sábado, 4 de mayo de 2024

Mis tres favoritas de... Michael Caine


 Malina Murnau

“Sin Pistas” ("Without a Clue", 1988), de Thom Eberhardt.

La pongo en primer lugar ya que me encanta Sherlock Holmes. Me encanta ver a Caine haciendo el tontuelo en esta magnífica comedia. Un reparto estupendo. Una comedia totalmente inglesa bien llevada. Me encanta.

“El secreto de los McCann” ("Secondhand Lions", 2003), de Tim McCanlies.

Una delicia de film con unos tremendo Caine y Duvall, haciendo de dos viejos cascarrabias, hacen una historia entre fantasía y realidad super conmovedora y entretenida. Recomendable totalmente.

“Un trabajo en Italia” ("The Italian Job", 1969), de Peter Collinson.

Un Caine en todas sus facultades hace de esta película una gozada. Acción, robo, persecuciones y sus puntos de humor... ¿alguien necesita más? (yo no). Peliculón, la versión que hicieron 2003 también me mola mucho. Pero me quedo con la de Caine.

Podría decir que este actor junto a Clint Eastwood han sido los que me han roto más la cabeza. Dejo atrás muchas joyas de Caine, nombrarlas sería ya absurdo. Es un pedazo de actor con una filmografía estupenda.

Alfonso Romero

“Vestida para matar” (“Dresssed to Kill”, 1980).

La particular revisión del “Psicosis” (1960) de Hitchcock por parte de un Brian De Palma en plena forma. Un psycho-thriller modélico que bebe de diferentes fuentes para reventar y reinventar el género, cuidando cada detalle para tener al espectador pegado a su asiento. Sería posteriormente copiado por muchos otros. Tachado en su momento de pastiche hitchckoniano por parte de una crítica miope y poco dada a hacer su trabajo, “Vestida para matar” es sin lugar a dudas uno de los mejores thrillers de su tiempo, y más voyeurista y fetichista, si cabe, que los del propio maestro del suspense. Haría un estupendo programa doble con “Frenesí” (1972).

“El hombre que pudo reinar” (“The Man Who Could Be King”, 1975), de John Huston.

Una de las obras cumbres de su director. “El hombre que pudo reinar” adaptaba para el séptimo arte “El hombre que quiso ser rey” del escritor angloindio Rudyard Kipling, relato que Huston había querido llevar a las pantallas desde finales de los cuarenta, cuando pretendía contar con Humphrey Bogart y Clark Gable en los roles principales. Papeles que finalmente recaerían en unos soberbios Sean Connery y Michael Caine. Respetando la letra del original, Huston lleva a su particular terreno, de aventureros y perdedores, a esta pareja de caraduras abocados a un desdichado final. Cine de sabor clásico en medio del Nuevo Hollywood.

“Asesino implacable” (“Get Carter”, 1971), de Michael Hodges.

Más recordado por su adaptación pop para Dino De Laurentiis del famoso aventurero galáctico de las viñetas de Alex Raymond, a Hodges le debemos un puñado de buenos títulos, donde destaca por méritos propios este thriller interpretado por un Caine en uno de sus mejores papeles. En España la puñetera censura franquista le pegó unos cuantos cortes, aunque, por suerte, hemos podido disfrutar del metraje íntegro posteriormente.

Miguel Romero

Aunque ya hace muchos años que este prestigioso actor británico trabaja con bastante frecuencia en Hollywood, en grandes superproducciones y con importantes directores, prefiero y con mucho sus películas en el viejo continente, donde además suele ser el protagonista.

“Rey de ladrones” (“King of Thieves, 2018), de James Marsh.

En la semana santa de 2006, cuatro veteranos ladrones aprovecharon las fiestas para robar de una cámara acorazada Hatton Garden 18 millones de euros en joyas, lo que se conoció en el Reino Unido como “el robo del siglo”. Pero lo más llamativo de todo es que las edades de los implicados oscilaban entre los 60 y los 76 años. Dicho acontecimiento fue muy bien llevado a la pequeña pantalla en 2019 en la mini serie de cuatro capítulos “El último gran robo”. Pero antes había influenciado en mayor o menor medida varias películas de las Islas, entre las que destacan “Un golpe a la inglesa” (2017) y esta “Rey de ladrones”. Caine protagoniza junto a otros veteranos actores, como Michael Gambon, Tom Courtenay y Ray Winstone. Los dos últimos también habían trabajado con nuestro homenajeado en otra película de los más recomendable, “Last Orders” (2001), de Fred Schepisi.

“La huella” (“Sleuth”. 1972), de Joseph L. Mankiewicz.

Adaptación de la obra de teatro de Anthony Shaffer a cargo del maestro Mankiewicz (también involucrado en el guion) y con sólo dos actores, eso sí, de la talla de Caine y Laurence Olivier.

El ególatra de Kenneth Branagh se atrevió a llevar también al cine su propia versión (reduciendo el metraje de los 138 minutos de la de 1972 a unos más comerciales de 88 minutos, dándole a nuestro protagonista de esta semana el rol que antaño hiciera Laurence Olivier, mientras que el suyo recaería en Jude Law, quien tres años antes encarnaría en la pantalla otro papel que hiciera famoso Michael Caine mucho antes, el protagonista de “Alfie”.

“La juventud” (“Youth”, 2015), de Paolo Sorrentino.

Con la fama y el prestigio de haber ganado un oscar y además tratándose de una coproducción entre varios países, Sorrentino contó para “La juventud” con actores norteamericanos (Harvey Keitel, Jane Fonda...) y británicos (Rachel Weisz, Miachel Caine...). El realizador comentó que tenía en mente a Caine cuando escribió su personaje. Por su parte, el veterano intérprete comentó tras verla por primera vez, al volver a casa en taxi con su esposa, que no pudo evitar llorar.

Eduardo Álvarez Cónsul

"Mona Lisa" (“Mona Lisa”, 1986), de Neil Jordan.

“Mona Lisa” es una película adelantada a su tiempo por la temática, donde el personaje de Michael Caine es amoral, al contrario que Bob Hopkins.

"Ipcress" (“The Ipcress File”, 1965) de Sidney J. Furie.

En esta película de espías Michael Caine hace por primera vez del agente secreto Harry Palmer, y ha de localizar a un científico que tiene un valioso archivo y ha sido raptado por espías enemigos que pretenden hacerle un lavado de cerebro. Él debe de ir a rescatarlo a un país del telón de acero, que es como se llamaba a los países comunistas de Europa del este.

"Asesino implacable" (“Get Carter”, 1971), de Michael Hodges.

En este thriller británico Michael Caine es Jack Carter, un gánster que tras la muerte de su hermano decide averiguar qué ocurrió, pese a la advertencia de que no haga nada. Al año siguiente se estrenaría "Hitman" (1972), de George Armitage, un remake en clave blaxploitation donde la mafia del porno sustituye a la mafia de las tragaperras y del lluvioso Newclaste se pasa a la soleada California.

Fernando Rodríguez Tapia

“La huella” (“Sleuth”. 1972), de Joseph L. Mankiewicz.

Muy pocos cineastas se han despedido con una obra maestra de esta envergadura. Película fascinante que trasciende a diversos géneros retratados, juego de espejos entre sus dos magníficos protagonistas, esa idea de pasatiempo lúdico a la par que malsano que lleva a la narración a límites insospechados, permitiendo al espectador a ir indagando a medida que las cartas se van mostrando en el tapete. Un film perfecto que no le sobra ni le falta nada, quizás demasiado ausente en las listas actuales de mejores obras de la historia del cine. De su posterior remake con Caine solo comentar que Branagh se contenta con un artificio muy teatral, demasiado consciente de su falsa relevancia y absurdo a la hora de subrayar todo lo que el film original salvó con elegancia. 

“Mercenarios sin gloria” (“Play Dirty”, 1968), de André de Toth.

Un film que va más lejos de lo planteado en la espléndida "Doce del Patíbulo", especialmente en su visión nihilista y desencantada tanto del conflicto bélico como de sus misiones suicidas. Una obra de una fisicidad desbordante que muestra claramente el sinsentido de la guerra y el empleo inane del ser humano en ellas. Un brillante reparto corona esta admirable obra con uno de los finales más geniales que ha dado el género.

Harry Brown (“Harry Brown”, 2009), de Danny Barber.

La filmografía de Michael Caine está coronada con un buen puñado de obras maestras y diversos clásicos incuestionables. Pero también hay sitio para pequeños títulos a su servicio donde muestra singulares variaciones de arquetipos tratados o retratados tanto por él como por diversos actores. He aquí un caso singular al mostrar a un veterano militar que habita un barrio conflictivo asolado por el crimen y las drogas que se convierte casi por azar en oscuro vigilante para combatir la injusticia reinante. Un film muy curioso y por encima de obras de similar temática realizadas en ese periodo, cuyo factor determinante es no esconder la edad de su protagonista ni sus lógicos achaques a la hora de mostrar su inesperada cruzada contra el hampa. Cuenta además con una escena inédita en este tipo de obras: el protagonista sufre un enfisema en plena persecución de uno de los delincuentes. Sólo por ella ya la sitúa en los títulos clave del cine de justicieros urbanos.

Alfonso Carlos López

“El hombre que pudo reinar” (“The Man Who Could Be King”, 1975), de John Huston.

Excelente película de aventuras que narra las vicisitudes en la India en 1880 de Peachy Carnehan (Michale Caine) y Danny Dravot (Sean Connery). Ambos fueron sargentos del ejército británico y buscan hacer fortuna en Kafiristán, incluso intervienen en las luchas tribales de los lugareños, crean un ejército y van conquistando toda la zona imparablemente. El tema se complica cuando Danny Dravot es tomado por un dios. Unas interpretaciones magníficas a cargo de Michael Caine y de Sean Connery. Se basa en un relato de Kipling y es uno esos films que te transportan y te sumergen en su historia.

“Zulú” (“Zulu”, 1964), de Cy Endfield.

Aquí Caine da vida al teniente Gonville Bromhead que imprime un carácter muy elegante y británico a su personaje. Después de la derrota de Isandhlwana del ejército británico por los zulús (hechos recogidos en el film “Amanecer Zulú”, de 1979), un destacamento queda aislado y debe resistir en la misión de Rorke´s Drift. Realmente épica y fascinante. Un buen ejemplo de cine bélico, con todos los ingredientes del género. Tiene ese sabor de la época de las grandes superproducciones que tanto me gustan.

“Un trabajo en Italia” (“The Italian Job”, 1969), de Peter Collinson.

Película policiaca con Caine en el papel protagonista de Charlie Croker, que nada más salir de la cárcel dará un golpe junto a una banda para apoderarse de cuatro millones de dólares en oro. Para ello crearán un atasco interfiriendo el control de tráfico de Turín. Ellos emplearán tres minis que les permiten moverse más fácilmente.  Se suceden toda una serie de escenas trepidantes en las conducciones de dichos vehículos, hasta que escapan de la policía y todos son transportados en un autobús rumbo a Suiza. Un fallo del conductor hace que queden suspendidos en un abismo al salirse de la carretera. El fin de la película queda en suspense ya que se ve a Croker intentando retener el oro que se cae hacia el citado abismo y sin saberse si caerán todos o se salvarán. La banda sonora es de Quincy Jones, lo cual es sinónimo de calidad.

Miguel AlgOl

“La huella” (“Sleuth”, 1972), de Joseph L. Makiewicz.

 Buenísima película de intriga basada en una obra de teatro, con sólo dos actores -el otro nada menos que el gran Laurence Olivier-.

“Ha llegado el águila” (“The Eagle Has Landed”, 1976), de John Sturges.

Una película bélica genial, que tiene entre sus mejores logros dar una imagen positiva y humana de los soldados del III Reich.

“Vestida para matar” (“Dresssed to Kill”, 1980).

Un thriller muy morboso e interesante. Michael lo borda.

Joanna

“Hannah y sus hermanas” (“Hanna and Her Sisters”, 1986), de Woody Allen.

La década de los ochenta terminó de consagrar a Woody Allen como uno de los grandes nombres en la comedia y el drama de resonancias bergmanianas, y también como un director tan prolífico como genial, ganándose la ovación del público y la crítica. “Hannah y sus hermanas” no sería una excepción, entre el drama intimista tan de su gusto y su personal modo de entender la comedia, nos proponía un film donde Michael Caine interpretaba a uno de esos personajes trasuntos del propio Allen en una historia, con ecos chejovianos, de amores y líos donde son los personajes femeninos los más importantes.

“La huella” (“Sleuth”, 1972), de Joseph L. Mankiewicz.

Joseph L. Mankiwicz, director de títulos tan maravillosos como “El fantasma y la señora Muir” (1947), “Eva al desnudo” (1950) o “De repente, el último verano” (1959), se despidió de las pantallas no en Hollywood, sino desde el Reino Unido, y contando para los principales roles con dos actores de las Islas de la talla de Laurence Olivier y Michael Caine. “La huella”, adaptación de una obra de Anthony Shaffer reescrita por el propio autor, nos proponía un maquiavélico juego del gato y el ratón, que resulta un “tour de forcé” entre los dos magníficos intérpretes. El film conservaba el mismo espíritu agrio y crítico de los últimos trabajos de Mankiewicz, “Mujeres en Venecia” (1967) y “El día de los tramposos” (1970).

“Alfie” (“Alfie”, 1966), de Lewis Gilbert.

El primer rol como protagonista absoluto de Michael Caine se lo proporcionó este film realizado por Lewis Gilbert, veterano director que en los setenta se encargaría de dos de los Bonds de Roger Moore. “Alfie” supone una exquisita película pop genuinamente “british”, muy disfrutable junto a otros títulos “sixties” como “El knack... y como lograrlo” (1965) o “Joanna” (1968). En 2004 se estrenó un remake, protagonizado por Jude Law, mas pasó sin pena ni gloria.

Oscar Villalta

“Evasión o victoria” (“Victory”, 1981), de John Huston.

Definitivamente, una de las películas de mi vida, de esas que veo una vez al año. Una obra del maestro John Huston, considerada "menor" (para mí, no lo es), inspirada en un partido de fútbol real entre nazis y prisioneros de un campo de concentración, cuyo desenlace no fue tan positivo como en la ficción. Mezcla cine bélico y deportivo con tanta naturalidad como mezcla actores con jugadores reales, así podemos ver a Michael Caine liderando un equipo donde juegan, por ejemplo, Pelé y Sylvester Stallone contra el mismísimo Franz Beckenbauer. La banda sonora de Bill Conti, remata de forma fulminante una explosión de emoción, en este film donde el elemento humano prima sobre todo lo demás. Y está Max Von Sydow. Dato siempre importante.

“La huella” (“Sleuth”, 1972), de Joseph L. Mankiewicz.

Un tour de force de dos horas y media con sólo dos actores... ¡Pero qué dos actores!... Laurence Olivier y Michael Caine consiguen que no parpadees durante todo el metraje de esta puesta en escena teatral a manos del maestro Mankievicz, donde el galimatías propuesto desde el descomunal texto de Anthony Shaffer, es resuelto de forma brillante desde la creación de una atmósfera totalmente inmersiva. Los actores y el director recibieron merecidas nominaciones al Oscar, así como el compositor John Addison, cuya partitura juega como un personaje más. 

Como curiosidad, en 2007 se filmó una nueva versión, donde Michael Caine interpretaba al personaje de Laurence Olivier en la original, y Jude Law tomaba el papel que hizo Caine en la del 72. Dirigida por Kenneth Branagh, no estuvo mal pero, al fin y al cabo, era un refrito de una obra maestra.

“Vestida para matar” (“Dresssed to Kill”, 1980).

En esta época, se apodaba a De Palma "El nuevo Hichtcock", así que cuando se estrenó "Vestida para matar", llovieron de nuevo las comparaciones. Pero, sinceramente, esta historia cruel protagonizada por Michael Caine y Angie Dickinson, es bastante mejor que algunas de las películas del Maestro. Se tenía que decir y se dijo. Lo que tenemos aquí es el show de Brian: Una atmósfera tan enrarecida que se corta, una composición de planos elegante, bizarra retorcida y genial...secuencias que perduran en la memoria cinéfila para siempre...todo subrayado por la maravillosa banda sonora de Pino Donagio, incondicional del director, que hiperboliza los momentos pesadillescos y surrealistas donde más se exhibe Michael Caine, haciendo que todo el conjunto brille hasta deslumbrar. Momentos muy inspirados también en la primera época de Darío Argento.

Emilio Malet

“La batalla de Inglaterra” (“Battle of Britain”, 1969), de Guy Hamilton.

Para mí una de las mejores producciones que se han hecho nunca sobre las batallas aéreas de la Segunda Guerra Mundial. En una época en la que se grababa con aviones reales y/o maquetas y el resultado no parecía un videojuego como casi todo lo que se hace hoy en día. Rodada en su mayor parte en la base aérea de Tablada y usando aviones alemanes del ejército español disfrazados de la Luftwaffe (muchos fabricados en Hispano Aviación en Triana). Gran fidelidad histórica y un reparto de lujo.

“Un puente Lejano” (“A Bridge Too Far”, 1977), de Richard Attenborough.

Otra gran producción sobre la Segunda Guerra Mundial. En este caso con gran protagonismo de las fuerzas especiales británicas (SAS) con sus características boinas burdeos. Pocas veces pueden juntarse tantas grandes estrellas en una misma película. 

“Evasión o victoria” (“Victory”, 1981), de John Huston.

Aunque menos ambiciosa que las anteriores, para mí es una de las películas más entretenidas de la Segunda Guerra Mundial. Con un buen reparto, contando además de con Michael Caine con Pelé, entre otros futbolistas de la época, y por supuesto con Silvester Stallone en mi personaje favorito de la película, Hatch el masajista. Aunque como portero nos deja claro que los americanos juegan al football y no al fútbol (soccer para ellos).

Mención especial para el papel de Michael Caine como Alfred, el mayordomo de Bruce Wayne en la trilogía del Caballero Oscuro (no se me ocurre nadie mejor para el papel).

Rafa Coronel

“El hombre que pudo reinar” (“The Man Who Could Be King”, 1975), de John Huston.

Una película que tiene opciones para entrar en el top 5 de John Huston debería de estar sí o sí. Quizás la última gran película de aventuras clásica hasta la llegada de Spielberg e Indy, es una película basada en la premisa del canalla perdedor que se encuentra en una gran posición a todas luces inmerecida pero que aun así congenias con él. Y cómo no serlo cuando a estos timadores ingleses los interpretan Sean Connery y Michael Caine, en unos papeles que iban a ser para actores legendarios como Bogart y Gable o Burton y Peter O'Toole. La cinta es pura diversión y un duelo interpretativo en el que el Caine pone la contrapartida racional a los delirios de grandeza de Connery, cada vez más en su papel de Dios.

“La huella” (“Sleuth”. 1972), de Joseph L. Mankiewicz.

Otro duelo interpretativo frente a un titán en el que de nuevo Caine sale airoso (con doblete a la nominación en los Oscars en una época en la que todavía tenían cierta credibilidad). Y un final espectacular para uno de los grandes directores del Hollywood dorado, que con dos personajes y cuatro escenarios mal contados te traslada perfectamente el espíritu de la obra teatral original al celuloide, con una tensión manifiesta entre Andrew y Milo que consigue no decaer durante las más de dos horas que dura la película gracias a un guion brillante como pocos. Y el bonus de ver al bueno de Michael en los zapatos de Olivier en el 2007 no está mal, pero la nueva adaptación es muy inferior a la original.

“El cuarto protocolo” (“The Fourth Protocol”, 1987), de John Mackenzie. 

Quizás es una película menor dentro de la filmografía de quien nos ocupa, pero es una magnífica representante de cuando el espionaje estaba en pleno auge durante la Guerra Fría. Además de ser divertidísima, nos permite ver junto a un solvente Caine a un primerizo Brosnan dando el tipo en el reverso tenebroso de lo que posteriormente sería su 007. Y con música de Lalo Schifrin, que es otro que nunca falla en estas lides. Entre Forsyth y Clancy, siempre Forsyth.


Pepe Torres

Mi actor preferido. Creo que con eso queda (casi) todo dicho. Una filmografía portentosa, repleta de diamantes, pero también de carbono no cristalizado (hay que pagar las facturas...). Una (otra) de esas elecciones imposibles, que me obliga a dejar fuera obras maestras como “Zulú” o favoritas emocionales como “El último valle”. Maurice Micklewhite, con nombre artístico de motín, me ha acompañado toda una vida de espectador y siempre vuelvo a su cine (incluso al abisal, como sus incursiones en el cine de catástrofes). Como cantaban Madness, “I can't remember, tell me what's his name (My name is Michael Caine)”.

"Ipcress" ("The Ipcress File", 1965), de Sidney J. Furie.

Adoro a Harry Palmer, quizá su personaje más emblemático, que encarnó en tres estupendas cintas de los 60 (y dos mediocres telefilms en los 90). El reverso anticlimático de James Bond, miope y algo gris, espía a su pesar y ajeno a los ambientes lujosos y exóticos.

"Asesino implacable" ("Get Carter", 1971), de Mike Hodges.

Envuelto en una trama de engaños, traición y violencia, Caine interpreta a un gángster lo más alejado que uno pueda imaginarse a un (anti)héroe de acción y se muestra especialmente seco y expeditivo, una sangrienta vuelta a casa rodada con un naturalismo casi documental de los bajos fondos (que influiría en buena parte del cine criminal británico posterior).

"El hombre que pudo reinar" ("The Man Who Would Be King", 1975), de John Huston.

Peachy, compinche del hombre que sería rey de Kipling, es quizá mi personaje favorito de Caine (y demuestra una química insuperable con Connery, Sean Connery). Una maravillosa historia de amistad y quizá la última gran película de aventuras.

Oscar "Woody" Correa

Aunque MICHAEL CAINE es uno de lo actores míticos de la historia del cine con 2 oscars a sus espaldas, habiendo participado en obras maestras como "Hannah y sus hermanas" o "El hombre que pudo reinar", en su prolífica y brillante carrera hay espacio para elecciones profesionales algo más brutales como: 'Tiburón, la venganza' (1987), también convertida en de culto (aunque él mismo asegura que "jamás he visto la película, pero por lo que me contaron era terrible, jajajajaaaa)"… Sin embargo, en mi TOP 3 me quedo con las del que podríamos denominar Michael Caine 2.0, convertido en actor fetiche de directores como Nolan o  Cuarón. En concreto: 

"El caballero oscuro" ("The Dark Knight", 2008), de Christopher Nolan, y resto de la trilogía.

En esta saga de películas de Christopher Nolan, Michael Caine interpreta a Alfred, el leal mayordomo de Bruce Wayne/Batman. Caine aporta calidez y sabiduría al personaje, haciendo que Alfred no sea el simple secundario que muchas veces ha pasado tan desaparecido en pantalla, por tener mucha menos presencia y carisma que los Batman Protagonistas. La interpretación de Caine aporta humanidad y profundidad al personaje, convirtiéndolo en uno de los aspectos más destacados/diferenciales de la trilogía de Nolan. Su relación con Bruce Wayne es el corazón emocional de la película, y su actuación es fundamental para el impacto de la trama y para dar voz a los Alfred de la historia!!!

"Hijos de los hombres" ("Children of Men", 2006), de Alfonso Cuarón.

En esta genial distopía futurista dirigida por Alfonso Cuarón, Caine hace el papel de un excéntrico activista político que ayuda al protagonista en un mundo donde la humanidad se enfrenta a la extinción debido a la infertilidad. La actuación conmovedora de Caine en este papel secundario pero crucial, ofrece un contrapunto de humanidad y esperanza, representando la resistencia contra la desesperanza y la búsqueda de significado. Además su propia presencia de figura histórica aporta además calidez, humor y profundidad al personaje, convirtiendo a este excéntrico en uno de los aspectos más destacados de la película. La presencia de Michael Caine en "Children of Men" añade una capa adicional de complejidad emocional y moral a la historia, lo que lo hace más memorable aún (me gusta mucho la peli).

Y en el tercer lugar 3 películas! (Aunque como son mini papeles valen por 1)…:-)… En concreto la presencia en las películas de Nolan, Interestellar/Tenet/Inception, que elevan un peldaño más de lo que ya lo están para mi las propias películas… En las tres películas Caine interpreta casi un mismo papel general de erudito a la par que mentor de los diferentes protagonistas en sus diferentes roles, que como digo, da un tono de presencia adicional fundamental a las historias. Por ejemplo en "Inception" (2010) interpreta a un profesor universitario y mentor del protagonista (Leonardo DiCaprio), quien es un experto en la técnica de la infiltración de los sueños; en  "Tenet" (2020), interpreta a Sir Michael Crosby, un influyente empresario y mentor del protagonista (el hijo de Denzel Washington) que le proporciona información crucial, apoyo y recursos; y en "Interstellar" (2014) interpreta a un brillante científico y mentor del protagonista  (Matthew McConaughey), científico que es fundamental en la trama ya que es el arquitecto detrás de la misión espacial.







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