sábado, 16 de marzo de 2024

Mis tres favoritas de... Charlton Heston


 Malina Murnau

“El último hombre... vivo” (“The Omega Man”, 1971), de Boris Sagal.

Mi favorita de Heston y eso que hay muchas. Esta adaptación de la novela de Richard Matheson, “Soy leyenda”, es una de mis preferidas y mira que me gusta la de Vicent Price. La vi de muy pequeña y me quedé flipando totalmente. Me daba miedo, y al mismo tiempo fascinación. Una gozada absoluta.

“Cuando el destino nos alcance” (Soylent Green, 1973), de Richard Fleicher.

Otra magnifica película de este hombre, la pongo en segundo lugar ya que solo se puede poner una en el primero. Este film es totalmente desgarrador y cruel. Una visión del futuro. De pequeña me dejo bien tocada. La adoro.

“Terremoto” (“Earthquake”, 1974), de Mark Robson.

Y continuo con cintas muy divertidas (risas). Me encantan las películas de catástrofes, y con esta me lo paso pipa. Como en todas sus apariciones en sus películas Heston está de miedo. Y todos los del reparto están estupendos. Con final trágico (qué raro).


Alfonso Romero

“El más valiente entre mil” (“Will Penny”, 1967), de Tom Gries.

Maravilloso y atípico wéstern (a la vez que adecuado a su momento de realización) con un Heston alejado de los estándares del héroe característico del género, y al que secundan grandes nombres como Donald Pleasence, Anthony Zerbe, Slim Picken, Ben Johnson o Bruce Dern, entre otros. Uno de los mejores trabajos para la gran pantalla de Tom Gries (quien también firma el guion), un realizador más versado en las 365 líneas.

“Cuando el destino nos alcance” (“Soylent Green”, 1973), de Richard Fleischer.

 Mi favorita de las tres cintas de ciencia ficción que protagonizó Heston por esos años y mi favorita entre todas las distintas propuestas distópicas del género en los setenta. Basada en la novela “¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio”!” (1966), escrita por Harry Harrison, supondría otra de las grandes propuestas de un director, Richard Fleischer, que había comenzado su carrera a principios de los cuarenta y que aún en los setenta nos presentaba excelentes propuestas como “Fuga sin fin” (1971), “Los nuevos centuriones” (1972) o esta “Cuando el destino nos alcance”.

“Pánico en el estadio” (“Two-Minute Warning”, 1976), de Larry Peerce.

Charlton Heston fue el héroe indiscutible de las películas de catástrofes de los años setenta. Títulos, por lo general, muy maltratados por la crítica pero que gozó del beneplácito del público. “Pánico en el estadio” (que contó con una versión distinta y más larga para televisión) sigue los parámetros de estas producciones, tanto en lo temático y en la estructura del desarrollo como en su plantel de grandes nombres (estuvieran o no en su mejor momento) en los genéricos; si bien destaca por un tono (aún) más pesimista, con el fantasma de Charles Whitman aún presente, sobre todo en su parte final.

Miguel Romero

Es triste que, desde hace bastantes años, se recuerde a Charlton Heston por pertenecer a la Asociación del Rifle en lugar de por lo que realmente fue, una gran estrella de Hollywood.

Con una larguísima carrera a sus espaldas, participó en casi todos los géneros, si bien se le asocia principalmente por las películas bíblicas, los wésterns y las disaster-movies. Trabajó a las órdenes de los más grandes directores: Cecil B. DeMille, William Wyller, Sam Peckinpah, ... Resulta, por lo tanto, muy difícil elegir sólo tres, pero ahí van:

“Sed de mal” (“Touch of Evil”, 1958), de Orson Welles.

Una de las películas que dirigiera Orson Welles, en la que además interpreta a un villano memorable, un corrupto policía. Heston como un joven comisario mexicano y, en medio, nada menos que Marlene Dietrich.

“El último hombre... vivo” (“The Omega Man”, 1971), de Boris Sagal.

Segunda adaptación oficial (de las tres que se han hecho hasta la fecha) del famoso relato “Soy leyenda”, de Richard Matheson y, desde luego, la mejor de todas.

“Cuando el destino nos alcance” (“Soylent Green”, 1973), de Richard Fleischer. 

Junto con “El último hombre... vivo” y “El planeta de los simios” la tercera gran película de ciencia ficción que protagonizara Charlton Heston. Aquí acompañado por un otoñal Edward G. Robinson (que no llegó a ver el film estrenarse) y Chuck Connors, con quien antaño se enfrentara en “Horizontes de grandeza”.

Pepe Torres

Esta lista me ha costado más que arrancarle a Charlton Heston el rifle de sus manos frías y muertas.

El héroe histórico por excelencia, si bien a mí me gusta casi más en otros territorios (como el wéstern o la cifi), durante décadas (y mientras le aguantó el físico para quitarse una y otra vez la camisa) protagonizó decenas de títulos memorables, destacando su racha casi impecable entre finales de los 50 y los primeros 70. He optado por elegir una película por década (y género) de entre su filmografía:

Años 50: “Sed de mal” (“Touch of Evil”, 1958), de Orson Welles.

Su detective Vargas, a pesar de sufrir todo tipo de críticas (con poco fundamento), es uno de sus papeles más interesantes (y a contracorriente), en un momento en que buscaba ampliar su nómina de roles con papeles incluso secundarios (en la fastuosa “Horizontes de grandeza”) y a punto de ganar el Óscar por “Ben-Hur”.

Años 60: “El señor de la guerra” (“The War Lord”, 1965), de Franklin J. Schaffner.

Me sale el rejo de aspirante a historiador con fascinación por todo lo medieval. Pero cualquier otro día podría haber elegido igualmente “Mayor Dundee” (la obra maestra truncada de Peckinpah), “El Cid”, “El más valiente entre mil” y, obviamente, la icónica “El planeta de los simios”.

Años 70: “Cuando el destino nos alcance” (“Soylent Green”, 1973), de Richard Fleischer.

Quizá la década con la que albergo menos dudas (a pesar de protagonizar otros films muy apreciables como “El último hombre... vivo”). Mujeres mueble, eutanasia al compás de Grieg y canibalismo estandarizado (el sueño dorado de cualquier superviviente de los Andes). ¡Hagan sitio, hagan sitio!

Emilio Malet

“El planera de los simios” (“Planet of the Apes”, 1968), de Franklin J. Shaffner.

Para mí Charlton Heston siempre ha sido “el de la cara de asco del planeta de los simios”. Película que me impactó de pequeño, con un final que nunca olvidas.

“Ben-Hur” (“Ben-Hur”, 1959), de William Wyler.

Ni recuerdo las veces que la he visto. Si la ponen en televisión no soy capaz de quitarla. Épica.

“El último hombre... vivo” (“The Omega Man”, 1971), de Boris Sagal.

Aunque no ha envejecido bien, sólo el planteamiento y la primera escena con el descapotable que te mete en la película nada más empezar la hacen para mí inolvidable.

Jorge Arincón

“Ben-Hur” (“Ben-Hur”, 1959), de William Wyler.

Sigue siendo para mí el mejor péplum junto a “Espartaco” de la historia del cine. Gore Vidal, guionista, contaba años después de como entre él, William Wyler y Stephen Boyd sugerían una historia de desamor gay entre Ben Hur y Mesalla. Por supuesto no le comentaron nada a Heston para no incomodarlo.

“Los diez mandamientos” (“The Ten Commandments”, 1956, de Cecil B. DeMille.

Película a lo grande: reparto, decorados, matraje... puro espectáculo a lo Cecil B. DeMille. La vi por primera vez en el cine Alcázar con el colegio, y esas escenas de bastones que se transforman en serpientes o la apertura del Mar Rojo son de las que quedan siempre en la retina.

“El planeta de los simios” (“Planet of the Apes”, 1968), de Franklin J. Schaffner.

Otra de esas películas que se te quedan grabadas. Imposible olvidar esa escena de la Estatua de la Libertad semienterrada.

Mención especial a otras dos: “Sed de mal” -Orson Welles se come a todos los demás que intervienen, incluyendo al “mexicano” Heston-, y “Cuando ruge la marabunta” -muy entretenida y buena química con Deborah Kerr-.

Joanna

“El mayor espectáculo del mundo” (“The Greatest Show on Earth”, 1952), de Cecil B. DeMille.

Cecil B. De Mille, siguiendo a D.W. Griffith, siempre concibió el cine como un gran espectáculo, un “bigger than life” en constante lucha por conseguir el “más difícil todavía”. Con esta película realizada en 1952 llevó a los cines el mundillo del circo, apostando por escenas con el agarre característico que tanto le gustaban, pero sin descuidar un trasfondo dramático en la narración para su avance. No pudo contar con Burt Lancaster, que rechazó el papel que recayó finalmente en Cornel Wilde, pero su potente reparto contó con una pléyade de brillantes estrellas como Charlton Heston (que volvería a trabajar con el director en “Los diez mandamientos” no mucho después), Betty Hutton, Dorothy Lamour, Gloria Grahame o un inolvidable James Stewart. 

Samuel Bronston, que tenía una visión del cine próxima a la de DeMille, también trabajó en diversas ocasiones con Charlton Heston (“El Cid”, “55 días en Pekín”) y produjo una película sobre el circo, “El maravilloso mundo del circo”, que rodó en 1964 Henry Hathaway en la Ciudad Condal.

“El señor de la guerra” (“The War Lord”, 1965), de Franklin J. Schaffner.

Unos años antes de estremecer al mundo entero con “El planeta de los simios”, Franklin J. Schaffner y Charton Heston colaboraron juntos en una producción de corte medieval, “El señor de la guerra”, que viene a ser un claro precedente (y muy superior) de la sangrienta “Templario” que Jonathan English colocara en las carteleras en el 2011.

Adaptación de una obra escrita por Leslie Stevens, ambientada en la Normandía del siglo XI, “El señor de la guerra” es una película ambientada en el medievo tomada muy en serio hasta en sus últimos detalles, representando una época gris y alejada del colorido habitual de tantas y tantas producciones hollywoodienses. En su estreno resultó un notable fracaso.

“El último hombre... vivo” (“The Omega Man”, 1971), de Boris Sagal.

Despachada despectivamente por la crítica actual con el habitual y facilón sambenito de “producto propio de su época”, al que atribuyen con todos los tics y defectos característicos en la técnica de aquellos años, “El último hombre... vivo” ruge como una versión “guerra fría” del “Soy leyenda” de Richard Matheson, señalando sin despeinarse lo que la gente de la calle estaba diciendo (ese ataque a los hippies...) y cambiando lo que le conviene del texto (aun siendo fiel en espíritu al mismo) para la audiencia del momento. El autor del libro la vio tan distinta a su letra impresa que ni siquiera la consideraba como una adaptación de su obra.

Personalmente, la prefiero a la protagonizada por Vincent Price y, por supuesto, a la triste y hasta ahora última adaptación de la novela, la protagonizada por un insípido Will Smith, donde olvidaron que estábamos ante una película (no en un videojuego) y carecía de imágenes poderosas como la conclusión final del film de Sagal, con un mesiánico Heston “crucificado” después de salvar al (viejo) mundo tras conseguir la fórmula con la que combatir el contagio y dársela a los últimos supervivientes.

Alfonso Carlos López

 “El planeta de los simios” (“Planet of the Apes”, 1968), de Franklin J. Schaffner.

Esta película supone uno de los mejores films de cine fantástico que se hayan hecho jamás y marcó una época.  Cuando la vi me impactó esa especie de mundo al revés donde los simios son los que llevan el control y los humanos no pueden hablar. Increíble final cuando el coronel Taylor (Charlon Heston) se da cuenta que no ha viajado a ningún planeta donde se ha producido esa transformación, sino que está en los USA, ya que ve la Estatua de la Libertad y todo ello a consecuencia de la guerra nuclear. Es la primera del inicio de la saga. Charlon Heston también aparecería en “Regreso al planeta de los simios”.

“El último hombre... vivo” (“The Omega Man”, Boris Sagal, 1971).

Una obra maestra del cine donde la humanidad es infectada por un virus que convierte a la gente en una especie de seres enfermos que no pueden soportar la luz, y sólo queda el científico coronel Neville que no se infectó, aunque luego aparecerá un pequeño grupo de supervivientes.  Heston está espectacular y la película tiene todos los ingredientes que nos apasionan del cine terror y fantástico. La banda sonora es buenísima, por cierto. Me encanta la ambientación y la imagen de desolación de la película, que unido a los personajes del grupo de “La Familia” le dan ese toque tan especial que me fascina. Cuando llega la caída del sol comienza el peligro… No te la puedes perder.

“Ben-Hur” (“Ben-Hur”, William Wyler, 1959).

Un clásico del cine, una superproducción magnífica y un espectáculo constante. Heston borda el papel y el film en sí es la quintaesencia del cine. La carrera de cuadrigas es apoteósica. Como digo, ver “Ben-Hur” es asistir a un gran espectáculo, no tiene desperdicio. La trama está muy bien hilada y es muy ágil con esa épica tan bien construida, esa soberbia ambientación y su recreación de la época en todos los detalles que me gusta tanto.  El cine de romanos tuvo en esa época mucha repercusión, es de 1960, pero “Ben-Hur” destacó y ganó once galardones en los premios Oscar.

Fernando Rodríguez Tapia

 “Sed de mal” (“Touch of evil”, 1958), de Orson Welles.

 Obra maestra en su género y uno de los títulos fundamentales de la historia del cine. Heston en un papel bastante atípico pero resuelto de manera muy eficaz.

“Mayor Dundee” (“Major Dundee”, 1965), de Sam Peckinpah.

 Excelente western donde las señas de identidad de su autor se afianzan en un camino sin retorno. Imposible encontrar a otro actor para encarnar el rol protagonista con todas sus posibilidades. 

“El planeta de los simios” (“Planet of the Apes”, 1968), de Franklin J. Schaffner.

El primero de los films de ciencia ficción que protagonizó el actor e indiscutible clásico del género. Segundo encuentro con Schaffner con el que trabajó en la excepcional “El señor de la guerra” (“The War Lord”, 1965) y que tambien podría haber estado en esta selección.

Emirock Cortijo

3 películas de ojos claros, tocando 3 géneros distintos, western, Sci-fi, y Noir:

"Sed de mal" ("Touch of Evil", 1958), de Orson Welles.

Como dijo Ed wood, ¿Charlton Heston interpretando a un mejicano?? Pues sí, Heston con bigotito haciendo de policía mejicano, en esta obra cumbre del cine negro, en la que muchos coinciden que es la última gran obra del noir Hollywoodiense.

La trama sigue a Mike Vargas (Heston) y Susan , recién casados cruzando la frontera para pasar la luna de miel en Méjico, cuando de repente cerca de ellos explota un coche conducido por un capo de la droga, es entonces cuando Vargas se decide a investigar junto al comisario Quinlan (Welles). La película fue un fracaso comercial, ya que Universal metió mano en el montaje, pero afortunadamente el tiempo la ha puesto en su sitio. Imprescindible para alguien que le guste el cine, ver el plano secuencia inicial, 3 minutos que ya son historia del cine.

"Horizontes de Grandeza" ("The Big Country", 1958), de William Wyler.

En el mismo año, Heston rueda con Willian Wyler, y junto a Gregory Peck, uno de los mejores wésterns de la historia, una obra gigante como su título apostilla. Basada en la novela de Donald Hamilton, ésta cuenta como un hombre refinado del Este, McKay (inmenso Peck), llega al lejano Oeste para conocer a la familia de su prometida. Allí se encontrará con el rechazo a su mentalidad civilizada y aburguesada y de hombre de paz; y además tendrá que lidiar con las provocaciones del capataz del rancho Steve Leech, un Heston bravucón y fanfarrón que ambiciona la posición de McKay y que nuestro protagonista lo hace muy creíble en su posición de antagonista de Peck.

"El planeta de los simios" ("Planet of the Apes", 1968), de Franklin Schaffner.

La mejor de todas: ¿A quién no le explotó la cabeza en uno de los mejores finales de la historia del cine?.

Basada en la novela de Pierre Boulle, se estrena en 1968 esta joya de la la Sci-fi que aún hoy sigue generando secuelas y remakes, con lo que decir tiene que fue un exitazo de crítica y público. No contaré mucho del argumento por si algún despistado no la ha visto: la trama comienza cuando una naves estadounidense se estrella en un planeta desconocido, y descubren que hay vida inteligente. Heston interpreta al coronel Taylor, que junto a sus tripulantes despegan en un viaje temporal por el espacio que comienza en 1972 y acaba en el año 3978. Como dato, ésto explica la teoría de la relatividad de Einstein en cuanto a la dilatación temporal.

Oscar “Woody” Correa

“Los diez mandamientos” (“The Ten Commandments”, 1956, de Cecil B. DeMille.

Heston es el actor que más personajes históricos ha protagonizado con diferencia, y había otras películas legendarias que seleccionar, pero en “Los diez mandamientos” daría la imagen real de Moisés (que ya la Humanidad se lo imagina en el cuerpo y forma de Heston). Cecile B. DeMille, que previamente le había contratado porque le había impresionado su “forma de saludar” (aunque no le había gustado como actor en la película que le había visto, su primera actuación en “El mayor espectáculo del mundo”), le escogió porque decía que era exactamente igual que la estatua de Miguel Ángel. Un motivo como cualquier otro pero que le convirtió ya en leyenda.

“Sed de mal” (“Touch of Evil”, 1958), de Orson Welles.

Aparte de que un icono americano de wéstern y grandes personajes haga de mexicano, cuenta la leyenda que Orson Welles estaba contratado sólo como actor y fue Charlton quien convenció al estudio que la película fuera dirigida por Welles.

“El planeta de los simios” (“Planet of the Apes”, 1968), de Franklin J. Schaffner.

Podíamos haber cogido cualquiera del trío mágico de películas de ciencia ficción: “Soylent Green” y “El último hombre... vivo”. Pero elegimos ésta por las icónicas imágenes del final y lo que supuso como germen del género y de las relaciones intra especies.

Jose Antonio Diego

De Charlton Heston me quedo sin duda con la maravillosa trilogía que yo llamo "El fin de los tiempos", osea,"El planeta de los simios” (1968), “El último hombre... vivo” (1971) y “Cuando el destino nos alcance” (1973). De cuando Heston, como bien leí por ahí una vez, era abiertamente crítico y apoyaba películas comprometidas que ponían en tela de juicio un nublado futuro.

Con "El planeta de los simios" obtuvo el papel estrella de su carrera, ese final tan demoledor (él maldiciendo a los poderosos) quedará siempre en los anales de la historia del cine. 

En “El último hombre... vivo” logra una magnífica interpretación de hombre marginado, retraído y ofendido, aunque está un peldaño por debajo de la actuación que tuvo el también gran Vicent Price en “El último hombre en la Tierra” (1964), de Ubaldo Ragona y Sidney Salkow. Y lógicamente muy por encima de la última con Will Smith. En las escenas de acción dicen que tuvo varios dobles, pero él, con su cuerpo pienso que las podría haber hecho sin problema, aún con sus 51 años. 

En cuanto a "Cuando el destino nos alcance" hace un papel muy meritorio, al estilo héroe de "El planeta de los simios", un personaje con valentia en busca de la verdad. Tambien destaco la gran complicidad que tiene en pantalla con el añorado Edward G. Robinson, que lamentablemente falleció al poco de terminar el film. La imagen más gloriosa de Heston en este fabuloso film es cuando con verdadera lascivia come una manzana fresca. Para enmarcar...

Esther Checa

“Sed de mal” (“Touch of Evil”, 1958), de Orson Welles.

A mí esta “paranoia” me fascina y, a pesar de que he leído en algunas fuentes que él no estaba del todo conforme con  encarnar el papel, al inicio, de raíces “chicanas”, a mí me parece que está soberbio en un papel con características de “bondad intrínseca” y que Welles sacó no sólo una obra maestra (sobre todo en su inicio con el histórico plano secuencia de apertura y el expresionismo, así como en lo circular que resulta el determinismo en el devenir y el destino de los personajes), sino que Heston es fundamental como complemento y némesis del personaje que representa el  director. Borda un papel imborrable del cine negro. 

“El tormento y el éxtasis” (“The Agony and the Ecstasy”, 1965), de Carol Reed.

Nada más complejo que ponerse en el “pellejo” de un genio como Miguel Ángel y en una visión un tanto comprometida para la época sobre la novela de Irving Stone, en la que Heston subraya el lado humano de un tornado renacentista como creador y sabiendo darle un “toque” de distinción, con mucha “chicha” en cuanto a meter algunos momentos en que se reflejan las exigencias de un vaticano que genera la destrucción de obra y huida de Roma. A mí me parece que está soberbio porque Heston, en lo que es expresión facial e incluso no verbal que requieren los momentos álgidos, está sobresaliente y muy magnético. 

“Hamlet” (“Hamlet”, 1996), de Kennet Branagh.

Aunque en esta ocasión no interprete un personaje principal y tampoco un arquetipo marcado y más lineal a los que nos tiene más acostumbrados (es esa disrupción lo que más me ha sorprendido gratamente y no sólo el pedazo de film fusionando Shakespeare + cine+ teatro y que me llevara dos días consecutivos a una sala de cine), me impactó a posteriori visionar el papel de Heston en V.O. porque unir el físico, aún en ese momento, impactante con el “vozarrón” y medio declamando, me conquistó completamente. Con una fuerza arrebatadora y encarnando brevemente a ese primer actor de compañía de cómicos, rompe moldes y llena completamente la pantalla. 

No me olvido de otras interpretaciones aclamadas por todos nosotros y que no necesito citar, pero me quedo, con lo que considero especial y diferente. 

Oscar Villalta

“El útimo hombre... vivo” (The Omega Man, 1971), de Boris Sagal.

Lo siento por los fans de Vincent Price y Will Smith, pero ésta es la mejor adaptación del clásico de Richard Matheson " I am legend". Tanto me marcó de pequeño, que me provocó un ataque de pánico. Aquí aprendí a amar al Cine Fantástico y a Charlton Heston que, con su chulería, añadió la violencia gratuita que faltaba a la primera versión, sin caer en las tonterías que le sobran a la última. Rey absoluto del fin de la Humanidad, como prueban mis dos siguientes favoritas, dentro de aquella maravillosa ciencia ficción que, aparte de espectáculo, daba mucho que pensar. 

Heston compone un protagonista socarrón, de gatillo fácil, que sin embargo es plenamente consciente del trágico devenir al que está condenado. Un final tan inolvidable como desesperanzador. Imprescindible.

“El planeta de los simios” (Planet of the Apes, 1968), de Franklin J. Shaffner.

Obra cumbre de la ciencia ficción, que en su momento elevó el género a otro nivel.

El espectacular trabajo de maquillaje, y el impactante final, considerado por muchos el mejor de todos los tiempos, remataban una historia áspera, violenta, sin concesiones y con un aterrador mensaje de alerta, que cada día resulta más profético en cuanto al devenir de un planeta dominado por simios se refiere, valga la metáfora.

Gran parte de su rotundo éxito, también reside en la presencia de Charlton Heston, dando vida al astronauta George Taylor, reducido a su estado más primigenio y exhibiéndose semidesnudo gran parte del metraje, para terminar encabezando la huida que le conduce a ese demoledor final.

Ninguna de las secuelas o versiones posteriores han llegado ni al talón a esta obra magna del Cine.

“Cuando el destino nos alcance” (“Soylent Green”, 1973), de Richard Fleischer.

Otra potente muestra del pesimismo anclado a la ciencia ficción del cine los setenta, con oscuro mensaje e impactante final. Esta vez, nuestro Charlton se pone en la piel del detective Thorn, personaje oscuro y desencantado, a través del cual se nos describe las mil y una miserias a las que está condenada la Humanidad cuando el alimento escasea, y la alarmante precariedad vital establecida por norma. El detective descubre mucho más de lo que toca sobre el alimento Soylent Green, cuando su mejor amigo (un increíble Edward G. Robinson) es literalmente engullido por el sistema.

De ritmo pausado, pero hipnótico, el visionado de "Soylent Green" es toda una experiencia, relatada con una seriedad mayúscula, que por momentos nos hace partícipes de ese futuro distópico donde los valores humanos han dejado de existir.



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