboración de nuestro homenajeado con el cómico y actor de color Richard Pryor. No sé cuántas veces le harían bajar del tren, entre otros, Richard “Tiburón” Kiell... ¡¡Hijos de puta!!
“El jovencito Frankenstein” (“Young Frankenstein”, 1974), de Mel Brooks.
Tras Los productores y Sillas de montar calientes, Brooks volvería a contar con Wilder para que protagonizara la que posiblemente sea la mejor y más exitosa cinta de dicho realizador, donde de paso nos descubrían la faceta cómica de Peter Boyle. ¡Vaya par de aldabas!
“No me mientas que te creo” (“Another You”, 1991), de Maurice Phillips.
Aprovechando la buena acogida de “No me chilles que no te veo” (1989), realizada por Arthur Hiller, dos años después se estrenaba esta “Another You”, cuyo título en su distribución por nuestro país evocaba descaradamente el éxito de su la anterior cinta protagonizada por Wilder con Pryor. Aquí en los papeles de dos mentirosos, uno profesional y otro patológico. Supondría la última colaboración de los dos cómicos juntos, además de la retirada del primero de la gran pantalla para centrar su carrera en la televisión.
Oscar Villalta
“El jovencito Frankenstein” (“Young Frankenstein”, 1974), de Mel Brooks.
La obra maestra de Mel Brooks y una de las mejores comedias de la historia del Cine. En esta historia atípica sobre el nieto del celebérrimo científico, que además reniega de su apellido, se nos presenta un sinfín de hilarantes situaciones, coronadas por brillantísimos diálogos y una extraordinaria dirección, que hacen del film una obra adelantada a su tiempo. Wilder, como protagonista absoluto, nos deleita con una de sus enloquecidas interpretaciones, marca de fábrica, espectacularmente flanqueado por un portentoso cast donde Marty Feldman compone un Igor legendario y Peter Boyle, un monstruo muy peculiar. Y todo como debía ser: en glorioso Blanco y Negro.
"El rabino y el pistolero" (“The Frisco Kid”, 1979), de Robert Aldrich.
Una gran película injustamente olvidada y considerada menor dentro de las filmografías de Robert Aldrich, Gene Wilder y Harrison Ford, pero por la que yo siento una debilidad especial, y me resulta sumamente agradable por lo singular de su propuesta y su aura desmitificadora del wéstern más clásico, toda una paradoja viniendo de una leyenda de Hollywood, aunque fuera en horas bajas.
Wilder interpreta a Avram, el rabino del título, encargado de dirigir una sinagoga en San Francisco. Por el camino, encuentra todo tipo de desgracias, una de ellas, el pistolero al que da vida Ford, Tommy. La fórmula de la pareja improbable forzada a hacer equipo para combatir en un entorno hostil, en este caso el salvaje oeste, funciona de maravilla entre estos dos personajes, dando pie a situaciones cómicas y alguna violenta, rematadas con un final verdaderamente emocionante y nostálgico.
“La mujer de rojo” (“The Woman in Red”, 1984), de Gene Wilder.
En esta ocasión, tenemos al mando al propio Gene Wilder, que además de reservarse el papel protagonista se atrevió con la dirección del remake de la película "Un elefante se equivoca enormemente", dirigida por Yves Robert en 1977. Cuenta la vida de Terry Pierce, un hombre de perfil medio, con familia y con trabajo en una empresa de publicidad, que ve desmoronarse toda su zona de confort el día que se cruza con una mujer que viste un vestido de seda rojo, y que más tarde descubrirá que es la modelo contratada por su agencia para la nueva campaña. Un nuevo despliegue histriónico de Wilder, aunque tal vez más comedido que de costumbre, una explosiva (nunca mejor dicho) Kelly Le Brok y su maravilloso homenaje a Marilyn Monroe, y la canción de Stevie Wonder, "I just called to say I love you", ganadora del Oscar y el Globo de oro, son motivos suficientes para ser considerada todo un hit que además arrasó con su edición en video.
Pepe Torres
Para los que fuimos niños en los años 70, la figura de Gene Wilder está indeleblemente unida a esa década prodigiosa del cine estadounidense, y refleja también el bajón de esa cinematografía llegados los 80. Aunque ya alcanzó una cierta relevancia en los 60 (inolvidable su papelito en “Bonnie y Clyde”), sería en los 70 donde alcanzaría el cénit de su potencial cómico, especialmente con Mel Brooks (me duele dejar fuera “Sillas de montar calientes”), pero también con otros cómicos judíos como Woody Allen (su escena con la oveja en “Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo...” es una de las cumbres de la primera etapa del cineasta neoyorquino). Su emparejamiento con Richard Pryor nunca acabó de interesarme demasiado, al igual que buena parte de sus incursiones detrás de la cámara. Quedan, pues, para mí sobre todo un puñado de grandes títulos en una filmografía quizá demasiado corta.
“Un mundo de fantasía” (“Willy Wonka & the Chocolate Factory”, 1971), de Mel Stuart: Porque Gene Wilder ES Willy Wonka.
“Los productores” (“The Producers”, 1967), de Mel Brooks: Porque Hitler se merece una primavera, sobre todo si eres contable.
"El jovencito Frankenstein" (“Young Frankenstein”, 1974), de Mel Brooks: Porque aunque no sepa pronunciar Aigor, su Frederick Fronkonstin está tocado por la genialidad.
Eduardo Álvarez Cónsul
“Locos de remate” (“Stir Crazy”, 1980), de Sidney Poitier.
En esta comedia hay muy buenos gags de cuando Gene Wilder y Richard Pryor están en prisión junto al que fue cantante y figura de la lucha libre Erland Van Dejeunde y el caribeño George Stanford Brown, actor muy recordado como policía novato en la serie de televisión Los patrulleros.
“Sillas de montar calientes” (“Blazing Saddles”, 1974), de Mel Brooks.
En esta parodia del western, Gene Wilder es el pistolero alcohólico "Waco Kid" que le echa una mano al sheriff de raza negra Bart (Clevon Little). En el reparto aparecen un clásico del western como Slim Pickens, el ex jugador de fútbol americano Alex Karras, y la hermosa rubia Madeleine Kahn como cantante de saloon. Esta película en su estreno en España tuvo algunos cortes de diálogos por parte de la censura franquista.
“No me chilles que no te veo” (“See No Evil, Hear No Evil”, 1989), de Arthur Hiller.
En esta loca comedia el dúo Gene Wilder y Richard Pryor son testigos "a su manera" de un crimen. En el reparto aparecen un joven Kevin Spacey, el veterano Anthony Zerbe y la escultural Joan Severance.
Joanna
“Los productores” (“The Producers”, 1967), de Mel Brooks.
Una película de 1967 con la que Mel Brooks pretendía triunfar en el cine después de hacerlo en televisión y que resultó un fracaso, un musical de Broadway de 2001 que se convirtió en un éxito, y después una adaptación al cine de ese musical en 2005... No estaré a la moda, ahora que se llevan tanto los musicales, pues personalmente me quedo con la película original. Las comparaciones son odiosas, lo sé, pero Matthew Broderick queda muy por debajo de Gene Wilder en el papel del contable. ¿Y qué si Dustin Hoffman hubiera finalmente aceptado participar en la película en lugar de haberse decantando por "El graduado"? Eso nunca lo sabremos.
“Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar” (“Everything You Always Wanted to Know About Sex But Were Afraid to Ask”, 1972), de Woody Allen.
¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas? ¿Sueñan los doctores con ovejas de carne y hueso? Pues sí a lo segundo según Woody Allen en el primer episodio de esta deliciosa antología, con un Gene Wilder sublime como el médico que arruinará su vida, su carrera y su matrimonio al encoñarse con uno de estos tiernos animalitos. El amor es ciego y no parece entender de religión, sexo o raza, ¡¡aunque sea entre animales distintos!! Eso sí, qué mala resaca debe dejar el Woolite.
“Tengo una prima en el Bronx” (“Quakser Fortune has a Cousin in the Bronx”, 1970), de Waris Hussein.
Una de las más raras comedias protagonizadas por Gene Wilder. Una producción irlandesa dirigida por el indio-británico Waris Hussein (“La posesión de Joel Delaney”, 1972) sobre un vendedor de estiércol ambulante (Wilder) que se enamora de una estudiante de Estados Unidos (Margot Kidder). ¿Una muestra del inmovilismo irlandés y su actitud reacia hacia la unificación y el progreso? ¿Un canto a la libertad y la anarquía? Prefiero quedarme con lo segundo. Una rocambolesca película que huele a mierda.
David Cortabarria Arregui
Las danzas macabras conjuran un nuevo hechizo al cual me someto de manera inevitable y absolutamente volitiva. Que escoja mis tres películas favoritas de Gene Wilder, me piden. Podría escoger muchas, muchas más, porque a los Wilder (Billy y Gene) hay que rendirles culto sí o sí.
Me decanto por dos películas previsibles pero que no puedo omitir porque forman parte de mi ADN, y una tercera que es más oculta, y que por desgracia revisito poco.
“Un mundo de fantasía” (“Willy Wonka & the Chocolate Factory”, 1971), de Mel Stuart.
Gene Wilder como Willy Wonka
Nada en contra del encomiable papel del joven Wonka encarnado por Timothée Chalamet en la reciente y colorista “Wonka” (Paul King, 2023), donde está pizpireto, juglar y dúctil como él solo. Muchas y serias reservas con el que encarnó Johnny Depp en “Charlie y la fábrica de chocolate” (“Charlie and the Chocolate Factory”, Tim Burton, 2005), un androide travesti con software de Michael Jackson. Pero quien les adelanta a ambos por la derecha y la izquierda es Gene Wilder, en un papel donde está impresionante y se desenvuelve con una soltura que te atrapa sin remedio, ya veas la película siendo niño, jovenzuelo o adulto. Él es Wonka. Mi buen café Bonka (soy muy consciente de que nunca podré volver a emplear este juego de palabras en un contexto tan idóneo).
“El jovencito Frankenstein” (“Young Frankenstein”, 1974), de Mel Brooks.
Gene Wilder como Dr. Frederick (Fronkonstein) Frankenstein
Opción que puede parecer obvia, pero es que no paro de revisar esta película que para mí es mucho más que una mera parodia, es un estado de ánimo, un jardín de las delicias, una cafetería agradable donde el susurro es la norma. Constante y deliciosamente a punto de ser eclipsado por ese irrepetible Marty Feldman como Igor, Wilder despliega un poderío actoral fuera de serie, hasta el punto que no puedo imaginarme a otro encarnando al Dr. Frederick F. Imprescindible paracetamol cinéfilo. Podría haber sido peor, sí, pero nunca llueve a gusto de todos.
“El pequeño príncipe”, (“The Little Prince”, 1974), de Stanley Donen.
Gene Wilder como El zorro
La película que hizo que me reconcentrara aún más en el precioso original de Saint-Exupéry. Wilder es un personaje secundario, pero su intervención deja una huella muy profunda, y desde luego no solo por su voz (doblaje, cuánto daño has hecho…). Si ves este film de jovencito te puede pasar que muchas escenas te parezcan innecesariamente largas, o de relleno. Lo mismo sucede con algunos parajes del libro. Pero es que eres jovencito, te falta bagaje, perspectiva, visión de conjunto. La primera vez que vi al zorro encarnado por Wilder sentí un punto de hastío e inquietud. Varios años después su parte es la que más y mejor recuerdo, porque me encanta y fascina. Y tengo muy claro que la parte de Wilder es lo que más me gusta.
Emilio Malet
“No me chilles que no te veo” (“See No Evil, Hear No Evil”, 1989), de Arthur Hiller.
Comedia con el genial dúo formado por Richard Prior y el propio Wilder que entre ellos salvan la película. Aparte de ser muy divertida y con unos buenos diálogos, merecería la pena verla sólo como documental gráfico del ambiente callejero del Nueva York de los años 80. Puediéndote recrear en las escenas a pie de calle con los variopintos transeúntes, taxis amarillos y puestos de perritos tan icónicos de la década.
“El jovencito Frankenstein” (“Young Frankenstein”, 1974), de Mel Brooks.
Una de las comedias por excelencia de la historia del Cine, que además de su calidad como comedia está magníficamente rodada y desarrollada, teniendo una gran calidad visual y un buen argumento muy fieles a los clásicos del terror que. como la genial “Spaceballs”, también de Mel Brooks, no deja de cuidar esos aspectos, aunque sea una comedia.
“La mujer de rojo” (“The Woman in Red”, 1984), de Gene Wilder.
Aunque no ha envejecido muy bien, sobre todo en esta época en la que nos lo tomamos todos en serio, sigue siendo una buena comedia con situaciones muy divertidas y una inolvidable banda sonora a cargo de Stevie Wonder. Es verdad que tiene cosas que han quedado un poco desfasadas, sobre todo la relación que mantiene el matrimonio protagonista. Pero si se ve sin el revisionismo tan de moda actualmente sigue siendo muy disfrutable. Y sinceramente el standard de belleza femenina de los 80 sigue siendo insuperable, al menos para alguien que como yo fue niño en dicha década.
Fernando Rodríguez Tapia
Vamos con las tres de Gene Wilder.
Actor, guionista, director, un cómico muy particular con el que hemos disfrutado en una variedad de títulos destacables y cuyo legado se aprecia en la generación de cómicos que inundaron el cine a partir de los años ochenta.
"El Jovencito Frankenstein" ("Young Frankesntein", 1974), de Mel Brooks.
El clásico de Brooks permanece intacto como una singular parodia a la par que homenaje del cine de terror clásico de la Universal. Gene Wider co-escribió y protagonizó esta sensacional comedia repleta de personajes recurrentes y gags muy inspirados que siguen divirtiendo en posteriores revisiones. Magnífica banda sonora de John Morris, soberbia fotografía a cargo de Gerald Hirschfeld y excelente reparto con los inolvidables Marty Feldman, Peter Boyle, Cloris Leachman, Teri Garr, Madeleine Kahn e incluso Gene Hackman. Y el doblaje en castellano estuvo también a la altura.
"El hermano más listo de Sherlock Holmes" ("The Adventure of Sherlock Holmes' Smarter Brother", 1975), de Gene Wilder.
Una película un tanto olvidada que supuso el debut tras las cámaras de Wilder, ocupándose también del guion y del papel principal. El modelo empleado en el anterior film comentado prosigue aquí con menor fortuna si bien bastante encanto, parodiando con simpatía el reconocible universo creado por Conan Doyle. Para esta nueva aventura cinematográfica repitieron algunos colaboradores del citado "Young Frankenstein" (Marty Feldman, Madeleine Kahn, John Morris) y destacan algunos guiños para los seguidores del mítico detective como suponen la presencia de Douglas Wilmer y Thotley Walters, quienes con anterioridad ya habían encarnado a Sherlock Holmes y al doctor Watson. Un título discreto sin duda menor pero superior a otras comedias posteriores centradas en el popular personaje.
"Un mundo de fantasía" ("Willy Wonka and the Chocolate Factory", 1971) de Mel Stuart.
Estupenda fantasía musical, inolvidable para los que la descubrimos en los cines de los años setenta durante nuestra infancia que adapta con bastante acierto la novela "Charly y la fábrica de chocolate" del genial autor británico Roald Dahl. Un apreciable sentido del humor macabro (actualmente políticamente incorrecto), unos números musicales muy apreciables y un logrado clima de cuento fantástico para todos los públicos animan esta función presidida por un inigualable Gene Wilder en un papel hecho a su medida. Rescatar por último a su muy apreciable director Mel Stuart un cineasta que se movió entre el cine de ficción y el cine documental dejando algunas obras importantes que bien merecen ser rescatadas.
Y en el tintero se nos han quedado los emparejamientos con Richard Pryor, sus posteriores trabajos como director o alguno de sus trabajos menos conocidos para la televisión.
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